Volcán Reventador emitió gases y cenizas, informó Instituto Geofísico

El volcán Reventador emitió el martes gases y cenizas que alcanzaron los 500 metros sobre el nivel del mar, según informó este miércoles el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IGPN). La institución indicó que el sector «ha permanecido nublado» en las últimas horas.

El IGPN había alertado el martes sobre la posibilidad de que exista «mínima caída de ceniza en Quito» por este motivo, según información de Aviación Civil.

«Durante la tarde y noche de ayer (martes) el volcán ha permanecido mayormente nublado, sin embargo se observó incandescencia y el rodar de bloques por los flancos del volcán hasta los 800 metros bajo el nivel del cráter», detalló el IGPN en su informe diario.

El volcán Reventador está ubicado a unos 90 kilómetros al este de Quito y es uno de los tres que están en erupción, según información del IGPN.

 

Fuente: www.eluniverso.com

¿Por qué cientos de zapatos deportivos están apareciendo en playas desde las Bahamas hasta Escocia?

Durante el último año, desde Bermudas y Bahamas hasta Irlanda y Escocia, cientos de pares de zapatos nuevos han aparecido en las playas.

¿Cómo llegaron allí y por qué los científicos tienen tanto interés sobre dónde los encuentran?

En septiembre de 2018, en la isla de Flores, en el remoto archipiélago de las Azores en el Atlántico, Gui Ribeiro, un limpiador de playas, comenzó a fijarse en qué objetos llegaban a la costa.

Al principio aparecían en pequeñas cantidades y podían pasar por artículos ordinarios que se le habían perdido a alguien, o meros restos de la basuragenerada por los humanos y que llega a los océanos.

Pronto, sin embargo, quedó claro que estos objetos formaban parte de un grupo mayor.

Tenis, chancletas y varios tipos de calzado deportivo aparecían con una regularidad que los hacía resaltar entre otro tipo de objetos que traía la marea.

Eran de las mismas marcas, de los mismos estilos y, al menos algunos de los zapatos deportivos, tenían las mismas fechas de producción impresa en una etiqueta cosida en la lengüeta. Además, todos los zapatos parecían ser nuevos, sin usar.

¿De dónde vienen?
En los meses siguientes, Ribeiro halló unos 60 zapatos Nike y de otras marcas.

La noticia de los hallazgos comenzó a difundirse.

Siete meses después, y a 2.250 km de distancia, en Cornwall, Reino Unido, Tracey Williams comenzó a notar una tendencia similar.

“Un amigo en Irlanda me preguntó si había encontrado alguno”, dice Williams. “Al día siguiente salí y hallé unos cuantos”.

“Los limpiadores de playas tienden a conectarse en red, por lo que si un determinado artículo aparece en alguna playa, rápidamente nos damos cuenta y estamos atentos”.

Además de las Azores y el sudoeste de Inglaterra, hasta ahora se han encontrado ejemplares en las playas de Bermudas, las Bahamas, Francia, Irlanda, las Islas Orcadas en Escocia y las Islas del Canal, en el canal de la Mancha.

Se cree que todos estos zapatos provienen de un mismo barco.

“A través de la investigación que he hecho”, dice Ribeiro, “todo indica que pueden haber sido de algunos de los cerca de 70 contenedores que cayeron por la borda del Maersk Shanghai”.

A principios de la primavera del año pasado, el Maersk Shanghai, un barco de 324 metros, capaz de transportar más de 10.000 contenedores, viajaba desde Norfolk, Virginia, por la costa este de EE.UU. hacia Charleston, Carolina del Sur.

En la tarde del 3 de marzo, a 27km de Oregon Inlet, frente a la costa de Carolina del Norte, se vio atrapado en una tormenta. Mientras luchaba contra fuertes vientos y mares agitados, una lote de sus contenedores cayó por la borda.

En ese momento, la prensa especializada en comercio marítimo informó que los aviones enviados para localizar los contenedores faltantes habían encontrado nueve de ellos flotando, pero que siete se habían hundido.

No es posible decir con certeza que todo el calzado recuperado viene del Maersk Shanghai; el operador de la embarcación, Zodiac Maritime, no respondió a las preguntas de la BBC sobre el tema. Nike también optó por no comentar.

Sin embargo, dos marcas de calzado, Triangle y Great Wolf Lodge, confirmaron que los ejemplares de sus productos que fueron hallados provenían de ese barco.

Ribeiro no es el único limpiador de playas que está convencido de que vienen del Maersk Shanghai.

Liam McNamara, del condado de Clare, en la costa oeste de Irlanda, ha encontrado “más de 100” zapatos, en su mayoría Nike, que en su opinión “definitivamente” provienen de ese barco.

“Una empresa admitió haber perdido existencias de ese envío y otra admitió haber perdido existencias en el mar”, afirma.

“Han estado apareciendo por todas partes“.

¿Cuál es el impacto para los océanos?
“Sea lo que sea, si se hunde hasta el fondo o llega a las playas, tendrá un impacto perjudicial para la vida marina”, dice Lauren Eyles, de la Sociedad de Conservación Marina.

“Los zapatos se degradarán en microplásticos a lo largo de los años, lo que tendrá un gran impacto en la increíble vida salvaje que tenemos tanto en el Reino Unido como en todo el mundo”.

Las estimaciones varían, pero se cree que aproximadamente 10 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos cada año.

Ante la pregunta de qué tan importante es el papel que juegan los derrames de contenedores en esa contaminación, Eyles dice que es algo que aún no se comprende completamente.

“No creo que hayan suficientes datos para sacar conclusiones adecuadas”, explica.

El Consejo Mundial de Transporte Marítimo estima que de los 218 millones de contenedores que se transportan anualmente, un poco más de 1.000 caen por la borda. Pero un oceanógrafo, que trabajó con Nike para ayudar a retirar del mar el calzado extraviado a principios de los 90, cree que es probable que el número real sea más alto.

“Es un número que a la industria le gusta disputar”, dice oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer . “Creo que está en los miles de contenedores anualmente. La pregunta realmente es: ¿qué hay en ellos?”.

Al menos en este caso, dice Ebbesmeyer, es posible estimar el tamaño del derrame.

“Un contenedor puede llevar aproximadamente 10.000 zapatos deportivos. Entonces, si son 70 contenedores multiplicado por 10.000, eso da un límite superior [a 700.000 zapatos] que podrían estar ahí fuera”.

¿Qué información brindan estos zapatos?
A pesar del daño ambiental, los científicos pueden rescatar algo de tales incidentes: una mejor comprensión de nuestros océanos y las corrientes que los impulsan.

Si bien muchos de los zapatos del Maersk Shanghai han ido apareciendo en las playas, es probable que muchos más estén dando vueltas en el océano Atlántico Norte, atrapados en una red de poderosas corrientes.

Cuándo y dónde aparecen los zapatos, dice Ebbesmeyer, nos puede indicar qué tan rápido se mueven las corrientes.

“Si han recorrido la mitad del camino [desde Carolina del Norte al Reino Unido] en poco más de un año, entonces toma alrededor de tres años recorrer el Atlántico Norte. Así que ese es el período orbital típico de los zapatos, pero eso es algo que no ha sido estudiado mucho por los oceanógrafos.

Aún más revelador, dice Ebbesmeyer, es ver cómo la forma de los zapatosparece dictar dónde van a parar.

“Los zapatos izquierdos y derechos flotan con una orientación diferente respecto al viento”, explica. “Entonces, cuando el viento sopla sobre ellos, van a diferentes lugares. Así que en algunas playas tiendes a conseguir las zapatillas izquierdas y en otras las derechas“.

¿Quiénes son responsables?
A pesar de las críticas que recibe la industria del transporte comercial, Ebbesmeyer cree que han comenzado a limpiar sus acciones. Pero dice que se podría hacer más.

“Se necesitan unos 30, 40, 50 años para que el océano se deshaga de estas cosas”, dice.

“Creo que las compañías que tienen derrames piensan que simplemente lo olvidaremos, pero siguen llegando a las costas. Entonces, ¿cómo responsabilizamos a las empresas? En este momento no hay rendición de cuentas“.

Parte del problema es que las compañías navieras solo tienen que informar sobre contenedores perdidos si podrían convertirse en un peligro para otros buques o si incluyen sustancias consideradas “dañinas para el medio ambiente marino”, como sustancias químicas corrosivas o tóxicas.

Si bien la Sociedad de Conservación Marina dice que los productos como los tenis dañan los ambientes marinos, no cuentan como “dañinos” para informar sobre la carga perdida en el mar.

La Organización Marítima Internacional, el regulador de transporte marítimo de la ONU, dijo a la BBC que reconocía que “es necesario hacer más para identificar y reportar los contenedores perdidos” y que había “adoptado un plan de acción para enfrentar la basura plástica que cae de los buques”.

Para Williams, que limpia playas cerca de su hogar en Newquay, en el suroeste de Inglaterra, no hay una solución fácil.

“Nadie quiere que sus bienes se esparzan por las playas y contaminen el océano”, dice. “Pero creo que sería bueno si las empresas pudieran ser más abiertas respecto a los derrames de carga, que levantaran la mano y dijeran: ‘Sí, ha habido un incidente’”.

“Estas cosas suceden, pero no parece haber ninguna responsabilidad cuando ocurren”, agrega McNamara.

“Hay que trazar la responsabilidad hasta las compañías de transporte marítimo, ellas son responsables de su carga”.

Fuente: www.bbc.com

La historia de el cangrejo Reflexion

Hubo cierta vez una reunión muy importante en el fondo del mar. Era la reunión de los cangrejos.

La había convocado uno de los más viejos para tomar en ella, lo que él pensaba, era una decisión muy importante.

Acudieron pues cangrejos de todos los mares, desde los que llegaban de mares pequeños y aguas tranquilas, hasta los que procedían de los océanos más agitados. Aún aquellos que vivían en los ríos contaminados mandaron a su delegado.

La reunión se abrió puntualmente. El viejo cangrejo tomó la palabra y dijo:
“Amigos míos, hemos venido haciendo algo que se ha constituido en un mal ejemplo para el resto del mundo. Es una costumbre que tenemos que cambiar”.

Muy preocupados, todos lo miraban con curiosidad. Un joven cangrejo de río no pudo reprimir la curiosidad, y preguntó:

“¿Y cuál es esa costumbre?” “¿Por qué crees que es un mal ejemplo para los demás seres de la creación?”.

El anciano cangrejo respiró profundo. Muy preocupado tomó de nuevo la palabra y continuó:

“Se lo diré sin rodeos. Debemos de dejar de caminar hacia atrás. Todos nos ponen de ejemplo negativo y hablan de nosotros como retrógradas”.

Un cangrejo colorado que venía de muy lejos, dándose cuenta de lo serio del problema, preguntó:

“¿Y qué propones para remediar el nocivo ejemplo que damos?”.

El anciano cangrejo tomó de nuevo la palabra:

“Seré realista. Para nosotros ya es muy difícil cambiar. Pero para los cangrejos niños será más fácil.

Yo propongo que sus madres les enseñen a caminar hacia adelante”.
Los cangrejos se emocionaron con la sinceridad con que se les había hablado, y secundaron con entusiasmo la moción.

De esta forma quedó instituido que todos los cangrejos que nacieran de ese momento en adelante, serían instruidos por sus madres para caminar hacia adelante.

Cada uno volvió a su hogar. Y las madres empezaron a enseñar a sus pequeñuelos.

Guiaron con amor sus patitas, primero una hacia adelante, luego la otra.

Una y otra vez insistieron en la nueva forma de avanzar.

Los pequeños intentaron seguir las instrucciones, aunque les costaba mucho trabajo. Pero con sinceridad trataron de hacerlo.

Sin embargo, sucedió algo curioso.

Sus mamás les decían cómo debían caminar, pero ellas mismas y todos los demás cangrejos a su alrededor continuaban caminando hacia atrás como siempre.

“¿Cómo es que ellas hacen una cosa y nos enseñan otra?”, dijo un cangrejito muy estudioso cuando las mamás no estaban presentes.

Los demás estuvieron de acuerdo.

Algunos pensaban que era una broma que les querían jugar, otros aducían que debía ser más fácil caminar hacia atrás, puesto que así lo hacían los demás.

En vista de la rebelión, hubo de convocarse a una nueva junta de cangrejos.
“La ley que hemos propuesto no funciona” admitió el anciano cangrejo que siempre decía la verdad.

Y agregó:

“Y no funciona porque no hemos predicado con el ejemplo, y lo cierto es que no podemos pedir a los demás que hagan lo que nosotros no hacemos”.

La historia dice que esa es la razón por la que los cangrejos siguen caminando hacia atrás.

Reflexión
La lección que se desprende de este simpático cuento infantil nos dice a nosotros que los demás prestarán más atención a lo que hacemos que a lo que decimos. . .

Y es una verdad que debemos aprender.

Predicamos mucho más con el ejemplo que con todas las palabras del mundo.

Cómo los celulares están cambiando nuestro cráneo (y otras increíbles formas en las que la vida moderna está afectando nuestro esqueleto)

Todo comenzó con una cabra.

El infeliz animal nació en Holanda en la primavera de 1939 con pocas perspectivas.

En la parte izquierda de su cuerpo, había apenas un trozo de piel cubierto de pelo donde debía estar una de las patas.

Y la pata derecha estaba tan deformada que parecía un muñón con una pezuña.

Pero cuando tenía tres meses, la pequeña cabra fue adoptada por un instituto veterinario.

El animal pronto desarrolló su propio método para moverse en una pradera. Se apoyaba en sus patas traseras haciendo equilibrio y saltaba, asemejándose a un canguro o a una liebre.

La cabra tuvo un accidente y murió cuando tenía un año, pero su esqueleto dejó una última sorpresa.

Durante siglos los científicos pensaron que los huesos solo crecían en formas predecibles, de acuerdo a instrucciones heredadas de nuestros padres.

Sin embargo, un experto en anatomía holandés que estudió el esqueleto de la cabra descubrió que el animal había iniciado un proceso de adaptación.

Los huesos en sus caderas y piernas eran mas gruesos de lo esperado. Los huesos de sus patas se habían estirado y el ángulo de los de la cadera había cambiado para permitir una postura más erguida.

En otras palabras, el cuerpo de la cabra había comenzado a parecerse al del los animales que saltan.

Biografía de los huesos
Hoy se sabe que nuestros esqueletos son sorprendentemente maleables.

Aunque podemos tener una impresión contraria, los huesos bajo nuestra piel están vivos, rosados por el flujo sanguíneo y en un proceso de destrucción y reconstrucción constante.

Si bien el esqueleto de cada persona se desarrolla de acuerdo a instrucciones generales en su ADN, puede cambiar de acuerdo a las presiones que cada individuo enfrenta en su vida.

Esta constatación ha llevado a una disciplina llamada “osteobiografía“, literalmente “biografía de los huesos”, que permite examinar un esqueleto para descifrar cómo vivió su dueño.

Y estudios recientes parecen no dejar duda de que la vida moderna está teniendo un impacto en nuestros huesos.

Los ejemplos abundan, desde la aparición de un abultamiento en la base del cráneo, al descubrimiento de que nuestras mandíbulas se están achicando o que los codos de los jóvenes alemanes se están volviendo más pequeños.

Los misteriosos “gigantes”
Un ejemplo de osteobiografía es el misterio de los “hombres fuertes” de Guam y las islas Marianas.

El enigma comenzó con el descubrimiento en 1924 del esqueleto de un hombre en la isla Tinian, unos 2.560 km al este de Filipinas, en el océano Pacífico.

Los restos, que databan del siglo XVI o XVII , eran gigantes. Se trataba de un hombre extraordinariamente fuerte y alto.

El descubrimiento encajaba con leyendas locales de antiguos gobernantes de proporciones enormes, capaces de acciones heroicas.

Los arqueólogos llamaron al esqueleto Taotao Tagga -“hombre de Tagga”- una referencia a Taga, el antiguo jefe de las islas, que según la mitología local tenía superpoderes.

Cuando se descubrieron otras tumbas quedó en evidencia que el hombre de Tagga no era una excepción.

Tinian había albergado una población de personas enormes.

Los restos del hombre de Taga fueron enterrados junto a pilares esculpidos en piedra.

Los huesos tenían características similares a los de otros restos hallados en el archipiélago de Tonga en el Pacífico sur, donde la gente hace mucho trabajo en piedra.

La casa más grande en la isla tenía pilares de cinco metros de altura y un peso de 13 toneladas, similar al de dos elefantes.

No se trataba entonces de una misteriosa raza de gigantes.

Estos hombres habían desarrollado sus cuerpos poderosos trabajando muy duramente.

Los celulares y el cráneo moderno
Si se usara en el futuro una técnica similar para analizar cómo vivía la gente en 2019, los científicos encontrarían cambios en nuestros esqueletos que reflejan nuestro estilo de vida.

“He sido un médico clínico durante 20 años y solamente en la última década he visto cada vez más este crecimiento en el cráneo“, dijo David Shahar, investigador de la Universidad Shunshine Coast en Australia.

El abultamiento en punta, llamado también “protuberancia occipital externa“, se encuentra en la parte posterior del cráneo, justo arriba del cuello.

Si tienes uno es probable que puedas sentirlo con tus dedos y si no tienes pelo puede ser visible.

Hasta hace poco se pensaba que esta protuberancia era muy poco común.

En 1885, cuando fue investigada por primera vez, el celebre científico francés Paul Broca creía que era tan extraña que no merecía un término científico.

Pero Shahar decidió investigar.

Junto a un colega analizó más de mil radiografías de cráneos de personas entre 18 y 86 años, y registró los problemas de postura de cada una de esas personas.

Lo que los científicos descubrieron fue sorprendente.

El abultamiento era mucho más común en el grupo entre 18 y 30 años.

Shahar cree que la presencia creciente de la protuberancia se debe a la tecnología, particularmente a nuestra obsesión con los celulares y las tabletas.

Cuello de texto
Cuando inclinamos la cabeza para ver algo en esos dispositivos, doblamos el cuello y el cráneo va hacia adelante.

Esto es problemático, porque una cabeza humana promedio pesa 4,5 kilos, más o menos como una sandía grande.

Cuando estamos sentados erguidos, la cabeza está en equilibrio sobre la parte superior de nuestra espina vertebral.

Pero cuando nos inclinamos hacia el celular nuestros cuellos deben hacer un esfuerzo inusual.

Los médicos llaman al dolor asociado a este esfuerzo “cuello de texto”.

Shahar cree que la protuberancia se forma porque la postura curva crea una presión extra donde los músculos del cuello se unen al cráneo.

Y el cuerpo responde creando una nueva capa de hueso, que ayuda al cráneo a enfrentar esta presión extra y a distribuir el peso.

Una de las mayores sorpresas para Shahar fue cuan grandes eran las protuberancias. Los abultamientos mayores median unos 30 mm.

Claro que la mala postura no fue inventada en este siglo.

¿Por qué entonces nuestros antepasados no desarrollaron una protuberancia en su cráneo cuando se encorvaban para leer libros?

Una posible explicación es que pasamos mucho más tiempo inclinados con nuestros celulares.

En 1973 los estadounidenses leían un promedio de dos horas al día.

Pero actualmente pasamos al menos el doble de ese tiempo con nuestros teléfonos.

Extrañamente, los hombres fuertes de las islas Marianas también tenían crecimientos en sus cráneos.

Se cree que las protuberancias se desarrollaron por un motivo similar, para soportar el peso de la cabeza y los fuertes músculos de sus cuellos.

Esos hombres habrían transportado enormes pesos colgándolos de los extremos de palos sobre sus hombros.

Codos más pequeños
Shahar cree que es probable que las protuberancias modernas jamás desaparezcan.

Y su tamaño seguirá aumentando.

El investigador cree que no serán dañinas en sí mismas. Pero sí podría haber problemas con otras formas en las que el cuerpo compensa nuestra postura encorvada.

En Alemania, por ejemplo, hubo otro descubrimiento sorprendente: nuestros codos se están achicando.

Christiane Scheffler, antropóloga de la Universidad de Potsdam, estudiaba medidas de los cuerpos de niños cuando notó esta tendencia.

Scheffler comparó cuán robustos eran los cuerpos de los niños entre 1999 y 2009.

La investigadora calculó un índice que compara la altura de una persona con el ancho de sus codos.

Y cotejó esos resultados con un estudio similar realizado 10 años antes.

La conclusión fue que los esqueletos de los niños se están volviendo más frágiles.

Niños sedentarios
Scheffler pensó en un principio que la explicación podía ser genética, pero el ADN de una población no cambia mucho en una década.

Otra posibilidad era la mala nutrición, pero ése no es un problema en Alemania.

La tercera explicación posible es que la actual generación es mucho más sedentaria.

Scheffler realizó un nuevo estudio con otros colegas en el que analizó los hábitos diarios de los niños, que también usaron un contador de pasos durante una semana.

Los científicos encontraron una fuerte correlación entre lo robustos que eran los esqueletos de los niños y lo que caminaban por día.

Es bien sabido que cada vez que usamos nuestros músculos ayudamos a fortalecer la masa de los huesos que los sostienen.

“Si usas tus músculos una y otra vez ayudas a generar más tejido óseo, que se traduce en huesos más densos y mayor circunferencia” señaló Scheffler.

Pero había otro enigma en los resultados del estudio.

Caminar era el único tipo de ejercicio que impactaba en el tamaño de los codos.

Scheffler cree que aún los niños más deportistas hoy en día pasan poco tiempo ejercitándose.

“Hacer deporte no te ayuda tanto si tu madre te lleva en auto a tus prácticas de una o dos horas por semana”.

Y algo similar puede ocurrir en el caso de los adultos.

No es suficiente ir al gimnasio un par de veces a la semana sin caminar grandes distancias.

“Porque nuestra evolución indica que podemos caminar cerca de 30 km por día”.

Cambios en la mandíbula
La última sorpresa escondida en nuestros huesos puede tener cientos de años de antigüedad, pero fue descubierta recientemente.

En 2011, Noreen von Cramon-Taubadel, una investigadora de la Universidad Estatal de Nueva York estaba estudiando cráneos.

La antropóloga quería saber si era posible deducir de dónde viene una persona por la forma del cráneo.

Cramon-Taubadel midió cráneos de distintos países hallados en museos.

La científica descubrió que la forma de la mandíbula no dependía tanto de la genética, sino de donde vivía la persona: si se trataba de cazadores recolectares o de una comunidad agrícola.

La científica cree que el secreto de la diferencia en las mandíbulas está en cuanto masticamos mientras crecemos.

“Si piensas en la ortodoncia en el caso de adolescentes, esto se realiza porque los huesos todavía están creciendo”, afirmó Cramon-Taubadel.

“Los huesos todavía son maleables a esa edad y responden a presiones diferentes”.

En las sociedades agrícolas la comida es más suave y puede ser ingerida masticando muy poco.

Masticar menos significa músculos más débiles y mandíbulas menos robustas.

Es posible que la lactancia materna sea otro factor importante, porque su período varía y determina cuándo los niños comienzan a masticar alimentos más sólidos.

Cramon-Taubadel afirma que el impacto en la mandíbula es sutil, pero el problema puede estar en los dientes.

“Especialmente en sociedades posindustriales hay más problemas de dientes torcidos por falta de espacio“.

“Las investigaciones demuestran que una dieta biomecánicamente más dura, especialmente en el caso de los niños, puede ser útil para contrarrestar el desequilibrio en el crecimiento de los dientes”.

Prueba hablar como alguien del Neolítico
Esta historia tiene otro giro inesperado.

Los cambios en nuestras mandíbulas y dientes parecen haber tenido un efecto inesperado y positivo en la forma en que hablamos.

Un estudio reciente afirmó que a medida que las sociedades se volvieron agrícolas en el Neolítico, hace unos 12.000 años, los cambios en la mandíbula permitieron a nuestros antepasados producir nuevos sonidos, como “f” y “v”.

En los habitantes del Neolítico, los incisivos superiores, los dientes frontales de arriba, se encontraban exactamente sobre los inferiores, en lugar de cubrirlos como actualmente.

Para tener una idea de cómo eran las mandíbulas del Neolítico puedes hacer este experimento: mueve hacia adelante tu mandíbula inferior hasta que tus dientes de abajo coincidan con los de arriba, e intenta ahora pronunciar “Venecia”.

¿Qué pensarán los arqueólogos del futuro cuando examinen nuestros esqueletos desde sus naves espaciales?

Si no tenemos cuidado, nuestros huesos podrían revelar dietas poco saludables, niveles asombrosos de sedentarismo y una dependencia mórbida de la tecnología.

Tal vez sea mejor optar por la cremación.

Fuente: www.bbc.com

Cómo se deterioró el metro de Caracas, que fue uno de los subterráneos más modernos de América Latina

A sus 86 años, Celina Reyes sube cada día muchas escaleras.

En el metro de Caracas apenas quedan escaleras mecánicas en funcionamiento.

Esta jubilada de PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, acostumbra a viajar en metro a diario.

Recorre un largo trayecto para comprar con los 10.000 bolívares de su pensión (menos de US$2 al cambio) algunas verduras que los buhoneros ofrecen en la popular zona de Catia, en el oeste de Caracas, a precios más asequibles que en los mercados convencionales.

“Hay otras zonas por las que no me atrevo a moverme porque hay demasiada gente y me tumban”, cuenta, mientras toma resuello antes de subir el último y empinado tramo que la separa de la salida.

La señora Reyes lleva toda la vida viajando en el metro.

Sorprenden su atuendo y peinado impecables en medio del caos que reina ahí abajo.

“El servicio ahora es terrible; antes no era así”, recuerda.

No es la única que lo piensa. El mal funcionamiento del sistema de transporte público, que cuando se inauguró en 1983 era uno de los más avanzados de América Latina, es motivo de queja constante de los caraqueños.

BBC Mundo lo recorrió para conocer su estado actual.

Como a tantas otras cosas, también lo ha golpeado la crisis económica de Venezuela.

Gratis total
Nuestro trayecto comienza en la estación de Petare, uno de los más grandes suburbios de América Latina, en el este de Caracas.

Y lo primero que llama la atención es que aquí nadie paga.

La taquilla está cerrada y las máquinas expendedoras de billetes, fuera de servicio.

Así que todo el mundo franquea gratis unos torniquetes que ahora son un vestigio inútil.

El gobierno subió recientemente el precio del billete hasta los 40 bolívares soberanos (Unos US$ 0’007 al cambio), pero pocos dudan de que la gente seguirá usándolo sin pagar, siquiera esa módica cantidad.

Como el papel en el que se imprime cuesta más que el precio del billete, hace meses que no hay tickets y rige el acceso libre.

“Preferiríamos pagar y que las cosas estuvieran mejor”, comenta Miguelina, mientras lee un diario en uno de los trenes de la Línea 1.

Por el vagón deambulan dos buhoneros que ofrecen caramelos.

“¡¿Quién dijo deme?!”, vocea insistentemente uno de los vendedores como reclamo, pero en realidad pocos pasajeros parecen dispuestos a pagar los 500 bolívares (menos de 10 centavos de dólar) que cuesta el paquete de 7 caramelos.

La estación siguiente a Petare es La California, una zona de clase media que se ha visto degradada en los últimos años.

En la calle, decenas de personas se apean de las camionetas que los han traído desde los barrios en los cerros que rodean el núcleo urbano hasta esta, la estación de metro más cercana.

William ha llegado en el remolque del camión de un vecino apretujado con otros vecinos.

Cuando le señalo que el vehículo tiene los neumáticos ya destripados por el uso, responde con una pregunta: “En este país no hay transporte; ¿cómo quiere que viajemos si no es así?”.

Pasado dorado
El Metro de Caracas fue durante años un motivo de orgullo para los habitantes de la capital venezolana.

Sus limpias y amplias instalaciones, que cuentan con bellas obras de arte, así como la puntualidad de sus trenes, contrastaban con el bullicio y el caos en las calles.

Los más viejos recuerdan que había muchos empleados y que en el subterráneo imperaba el civismo que muchas veces se echaba en falta en la superficie.

Ahora, los andenes y pasillos están sucios, pero el problema es aún más grave en los trenes, en los que el suelo está mugriento y pegajoso.

Es lo que ocurre en la estación de Pérez Bonalde, en el popular barrio de Catia, en el oeste de Caracas, donde muchos suben con la comida que han comprado en el mismo mercado al que acude Selina Reyes.

Algunos cargan paquetes de carne y pescado que gotean sobre un piso que hace tiempo que no se limpia.

“Antes había más respeto”, comenta Roel Ferrer, mientras deja pasar un tren en la estación de Plaza Venezuela, una de las más concurridas por ser el punto de confluencia de varias líneas.

Parado en el andén en el que una multitud forcejea por acceder a un convoy que lleva un rato largo esperando, cuenta que hace años trabajó en el metro como operario de limpieza en el suburbano.

“Da pena ver cómo está ahora”, lamenta.

José Vargas es ahora uno de los encargados de esa labor. Friega uno de los andenes con un cubo de agua negra como el petróleo que abunda en este país.

Dice que lleva una semana en ese trabajo y que le pagan el salario mínimo (40.000 bolívares, menos de US$7) por una jornada que va desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde.

Si se calcula que con su sueldo mensual alcanza para pagar un cartón de huevos y poco más, se entiende mejor la parsimonia con la que José desliza su fregona.

“La gente no colabora y algunos hasta hacen sus necesidades aquí dentro”, se queja.

Efectivamente, en el acceso a la estación de Plaza Venezuela, la misma que utilizan muchos estudiantes de la Universidad Central, una de las más importantes del país, hay un fuerte olor a orines.

Se concentra en el pasillo por el que tuvo que salir el día anterior Roel Ferrer.

“Hubo un fallo técnico y desalojaron todos los trenes”, cuenta.

Tuvo que caminar durante más de tres horas hasta la zona de Agua Salud, adonde se dirigía.

El efecto de los apagones en Venezuela
Historias como esta son habituales, sobre todo después de la ola de apagones que afectó al país el mes de marzo, dejó Caracas a oscuras y llevó al cierre total del metro durante días.

El gobierno culpó de aquello a un “ataque terrorista”, aunque la oposición y varios expertos han señalado que se debió a la falta de mantenimiento de la infraestructura.

El de la falta de mantenimiento es un problema que muchos aprecian también en el antaño eficiente metro de Caracas.

El estudiante Aldor Barrios se ha movido siempre en él y afirma que “los trenes están dañados”.

“Cada dos semanas más o menos hay algún problema y me toca esperar el tren durante más de una hora; al final no queda elección que buscar transporte superficial”, relata.

Las filas enormes de ciudadanos en busca de una alternativa al metro cuando este falla se han convertido en una escena familiar para los caraqueños.

También los accesos que cerraron sin que nadie sepa si volverán a abrir.

Lo que aún funciona es la megafonía que en muchas estaciones emite un hilo musical en el que se mezclan versiones en español de éxitos de Madonna con ritmos de salsa caribeña.

Es la misma megafonía que alerta a los empleados del metro para que acudan cuando se produce un “evento uno”.

Según le explicó a BBC Mundo uno de ellos, que pidió permanecer en el anonimato, “es la manera de decir que hay una falla de tracción en uno de los trenes”.

“Se les llama así para no alarmar al público”.

El patio que la compañía del metro tiene en las cercanías de la estación de Propatria está lleno de material rodante pendiente de revisión o reparación.

BBC Mundo solicitó al Ministerio de Comunicación hablar con algún responsable del Metro de Caracas, pero no obtuvo respuesta.

En el suburbano llama la atención lo fuerte que los pasajeros sujetan sus bolsos y mochilas, especialmente al abordar un vagón lleno.

Es el momento que aprovechan los carteristas para obtener su botín entre la multitud aplastada. Es algo que pasa en el metro de casi todas las ciudades en el mundo, pero más en el de Caracas.

Aunque los robos no siempre son al descuidado.

A Augusto, un empleado público que prefiere no dar su nombre completo por temor a represalias, un grupo de tres delincuentes le robó a punta de pistola en la estación de Chacao.

Cuenta que cuando huían, logró sujetar a uno desarmado que se rezagó y logró reducirlo a golpes. Así pudo recuperar al menos su bolso, pero no su teléfono ni un reloj que se marcharon con los otros dos ladrones.

“Cuando llegó la Policía se lo entregué, pero me dijeron que lo había desfigurado y que podría causarme problemas, por lo que me aconsejaron no denunciarlo”, recuerda.

Sus nudillos, todavía magullados, dan fe del episodio.

Como los pasajeros, también las instalaciones sufren la delincuencia.

Chorreando sudor en la cabina sin aire acondicionado en la que pasa su jornada, un operador de estación cuenta: “Aquí robaron el monitor y las cámaras del sistema de vigilancia”.

Su historia es la de una decepción.

“Yo tenía el sueño de trabajar en el metro porque era una compañía admirable y ofrecía uno de los mejores empleos que podían conseguirse en el país”.

“Ahora la gente se va porque no les pagan más que el sueldo mínimo y con eso no se hace nada”, señala.

Tras él un gran cartel presidido por el rostro del fallecido presidente Hugo Chávez proclama: “Estas escaleras fueron recuperadas por los trabajadores patriotas del metro de Caracas”.

Las escaleras están paradas.

Fuente: www.bbc.com