Mide hasta 30 centímetros de largo y 8 de alto pero su capacidad de provocar el caos supera con creces su tamaño: se trata del caracol gigante africano, cuyo nombre científico es Achatina fulica.
Es capaz de consumir más de 500 especies de plantas a su paso y puede atravesar paredes de yeso, que le proporcionan el calcio necesario para sus conchas.
Su lema es "la unión es la fuerza" y su secreto, la habilidad de multiplicarse a una velocidad admirable. Estos caracoles alcanzan la madurez cuando cumplen un año de vida y a partir de entonces pueden producir hasta 300 huevos al mes, lo que resulta en enormes infestaciones en muy poco tiempo.
Pero el Departamento de Agricultura del estado de Florida, Estados Unidos, está decidido a controlarlos y repetir el éxito que tuvieron hace medio siglo en la lucha contra esta plaga.
De las más dañinas
No por nada el caracol africano está incluido en la lista de las 100 especies exóticas más dañinas del mundo, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Originario de África tropical, ha invadido prácticamente todas las zonas tropicales del mundo, incluidas las de Latinoamericana.
En el campo, "se comen casi todo lo verde encuentran en su camino", explicó Denise Feiber, vocera del Departamento de Agricultura de Florida.
Y en la ciudad, atiborran los andenes y destruyen las casas de estuco.
En algunos países caribeños, como Barbados, que están infestados con estas criaturas, las conchas hacen que se estallen las llantas de los autos y se convierten en proyectiles cuando entran en contacto con las cuchillas del cortacésped.
Tal es la densidad cuando se congregan que su baba y excremento cubre paredes y calles, de manera que las carreteras parecen pistas de patinaje.
Más que una plaga desagradable
A pesar de que a algunos todo esto les puede resultar desagradable, a otros, les gustan estos caracoles, así que los adoptan como mascotas.
"Son enormes, se mueven, parece que te estuvieran mirando… comunicándose contigo, y a la gente le gusta eso", explicó Feiber.
"Lo que no saben es cuánta devastación provocan cuando los sueltan en un ambiente en el que no tienen enemigos naturales".
No solo eso: estos caracoles pueden matar.
Así como otros tipos de moluscos y babosas, pueden portar un nematodo -un tipo de parásito- llamado Angiostrongylus cantonesis. De ser ingeridas, estas diminutas lombrices entran en el sistema circulatorio, llegan al cerebro y pueden causar enfermedades, incluso meningitis eosinofílica.
Por hospedar este parásito, a los caracoles africanos se les ha señalado como causantes de muertes de Ecuador, Venezuela, Perú y Brasil. En el oriente asiático, donde se comen crudos o parcialmente crudos, los índices de muerte son más altos.
En Estados Unidos, no se ha identificado ningún caso, señaló Feiber.
¿Cómo resolver el problema?
Qué (no) hacer con los caracoles
"Yo diría que el peor problema con el caracol gigante africano no es el caracol mismo sino las cosas que la gente hace para intentar controlarlo", Rob Cowie, experto en moluscos.
Introducir una especie nueva. El caracol carnívoro euglandina rosea y un tipo de platelminto de Nueva Guinea han sido introducidos para tratar de combatir al caracol africano terrestre, sin embargo ambas criaturas son más destructivas que los caracoles y su impacto en la plaga es limitada.
Destruir el campo. El caracol Theba pisana fue erradicado de California a principios del siglo XX con lanzallamas. Una opción poco popular entre los ecologistas.
Matar a los caracoles con carnada. Este es el método que se usa en Florida, con fosfato de hierro, muy similar a lo que los jardineros usan para proteger la lechuga. Es un método que puede matar a caracoles nativos también.
A mano. En Colombia los tratamientos químicos no son populares así que a los caracoles los recogen a mano, los congelan y los incineran. En áreas remotas los entierran en cal.
La erradicación, o su intento, es la solución más recurrente.
No obstante, hay detractores, entre ellos Rob Cowie, un profesor de la Universidad de Hawaii quien ha dedicado más de dos décadas a estudiar moluscos.
Consultado por la BBC el año pasado, cuando la amenaza del caracol se intensificó en Suramérica, señaló que "el problema con cualquier programa de erradicación es lograr eliminar al último".
"Uno puede deshacerse de un millón de caracoles pero si quedan tres, el problema sigue vivo".
Sin embargo, Florida no se da por vencida… y con razón.
Para este estado no es una pelea nueva: en los años '60 logró erradicar al caracol africano gigante luego de que un chico trajera tres de estas criaturas desde Hawaii como regalo para su abuela. A ella no le gustaron y las tiró en el jardín.
Nueve años y un millón de dólares más tarde finalmente fueron eliminados, en una de los apenas dos programas de erradicación de caracoles exitosos de la historia.
En esta ocasión, se han recogido más de mil caracoles a la semana en el condado Miami-Dade desde que el primero fue encontrado en septiembre de 2011: un total de 117.000 hasta la fecha.
Y se acaba de realizar un simposio en el que se discutieron medidas como el uso de carnadas más fuertes que la que fue aprobada recientemente por el gobierno federal.
Feiber y el departamento de Agricultura están preparados para una larga lucha.
"Pasarán unos años probablemente antes de que podamos declarar la erradicación".