Qué son las alarmas del amanecer que engañan a tu cerebro para que sea más productivo

Seguro que la imagen te resulta familiar y quizás sea unas de las cosas que más te cuesta hacer.

No eres el único. A muchas personas les afecta el cambio de las estaciones, los turnos rotativos en el trabajo y, en definitiva, la cantidad de luz de la que disfrutan a lo largo del día.

De hecho, algunos llegan a sufrir un sentimiento parecido a la depresión llamado trastorno afectivo estacional (SAD por sus siglas en inglés) ligado a la época del año en la que hay menos horas de luz natural.

El trastorno afecta a un 9,5% de las personas que habitan en Finlandia y al 9,9% de las que lo hacen en Alaska pero tan solo a un 1,4% de quienes viven en el soleado estado de Florida, en Estados Unidos.

Para paliar los efectos de esta falta de luz y de despertarse cuando aún está oscuro existen las llamadas alarmas del amanecer.

Las luces de noche automáticas también pueden desprender colores más cálidos y atenuantes a la hora de acostarse para intentar mejorar nuestro sueño.
Un despertar natural
Son aparatos que, programados a una hora determinada, comienzan a desprender una luz brillante de forma gradual, imitando a la claridad que hay cuando empieza a salir el sol en la mañana.

Para Jacqueline Hazelton, profesora en la Escuela de la Marina de Estados Unidos, en Rhode Island, esta ha sido una solución a sus problemas de depresión y falta de productividad durante la temporada invernal.

“La diferencia es instantánea, ya no siento como si me hubiesen tirado de un avión”, asegura a la BBC.

Las cajas de luz que intentan engañar al cerebro para que crea que es de día existen desde hace décadas, pero cada vez son más sofisticadas y estéticas siendo más fáciles de transportar y programar.

Las cajas de luz, como esta de Beurer, se pueden usar para tratar el trastorno afectivo estacional.
Los últimos modelos tienen el tamaño de una tableta. Hay incluso aplicaciones que te permiten controlar la intensidad de la luz mediante la instalación de bombillas inteligentes.

¿Funcionan?
Un estudio publicado en 2013 demuestra que comenzar a recibir luz natural 30 minutos antes de despertarnos afecta positivamente a nuestra capacidad cognitiva y a nuestro estado de ánimo durante todo el día.

Las alarmas del sueño las vienen usando algunos deportistas de alto rendimiento para afrontar mejor los horarios de entrenamiento.

Lo hacen por ejemplo los equipos olímpicos de remo, ciclismo, natación del Reino Unido.

Los deportistas de alto nivel deben someterse a horarios de entrenamiento muy duros.
Se sabe que la luz del día suprime la producción de melatonina, la hormona que nos adormece, y aumenta la producción de cortisol, la hormona que ayuda a controlar los niveles de azúcar en la sangre y regula nuestro metabolismo.

Con el tiempo, muy poca luz solar puede resultar en bajos niveles de serotonina, el neurotransmisor que ayuda a equilibrar nuestro estado de ánimo.

Cuando oscurece, nuestros cuerpos producen más melatonina, preparándonos para dormir. La luz del amanecer suprime la melatonina, nos despierta y nos da un impulso para el día siguiente. Este es el ritmo circadiano, nuestro reloj corporal interno.

Nadie asegura que la luz con la que te despiertas puede llegar a curar una depresión diagnosticada clínicamente pero cada vez hay más pruebas que demuestran cómo manejar mejor la la luz a la que nos exponemos puede mejorar nuestro sueño y la energía con la que afrontamos el día.

Cada vez hay más pruebas que demuestran cómo manejar mejor la la luz a la que nos exponemos puede mejorar nuestro sueño y la energía con la que afrontamos el día.

Así será el espectacular eclipse de la superluna azul de sangre del 31 de enero

Nadie que esté vivo actualmente habrá visto jamás algo similar.

Y es que la última vez que tuvo lugar este fenómeno extraordinario fue en 1866.

El 31 de enero se dará una rara coincidencia de fenómenos astronómicos: un eclipse lunar, una superluna, una luna azul y una luna de sangre.

La superluna azul de sangre será visible fundamentalmente desde el oeste de América del Norte a través del Pacífico hasta el este de Asia.

¿Cuáles son las características de los fenómenos astronómicos que coincidirán el 31 de enero?

Superluna
El término se refiere a una Luna que está llena cuanto se encuentra en el punto más cercano en su órbita alrededor de la Tierra.

Imagen de una Luna grande y rojiza durante la superluna del 3 de diciembre de 2017 vista en Washington. (Foto: NASA)Derechos de autor de la imagenNASA
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A la superluna del 3 de diciembre de 2017 (en la foto, vista en Washington), la primera de los que la NASA denomina una trilogía de superlunas, la siguieron fenómenos similares el 1 de enero y el 31 de enero de 2018. Pero la superluna del 31 de enero coincidirá además con un eclipse. (Foto: NASA)
“La órbita de la Luna es muy alargada y en ocasiones cuando la Luna es llena coincide que está cerca de nosotros”, explicó a BBC Mundo el científico mexicano Francisco Diego, catedrático de astronomía de University College London o UCL, parte de la Universidad de Londres.

“Claro que eso pasa cada mes, que la Luna se acerca y se aleja de nosotros siguiendo su órbita, pero si el acercamiento coincide con la Luna llena a ésta se le llama superluna”.

La órbita de la Luna es elíptica, y un lado (apogeo) está unos 50.000 km más alejado de la Tierra que el otro más cercano (perigeo).

“Cuando la Luna se ve 10 a 15% más grande de lo que sería una más pequeña, el cambio es considerable y se aprecia a simple vista”, afirmó Diego.

La superluna del 31 de enero será la tercera de lo que la NASA denomina una trilogía de superlunas, ya que el fenómeno también tuvo lugar el 3 de diciembre de 2017 y el 1 de enero de 2018.

Luna azul
“La superluna será además la segunda Luna llena que tenemos enero”, señaló Diego.

“Se trata de un mes con dos Lunas llenas y cuando eso pasa se le llama Luna azul”.

Eclipse lunar
El 31 de enero la Tierra, el Sol y la Luna se alinearán, dando lugar a un eclipse lunar total.

“La Luna llena va a coincidir con el momento en que la Luna entra en la sombra de la Tierra produciéndose un eclipse”.

Las zonas más oscuras verán el eclipse lunar total. En las blancas no se podrá ver el fenómeno ni siquiera parcialmente. (Imagen: NASA)
En América del Norte el eclipse será visible antes del amanecer del 31 de enero.

También podrá ser observado en Asia, Australia, Nueva Zelanda y este de Rusia.

En gran parte de América del Sur, África y Europa Occidental el eclipse total no será visible.

Luna de sangre
Los observadores del eclipse verán una gran Luna de color rojizo, conocida como “Luna de sangre”.

“El color de la Luna durante un eclipse total de Luna se debe a la atmósfera de la Tierra”, explicó Diego.

“Si estuviéramos en la Luna en ese momento veríamos que la Tierra pasa delante del Sol. La Tierra se ve como un disco oscuro, pero recordemos que la Tierra tiene atmósfera y la luz que pasa a través de la atmósfera que va rumbo a la Luna se desvía”.

“La parte roja de la luz llega a la Luna. Si estuviéramos en la Luna veríamos el mismo color que se ve en una puesta de sol. Pero en este caso sería una puesta de sol que se vería como un anillo rojo alrededor de la Tierra y ésa es la luz que viene a iluminar la Luna y por eso se ve roja”.

La espectular superluna del 14 de noviembre de 2016 enmarcada por un cohete Soyuz en el cosmódromo de Baikonur en Kazhakstán, el 14 de noviembre de 2016. (Foto: NASA)
La dispersión de la luz es lo que explica también los atardeceres rojos en la Tierra. Y este fenómeno no tiene que ver con la distancia que debe recorrer la luz, sino con que el ángulo con que los rayos del Sol nos llegan.

“En el caso de los atardeceres rojos, lo que pasa es que hay moléculas en la atmósfera de la Tierra, principalmente nitrógeno, agua, oxígeno. Son moléculas que dispersan la luz azul, por eso el cielo se ve azul durante el día”.

“Cuando el Sol se oculta o antes de salir el Sol, la luz roja domina en ese momento porque es la luz que atraviesa la atmósfera más fácilmente”.

La próxima vez que coincidan los fenómenos de este 31 de diciembre de 2018 será en 19 años, el 31 de enero de 2037

El experimento del joven que estuvo sin dormir durante 11 días… y 25 minutos

¿Cuánto tiempo puede pasar una persona sin dormir?

En la década de los años 60 era una pregunta que comenzaban a formularse los científicos. Y era a la vez un desafío para muchos intrépidos que intentaban marcar un récord Guinness.

En enero de 1964, Randy Gardner y Bruce McAllister se embarcaron en esa aventura. Los jóvenes estudiantes estadounidenses que además de ingresar al libro de los records querían realizar un experimento científico para la escuela a la que asistían.

Tiraron la moneda y Randy, entonces con 17 años, fue el elegido.

La meta era superar la marca que hasta entonces la ostentaba un DJ de Honolulu, que había pasado 260 horas sin dormir, justo por debajo de los 11 días.

Randy lo logró. Estuvo despierto durante 11 días y 25 minutos.

De primera mano
La periodista de la BBC Lucy Burns dialogó con dos testigos directos de aquel experimento.

Uno de ellos es Bruce McAllister, quien recuerda que eran jóvenes “muy creativos” que quería formar parte de un experimento científico en materia de sueño.

La pregunta aún irresuelta es si alguien puede morir por pasar mucho tiempo privado del sueño”

William Dement, profesor emérito de la Universidad de Stanford
“Inicialmente queríamos conocer el efecto de la falta de sueño en las habilidades paranormales, pero nos dimos cuenta de que no había manera de hacer eso y optamos por los efectos de la falta de sueño en las habilidades cognitivas, en las habilidades para jugar al básquetbol y cualquier cosa que se nos ocurriera”, recuerda Bruce.

El joven estuvo despierto tratando de monitorear el comportamiento de su compañero, pero al cabo de la tercera noche se dio cuenta de que solo no podía y le pidió a otro amigo, Joe Marciano, que se uniera al grupo.

El experimento se realizó en la casa de los padres de Bruce, en San Diego.

Supervisión científica
Al grupo se les unió William Dement, hoy profesor emérito de la Universidad de Stanford en California. En 1964 era un científico que comenzaba a investigar en un campo relativamente nuevo: el de la ciencia del sueño.

En la década de los años 60 los estudios del sueño eran relativamente nuevos.
El profesor Dement había leído en un diario de San Diego, la historia de los jóvenes que querían batir ese récord y experimentar al mismo tiempo.

Dement recuerda que los estudiantes se sintieron aliviados cuando él pasó a formar parte del grupo.

“Estaban preocupados de que fuera algo que les pudiera causar daño. La pregunta aún irresuelta es si alguien puede morir por pasar mucho tiempo privado del sueño”, explica.

Se había hecho un experimento con gatos, pero al cumplir 15 días sin dormir, los animales murieron. La diferencia radicaba en que los habían mantenido despiertos con químicos.

Momentos críticos
La noche era el momento crítico porque no tenían muchas cosas para hacer. Durante el día, en cambio, jugaban básquetbol y se mantenían activos.

Con el correr de los años, los estudios de los patrones de sueño se volvieron más frecuentes.
Los jóvenes experimentaban con sabores, olores, sonidos. “Luego empezamos a notar cambios: sus habilidades cognitivas incluso sensoriales empezaron a verse afectadas, pero su destreza para jugar al básquet mejoró”, cuenta Bruce.

Una vez logrado el récord, Randy durmió 14 horas seguidas y se despertó para ir al baño. Con el correr de los días, sus patrones de sueño volvieron a la normalidad. Inicialmente no tuvo ningún problema, pero tiempo después dijo sufrir insomnio.

Inicialmente queríamos conocer el efecto de la falta de sueño en las habilidades paranormales, pero nos dimos cuenta de que no había manera de hacer eso”

Bruce McAllister, participante del experimento
Bruce explica que el proyecto dejó algunas enseñanzas para las ciencias.

Un hospital de Arizona envió una computadora que detectó que partes del cerebro de Randy habían sido “secuestradas”; en otras palabras, partes de su cerebro descansaban y se reponían mientras otras estaban despiertas.

La historia de los jóvenes acaparó el interés de la prensa. Fue el tercer tema más popular en los medios nacionales estadounidenses después del asesinato del entonces presidente John Kennedy y la visita de The Beatles.

Por qué casi el 100% de las tortugas verdes marinas son hembras (y qué están haciendo para que nazcan más machos)

A diferencia de los humanos y la mayoría de los mamíferos, en los que el sexo de la descendencia está determinado por los cromosomas, las tortugas verdes marinas dan a luz machos o hembras en función de la temperatura del nido durante el período de incubación de los huevos.

A temperatura promedio, que en el caso de esta especie es de 29,3ºC, la tortuga produce una mezcla de machos y hembras.

Unos grados por debajo, todos son macho; y unos grados por arriba, solo nacen hembras.

El aumento global de la temperatura está haciendo que las poblaciones de la tortuga verde en distintas partes del mundo se vuelvan asimétricas en cuanto al balance de género.

En el caso de las poblaciones de la Gran Barrera de Coral en Australia, casi todas son hembras, según un estudio conjunto de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés), en Estados Unidos, y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés), en Australia.

Esta falta de equilibrio, señala el informe, puede poner a la especie en peligro.

Casi un 100% hembras
Los investigadores examinaron dos poblaciones genéticamente diferentes en la barrera de coral.

En la colonia del norte, una de las más grandes del mundo con 200.000 ejemplares, encontraron un 99,1% de hembras jóvenes y un 86,8% de hembras adultas.

La temperatura ideal de la arena para que nazcan tantos machos como hembras es de 29,3º C.
Esto quiere decir que, en promedio, por cada macho joven hay 116 hembras.

En la del sur, la proporción es de entre un 65% y un 69%.

No está claro por qué el sexo de las crías está determinado por la temperatura, pero sí que el grado de calidez o frialdad de la arena donde depositan sus huevos tiene un efecto definitivo sobre ellas.

Y aunque el peligro no es inminente —no se necesita una relación 50/50 para garantizar la reproducción de la especie— esta tendencia alarma a los investigadores.

Sombra
No obstante, en Australia han implementado algunas medidas prácticas para revertir el cambio.

Las tortugas verdes juegan un rol importante en sus ecosistemas: ayudan a que las plantas del lecho marino se mantengan saludables.
Una de ellas es la creación de una suerte de techos de tela para evitar que se recaliente la playa donde suelen anidar.

También es posible enfriar la arena con agua para que la temperatura no sobrepase el límite que da como resultado hembras.

“(Esto) puede hacerse en ciertos lugares, pero hay un límite en cuánto a la escala a la que se puede hacer”, señaló Dermot O’Gorman, director ejecutivo de WWF Australia.

Aunque es evidente que la solución de fondo es tomar acciones contra el cambio climático, concluye el estudio.

Por qué (según la ciencia) si eres el último de la fila, no te conviene cambiarte a la de al lado

La sensación es que siempre la fila de al lado avanza más rápido.
No importa qué fila elijas, seguramente la de al lado irá más rápido.

Independientemente de la veracidad o falsedad de esta afirmación, lo cierto es que esa es la percepción que solemos tener cuando nos vemos obligados a optar entre una cola y otra.

Y una vez allí, cuando miramos desde el último puesto de la fila con recelo cómo avanza precisamente aquella en la que no estamos, nos vemos enfrentados a una segunda difícil decisión: ¿nos armamos de paciencia y nos quedamos allí, esperando nuestro turno, o nos mudamos a la otra a ver si tenemos mejor suerte?

¿O mejor aún, mandamos las dos filas al diablo y nos vamos a hacer otra cosa?

Esto fue lo que se preguntó un investigador de la Escuela de Negocios de Harvard, en Estados Unidos, quien analizó en detalle cómo se comportan los consumidores frente a esta situación.

Según Ryan Buell, autor del estudio que aún no ha sido publicado, cuando una persona está última en la cola es cuatro veces más proclive a abandonarla, y dos veces más a cambiarse a otra.

Cambiar a la otra fila no reporta necesariamente ningún beneficio. Y, ser el último, tampoco afecta la velocidad a la que avanza la fila.

Entonces, ¿por qué lo hacemos?

La aversión a ser el último
Según le explicó Buell al periódico británico The Guardian, este comportamiento es el resultado de la aversión que los seres humanos tenemos a ser los últimos.

Para llegar a esta conclusión, el experto en gestión de servicios organizó un sondeo en internet que teóricamente tomaba cinco minutos completar.

Hablar con la persona que tienes delante puede ayudarte a distraerte, y así será más fácil evitar el impulso de abandonar la fila o moverte a otra.
En realidad, la tarea se completaba en un minuto, pero cuando los participantes ingresaban a la página tenían que esperar en una fila virtual (que podía verse en la pantalla) antes de llenar el formulario.

La encuesta les daba la opción de esperar, moverse a la otra fila, o cancelar la operación.

Uno de cada cinco se cambió de fila, aunque, en promedio tuvieron que esperar más. Para los que cambiaron más de una vez, la espera fue aún más larga.

El problema, dice el investigador, es que después de haber tomado la primera decisión racional, que es sumarnos a la fila más corta, la aversión a ser los últimos de la fila nos lleva a tomar otra decisión, que no está necesariamente bien fundamentada, dado que no tenemos toda la información necesaria como para saber qué fila es más rápida.

Trucos sencillos
¿Cómo evitar la tentación?

La respuesta de Buell es simple: tratar de conversar con la persona que tenemos delante para distraernos y hacer que el tiempo pase más rápido o, simplemente, no mirar atrás.

La organización estadounidense Desmos, que promueve el aprendizaje y la pasión por las matemáticas, tiene también otros consejos para tener más suerte a la hora de elegir una fila.

Según esta organización, es mejor elegir la fila de la izquierda, ya que como la mayoría de la gente es diestra, tiende a irse hacia la derecha.

Y si se trata de una fila de supermercado, lo mejor es pararse en la cola que está atendida por varias cajas, ya que, por razones obvias, aunque sea más larga, será más rápida.