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¿Cuál es la máxima velocidad humanamente posible y cuán cerca estuvo Usain Bolt de alcanzarla?

9,58 segundos. Eso tardó el corredor jamaiquino Usain Bolt para completar los 100 metros más veloces de la historia.

Ese récord lo marcó en el Campeonato Mundial de Atletismo en Berlín, Alemania, en 2009.

Para alcanzar ese tiempo, Bolt debió correr a 45 kilómetros por hora (kph). Nadie hasta ese entonces había corrido tan rápido y nadie lo ha vuelto a hacer, incluyendo al propio Bolt.

Sin embargo, diversos expertos aseguran que esa no es la máxima velocidad humanamente posible.

El programa de la BBC “Los casos curiosos de Rutherford y Fry”, que responde preguntas enviadas por la audiencia, recientemente recibió esta del historiador Greg Jenner:

“¿Qué tan rápido puede correr un humano y seríamos más veloces si fuésemos cuadrúpedos?”

Las claves de la velocidad
Para averiguarlo, los científicos Hannah Fry y Adam Rutherford comenzaron por investigar qué nos hace ser rápidos y si algunas personas tienen mayores ventajas físicas para correr a grandes velocidades.

Se lo consultaron a uno de los principales expertos mundiales en la biomecánica de correr, Peter Weyand, de la Universidad Metodista del Sur en Texas, Estados Unidos.

Los corredores más veloces comparten ciertas características físicas.
“Hay un viejo dicho entre corredores que dice que los velocistas nacen y no se hacen”, contó Weyand, quien explicó que hay ciertas características que son necesarias para correr rápido.

“Se requiere tener un cierto tipo de cuerpo, no se puede tener mucho peso, y hay un predominio de fibras musculares de contracción rápida”, señaló.

Sobre esto último explicó que el cuerpo tiene una variedad de fibras musculares que funcionan “de forma similar a los cambios en una bici: para diferentes circunstancias usas diferentes cambios”.

“Los músculos de contracción lenta en las piernas son los que solemos usar para estar parados y caminar. Se contraen más lentamente y son más lentos para generar fuerza”.

“Cuando quieres tomar velocidad usas las fibras musculares de contracción rápida que son más energéticas y aplican fuerza al suelo en un corto período de tiempo, pero se fatigan rápidamente”, explicó.

Parte de la respuesta está en as fibras musculares.
Algunos han sugerido que los velocistas tienen una proporción mucho más alta de estos músculos de contracción rápida, mientras que los corredores de maratones tienen fibras de contracción más lenta, que les dan mayor resistencia.

Pero Weyand asegura que no es tan sencillo.

“Hay un predominio de fibras de contracción lenta en los maratonistas y de contracción rápida en los velocistas pero no hay absolutos”, dijo el experto en biomecánica.

“En los primeros estudios vimos que hay corredores de resistencia que tienen hasta un 50% de fibras de contracción rápida así que estas fibras no son una garantía (de cómo la persona correrá)”, aseguró.

¿Tu origen determina tu velocidad?
La cantidad de fibras de contracción rápida o lenta que tiene cada cuerpo también ha sido asociado con el hecho de que muchos originarios de África Occidental son buenos velocistas mientras que corredores de países del este de África, como Etiopía y Kenia, son buenos maratonistas.

¿Por qué algunas personas son mejores velocistas y otras, como los keniatas y etíopes, son excelentes maratonistas?
“Sabemos que hay una base genética que explica el éxito de estos maratonistas ya que han evolucionado en lugares de mucha altitud donde hay poco oxígeno”, explicó el presentador del programa, Adam Rutherford.

“Lo curioso es que existe esa misma mutación genética en las personas de Nepal y en algunas comunidades holandesas pero ellos no son famosos por ser buenos corriendo largas distancias”, agregó.

La conclusión es que son varios los factores que explican el fenómeno.

“Está lo genético pero también el interés cultural por practicar cierto deporte. Y es muy difícil diferenciar todos los elementos que te hacen un gran corredor”, concluyeron los presentadores.

¿Hay un límite?
Pero ¿hay una manera de calcular el máximo potencial de velocidad humano?

¿Podrá alguien superar esos 9,58 segundos que tardó Usain Bolt en completar los 100 metros en 2009?

Y ¿qué tiene Bolt que logró romper un récord que nadie ha podido igualar en casi una década?

¿Podrá alguien correr más rápido que Bolt?
La científica deportiva Polly McGuigan explicó qué distingue a Bolt de otros corredores.

“Lo que lo hace diferente como velocista es que es muy alto. La mayoría de los velocistas miden cerca de 1,80 metros. Usain Bolt mide 1,95 y con esa mayor altura tiene piernas más largas”, señaló.

La altura de Bolt hace que con cada paso avance unos 15 centímetros más que sus rivales.

Sin embargo, McGuigan cree que es posible que vengan otros deportistas que sean aún más rápidos que Bolt.

“Eso dependerá de cuánta fuerza puedan generar con los músculos de sus piernas para soportar el peso de su cuerpo”, explicó.

Pero ¿cuánto más rápidos podrían ser?

Eso es lo que calculó el profesor de ingeniería deportiva Steve Haake de la Universidad de Sheffield.

Haake analizó la información sobre el rendimiento pasado de corredores y la extrapoló hacia el futuro, para calcular el límite máximo de velocidad humana.

¿Su predicción? 9,41 segundos (17 segundos menos que el récord de Bolt), un tiempo que, estima, se alcanzará “en las próximas décadas”.

¿Mejor cuadrúpedos?
Y ¿qué hay con la segunda parte de la pregunta que envió el oyente: “¿Seríamos más veloces si fuésemos cuadrúpedos?”.

Haake hizo el cálculo. Se basó en un dato que halló un científico llamado Rob Alexander que estableció que la velocidad que alcanza un animal está proporcionalmente relacionada con el largo de sus extremidades.

Algunos tipos de simios pueden alcanzar velocidades increíbles.
Tomando como referencia la velocidad de un mono patas (o rojo), que puede correr a 55 kph, Haake estableció que los humanos podríamos hipotéticamente alcanzar los 72 kph si fuésemos cuadrúpedos.

Aunque una cosa es la teoría y otra la realidad…

Increíblemente un hombre en Japón que tenía la misma duda decidió entrenarse durante 10 años para tratar de correr como un simio.

Kenichi Ito (apodado “el corredor mono”) corrió los 100 metros en cuatro patas en 2015 y tardó 15,71 segundos… lejos de los potenciales 72 kph pero solo 6,13 segundos menos que Bolt. ¡Nada mal!

Fuente: www.bbc.com

Estuve a dieta 18 años… y esto es lo que aprendí

Estoy a dieta desde que tengo 12 años.

Era gorda, con una cara suave y redonda, y muslos gruesos que se desbordaban a ambos lados de la silla.

Desde el momento en que me di cuenta, mi cuerpo -como muchos otros cuerpos gordos en ese momento- se convirtió en un problema.

Eran los años 90 y mi mamá lo sabía todo sobre las dietas, teníamos estantes llenos de libros para adelgazar.

Ser delgada me parecía un requisito de femineidad.

Y en aquel entonces, la gordura parecía ser un problema simple, que se podía resolver.

Te ponías a dieta, controlabas tu apetito, comías menos, hacías unos abdominales y te volvías delgada. ¡Simple!

Pero entre entonces y ahora, esta idea ha pasado totalmente de moda.

Hacer dieta no está bien visto, ahora nos desintoxicamos, seguimos un régimen basado en vegetales.

Progreso aparente
Es difícil decir exactamente cómo el estar a dieta pasó de moda. A medida que una nueva generación -la mía- crecía, empezó a rechazar a una industria que veía como explotadora, cruel y antifeminista.

Empezamos a rechazar la delgadez como ideal de belleza único.

Desde mediados de los 90 en adelante, dejamos de aceptar la talla cero como la norma y científicos empezaron a aparecer en los titulares de la prensa desmitificando la idea de que hacer dieta permitía bajar de peso y mantenerlo.

La culminación de este proceso pareciera haber llegado hace unas semanas con la portada de una revista de moda en la que aparece la modelo de talla grande Tess Holliday en traje de baño.

Omitir publicación de Instagram número de cosmopolitanukFinal de la publicación de Instagram número de cosmopolitanuk
En es apariencia muestra progreso, pero el torrente de comentarios de odio que generó nos da una idea de lo profundamente enraizado que está el desdén por los cuerpos gordos.

Más adelante me explayaré sobre ello.

Obsesión
Cuando fui a mi primer encuentro de Weight Watchers (un grupo que sigue un plan para bajar de peso), a los 16 años, lo único que quería era ser flaca.

Era obesa, según mi índice de masa corporal.

No me interesaba la “salud” o cómo se sentía mi cuerpo por dentro. Quería que, como si fuese un película, se abriese el telón y yo apareciera en mi nuevo -delgado y hermoso- cuerpo.

Jones se fue obsesionando cada vez más con la comida que ponía dentro de su cuerpo.
A medida que bajaban los números en la balanza, empecé a sentirme en control por primera vez en la vida. Perdí 13 kilos y, por un tiempo, pensé que lo había logrado.

En los 10 años que siguieron recuperé el peso, luego lo perdí casi todo otra vez mediante un programa estricto de alimentos supersaludables.

También fracasé al tiempo y, en el proceso, me fui obsesionando cada vez más con la comida que ponía dentro de mi cuerpo.

En 2015, cuando tenía 27 años, estaba 19 kilos más delgada que a los 16, pero aún así, estaba convencida que no estaba lo suficientemente delgada.

Me anoté entonces en un programa por internet liderado por Joe Wicks que prometía una transformación en 90 días.

De engordante a saludable
La revolución por la “comida limpia” estaba en su punto más alto. Más que odiar nuestro cuerpo, odiábamos los ingredientes tóxicos que aparecían en casi todas las comidas (azúcar tóxica, gluten tóxico).

Con el tiempo fue cambiando el discurso en torno a la dieta: se dejó de hablar de adelgazar y el acento recayó en estar saludable.
La conversación sobre la comida fue cambiando. La “comida limpia” no era una dieta sino un estilo de vida, y esa elección tenía más que ver con la “salud” que con el peso o la apariencia.

Claro que el deseo por ser delgada no había desaparecido, pero, como todo el mundo, aprendí a hablar de ello en términos más contemporáneos.

Por el programa de Wicks pagué unos US$195 y me tomé una foto de “antes”, parada frente al espejo en medias largas y sostén deportivo.

Sentí que estaba dando un paso positivo.

Leí toda la información del programa. Tenía que comer toneladas de proteína y más calorías. Todo estaba estipulado, desde la bebida de vitaminas antes del entrenamiento, hasta el último y único huevo hervido por la noche.

Lo gracioso es que yo estaba convencida de que las dietas y el fascismo del cuerpo se habían acabado.

Esta nueva manera de comer y ejercitar centrada en perder grasa, comer alimentos integrales y en mantenerse fuerte parecían más amigables y holísticas que las dietas que mi madre tuvo que padecer.

Y esta apariencia más amigable probó ser lucrativa. Tres años más tarde (en 2018), el negocio de Joe Wicks está valuado en US$19 millones.

Círculo vicioso
“Aparentemente, la cultura de la dieta está en retroceso”, me dice Susie Orbach, psicoterapeuta y autora que investiga el impacto en la salud mental de las dietas desde hace 40 años.

“Cuanto más confiamos en los consejos de los demás, más perdemos nuestro propio apetito e instinto de comer”, dice Orbach.
Eso es porque “sentimos mucha vergüenza en torno a hacer dieta. Pero las compañías están haciendo todavía grandes sumas de dinero diciéndonos que nuestro cuerpo es un problema y ofreciéndonos soluciones en forma de dietas, píldoras y polvos”.

Como explica Orbach, esta es una de las verdades fundamentales de todas las dietas o planes de “transformación”.

“Cuanto más confiamos en los consejos de los demás, más perdemos nuestro propio apetito e instinto de comer”.

“Luego se vuelve un círculo. Nuestro cuerpo ya no sabe cómo regular sus propias horas de comida. No tenemos las señales normales de hambre o saciedad y no creemos en ellas cuando las sentimos”.

Básicamente, nos volvemos dependientes de las dietas, y hacer dieta se convierte en un hábito que no sabemos cómo terminar.

La obsesión por el peso no es nueva, sí lo es el lenguaje con que nos referimos a las dietas.
De ese complejo estado mental -en el que buscamos a alguien que nos diga cómo y qué comer a la vez que rechazamos la idea de las dietas- surgen nuevas industrias online.

Influencers en salud y dieta, cuentas dedicadas a la cocina vegana, sin gluten, sin azúcar, sin lactosa que ofrecen un ejemplo a seguir. Solo que no hay que llamarlas dietas.

No es que ideas como las que se muestran en videos como “Lo que como en un día” no hayan existido antes, hemos estado fetichizando las dietas de los famosos en revistas por años.

Lo que es diferente ahora, explica Orbach, es el lenguajeque usamos para hacerlo.

Ahora decimos “sano”, pero eso en en realidad un eufemismo para decir “delgado”.

Hacer ejercicio con frecuencia ayuda a mantener el sobrepeso a raya.
“Básicamente, cuando usamos la palabra ‘sano’ no estamos realmente hablando de comportamientos sanos. Nos estamos refiriendo a cierto tipo de cuerpo que es delgado y tonificado”, dice la nutricionista británica Rosie Saunt.

Es más, “el vínculo entre ‘saludable’ y ‘dieta’ está siendo utilizado para promover actitudes tóxicas y fóbicas hacia la gordura”.

Y esto se puso en evidencia con la reacción que generó la portada de Cosmopolitan de octubre mostrando a Tess Holliday.

En respuesta a las críticas, la dietista Helen West escribió un tuit que fue retuiteado más de 1.000 veces, señalando que, a pesar de lo que podemos pensar, la salud de una persona y su tamaño no están necesariamente relacionadas.

“Cuando piensas en el peso, es verdad que desde una perspectiva médica, los cuerpos con sobrepeso corren más riesgo de sufrir algunas enfermedades”, dice West.

“Pero hablamos de riesgo relativo, es decir, en comparación con una persona de peso más bajo, no de riesgo absoluto”.

“No puedes saber cuán saludable es una persona solo con mirarla. No sabes si se mueve todos los días, qué come, si fuma o no. Todo eso influye en la salud general y no puede juzgarse por la apariencia”.

Omitir publicación de Instagram número de alexliviajonesFinal de la publicación de Instagram número de alexliviajones
Por otra parte, nuestra cultura promueve la idea falsa de que todos pueden ser delgados si hacen suficiente esfuerzo.

“Pero ese no es el caso”, dice West.

“Y luego atacamos a la gente porque su gordura los hace poco ‘saludables’, y ese no es necesariamente el caso. Es pura fobia a la gordura”.

Tanto West, como Saunt y Orbach coinciden en que debemos se más mesurados cuando pensamos en nuestro cuerpo y las dietas, y que debemos apartarnos de la industria de “lo sano” y enfocarnos en nuestros hábitos diarios.

“Debemos tratar de movernos todos los días y seguir una dieta balanceada, con muchos vegetales”, dice Saunt.

Restringir nuestra dieta y sentirnos culpables cuando nos da un atracón, solo nos hará más daño, agrega.

Y West añade: “La gente que acepta su cuerpo es más propensa a cuidarse. La que siente vergüenza es más propensa a tener comportamientos riesgosos como fumar, comer y beber en exceso”.

Impacto permanente
Yo estoy a dieta desde los 12, lo cual es cómico y trágico a la vez, porque ahora habito un cuerpo que la mayoría de la gente consideraría “normal”.

Es normal. Peso 63 kilos, uso talla 10 o 12 y mi índice de masa corporal es 23.

Estoy probablemente más delgada que nunca. E, irónicamente, perdí peso no cuando estaba obsesionada por lo que comía, sino cuando estaba inmersa en trabajo o una relación y no pensaba en ellos.

Me encantaría decir que ahora estoy en paz, pero ese no el caso.

El hecho es que, pasar años completamente enfocada en lo que comes, en cómo se ve tu cuerpo, en cuánto pesas y en el tamaño de tu ropa, tiene un impacto permanente en la relación con tu cuerpo.

Por ello, siempre sentiré que necesita trabajo.

Fuente: www.bbc.com

Influenza Misteriosa Reflexion

Es la tarde de un viernes típico y estás manejando hacia tu casa. Sintonizas la radio. El noticiero cuenta una historia de poca importancia:
En un pueblo lejano han muerto 3 personas de alguna gripe que nunca antes se había visto.

No le pones mucha atención a ese acontecimiento…

El lunes cuando despiertas, escuchas que ya no son 3, sino 30,000 personas las que han muerto en las colinas remotas de la India.

Gente del control de enfermedades de los Estados Unidos, ha ido a investigar.

El martes ya es la noticia más importante de la primera plana del periódico, porque ya no sólo es la India, sino Pakistán, Irán y Afganistán y pronto la noticia sale en todos los noticieros. Le están llamando ” La Influenza Misteriosa ” y todos se preguntan: ¿Cómo vamos a controlarla?

Entonces una noticia sorprende a todos:

Europa cierra sus fronteras, no habrá vuelos a Francia desde la India, ni de ningún otro país donde se haya visto la enfermedad. Por lo del cierre de fronteras estás viendo el noticiero cuando escuchas la traducción de una mujer, en Francia, que dice que hay un hombre en el hospital muriendo de la “Influencia Misteriosa”.

Hay pánico en Europa.

La información dice, que cuando tienes el virus, es por una semana y ni cuenta te das. Luego tienes 4 días de síntomas horribles y entonces mueres.

Inglaterra cierra también sus fronteras, pero es tarde, pasa un día más y el presidente de los Estados Unidos, George Bush, cierra las fronteras a Europa y Asia, para evitar el contagio en el país, hasta que encuentren la cura…

Al día siguiente la gente se reune en las iglesias para orar por una cura y entra alguien diciendo:

Prendan la radio y se oye la noticia: 2 mujeres han muerto en New York. En horas, parece que la enfermedad invade a todo el mundo.

Los científicos siguen trabajando para encontrar el antídoto, pero nada funciona. Y de repente, viene la noticia esperada: Se ha descifrado el código de ADN del virus. Se puede hacer el antídoto.

Va a requerirse la sangre de alguien que no haya sido infectado, y de hecho, en todo el país se corre la voz que todos vayan al hospital más cercano para qué se les practique un examen de sangre.

Vas de voluntario con tu familia, junto a unos vecinos, preguntándote ¿qué pasará? ¿Será este el fin del mundo?…

De repente el doctor sale gritando un nombre que ha leído en el registro. El más pequeño de tus hijos está a tu lado, te agarra la chaqueta y dice: ¿Papi? ¡Ése es mi nombre!. Antes que puedas reaccionar se están llevando a tu hijo y gritas: ¡Esperen!… Y ellos contestan: todo está bien, su sangre está limpia, su sangre es pura.

Creemos que tiene el tipo de sangre correcta.

Despúes de 5 largos minutos los médicos salen llorando y riendo. Es la primera vez que has visto a alguien reir en una semana. El doctor de mayor edad se te acerca y dice: ¡Gracias, señor!, la sangre de su hijo es perfecta, esta limpia y pura, puede hacer el antídoto contra esta enfermedad…

La noticia corre por todas partes, la gente esta orando y llorando de felicidad.

En eso el doctor se acerca a tí y a tu esposa y dice: ¿Podemos hablar un momento? Es qué no sabíamos que el donante sería un niño y necesitamos que firmen este formato para darnos el permiso de usar su sangre. Cuando estás leyendo el documento te das cuenta que no ponen la cantidad que necesitarán y preguntas: ¿Cuánta sangre?…

La sonrisa del doctor desaparece y contesta: No pensábamos que sería un niño. No estábamos preparados. ¡La necesitamos toda!…

No lo puedes creer y tratas de contestar:

“Pero, pero…”. El doctor te sigue insistiendo, “usted no entiende, estamos hablando de la cura para todo el mundo. Por favor firme, la necesitamos… toda. Tu preguntas: ¿pero no pueden darle una transfusión? Y viene la respuesta: si tuviéramos sangre limpia podríamos…

¿Firmará?¿Por favor?… ¡¡Firme!!….

En silencio y sin poder sentir los mismos dedos que sostienen el bolígrafo en la mano, firmas. Te preguntan” ¿Quiere ver a su hijo?

Caminas hacia esa sala de emergencia donde está tu hijo sentado en la cama diciendo: ¡Papi!, ¡Mami!, ¿qué pasa? Tomas su mano y le dices: Hijo, tu mami y yo, te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario, ¿comprendes eso? Y cuando el doctor regresa y te dice: Lo siento necesitamos comenzar, gente en todo el mundo esta muriendo…

¿Te puedes ir? ¿Puedes darle la espalda a tu hijo y dejarlo allí?… Mientras él te dice ¿Papi?,¿Mami? porqué me abandonan…

A la siguiente semana, cuando hacen una ceremonia para honrar a tu hijo, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo o ver un partido de fútbol y otras viene a la ceremonia, con una sonrisa falsa fingiendo que les importa.

Quisieras pararte y gritar: Mi hijo murió por ustedes!!! ¿Acaso no les importa?……..

Tal vez eso es lo qué Dios nos quiere decir: “Mi hijo murió por ustedes, ¿todavía no saben cuánto los amo?

Es curioso lo simple que es para las personas desechar a Dios y después preguntarse por qué el mundo va de mal en peor.

Es curioso ver cómo creemos todo lo que leemos en el periódico, pero cuestionamos lo que dice la Biblia.

Es curioso cómo nos esforzamos día tras día atesorando bienes terrenales y no dedicamos unos cuántos minutos a atesorar los bienes celestiales.

Es curioso cómo alguien dice: ‘Yo creo en Dios”, pero con sus acciones demuestra que sigue a otros.

Es curioso cómo enviamos millares de “bromas” a través de un correo electrónico…, mismas que se esparcen como un fuego voraz, pero cuando envías mensajes que tienen que ver con Dios, la gente lo piensa antes de compartirlos con otros…

Es curioso como la lujuria, cruda, vulgar y obscena pasa libremente a través del ciberespacio, pero la discusión pública de Jesús es suprimida en las escuelas y en los lugares de trabajo.

¿ES CURIOSO, VERDAD?

Más curioso es ver como una persona puede ser un cristiano tan ferviente en domingo, pero ser un cristiano invisible el resto de la semana.

Es curioso que cuando termines de leer este mensaje, no sientas la necesidad de enviarlo a muchos de los que están en tu lista de e-mails; simplemente porque no estás seguro(a) de lo que ellos creen o que vayan a pensar…

Es curioso cómo nos preocupamos más de lo que la gente piense, que de lo que Dios piense de nosotros.

No te detengas, envíalo y que tengas un feliz día, sólo tienes que ir a enviar…

Desconozco su autor

El curioso origen del control remoto del televisor (y cómo se transformó a lo largo del tiempo)

Todo comenzó por algo con lo que los televidentes del siglo XXI todavía se pueden identificar: enojo por los anuncios comerciales.

Era 1950 y en Estados Unidos el presidente de Zenith Electronics, Eugene F. McDonald, les planteó un reto a los ingenieros de la compañía.

Como odiaba tener que ver la publicidad, quería un dispositivo que le permitiera silenciarlos ocambiar de canal a uno donde se estuviera transmitiendo algo que no fueran anuncios.

Así nació el control remoto como lo conocemos.

El deseo de McDonald inició una revolución, pues cambió la forma en cómo vemos la televisión, menos como un observador pasivo y más como un supervisor sin piedad.

Si no nos gusta lo que estamos viendo, un solo botón nos permite cambiar de canal.

Tener un mando a distancia era un lujo en la década de 1960.
El dispositivo de cambio de canales de Zenith, creado por el ingeniero Eugene Polley y lanzando en 1955. fue llamado “Flasmatic”.

“Él no era un ingeniero eléctrico, sino uno mecánico”, dice John Taylor, el historiador de Zenith y también director de prensa de la compañía matriz LG, donde laboraba Polley.

“Entonces el dispositivo era en gran medida mecánico”.

Hubo varios dispositivos que servían para cambiar los canales de televisión, pero estaban conectados al aparato en sí por un cordón umbilical.

El más famoso fue el de Zenith, llamada Lazy Bones, que permitía al usuario prender y apagar la televisión y cambiar canales, pero no silenciar esos molestos anuncios comerciales.

El primer control remoto operaba con una luz, pero no eran tan funcional como se esperaba.
El Flashmatic estaba completamente separado del televisor.

Se usaba “dirigiendo una luz hacía un sensor en la esquina de la pantalla”, dice Taylor.

“Esto permitía al espectador silenciar el sonido, cambiar los canales hacia arriba o hacia abajo, todo al hacer parpadear el botón en la esquina de la pantalla”, explica.

Siguiendo con la preocupación de los años 50 por el espacio y el diseño moderno, el Flashmatic parecía algo que Flash Gordon podría usar contra una amenaza de otro planeta.

“Esta fue la era de Sputnik y Buck Rogers. Parecía una pequeña pistola de rayos verdes”, dice Taylor.

Sin embargo, había un gran problema con el dispositivo de la era espacial de Zenith.

Los cuatro sensores en las esquinas de la pantalla eran sensibles a más de una luz: “Dependiendo de dónde estuviera colocada la televisión en la sala, a medida que salía el sol podía apagar o cambiar los canales de la televisión”, refiere Taylor.

Los primeros controles remotos solo tenían un par de funciones.
Aunque podía parecer un juguete de niño, tenía un precio muy de adultos, pues costaba US$100 adicional el precio del televisor.

“Y en esa época podías comprar un automóvil por 600 dólares”, señala el historiador.

Comando Espacial
Zenith volvió a las mesas de dibujo, en esta ocasión al escritorio de uno de sus ingenieros eléctricos, un físico llamado Robert Adler.

La invención de Adler eliminó los rayos de luz del Flashmatic. Tuvo que idear una nueva forma para que el control remoto pudiera “hablar” con la televisión.

Una idea fue usar ondas de radio, pero fue descartada desde el inicio, dice Taylor.

“Si estuvieras en un edificio con varios apartamentos podrías cambiar los canales de la televisión de otra habitación y la tuya al mismo tiempo”, explica.

¿Cuál fue la decisión de Adler? Usar el sonido.

El nuevo control remoto de Zenith, llamado Comando Espacial, era un dispositivo ultrasónico que utilizaba martillos que golpeaban varillas de aluminio dentro del control remoto.

El mando a distancia llamado Comando Espacial operaba con sonidos.
Hacían sonar ciertas frecuencias, lo que obligaba al televisor a encenderse o apagarse, cambiar el canal, silenciarse o reactivar el sonido.

El escritor de cultura, Steven Beschloss, dice que el Comando Espacial era elegante y simple.

“La clave de su atractivo, creo, era su claridad de propósito. Sólo tenía algunas funciones y el usuario podía disfrutar de una operación simple y fácil. Está muy lejos de muchos de nuestros mandos a distancia más complicados de hoy”, explica Beschloss.

El Comando Espacial parecía un accesorio de Star Trek, con sólo cuatro botones sobresalientes, nada parecido a los dispositivos actuales que tienen docenas de botones rectangulares de plástico.

Los botones golpeaban las varillas con un sonido casi silencioso pero marcó el comienzo de la era de los controles remotos de ultrasonido, un método que se utilizó hasta bien entrada la década de 1980.

La frecuencia utilizada en los controles remotos como el Comando Espacial eran tan altas que resultaban imperceptibles al oído humano, sin embargo podían ser percibidas por animales como perros y gatos.

Los mandos a distancia fueron parte de una tendencia que iba más allá de la televisión.
Yo recuerdo a mi hermano mayor y a mi hermana persiguiendo a los gatos de mis abuelos alrededor de la casa con este dispositivo.

Taylor dice que en Zenith circulaba una historia apócrifa: que durante las pruebas, una asistente de laboratorio se estremecía cada vez que se probaba el dispositivo, debido a su agudo sentido del oído.

El teclado numérico
Hasta mediados de la década de los setenta, los controles remotos para la televisión no tenían más que pocos botones.

De hecho fue la BBC la que en parte creó la necesidad de un dispositivo más complicado.

En 1974, lanzó Ceefax, un servicio basado en texto que usaba capacidad adicional en las frecuencias de TV analógicas, en el Reino Unido.

Sin embargo, fue imposible para la mayoría de los telespectadores acceder a las páginas de noticias, deportes e información financiera utilizando un control remoto normal.

La adición del teclado numérico fue otra parte de la evolución del mando a distancia.
Se debía crear un nuevo control, uno que tuviera espacio para un teclado numérico (para poder seleccionar los diferentes números de página) y para alternar entre el servicio de texto y el televisor normal.

El control remoto tal como lo conocemos comenzaba a tomar forma.

La luz infrarroja
Entrados en la siguiente fase del control remoto de la TV, la creciente necesidad de más y más funciones llevó a los diseñadores a buscar una forma diferente de comunicarse con el televisor. Encontraron una solución con la luz infrarroja.

De repente, el control remoto se volvió silencioso.

Pero a través de las décadas de 1980 y 1990, con el aumento de la televisión por cable y la explosión de dispositivos auxiliares como grabadoras de video, reproductores de DVD y consolas de videojuegos, el control remoto se hizo… bastante grande.

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Los controles modernos operan con luz infrarroja.
En un texto para Slate en 2015, el escritor Steven Beschloss reflexionó sobre la proliferación repentina de botones en un dispositivo que solía ser un ahorro de tiempo.

“Hay un exceso de botones… 92 de ellos, para ser exactos, dispuestos en mi mesa de noche en filas de goma, de siete colores diferentes, con etiquetas superpuestas que varían en el tono de su mensaje claro y agresivo (“POWER”, o encender,”FREEZE”, congelar) y otros más misteriosos e incomprensibles (“SUR”, “NAVI)”, escribió.

El regreso a lo básico
La llegada de la televisión por cable en la década de 1980, con decenas y decenas o incluso cientos de canales, marcó el comienzo de una era.

“Los controles remotos, como los propios sistemas de cable, se volvieron más difíciles de manejar”, dice Beschloss.

Pero recientemente las cosas han cambiado.

Los asistentes de voz están cambiando la forma en que interactuamos con los dispositivos electrónicos.
Es posible que regresemos a otra edad de oro del control remoto, en parte gracias al hecho de que no estamos viendo tanta televisión en nuestros televisores, y los controles remotos que estamos usando no tienen que estar necesariamente en nuestras manos.

“No solo estamos avanzando hacia el uso de nuestros teléfonos para operar todos nuestros dispositivos domésticos, sino que ahora estamos viendo dispositivos inalámbricos que satisfacen las demandas verbales”, dice Beschloss.

“En lugar de buscar mi control remoto debajo o entre las grietas del sofá, solo tienes que decirle al dispositivo inalámbrico qué programa o canal deseas ver en la pantalla de su televisor”, señala.

“Como alguien que actualmente tiene alrededor de siete controles remotos dando vueltas en mi guarida, eso se siente como un progreso”.

Fuente: www.bbc.com

Quién es quién en la familia de Donald Trump, a la que acusan de ocultar una herencia millonaria

La familia del presidente Donald Trump está una vez más en el punto de mira.

Esta vez, el foco se dirige a sus padres y hermanos, en lugar de a sus hijos.

Una investigación de The New York Times asegura haber encontrado evidencia de que Fred Trump, magnate inmobiliario y padre del actual presidente estadounidense, evadió millones de dólares en impuestos con estrategias a menudo dudosas a través de las que canalizó su riqueza a sus cinco hijos.

El reporte detalla que a través de estos esquemas, el mandatario recibió el equivalente a US$413 millones en dinero de hoy del imperio de su padre.

“A los 3 años, Trump ganaba US$200.000 al año en dinero de hoy. A los 8 años, ya era millonario. Cuando tenía 17 años, su padre le dio la propiedad parcial de un edificio de 52 apartamentos. Poco después de que Trump se graduara de la universidad, recibía el equivalente a US$1 millón al año de su padre. El dinero aumentó con los años, a más de US$5 millones al año a los 40 y 50 años”, asegura The New York Times.

El diario también acusa a Donald Trump y sus hermanos de “crear una corporación falsa para disfrazar millones de dólares en regalos de sus padres”.

Charles J. Harder, abogado de Trump, envió un comunicado a este periódico en el que dice que estas afirmaciones son “100% falsas”.

Pero, ¿qué sabemos de Fred, su esposa Mary Anne y sus cinco hijos, el cuarto de los cuales ahora es presidente de EE.UU.?

Donald Trump dijo alguna vez que su padre solo le había prestado US$1 millón para empezar sus negocios.
Fred Trump
Frederick Christ Trump nació en Nueva York en 1905 de padres inmigrantes alemanes, Elizabeth Christ y Frederick Trump.

Su padre ya había invertido en bienes raíces. Fred siguió sus pasos y fundó una compañía inicialmente bajo el nombre de su madre cuando aún era menor de edad.

Hizo su fortuna construyendo viviendas asequibles para familias de ingresos medios a lo largo de la costa este de EE.UU. durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Muchos de estos proyectos fueron subsidiados por el gobierno, y se vio obligado a comparecer ante el Senado de EE.UU. en 1954 debido a las acusaciones de que se había beneficiado de los contratos.

En la década de 1970, fue acusado de discriminar a las minorías al negarse a permitir que los negros y los puertorriqueños rentaran sus propiedades.

Se abrió una demanda civil en su contra, y fue Donald Trump quien asumió una feroz defensa de su padre en los medios.

Finalmente Fred Trump llegó a un acuerdo con sus demandantes, pero sin admitir haber cometido ninguna infracción.

John Trump
Vale la pena mencionar al hermano menor de Fred, John, de quien muchas veces ha hablado su famoso sobrino.

John Trump fue profesor de ingeniería en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) durante 44 años.

Su trabajo condujo a avances en la terapia contra el cáncer y la investigación nuclear.

Mary Anne Trump
Mary Anne MacLeod tenía apenas 18 años cuando llegó a Nueva York, después de haber viajado desde su casa en la isla escocesa de Lewis, en busca de trabajo doméstico.

Seis años más tarde, se casó con Fred Trump y se mudó con él a una zona rica de Queens, donde se dedicó activamente a las obras de caridad y crió a sus cinco hijos.

Mary Anne Trump murió a la edad de 88 años en 2000.
Se convirtió en ciudadana estadounidense en 1942.

Mary Anne Trump murió a la edad de 88 años en 2000, poco más de un año después de la muerte de su esposo Fred.

Maryanne Trump Barry
Ronald Reagan eligió a Maryanne Trump Barry, la hija mayor de Fred, como jueza de distrito para Nueva Jersey en 1983 y en 1999. Bill Clinton la nominó como jueza de apelaciones.

Ocupó este último cargo en un tribunal de apelaciones hasta febrero de 2017, cuando se declaró inactiva, poco después de que su hermano asumiera la presidencia.

Se dice que Maryanne, ahora de 81 años, es cercana a su hermano Donald.

Una vez contó que él la había visitado todos los días cuando estuvo en el hospital después de una operación.

“Una vez hubiera sido suficiente: la llamada del deber. Pero así es como se muestra el amor, cuando haces un esfuerzo extra”, dijo.

También sostuvo que “desde niña sabía que no debía intentar competir con Donald”.

Aunque se la considera republicana, se ha manifestado a favor del derecho al aborto y a la inmigración.

Maryanne tuvo un hijo con su primer marido. Su segundo marido, John Barry, también abogado, murió en 2000.

Fred Trump Jr.

Los Trump esperaban que se dedicara al negocio familiar, pero después de un período de trabajo con su padre, Fred Jr decidió convertirse en piloto.

Casado con dos hijos, Fred parecía tenerlo todo, pero aún joven se hizo evidente que tenía problemas con el alcohol, según un artículo de The New York Times de 2016.

“Los años que siguieron fueron duros. Se divorció, dejó de volar porque sabía que su consumo de alcohol representaba un peligro y fracasó en la pesca comercial en Florida. A fines de la década de 1970, vivía en la casa de sus padres en Jamaica Estates, trabajando en uno de los equipos de mantenimiento de su padre”, decía el artículo.

Fred murió en 1981 a la edad de 43 años.

El presidente Trump dice que declive de su hermano hizo que decidiera no beber alcohol, no consumir drogas ni fumar cigarrillos.

“Tuvo un profundo impacto en mi vida, porque nunca se sabe dónde vas a terminar”, sostuvo Trump una vez. “[Fred] era un gran tipo, una persona hermosa. Era el alma de las fiestas. Era un tipo fantástico, pero se quedó estancado con el alcohol”.

Elizabeth Trump Grau

Donald Trump y Elizabeth Trump Grau en Florida en 1997.
La tercera hermana y unos cuatro años mayor que el presidente, Elizabeth lleva una vida más reservada que sus otros hermanos.

Es una banquera jubilada, casada con el productor de cine James Grau.

Robert Trump

Robert Trump en 2005 y su entonces esposa Blaine Trump.
Robert nació dos años después de Donald y es el más joven de los cinco hermanos.

Al igual que su hermano, pasó gran parte de su carrera en la empresa familiar y llegó a ser un alto ejecutivo.

Sin embargo, nunca buscó publicidad y prefirió una vida más tranquila. Ahora está jubilado en Nueva York.

Ante las últimas acusaciones de The New York Times, dijo que la familia había “presentado todas las declaraciones de impuestos y de donaciones apropiadas y que había pagado los impuestos requeridos”.

Fuente: www.bbc.com