Hoy el precio promedio de un café con leche en Estados Unidos es de unos US$5. Pero entonces ¿por qué los productores de café de diferentes partes del mundo están abandonando sus plantaciones por otros cultivos y trabajos, o incluso buscando asilo en otros países?
La industria mundial del café está en crisis. En mayo los precios del café cayeron a su punto más bajo en una década: US$0,88 por libra de café.
La caída se debe en gran parte a los dos años de excedentes por parte de Brasil,el mayor productor del mundo, lo cual tuvo un fuerte impacto en los cafetaleros de todo el mundo al introducir millones de kilogramos de granos en el mercado.
Los problemas económicos en regiones como Centroamérica y África también tienenalgo que ver.
A mediados de julio, los precios de mercado llegaron a US$1, pero siguen siendo los más bajos que ha visto la industria en 10 años.
Sin embargo, en años recientes, los consumidores de Estados Unidos, Reino Unido y otros países occidentales han tenido que asumir un alza constante en el precio de la taza de café, incluso aunque los agricultores reciban menos del 2% de esos beneficios.
Así es cómo se está desarrollando la crisis en cada eslabón de la cadena de la producción y venta de café.
Para los agricultores
En todo el mundo, más de 21 millones de familias viven del café. Las plantaciones normalmente tienen una gran cosecha al año, por lo que se esperan ciclos altos y bajos, pero la producción entre 2018 y 2019 cayó a mínimos históricos, dificultando aún más la vida de los agricultores.
Solamente para cubrir gastos, la mayoría de los agricultores deben vender una libra de café por más de US$1.
En octubre, varios agricultores centroamericanos que viajaban en una caravana de migrantes les dijeron a periodistas de la BBC que la crisis del café les había obligado a abandonar sus cultivos y a tratar de buscar asilo en Estados Unidos.
En la última década, más del 60% de los agricultores de café en Guatemala, Nicaragua, El Salvador y México han denunciado inseguridad alimentaria durante el ciclo de cosecha, según la Asociación de Especializados en Cafés de América (SCAA, por sus siglas en inglés).
José Sette, director ejecutivo de la Organización Internacional del Café (OIC) —que fue fundada en 1963 con apoyo de las Naciones Unidas para abordar la sostenibilidad del mercado de los productos del café— le dijo a la BBC que su actual ciclo bajo era tan preocupante para toda la industria porque tiene efectos «dramáticos» incluso en los agricultores.
«Si los agricultores están desmoralizados y no están cultivando ni cuidando sus plantaciones… Eso no augura nada bueno para el futuro, pues la demanda está aumentando en torno al 2% cada año», dice Sette. «Eso son 3 millones de bolsas más que necesitaremos cada año para satisfacer la demanda».
Sette añade que aunque la industria mundial del café tienen unos ingresos anuales de más de US$200.000 millones, solo US$20.000 millones llegan a los países productores y, en última instancia, menos del 10% a sus agricultores.
«Cuando llegamos al nivel de precios que estamos viendo hoy, la industria necesita observarse a sí misma y, en un ejercicio de responsabilidad compartida, tratar de encontrar métodos para mejorar la situación de los cafetaleros, especialmente de las fincas más pequeñas».
En el continente africano, donde la producción consiste mayoritariamente en pequeñas parcelas de agricultura de subsistencia, este ciclo está resultando excepcionalmente desafiante.
«En África es probable que veamos mucho más sufrimiento que en cualquier otra parte del mundo (por la crisis del café), porque nuestra producción es bastante baja», le dijo a la BBC Fred Kawuma, Secretario General de la Organización Interafricana del Café (IACO).
«La cantidad de café que obtiene de su granja un agricultor es muy limitada en comparación con, por ejemplo, la de un cultivador de café en India o Vietnam».
Esto significa que cuando los precios del café caen, también lo hace el ya pequeño margen de beneficio del agricultor, a quien le resulta imposible pagar por necesidades domésticas como la escuela de los niños o la sanidad.
Este año, Kawuma dice que su organización ha visto a muchos agricultores en dificultades abandonando el café por otros cultivos más lucrativos.
«Costa de Marfil es uno de los países que ahora mismo está sufriendo consecuencias graves. Los agricultores no están contentos», dice. «A Togo, a pequeños productores como Liberia, Sierra Leona —y a todos los países más pequeños— les está yendo muy mal y no están seguros de si realmente pueden continuar con la producción».
Para tostadores y cafeterías
Chuck Jones conoce las dos caras de la industria.
Tiene una empresa tostadora de café y varias cafeterías en Pasadena, California, EE.UU., pero casi la mitad de sus granos provienen de las plantaciones de su familia en Guatemala. Una es suya y dos de sus primos.
Aunque teme que uno de sus familiares pierda su plantación a finales de julio.
«El exportador, con quien tiene una deuda por cubrir dos cosechas, se está haciendo cargo de la finca porque no le pagó», dice Jones.
Él dice que los ciclos de auge y caída del precio del café perjudican injustamente a agricultores como su primo, quienes logran hacer dinero unas veces contadas, especialmente dado el acceso a opciones más baratas en el mercado de productos primarios.
«Como comprador puedo fácilmente reemplazar ese café», añade. «Pero duele porque se trata de mi primo y él está perdiendo su fuente de ingresos. Es de mediana edad y vive de la plantación».
«A pesar de que mi primo es un productor de café de alta cualidad, va a perder la finca por los sistemas establecidos que le impiden que tenga éxito».
Jones dice que los líderes de la industria han estado advirtiendo que quienes se dedican al tueste deberían pagar más. Pero Jones, quien lleva un negocio en una ciudad con un alto costo de vida y en el que la mano de obra es cara —con un salario mínimo de US$15 por hora— dice que «no hay un claro ganador en la cadena».
Los US$10 que se pagan al por mayor por el café tostado incluyen los gastos de envío y el almacenamiento continuo del producto, así como la mano de obra, el mantenimiento de las máquinas y otros costos de financiamiento.
Para los consumidores
Pero ¿cómo se desglosa exactamente el precio que los consumidores pagan por una taza de café?
Sette, de la OIC, explica que el precio del café al por menor «no está muy vinculado al precio de los agricultores».
«Al agricultor apenas le llega el 1 o 2%, y una gran parte del costo final responde a la mano de obra, el alquiler o el marketing».
Jones desglosó el precio de su café al por menor en sus cafeterías de Pasadena, y de los US$4 que cobra por un latte (café con leche) solo el 10% está bajo su control: el costo del café. La leche orgánica, la mano de obra, las tazas, las tapas de plástico, las mangas (fundas aislantes) y los condimentos son factores importantes en el precio final.
«No creo que nadie se esté llenando los bolsillos», dice.
La cadena de cafeterías Think Coffee se extiende por todo Nueva York. El director de la cadena, Enrique Hernández, le dijo a la BBC que producir un café con leche pequeño le cuesta a la empresa US$0.28, y se vende por US$4,25 para poder pagar los costos no relacionados con el café.
El precio subirá a US$4,50 este año. Hernández dice que se debe a mayores gastos de alquiler y salarios.
En busca de soluciones
La OIC y otras organizaciones de la industria están trabajando en cambios como la diversificación de los ingresos de las pequeñas plantaciones, la enseñanza en gestión de riesgos, la racionalización de las cadenas de producción y la lucha contra el cambio climático mediante la adopción de una agricultura climáticamente inteligente.
«También necesitamos promocionar el consumo de café en los países productores, donde suele ser bajo», agrega Sette. «Un enfoque prometedor para, al menos, el sector del café especializado es fomentar las relaciones directas entre los productores y los tostadores».
Compañías de café de categoría como Think Coffee e Intelligentsia son ejemplos de esa asociación.
Hernández visita una de las plantaciones de las que Think Coffee compra café cada tres meses. Dice que la empresa se enfoca en buscar cultivos «vulnerables» en lugar de comprar solamente a los propietarios que más dinero tienen, y en invertir en crear mejores condiciones de vida para las familias de agricultores con las que trabajan.
Intelligentsia, que cuenta con cafeterías por todo Estados Unidos, tiene prácticas similares para mejorar la sostenibilidad, incluyendo el abastecimiento directo de semillas desde Centroamérica, Sudamérica y África, y la realización de talleres para agricultores.
Otras firmas en la industria han hecho llamamientos a grandes compradores como Nestlé para que paguen precios más justos y no inunden el mercado con café barato de baja calidad. Nestlé declinó hacer comentarios para la BBC.
En una conferencia durante el Foro Mundial de Productores de Café 2019, celebrada en Brasil la semana pasada, Jeffey Sach, economista de la Universidad de Columbia, Nueva York, EE.UU., pidió a Naciones Unidas crear un fondo global y anual para el café de US$10.000 millones.
Es una petición considerable, teniendo en cuenta que el fondo global destinado a combatir el sida fue de poco más de US$7.000 millones en contribuciones de 2017 y 2019.
Pero como los cafetaleros se ven obligados a sopesar otras opciones simplemente para sobrevivir, la amenaza de las plantaciones abandonadas en todo el mundo podría ser suficiente para motivar nuevos cambios.
Tal y como dice Sette, «si no invertimos hoy, puede que mañana no tengamos suficiente café».
Con contribuciones de Kelly Rissman, BBC News
Fuente: www.bbc.com