Amnesia infantil: ¿por qué no podemos recordar los primeros años de nuestras vidas?

Amnesia infantil: ¿por qué no podemos recordar los primeros años de nuestras vidas?

Cuál es tu recuerdo más temprano? ¿De los 3, 4 o 5 años de edad? ¿Qué pasó con lo que te cuentan que hacías antes de eso? ¿O con el recuerdo de esos cumpleaños que te celebraron con tanta emoción y de los que sólo quedan fotos?

¿Por qué no recordamos al menos algo de lo que pasó al principio de nuestras vidas?

Es todo un fenómeno… y tiene nombre. “Se llama amnesia infantil”, le dijo a la BBC Catherine Loveday, de la Universidad de Westminster.

“Ninguno de nosotros recuerda nada de antes de los 2 o 3 años. Y eso es temprano: la mayoría de la gente no recuerda nada de lo que vivió antes de que tenía 4 o 5 años de edad”.

“Varía mucho la edad, pero usualmente tiene que ver con algo significativo. La gente recuerda cosas como caerse de la bicicleta… momentos que fueron importantes para ellos”.

Eventos específicos

Hay momentos inolvidables.
La edad promedio de nuestros primeros recuerdos es 3 años y 4 meses, pero como Catherine Loveday señaló, hay quienes pueden recordar eventos que tuvieron lugar cuando eran mucho más jóvenes.

Antes de seguir, aclaremos algo: si tienes o has estado cerca a chicos de alrededor de dos años sabes que pueden reconocer gente y lugares, lo que requiere de memoria.

Pero de lo que estamos hablando en esta ocasión es de la memoria episódica, la que está relacionada con sucesos autobiográficos -momentos, lugares, emociones asociadas y demás conocimientos contextuales- que pueden evocarse de forma explícita.

Y, si vamos a explorar cómo recordamos, qué mejor que empezar por cómo olvidamos.

La curva del olvido

Olvidamos a un ritmo predecible, ¿sabías?
A finales del siglo XIX, el alemán Herman Ebbinghaus, un pionero en el estudio de la memoria, inventó un experimento para ponerla a prueba.

Primero, se aprendió cientos de listas de palabras sin sentido.

Luego, midió cuánto le tomaba volver a aprender las listas después de distintos períodos de tiempo, desde 20 minutos hasta un mes.

Encontró que olvidamos de una manera completamente predecible.

La “curva del olvido” -como llamó- es exponencial: olvidamos pronto al principio, de manera que la curva es pronunciada, pero gradualmente se va haciendo más plana.

Si por ejemplo estudiaste alemán en el colegio y después nunca más, el número de palabras que recordabas declinó rápidamente durante el primer año, pero luego el ritmo con el que has ido olvidando se ralentizó.

¿Qué tiene que ver esto con el hecho de que no recordemos los primeros años de nuestras vidas?

La poda y las palabras
Otra cosa que Ebbinghaus descubrió fue que la curva del olvido cambia con la edad, y que los niños olvidan más rápido.

¿Por qué?

Como un árbol, nuestro cerebro está muy ocupado creciendo para almacenar memorias.
“El cerebro se está desarrollando increíblemente rápido. En el primer par de años de vida estamos creando tantas conexiones nuevas que el cerebro de un bebé de un año tiene más conexiones que en cualquier otro momento en su vida”, explica Catherine Loveday.

“Una de las actividades necesarias para el funcionamiento del cerebro es ‘podarse’, deshacerse de algunas de esas conexiones, como si estuvieras podando un árbol para tratar de que crezca más sano”, señala.

“En ese proceso, posiblemente perdemos memorias. Además, hay científicos que han estudiado la importancia del lenguaje: las palabras ayudan a que los recuerdos se establezcan”, añade la experta.

“Señalan -agrega- que no podemos recordar cosas que involucren un concepto en particular hasta entender qué es.

“Es decir, un recuerdo que involucre una bicicleta puede fijarse en una edad temprana. Pero sabemos que los niños no incorporan conceptos como el desagrado antes de los 5 años y hemos comprobado que la gente no guarda recuerdos ligados a este concepto hasta después de esa edad”, explica.

Hasta cierto momento, no estamos listos para recordar eventos.
Hipocampo inmaduro
La idea entonces es que no podemos codificar una memoria antes de tener un concepto lingüístico para cada dato.

Ese fue uno de los problemas del trabajo de Ebbinghaus: no tuvo en cuenta que es más difícil recordar una palabra sin sentido, como las que él aprendió, que una con significado.

Otro problema es que ahora sabemos que el hipocampo es clave para codificar y almacenar la memoria episódica, y éste no madura hasta mucho más tarde en nuestra infancia.

Todo eso junto significa que nuestros cerebros no estaban listos para guardar esas primeras memorias.

¿Y los que sí recuerdan?
Hasta aquí, todo suena muy lógico pero ¿cómo se explican estas memorias que encontramos en un proyecto que hizo la BBC hace unos años?

¿Será posible que te acuerdes de algo que pasó cuando estabas así de chiquito?
“Mi memoria más vieja es despertándome en mi cuna. Puedo ver las cortinas arriba, y son amarillas, y puedo oír a alguien en una habitación contigua a la mía, haciendo ruido con agua -afeitándose o algo así-. La casa en la que estoy es una de la que nos fuimos cuando yo tenía dos años, así que debo tener menos de 2 años de edad”, contó Vicky Swindales.

“En mi memoria más antigua estoy acostada bocarriba, dentro de lo que pienso que era uno de esos grandes coches de niños, con la capota arriba y tapada hasta el mentón, y estoy casi segura de recordar que el cielo estaba azul, aunque no sabía la palabra ‘azul’… era muy pequeña”, recordó la novelista AS Byatt.

Estos son los recuerdos de dos de las 6.500 personas que participaron en el experimento -llamado “La experiencia de la memoria”- en el que respondieron en línea un cuestionario del psicólogo Martin Conway de la City University.

“Le pedimos a la gente que describiera su primer recuerdo y luego varias otras preguntas sobre ese recuerdo, entre ellas qué edad tenían cuando sucedió”, cuenta Conway.

“El 40% contaron algo que decían que ocurrió a los 24 meses y otros 861 nos hablaron de recuerdos que fecharon antes de que cumplieran 12 meses… ¡nos dejaron en shock!”.

Memorias ficticias
El psicólogo cuenta que aunque en este estudio no sucedió, en otros se ha topado con gente que dice recordar su nacimiento.

Pero eso no es posible.

A veces, tejemos fragmentos de recuerdos con lo que nos han contado para formar memorias.
“Uno quizás recuerda algunos fragmentos de la infancia, o quizás sabes algo sobre tu infancia. Tu madre quizás te dijo algo así como: ‘Tú no te acuerdas pero yo te llevaba a pasear en una coche grande y verde’, y lo ‘recuerdas’. Tal vez lo que haces es formar una imagen mental del coche y, gradualmente en tu mente, esa imagen se transforma en algo que experimentas como si fuera una memoria”, señala Conway.

“Todo basado en lo que te dijo tu mamá y quizás uno que otro fragmento de memoria”.

Se llaman “memorias ficticias”.

Sin embargo, Conway aclara que “no podemos estar seguros de que todas lo sean: no descartamos casos excepcionales”.

“Pero en conjunto, la probabilidad es extremadamente alta de que no son ciertas”.

No sólo cuando somos chiquitos
No quiere decir que quienes dicen recordar están mintiendo intencionalmente: algunos de los elementos del recuerdo son ciertos pero es muy posible que hayamos añadido mucha información a lo largo de nuestras vidas.

Y eso sigue pasando después: muchos recordamos claramente experiencias con gente que no pudo haber estado ahí, o estamos seguros de que algo sucedió para después darnos cuenta de lo contrario.

“Absolutamente… le pasa a todo el mundo”, asegura Catherine Loveday.

Incluso después, aunque ya almacenamos recuerdos, los detalles pueden no ser tan precisos. Pero eso no importa.
“Todos lo hacemos porque estamos construyendo memorias con lo que tenemos a la mano, y a veces esos trozos se desordenan. Si estás acordándote de una vacación con tu familia, tu memoria genérica incluye a todos tus hermanos, así que cuando recuerdas un momento específico, los pones a todos en la escena, así uno de ellos no hubiera estado en esa ocasión.

“Así es cómo funciona la memoria para ser eficientes al recordar”.

Entonces, ¿no podemos confiar en nuestra memoria?

“En general sí. En ciertos aspectos generales, como dónde vivimos y qué nos ha pasado, sí. Pero cuando recordamos momentos muy específicos es casi inevitable que haya detalles que no sean 100% precisos”.

“Pero eso no importa: la memoria no es acerca de ser preciso. La memoria es lo que nos hace lo que somos y nos conecta con otros, así que, en cierto sentido, los recuerdos que tenemos son los que necesitamos para existir”.

En resumen…
La edad promedio para nuestro primer recuerdo es 3 años, 4 meses
La razón es que antes de eso nuestro cerebro no había desarrollado la habilidad de almacenar memorias autobiográficas
Sin embargo, alrededor del 40% de la gente dice recordar cosas que pasaron cuando eran bebés
Pero puede que no sean recuerdos verdaderos.
Sólo recuerdos brumosos en acuarelas… de cómo éramos

Fuente: www.bbc.com

Radio Roja

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