Alejandra Gallo y Alexandra Benado, son dos chilenas que desde hace siete años conviven como pareja. Están criando los mellizos que una de ellas concibió a través de un proceso de fertilización asistida. Y ahora las dos queren ser reconocidas como madres legítimas.
Sin embargo, el registro civil de Chile no permite ese reconocimiento a la que no dio a luz, por tratarse de una mujer, por lo que han salido a buscar el respaldo del sistema de justicia internacional.
Gallo es la madre biológica de los niños, pero las dos decidieron el embarazo y han criado juntas desde que nacieron. “Yo me convertí en la madre del corazón”, le dice Benado a BBC Mundo.
Pero ser madre sólo “del corazón” genera una serie de dificultades prácticas en Chile. Sólo la madre legal puede autorizar la salida de los niños del país o acceder al seguro de salud de los menores. En caso de ausencia de Gallo, Benado no tiene ningún deber o derecho legal sobre los niños.
“La ley no me ampara, porque no hay ningún tipo de filiación reconocida con los niños, pese a que llevo cuatro años criándolos a la par”.
Ya que en casos de fertilización asistida la ley chilena reconoce los vínculos de filiación de padre y madre, independientemente de quién aporte el material genético y tenga el vínculo biológico, la pareja lesbiana decidió intentar la inscripción legal de los niños con dos madres legales.
Cuando el registro civil dijo no, las dos mujeres presentaron cuatro recursos ante la justicia chilena, exigiendo el reconocimiento jurídico para ambas. Una vez que todos los recursos fueron rechazados, la pareja decidió presentar una demanda contra el Estado de Chile ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Cuestión de responsabilidad
El caso fue presentado esta semana ante la prensa chilena, exponiendo públicamente a Alejandra Gallo y Alexandra Benado, en un país donde menos de la mitad de la población, 42,3%, apoya el matrimonio homosexual y un 32,6% está a favor de la adopción de hijos por parte de homosexuales, según la encuesta de 2013 de la Universidad Diego Portales, que también apoyó legalmente a la pareja ante la CIDH.
“Es complejo el tema de la visibilidad, pero es una responsabilidad que uno toma hacia sí misma y con su familia, con sus hijos”, dice Alexandra Benado. “No quiero que un día mis hijos me pregunten por qué no hicimos nada. También creo que uno tiene una responsabilidad social en el tema. Es difícil, pero hay que ser generosa. No somos la única familia: hay muchas familias de mamás con hijos”.
Gracias al apoyo de sus familias y a que cuentan con los recursos necesarios, Benado explica que han logrado navegar en el sistema chileno a través de permisos notariales y otros "trucos" que permiten a las dos mujeres realizar algunos de los trámites diarios que involucran a los niños.
También han podido darles un entorno protegido, y afirman que hasta ahora los niños no han sufrido ningún tipo de discriminación, aunque esperan que en Chile a futuro, sean las leyes las que les garanticen esa protección.
“Lo digo con humildad, con respeto por las religiones, hay un cariz eclesiástico en ver esto como una aberración, como algo antinatural. Nosotros somos una familia, ya existimos y nuestros hijos son felices. Tenemos peleas con ellos en la mañana porque no se quieren levantar, como cualquiera, tienen enfermedades y tenemos que estar ahí. No porque nosotros existamos van a dejar de existir las familias heterosexuales”.
Camila Maturana, abogada de la ONG, afirma que en este caso el Estado de Chile vulneró los derechos y garantías establecidos en ocho artículos de Convención Americana de Derechos Humanos y otros tratados internacionales firmados por Chile referidos a igualdad de derechos y prohibición de discriminación, a intimidad, vida privada y familiar, garantías judiciales y acceso a la justicia y protección de los derechos de los niños.
La CIDH ya condenó al Estado de Chile en el caso de una madre lesbiana, Karen Atala, una mujer a quien la justicia le quitó la tuición de sus hijas debido a su orientación