El inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México parece ir a contramano del rumbo político de América Latina: un presidente de izquierda que asume en una región que gira cada vez más a la derecha.
Según el expresidente socialista chileno Ricardo Lagos, este contexto plantea “una responsabilidad grande” para AMLO.
López Obrador “está consciente que tiene que demostrar que es capaz de gobernar, en tanto expresión de una izquierda que quiere tener un cambio significativo en el país”, dice Lagos en una entrevista con BBC Mundo.
Explica que AMLO asume prácticamente en simultáneo al ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, el otro gran país latinoamericano, lo cual puede complicar más la relación de México con Estados Unidos.
Lagos cree que el fenómeno de Bolsonaro puede repetirse en otros países latinoamericanos y afirma que, para que la izquierda vuelva a ser políticamente exitosa, debe cambiar su mirada de grandes problemas como la desigualdad o la inseguridad pública.
“Si la izquierda no es capaz de abordar el tema de la seguridad ciudadana, no será gobierno durante un largo tiempo”, advierte sobre un tema que sin dudas también medirá el pulso de López Obrador.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Lagos, como presidente de Chile entre 2000 y 2006 conoció a AMLO cuando era jefe de gobierno (alcalde) de Ciudad de México (2000-2005).
¿Cómo observa la llegada de López Obrador a la presidencia de México en el contexto político de América Latina?
López Obrador fue un alcalde sensato de Ciudad de México. Su sensatez consistía en la capacidad de explicar al ciudadano las tareas que estaba haciendo día a día y las políticas que aplicó, que implicaban cómo mejorar las condiciones de vida, el transporte público, el acceso a determinados servicios, etcétera.
“Las miradas están puestas” en Andrés Manuel López Obrador, sostiene Lagos.
Nadie podría decir que estamos en presencia de políticas cien por ciento rupturistas. Lo rupturista era la forma en que él se comunicaba cotidianamente con la ciudadanía. Eso de hacer una entrevista de prensa sentado en una acera de la calle le encantaba.
Entonces estamos en presencia de alguien que lo primero que va a tener que hacer es demostrar que sabe gobernar. Y eso creo que lo tiene claro. Las miradas están puestas. El aparece como la izquierda en un contexto latinoamericano que aparentemente se inclina hacia posiciones más de derecha.
¿Tiene López Obrador una responsabilidad grande con la izquierda de América Latina?
Creo que él está consciente que tiene una responsabilidad grande. Entre otras cosas, esa responsabilidad lo obliga a tener también que apoyarse un poquito en el sur.
México siempre tiene 4.000 kilómetros de frontera con Estados Unidos. Pero para poder tener relaciones más equilibradas con el gigante del norte, siempre a México le conviene tener un pie puesto en el sur.
Lo que ocurre es que su socio natural, Brasil, mire usted por dónde anda el presidente que asume el 1º de enero. Entonces usted tiene un López Obrador asumiendo el 1º de diciembre y un Bolsonaro asumiendo en Brasil un mes después. Esto le genera un cuadro de mayor complejidad en su trato con el norte. Y este es un tema no menor.
Según Lagios, la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil sumará complejidad a las relaciones de México con EE.UU.
La pregunta apuntaba a la responsabilidad de López Obrador con la izquierda latinoamericana. ¿Se refiere a eso cuando dice que él es consciente?
Claro, que demuestre que es posible gobernar. Acá hay un tema implícito en muchas de las izquierdas: en qué medida la izquierda es la antesala al populismo, la solución fácil, la distribución irresponsable para que todos tengan mayor igualdad…
Veinte años atrás me decían: “Haga usted como Felipe González, esa es la izquierda que nos gusta”. Lo que quiero decir es que él tiene esa responsabilidad primera: está consciente que tiene que demostrar que es capaz de gobernar, en tanto expresión de una izquierda que quiere tener un cambio significativo en el país.
López Obrador llega al gobierno con las mismas promesas que en el pasado asumieron otros presidentes latinoamericanos de izquierda: acabar con la corrupción, reducir la pobreza y la desigualdad… ¿Hay casos exitosos de gobiernos de izquierda en la región que puedan servirle de inspiración?
No estoy seguro. Claro, usted puede decir: mire al Frente Amplio en Uruguay… Ahora, más que el tema de corrupción, que existe y es gravísimo, el tema más de fondo es la falta de credibilidad que se ha generado entre la ciudadanía y sus gobernantes. Esa sensación de que todas estas elites políticas y empresariales están en cuestión.
A Lagos le sugerían tomar como referencia el gobierno del socialista español Felipe González.
Se está perdiendo la confianza de la ciudadanía en las instituciones y dirigencias políticas. Eso también explica el resultado de un Trump en Estados Unidos, o los resultados en Polonia, Hungría, Austria o Italia.
La ciudadanía se da cuenta que la política es mucho más horizontal que vertical. Y dice a los líderes: “Entre elección y elección, usted me va a escuchar”. El gran tema es qué instituciones políticas van a surgir para aprender a escuchar. Este es un tema que usted tiene tanto en gobiernos de izquierda como de derecha.
¿Cuánto han pesado las crisis de Venezuela y Nicaragua o los escándalos de corrupción en varios gobiernos de izquierda para este giro de América Latina a la derecha?
Eso es así. Indudablemente que Venezuela y Nicaragua son dos manchones muy fuertes. Pero también seamos claros: el reguero Odebrecht no solamente es una izquierda que está corrupta, sino también una elite empresarial que entiende que por esas vías se puede llegar más rápido.
Las crisis en Nicaragua y Venezuela son “dos manchones muy fuertes” para la izquierda, dice Lagos.
Los cuatro últimos presidentes de Perú, ¿son todos de izquierda o derecha? ¿O es una mezcla de ambas cosas? Entonces el tema es muy complejo. En verdad Odebrecht ha significado poner en cuestión todas las elites políticas de izquierda o derecha, según quién quiera que esté en el gobierno. Yo tomaría con más cuidado el tema de que ese es el monopolio de la corrupción.
Aparte de la corrupción, ¿qué errores de gobiernos de izquierda en América Latina diría que López Obrador tiene que mirar con cuidado, para evitar?
El entender que no hay atajo fácil a determinadas medidas económicas. Que en nuestros países, en general, primero hay que crecer. Y después que crece, ¿qué parte de ese crecimiento va a distribuir y qué parte va a inversión para seguir creciendo?
En parte producto de una chequera abundante con un petróleo de buen precio, al presidente (extinto de Venezuela) Chávez le parecía más fácil hacer determinadas políticas que eran una antesala de populismo. Yo le decía: “Pero es que tú tienes una chequera; yo no tengo chequera y primero tengo que crear la riqueza mediante crecimiento”.
Este es el tema más central. Cuando hay dinero fácil, es más fácil gobernar. Pero a la larga, el verdadero arte de gobernar es cuando usted tiene que comenzar creando la riqueza y después discutir cómo la va a repartir.
“Tú tienes una chequera; yo no”, le decía Lagos al extinto presidente venezolano Hugo Chávez.
Es inusual para la región que sea electo un presidente de extrema derecha como Bolsonaro en Brasil. ¿Cree que esto puede repetirse en otros países, a caballo de la promesa de mano dura contra la delincuencia?
Desgraciadamente creo que sí. Los sectores más humildes son los que más sufren la inseguridad ciudadana, que se ven a merced de cuadrillas o narcotraficantes. Por lo tanto, dejar el tema de la inseguridad simplemente como que es un tema de los partidos de derecha, es un profundo error.
Si la izquierda no es capaz de abordar el tema de la seguridad ciudadana, no será gobierno durante un largo tiempo.
¿Entonces quizá la región siga moviéndose a la derecha?
Claro, en tanto los partidos de izquierda no se den cuenta primero que el crecimiento es fundamental. Estamos en un continente que tiene muchas carencias.
Tenemos que inventar una nueva métrica para medir desigualdad. La métrica no puede ser más distribución de ingreso o el Gini. Una métrica es metros cuadrados de parque por persona, qué tipo de transporte público tenemos…
Lagos sugiere crear nuevas formas de medir la desigualdad en los países latinoamericanos.
Es ser capaz de sintonizar con las demandas profundas de la ciudadanía en un mundo más globalizado, donde hay ganadores y perdedores distintos a los que antes usted podía ayudar a salir de su situación difícil a través de un movimiento sindical poderoso.
¿Está diciendo que la izquierda tiene que reformarse y mirar las grandes cuestiones de forma diferente?
Por supuesto, porque el mundo cambió. Ayer creíamos haber aprendido las respuestas. Hoy día nos cambiaron las preguntas.
En ese sentido, lo de López Obrador sin duda va a ser un experimento digno de analizarse. Y él está consciente del ejemplo que eso va a significar para el resto de la región.
Fuente: www.bbc.com