Imagínese que estamos admirando un atardecer en que el horizonte está calado con fuego dorado mientras que el azul profundo lo invade desde el lado opuesto del cielo. "¡Qué colores tan bellos!", exclamo, y usted asiente.
Y luego, durante el silencio que sigue, me ataca una duda. Yo puedo apuntar al cielo y declarar que es azul, y usted estará de acuerdo. Pero, ¿estará usted realmente viendo el azul de la misma forma en que yo lo estoy viendo? Quizás usted sencillamente aprendió a llamar a lo que está viendo "azul", pero en realidad no está viendo nada parecido al espléndido azul que estoy viendo yo.