Archives junio 2019

Por qué se ha encarecido el precio mundial de los alimentos (y cuáles son los productos más afectados)

Desastres naturales y una peste fuera de control son algunas de las razones que han hecho subir por quinto mes consecutivo el precio mundial de los alimentos.

“Es una tendencia al alza que viene desde enero, principalmente impulsada por los productos lácteos”, le dice a BBC Mundo Ricardo Rapallo, oficial de Seguridad Alimentaria, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO.

De hecho, el valor de los productos lácteos subió 5,2% en mayo respecto al mes anterior y 33% en comparación con diciembre de 2018, acercándose a su nivel más alto en cinco años.

El alza se explica por las sequías que se han producido en Oceanía, las cuales intensificaron el descenso de su producción lechera.

“En Europa también existe preocupación sobre la producción lechera”, agrega Rapallo, mientras que “la demanda de leche a nivel mundial sigue siendo sólida”.

La FAO mide las variaciones mensuales para una canasta de cereales, oleaginosas, productos lácteos, carnes y azúcar, y a partir de esa información, elabora un índice de alimentos.

Este índice alcanzó los 172,4 puntos el mes pasado, mientras que en abril llegó a 170 unidades.

¿Qué pasa con la carne?
Las carnes también han aumentado su precio, con un alza de 6,3% desde enero, principalmente por los efectos que está provocando la propagación de la peste porcina africana en Asia, entre otras razones.

De hecho, dado que más de un millón de cerdos han sido sacrificados por la enfermedad en China, el precio de la carne porcina en ese país aumentó 18,2% en mayo, en comparación con el mismo mes del año anterior, según los datos divulgados por Ministerio de Agricultura del gigante asiático.

Con este escenario, consultoras de análisis de mercado estiman que, en la medida que no se controle el brote, es probable que la producción de carne de cerdo siga disminuyendo y provoque un aumento de precios en el mercado de la carne en general.

“Esperamos ver una continua presión al alza en los precios de las proteínas animales hacia la segunda mitad de este año“, le dice a BBC Mundo Justin Sherrard, estratega global del sector cárnico de la consultora Rabobank.

La situación se prevé que impacte en toda la cadena de producción y comercialización del producto, así como en los precios finales que pagan los consumidores.

Aunque no hay que dejar fuera de la ecuación, advierte Sherrard, los potenciales efectos de las políticas arancelarias de Estados Unidos.

Inofensiva para las personas y letal para los cerdos, la peste porcina africana fue detectada en China en agosto del año pasado y desde entonces se ha expandido por el resto de Asia, devastando granjas en Vietnam y Camboya y afectando los cultivos de otras naciones.

En América Latina, países como Argentina se han beneficiado con el brote, dado que en China está creciendo la demanda por todas las carnes.

A principios de junio, importadores chinos se apresuraron a cerrar negocios de carne vacuna desde Argentina, provocando un aumento de los precios por tonelada de carne de entre 20% y 30% respecto a un año atrás, según informa la prensa local.

El maíz y las malas condiciones climáticas
El valor de los los cereales también subió en mayo (1,4%), principalmente debido a un aumento en las cotizaciones de maíz, señala la FAO.

¿La razón? Se estima que habrá una baja en la producción de maíz en EE.UU., cuyas zonas de cultivo están afectadas por inundaciones.

Estas condiciones climáticas desfavorables hicieron que el organismo de la ONU recortara su pronóstico de una abundante producción global de cereales para este año.

Pese a que el valor de varios de los productos alimenticios ha ido al alza, existen algunas excepciones.

Entre ellas, el precio del azúcar y el de las verduras disminuyó en mayo, aunque esa baja no logró compensar el incremento del resto de los productos que conforman la canasta de la FAO.

Fuente: www.bbc.com

Mi mamá no quiso vacunarme: a los 36 años contraje el tétanos (y otras enfermedades espantosas

La madre de Meredith tenía sospechas sobre las vacunas y nunca quiso que se las administraran a su hija. Durante un tiempo, eso pareció no importar. Hasta que Meredith (no es su nombre real) comenzó a sufrir algunas enfermedades espantosas.Esta es su historia, contada en sus propias palabras.

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Todo comenzó cuando pisé un clavo por accidente. Poco después, mi mandíbula y mi hombro comenzaron a agarrotarse, y los paramédicos me llevaron rápidamente al hospital en ambulancia.

Fue en un hospital universitario en Brisbane, sureste de Australia. Recuerdo perfectamente que el doctor salió de la habitación susurrando: “¡Oh, Dios mío!”.

Trajo a todos los estudiantes de medicina para examinarme. Era tétanos -también conocido como trismus- y no habían tenido un caso en más de 30 años.

Yo me sentí decidida y dije: “No voy a morir a los 36 años por tétanos”.

Por encima del dolor, me sentía enojada con mi madre porque ella no había querido vacunarme. Los médicos extrajeron glóbulos blancos de otra persona que tuvo el tétanos -sus células demostraron ser “combatientes experimentadas”- y me las inyectaron para ayudar a los míos a reconocer la enfermedad y combatirla.

Con ese tratamiento, al final me puse mejor.

Pero seguía enfadada porque es algo que podría haberse evitado totalmente.

Mi mamá, mi abuela y mis tías son todas bastantes “místicas” y, sin duda, hippies.

Ellas creen que el cuerpo se cura por sí solo de forma natural. Si tenía un resfriado, en Nueva Zelanda, donde yo crecí, me decían: “Cómete un pepino” o “toma un trago de esto que preparó el vecino”.

Mi abuela está suscrita a una revista que te da consejos sobre cómo vivir mejor. Ella compró una barra luminosa a través de esa revista que le costó US$200. Sé que es luminosa porque cuando la golpeas, brilla. Pero ella cree que es una varita mágica con la que tocas la comida para “darle vida”.

Yo nunca creí en esos misticismos de mi familia, excepto cuando era muy joven.

Cuando tenía unos 3 años, solía sufrir convulsiones. Los doctores me diagnosticaron hipoglucemia; mi cuerpo estaba produciendo demasiada insulina. Un médico me dijo entonces que podría curarme y le dio a mi mamá una caja de medicamentos para que me los diera.

Cuando era un poquito mayor, mamá me contó que si me hubiera dado aquella medicina me habrían salido pelos en cada poro de mi piel y que ella habría tenido que afeitarme la frente todos los días antes de ir a la escuela.

Mi serie favorita en ese momento era Teen Wolf (Lobo adolescente) y ella había descrito, básicamente, al personaje principal.

“Te saldrá pelo en el dorso de tus manos y en el cuello”, me dijo. Me contó que la farmacia dejó accidentalmente información sobre los ensayos médicos en nuestro buzón. En esos papeles, aparentemente, se decía que los medicamentos se habían probado en perros, que cinco de siete de ellos habían muerto y que apenas estaban comenzando a hacer las pruebas en humanos.

De pequeña me quedé completamente traumatizada por su descripción. Creo que me estaba adoctrinando para que tuviera miedo de tomar medicamentos.

Cuando tenía 11 años, en la escuela nos pusieron la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola). Siempre que había inyecciones, el colegio solía enviarnos unos documentos para que los padres cumplimentaran los formularios de permiso. Mi mamá siempre los enviaba de vuelta con un “No, elijo no hacerlo”.

Pero esta vacuna le pasó inadvertida.

Cuando llegué a casa, mamá se dio cuenta de que tenía una tirita sobre donde me habían puesto la inyección

Recuerdo estar jugando con mis amigos mientras hacíamos cola en la biblioteca. Cuando entré en la sala arremangada vi la aguja. Le dije nerviosamente a la enfermera: “No sé si me dejan hacer eso”. Ella asumió que no habría problema y así fue como me vacunaron contra el sarampión.

Cuando llegué a casa, mamá vio que tenía un algodón y una tirita en donde me habían puesto la inyección. Le dije que a todo el mundo en el cole se la habían puesto. Golpeó el techo y gritó: “¿Por qué no te paraste y me llamaste?”.

Creo que yo tartamudeé algo sobre la autoridad de los profesores en la escuela y que yo les escuchaba. Ella se subió al coche automáticamente y dio un volantazo, sacando el auto de la calzada.

Estaba tan enojada que cuando regresó a casa me dijo: “Nunca vas a volver a esa escuela”.

Ese fue mi último día de primaria. Mamá me sacó de la escuela, dejé atrás a todos mis amigos y no me dejó despedirme de ellos.

Mis compañeros de clase no sabían por qué había desaparecido de repente, pero creo que mis profesores sí porque ella les había dado un buen tirón de orejas.

Tres semanas después nos fuimos del país. Ayudé a mamá a empacar las cosas, con una gran sensación de culpa.

Haberme vacunado había causado todos estos problemas y ahora nos teníamos que ir de casa.

Nadie se había sentado nunca a explicarme qué son realmente las vacunas. En el colegio se daba por hecho que debíamos saberlo.

Lo que escuché de mamá es que provenían de células de embriones de pollo y de ranas que se nos inyectan. Eso fue antes de internet, cuando solo obteníamos información de las revistas de mi abuela.

Cuando me mudé de Nueva Zelanda a Brisbane en 2009 con mi pareja, a mi abuela se le caían las lágrimas.

Le aseguré que estaría bien, pero ella seguía rogándome que no me fuera. “Hay yetis en monte Tamborine”, clamó.

Dios la bendiga, pero pensé con desesperación: “¿Cómo podemos ser familia?”.

Mi novio es muy lógico y racional. No comprende cómo crecí así. Él se crió en Brunéi y en Nairobi, así que le vacunaron de todo y a menudo se hace revacunaciones.

No se enteró hasta dos años después de estar juntos de que no estaba vacunada de la mayoría de las enfermedades prevenibles.

Estábamos planeando un viaje al extranjero cuando surgió el tema. Cuando le conté la verdad, hubo un largo silencio hasta que finalmente dijo: “¿En serio? ¿Cómo es posible que sigas viva?”.

Tuvimos una fuerte discusión. Me dijo que se preocupa por mí y que mi salud es muy importante para él. Pero no comencé a vacunarme inmediatamente.

Solo el último doctor se percató del sonido y se dio cuenta de que era tosferina

En 2016, contraje la tosferina.

La tuve durante seis semanas hasta que me la diagnosticaron. Hicieron falta cuatro médicos diferentes.

Al principio dijeron que era gripe o neumonía y me aconsejaron que siguiera bebiendo líquidos y descansando, etc. Después me prescribieron antibióticos, cuando parecían que era algo más grave.

Solo el último doctor se percató del sonido de mi tos y se dio cuenta de que era tosferina.

Estuve enferma 12 semanas que fueron un infierno. Hacia la cuarta, había olvidado lo que era estar sin toser y acepté que esa sería mi vida a partir de entonces.

Mamá sabía que tenía tosferina pero no dijo mucho. Estaba muy preocupada y decía cosas como: “¡Ay, pobrecita! Toma aire fresco y túmbate un rato”.

Se ofreció a volar a Brisbane para cuidarme, pero le dije que no.

Mi chico estaba muy enfadado y me dijo: “No puedo creer que ella te pusiera en esta situación”.

Mamá parecía comprender la seriedad de la tosferina, pero no parecía entender que había una conexión entre las vacunas y que yo contrajera enfermedades prevenibles. De hecho, ella misma podría haberla contraído si hubiera venido a verme porque tampoco está vacunada.

Todavía no le he contado que tuve tétanos el año pasado. Los recuerdos me hacen enojar hasta el punto de no querer hablar con ella.

Apenas acabo de empezar a ponerme las vacunas que deberían haberme administrado de niña, y vacunarte de adulta es mucho más costoso en Australia: pagué US$200 para vacunarme de la Hepatitis B.

Estoy trabajando en una lista que incluye la vacuna de la difteria, la de polio, la meningocócica ACWY y la del virus del papiloma humano (VPH).

Mi hermana pequeña se puso todas las vacunas. Se fue a vivir a Japón hace unos años y necesitaba recibir todas las inyecciones para vivir allí.

Un día, estábamos haciendo las tres una videollamada y mi hermana empezó a hablar sobre las tareas que le quedaban por hacer antes de la mudanza… y se le escapó lo de las vacunas.

Se pone sensible cuando se cuestionan sus conocimientos místicos

Mamá gritó: “¡Qué!“, y mi hermana no sabe mentir. Intentó dar marcha atrás y se inventó que había una máquina de escaneo que aparentemente te hace ser saludable para Japón. Mamá no es lo que se dice tecnológicamente avanzada y comentó: “¡Ah! Esta bien”.

Yo creo que ahora mi madre ha reducido un poco su desconfianza hacia la medicina. Se enfermó hace 15 años con septicemia y entonces decidió que estaba bien tomar medicamentos. Y mi padrastro tiene fibrosis quística y se toma un puñado de pastillas cada mañana.

Pero se pone sensible cuando se cuestionan sus conocimientos místicos.

Me gustaría poder resolver este problema. Debe de estar viendo brotes de enfermedades prevenibles en las noticias todo el tiempo. Sería fantástico hablarlo con ella, pero cada vez que sale el tema se queja, se enoja y llora. Y nadie quiere ver así a su mamá.

Ilustraciones de Emma Russell

*Esta historia fue reporteada por la periodista de la BBC Elaine Chong

Fuente: www.bbc.com

Crisis en Venezuela: la difícil vida de los niños y adolescentes venezolanos en el norte de Brasil

El número de personas desplazadas de sus hogares en el mundo a causa de conflictos o crisis volvió a romper récords, con 70 millones en 2018. Son datos divulgados este miércoles por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que también muestran que detrás del aumento está la reciente explosión en los flujos de los que huyen de Venezuela y Etiopía.

Los niños siguen representando a la mitad de los refugiados del mundo y al menos 138.000 de ellos viajan solos o separados de sus padres.

En la frontera norte de Brasil, los niños y adolescentes venezolanos también conforman casi el 50% de los desplazados.

Muchos llegan a Roraima después de días de caminata por la selva o pidiendo un aventón en la carretera. “Vienen en familias, por lo general, pero también hay niños viajando solos“, explica João Chaves, defensor público actuando en los puestos fronterizos de la Policía Federal en ese estado.

Con el aumento de la inestabilidad en Venezuela, desde noviembre del año pasado crece el número de desplazados venezolanos, que ya suman cerca de cuatro millones. Es la segunda mayor crisis en el mundo, detrás de la de Siria (con 5,6 millones de desplazados).

Actualmente, Brasil acoge a casi 168.000 venezolanos y se estima que este número pasará de los 175.000 a finales de 2019.

Durmiendo en la calle
A pesar de la intensa movilización de la población local, organizaciones no gubernamentales, la ONU y el Ejército, todavía hace falta alojamientos y escuelas para los niños venezolanos en el norte de Brasil.

Ronneilys, de 15 años, llegó a Roraima con sus dos hermanos pero sin sus padres. Era agosto del año pasado y decidieron partir de Venezuela pidiendo aventones en las carreteras y caminando para encontrar a la madre, que ya vivía en Boa Vista, la capital de este estado.

La familia terminó en la calle, pero después de que la madre perdió el empleo. Ronneilys dormía en un cartón en la vereda de una calle en los alrededores de la carretera de Boa Vista. “Fue la primera vez en la vida que viví en la calle, fue la primera vez que tuve que pedir comida”, contó al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Después de unos meses, la familia consiguió lugar en un refugio en la ciudad, hasta que la madre se hizo con un nuevo empleo y la familia se mudó al estado de Santa Catarina, con apoyo del programa de integración del gobierno federal.

Los niños que viven hoy en las calles en Boa Vista serían casi 700, según estimaciones de Unicef. Es decir, la mitad de los venezolanos sin techo que hay en la capital de Roraima.

Además de los entornos de la carretera, los venezolanos duermen bajo marquesinas, en gasolineras o en campamentos improvisados.

Es el caso del antiguo Club del Trabajador, en la zona oeste de Boa Vista, donde más de 500 personas se amontonan en condiciones precarias, sin baños, agua corriente o recogida de basura.

Cerca de seis mil personas viven en los 13 refugios oficiales creados en Pacaraima, la primera ciudad en las cercanías de la frontera con Venezuela, y Boa Vista, y casi la mitad son niños y adolescentes (2.700).

Se estima que unos 32.000 venezolanos viven hoy en Boa Vista.

Pará, la nueva frontera
La presencia de venezolanos en las calles también crece en los estados de Amazonas y Pará. Según fuentes involucradas en la asistencia de venezolanos y consultadas por BBC Brasil, muchas familias, incluso de waraos (el segundo mayor grupo indígena de Venezuela), se están moviendo dentro del país “por cuenta propia” y partiendo de Roraima hacia Manaos, Santarém y Belén, donde la estructura de acogida del gobierno aún es incipiente.

“El flujo de waraos es nuevo en Brasil. Es una población nómada, pero solo el año pasado comenzó a entrar en el país. Se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad, ya que no hablan español ni portugués y se enfrentan al reto de integrarse en ambientes urbanos”, explicó Sebastian Roa, un oficial de Acnur.

En el norte de Brasil, grupos de cientos de venezolanos caminan o piden aventones y autobuses hacia el noreste en busca de empleo y de una vida mejor. En el camino, piden dinero y duermen en las calles. En el Pará, refugios improvisados ​​ya registran casos de abuso infantil y hacinamiento.

Después de la reciente expansión de la Operación Acogida para Manaos, se piensa en la ampliación de un nuevo frente en Pará. Las Fuerzas Armadas, sin embargo, no confirmaron esto a BBC Brasil.

Fuera del colegio
Garantizar educación para los niños venezolanos en Brasil es otro desafío, principalmente porque falta espacio y plazas en las escuelas.

“El impacto de la migración en el sistema escolar en el norte y el noreste del país es grande, si consideramos la evasión y la exclusión escolar que ya existían antes en ambas regiones. Brasil tiene más de 2,8 millones de niños y adolescentessin escolarizar“, afirmó Raniere Pontes, especialista en educación de Unicef.

Educadores venezolanos, también desplazados, se unen a los brasileños para sumar esfuerzos en los colegios locales y en espacios especiales para niños dentro de los refugios.

“Dejé atrás la casa que trabajé años de mi vida para construir, dejé dos carros, lo dejé todo en Venezuela. Hoy vivo en una carpa aquí en Brasil con mis dos hijos”, le cuenta a BBC Brasil la venezolana Ellinois Malave, de 39 años.

Esta pedagoga abandonó el país natal porque sufre de lupus (una enfermedad autoinmune) y allí ya no conseguía comprar los medicamentos que en Brasil están disponibles en cualquier farmacia.

Hoy, Ellje vive y da clases en el refugio Rondon, el mayor de Roraima y donde la mitad de los venezolanos son niños (586). “Enseñar es mi pasión y hace mucha diferencia en la vida de esos niños que perdieron tanto, muchos solo tenían piedras para jugar cuando llegaron aquí”, dijo ella.

Otros niños venezolanos están matriculados en escuelas públicas de Boa Vista. “La falta de transporte gratuito de los refugios a los colegios también alimenta la evasión escolar porque muchos padres no pueden pagar el billete de autobús”, explicó Deborah Grajzer, doctoranda en Educación de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) que visitó recientemente Roraima para su investigación .

En la escuela municipal Alcides da Conceição Lima en Pacaraima, el número de alumnos saltó de 385 el año pasado a 610 este año. “Más de 200 niños venezolanos y brasileños están esperando vacante, pero falta espacio”, dijo Gleicivania de Souza, coordinadora pedagógica de la escuela.

En toda la ciudad, se estima que 700 niños no tienen donde estudiar.

Fuente: www.bbc.com

Volcán Reventador emitió gases y cenizas, informó Instituto Geofísico

El volcán Reventador emitió el martes gases y cenizas que alcanzaron los 500 metros sobre el nivel del mar, según informó este miércoles el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (IGPN). La institución indicó que el sector «ha permanecido nublado» en las últimas horas.

El IGPN había alertado el martes sobre la posibilidad de que exista «mínima caída de ceniza en Quito» por este motivo, según información de Aviación Civil.

«Durante la tarde y noche de ayer (martes) el volcán ha permanecido mayormente nublado, sin embargo se observó incandescencia y el rodar de bloques por los flancos del volcán hasta los 800 metros bajo el nivel del cráter», detalló el IGPN en su informe diario.

El volcán Reventador está ubicado a unos 90 kilómetros al este de Quito y es uno de los tres que están en erupción, según información del IGPN.

 

Fuente: www.eluniverso.com

¿Por qué cientos de zapatos deportivos están apareciendo en playas desde las Bahamas hasta Escocia?

Durante el último año, desde Bermudas y Bahamas hasta Irlanda y Escocia, cientos de pares de zapatos nuevos han aparecido en las playas.

¿Cómo llegaron allí y por qué los científicos tienen tanto interés sobre dónde los encuentran?

En septiembre de 2018, en la isla de Flores, en el remoto archipiélago de las Azores en el Atlántico, Gui Ribeiro, un limpiador de playas, comenzó a fijarse en qué objetos llegaban a la costa.

Al principio aparecían en pequeñas cantidades y podían pasar por artículos ordinarios que se le habían perdido a alguien, o meros restos de la basuragenerada por los humanos y que llega a los océanos.

Pronto, sin embargo, quedó claro que estos objetos formaban parte de un grupo mayor.

Tenis, chancletas y varios tipos de calzado deportivo aparecían con una regularidad que los hacía resaltar entre otro tipo de objetos que traía la marea.

Eran de las mismas marcas, de los mismos estilos y, al menos algunos de los zapatos deportivos, tenían las mismas fechas de producción impresa en una etiqueta cosida en la lengüeta. Además, todos los zapatos parecían ser nuevos, sin usar.

¿De dónde vienen?
En los meses siguientes, Ribeiro halló unos 60 zapatos Nike y de otras marcas.

La noticia de los hallazgos comenzó a difundirse.

Siete meses después, y a 2.250 km de distancia, en Cornwall, Reino Unido, Tracey Williams comenzó a notar una tendencia similar.

“Un amigo en Irlanda me preguntó si había encontrado alguno”, dice Williams. “Al día siguiente salí y hallé unos cuantos”.

“Los limpiadores de playas tienden a conectarse en red, por lo que si un determinado artículo aparece en alguna playa, rápidamente nos damos cuenta y estamos atentos”.

Además de las Azores y el sudoeste de Inglaterra, hasta ahora se han encontrado ejemplares en las playas de Bermudas, las Bahamas, Francia, Irlanda, las Islas Orcadas en Escocia y las Islas del Canal, en el canal de la Mancha.

Se cree que todos estos zapatos provienen de un mismo barco.

“A través de la investigación que he hecho”, dice Ribeiro, “todo indica que pueden haber sido de algunos de los cerca de 70 contenedores que cayeron por la borda del Maersk Shanghai”.

A principios de la primavera del año pasado, el Maersk Shanghai, un barco de 324 metros, capaz de transportar más de 10.000 contenedores, viajaba desde Norfolk, Virginia, por la costa este de EE.UU. hacia Charleston, Carolina del Sur.

En la tarde del 3 de marzo, a 27km de Oregon Inlet, frente a la costa de Carolina del Norte, se vio atrapado en una tormenta. Mientras luchaba contra fuertes vientos y mares agitados, una lote de sus contenedores cayó por la borda.

En ese momento, la prensa especializada en comercio marítimo informó que los aviones enviados para localizar los contenedores faltantes habían encontrado nueve de ellos flotando, pero que siete se habían hundido.

No es posible decir con certeza que todo el calzado recuperado viene del Maersk Shanghai; el operador de la embarcación, Zodiac Maritime, no respondió a las preguntas de la BBC sobre el tema. Nike también optó por no comentar.

Sin embargo, dos marcas de calzado, Triangle y Great Wolf Lodge, confirmaron que los ejemplares de sus productos que fueron hallados provenían de ese barco.

Ribeiro no es el único limpiador de playas que está convencido de que vienen del Maersk Shanghai.

Liam McNamara, del condado de Clare, en la costa oeste de Irlanda, ha encontrado “más de 100” zapatos, en su mayoría Nike, que en su opinión “definitivamente” provienen de ese barco.

“Una empresa admitió haber perdido existencias de ese envío y otra admitió haber perdido existencias en el mar”, afirma.

“Han estado apareciendo por todas partes“.

¿Cuál es el impacto para los océanos?
“Sea lo que sea, si se hunde hasta el fondo o llega a las playas, tendrá un impacto perjudicial para la vida marina”, dice Lauren Eyles, de la Sociedad de Conservación Marina.

“Los zapatos se degradarán en microplásticos a lo largo de los años, lo que tendrá un gran impacto en la increíble vida salvaje que tenemos tanto en el Reino Unido como en todo el mundo”.

Las estimaciones varían, pero se cree que aproximadamente 10 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos cada año.

Ante la pregunta de qué tan importante es el papel que juegan los derrames de contenedores en esa contaminación, Eyles dice que es algo que aún no se comprende completamente.

“No creo que hayan suficientes datos para sacar conclusiones adecuadas”, explica.

El Consejo Mundial de Transporte Marítimo estima que de los 218 millones de contenedores que se transportan anualmente, un poco más de 1.000 caen por la borda. Pero un oceanógrafo, que trabajó con Nike para ayudar a retirar del mar el calzado extraviado a principios de los 90, cree que es probable que el número real sea más alto.

“Es un número que a la industria le gusta disputar”, dice oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer . “Creo que está en los miles de contenedores anualmente. La pregunta realmente es: ¿qué hay en ellos?”.

Al menos en este caso, dice Ebbesmeyer, es posible estimar el tamaño del derrame.

“Un contenedor puede llevar aproximadamente 10.000 zapatos deportivos. Entonces, si son 70 contenedores multiplicado por 10.000, eso da un límite superior [a 700.000 zapatos] que podrían estar ahí fuera”.

¿Qué información brindan estos zapatos?
A pesar del daño ambiental, los científicos pueden rescatar algo de tales incidentes: una mejor comprensión de nuestros océanos y las corrientes que los impulsan.

Si bien muchos de los zapatos del Maersk Shanghai han ido apareciendo en las playas, es probable que muchos más estén dando vueltas en el océano Atlántico Norte, atrapados en una red de poderosas corrientes.

Cuándo y dónde aparecen los zapatos, dice Ebbesmeyer, nos puede indicar qué tan rápido se mueven las corrientes.

“Si han recorrido la mitad del camino [desde Carolina del Norte al Reino Unido] en poco más de un año, entonces toma alrededor de tres años recorrer el Atlántico Norte. Así que ese es el período orbital típico de los zapatos, pero eso es algo que no ha sido estudiado mucho por los oceanógrafos.

Aún más revelador, dice Ebbesmeyer, es ver cómo la forma de los zapatosparece dictar dónde van a parar.

“Los zapatos izquierdos y derechos flotan con una orientación diferente respecto al viento”, explica. “Entonces, cuando el viento sopla sobre ellos, van a diferentes lugares. Así que en algunas playas tiendes a conseguir las zapatillas izquierdas y en otras las derechas“.

¿Quiénes son responsables?
A pesar de las críticas que recibe la industria del transporte comercial, Ebbesmeyer cree que han comenzado a limpiar sus acciones. Pero dice que se podría hacer más.

“Se necesitan unos 30, 40, 50 años para que el océano se deshaga de estas cosas”, dice.

“Creo que las compañías que tienen derrames piensan que simplemente lo olvidaremos, pero siguen llegando a las costas. Entonces, ¿cómo responsabilizamos a las empresas? En este momento no hay rendición de cuentas“.

Parte del problema es que las compañías navieras solo tienen que informar sobre contenedores perdidos si podrían convertirse en un peligro para otros buques o si incluyen sustancias consideradas “dañinas para el medio ambiente marino”, como sustancias químicas corrosivas o tóxicas.

Si bien la Sociedad de Conservación Marina dice que los productos como los tenis dañan los ambientes marinos, no cuentan como “dañinos” para informar sobre la carga perdida en el mar.

La Organización Marítima Internacional, el regulador de transporte marítimo de la ONU, dijo a la BBC que reconocía que “es necesario hacer más para identificar y reportar los contenedores perdidos” y que había “adoptado un plan de acción para enfrentar la basura plástica que cae de los buques”.

Para Williams, que limpia playas cerca de su hogar en Newquay, en el suroeste de Inglaterra, no hay una solución fácil.

“Nadie quiere que sus bienes se esparzan por las playas y contaminen el océano”, dice. “Pero creo que sería bueno si las empresas pudieran ser más abiertas respecto a los derrames de carga, que levantaran la mano y dijeran: ‘Sí, ha habido un incidente’”.

“Estas cosas suceden, pero no parece haber ninguna responsabilidad cuando ocurren”, agrega McNamara.

“Hay que trazar la responsabilidad hasta las compañías de transporte marítimo, ellas son responsables de su carga”.

Fuente: www.bbc.com