¿Te da miedo o asco mirar un grupo de hoyos como los de una flor de loto, una esponja marina o la estructura hexagonal de un panal de abejas?
Podías estar sufriendo de tripofobia, el miedo o repulsión generados al mirar o al estar cerca de figuras geométricas muy juntas, especialmente hoyos y rectángulos muy pequeños.
Llamada también fobia al patrón repetitivo, su existencia no se conoció hasta 2009, cuando un estudiante en Nueva York creó una página en Facebook sobre su temor.
El interés se disparó y aparecieron foros también en Reddit e Instagram. Eso llevó a los expertos a tratar de entenderla y hay varias teorías.
Pero otros expertos creen que se puede tratar de un fenómeno que cobró vigencia simplemente porque se volvió viral en los medios y redes sociales.
Síntomas
La fobia no está reconocida por la comunidad de psicólogos ya que no puede ser diagnosticable como tal.
No obstante, en un estudio realizado en 2013, titulado “El miedo a los hoyos”, dos investigadores de la Universidad de Essex, en Reino Unido, fueron los primeros en analizar este curioso temor.
La estructura de un panal de abejas también afecta a los que tienen tripofobia.
Examinaron a 286 adultos y encontraron que 16% del grupo reaccionaba con una aversión a esos patrones.
Encontraron que, cuando alguien con tripofobia mira las imágenes que le producen repulsión, se le acelera el ritmo del corazón.
El pulso cardíaco también se vuelve más variable y se pronuncia la actividad en la parte del cerebro que procesa la visión.
Más que un miedo, varios manifestaron que la piel se les erizaba.
Uno de los pacientes estudiados dijo que el ver las imágenes de huecos pequeños en grupos asimétricos o irregulares le hacía “vomitar en la boca, llorar un poco y temblar profundamente por todo el cuerpo”.
Adaptación evolutiva
Los investigadores, Arnold Wilkins y Geoff Cole, de la Universidad de Essex, señalaron que la repulsión a esas formas y patrones podría tratarse de un mecanismo de defensa.
Debido a que muchos animales potencialmente mortales, como algunas arañas, serpientes y escorpiones tienen marcas similares, la aversión es una adaptación evolutiva que tienen que ver con la preservación individual.
El testimonio de uno de los afectados sustentó sus teorías al mencionar su aversión al pulpo de anillos azules. Ese octópodo emite un veneno los suficientemente potente para matar un humano.
El pulpo de anillos azules tiene un veneno mortal para los humanos.
Con esa guía, recopilaron imágenes de algunos de los animales más tóxicos en la naturaleza, incluyendo medusas, escorpiones, culebras y arañas.
Los investigadores analizaron los patrones de figuras de estas criaturas y encontraron que tienen patrones similares a los que causan repugnancia en los que sufren de tripofobia.
Concluyeron que una presión selectiva para que los humanos evitaran estos patrones en plantas y animales evolucionó en la tripofobia.
Un nuevo estudio de la Universidad de Kent, también en Reino Unido, postula otra teoría sobre la reacción negativa tan fuerte que algunos manifiestan hacia los grupos de huecos.
La rana venenosa de dardo también presenta patrones similares a los que afectan a los tripófobos.
Como esos patrones de huecos se presentan en enfermedades como la viruela, el sarampión, el tifo y otras infecciones, los que sufren de tripofobia podrían ver objetos cotidianos patrones similares, dicen los científicos de Kent.
El disgusto o aversión nos ayuda a evitar enfermedades infecciosas y los afectados con esta fobia pueden sentir ansiedad sobre parásitos o enfermedades que se propagan con el contacto entre personas.
¿Problema matemático?
Otra hipótesis, explorada también por Arnold J Wilkins, profesor de psicología de la Universidad de Essex, con el estudiante de doctorado An Trong Dinh Le, propuso que la clave está en la configuración de los hoyos o manchas.
Señalaban que incluso a alguna gente que no se identificaba como tripofóbica, le provocaban aversión las imágenes.
Explicaban que la configuración le daba a la imagen propiedades matemáticas similares a las de la mayoría de las imágenes que causan incomodidad visual, cansancio en los ojos o dolor de cabeza.
El cerebro, decían, no puede procesar eficientemente imágenes con esas propiedades matemáticas por lo que requiere de más oxigenación.
Dado que el cerebro usa el 20% de la energía del cuerpo, su uso de energía debe mantenerse en el mínimo.
¿Fobia o sugestión?
Muchas fobias pueden ser mecanismos de protección, como el miedo a las alturas que nos protege de una caída peligrosa, o el miedo a los insectos nos protege de potenciales picaduras mortales.
Las personas pueden desarrollar fobias contra casi cualquier cosa.
Sin embargo, las personas pueden desarrollar una fobia contra casi cualquier cosa, y esa lista ha ido creciendo con el mayor acceso a los medios informáticos y las redes sociales.
Cualquier cosa desde la aversión al roce de ciertos materiales o el miedo al sonido del teléfono han sido descrito como una fobia.
Los que argumentan en contra de la descripción de la tripofobia como una enfermedad legítima dicen que la condición ha cobrado prominencia a través de discusiones online y las víctimas han sido susceptibles a la sugestión de que las imágenes de los patrones repetitivos son repulsivas.
Lo que parece ser cierto es que falta mucha investigación todavía para poder entender completamente si es una condición real y si se puede tratar.