Cómo el peso mexicano evitó la catástrofe del efecto Trump (y por qué es temprano para cantar victoria)

Cómo el peso mexicano evitó la catástrofe del efecto Trump (y por qué es temprano para cantar victoria)

Los mercados lo anticiparon, los analistas lo explicaron, los medios lo repetimos. El peso mexicano iba a sufrir con Donald Trump y durante un tiempo fue así, pero algo cambió o, mejor dicho, algo no pasó.
Un poco en broma y un poco en serio, durante la campaña electoral, se decía que bastaba ver cómo la moneda mexicana se depreciaba frente al dólar para saber que el republicano había subido en las encuestas.
Los ataques de Trump a México (muro, remesas, libre comercio) hacían temblar a más de uno y ponían en jaque al peso. Tan fue así que el día de noviembre que ganó las elecciones, llegó a desplomarse 14% al rozar los 21 pesos por dólar.
Luego, en enero, llegaría a 22 y no faltaron quienes por aquella época hablaban de un dólar en $25. Hoy ronda los $18, una recuperación de casi el 14% desde el día de la victoria de Trump.
De las grandes monedas -la mexicana suele situarse entre las diez más negociadas del mundo-, este año ha sido la de mejor desempeño frente al dólar.
Las causas de esa resurrección son variadas, pero no hay espacio para la complacencia, dicen expertos.
Entre los vaivenes del presidente estadounidense, la incierta renegociación del Tlcan (Tratado de Libre Comercio de América del Norte – Nafta, por su sigla en inglés) iniciada el miércoles y ciertas debilidades estructurales de la economía mexicana, la realidad es que no se puede cantar victoria.

“Influido por las expectativas”
“El tipo de cambio está influido por muchísimas variables, una de las que más captura a todas esas variables son las expectativas”, le dice a BBC Mundo la economista Valeria Moy, directora del centro de análisis “México ¿cómo vamos?”.

El día de noviembre que Trump ganó las elecciones, el peso llegó a desplomarse 14% al rozar los 21 por un dólar.
“Es un precio que trata de reflejar el futuro”, explica, “al no conocer nada del futuro, está influido por las expectativas de lo que va a pasar”.
Es así que ante el temor de la llegada de Trump a la Casa Blanca, se pronosticó lo peor. El economista mexicano Jonathan Heath cree que la reacción fue la esperada. “No creo que hubo una exageración ni una sobrerreacción”, le dice a BBC Mundo, “en su momento creo que era algo bastante lógico pensar”.
El elemento principal para la apreciación del peso, opina, fue el incremento en las exportaciones no petroleras, apuntalado por el crecimiento de la inversión privada y el dinamismo del consumo.
Moy también destaca el papel de las remesas. México es el cuarto país del mundo donde más se reciben, casi US$27.000 millones el año pasado (2,5% del PIB), más que lo ingresado por las exportaciones de petróleo o el turismo.
El dinero que llegó desde el exterior, de Estados Unidos principalmente (95%), en el primer semestre de este año fue 6% superior al mismo período del año anterior.
“Las remesas”, explica, “representan recursos muy importantes y eso impulsa el consumo”, dice. A eso hay que agregar la creación de empleo y una baja tasa de desempleo (3,5%).

Trump amenazó con retirarse del Tlcan desde que estaba en campaña.
Todos son factores que han contribuido a la estabilidad de la economía y a que el peso retome un curso de mayor normalidad. También, destaca Heath, hay que valorar el rol que ha desempeñado el banco central.
El Banco de México aumentó la tasa de interés siete veces de forma consecutiva en el último año y medio, de 3% a 7%, hasta que la semana pasada decidió mantenerla.
“Eso hizo que los bonos de corto plazo se hicieran muy atractivos para los extranjeros, eso provocó entrada de capital y mayor presencia de dólares e hizo que el tipo de cambio se fuera ajustando”, afirma Heath.
La incertidumbre
Pese a la mejoría, destacan ambos analistas, es necesario no confiarse.
“Todo puede pasar todavía porque el presidente Trump tiene un montón de facultades comerciales”, señala Moy, “un buen día se le ocurre poner un tuit de que me salgo del Tlcan y te obliga a pararte de la mesa”.
La forma en que se dé la negociación del tratado de libre comercio, las declaraciones que vayan surgiendo de las mesas de diálogo -la primera en Washington hasta el domingo, la segunda en Ciudad de México en septiembre y la tercera en Ottawa en fecha a definirse- va a influir en el ánimo de los mercados y en la cotización del peso frente al dólar.

Hasta ahora otro de los elementos que fomentaron la apreciación del peso fue el hecho de que Trump no pudo concretar sus principales promesas en materia comercial.

Cada año ambos países comercian por valor de US$580.000 millones.
Más allá de la salida de EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el presidente no llegó ni a retirarse del Tlcan (un tratado que considera un “desastre” y responsable de la pérdida de empleos), no impuso un impuesto especial a los productos mexicanos ni se concretó el retorno de empresas estadounidenses desde México hacia el otro lado de la frontera.

Las continuas crisis en la Casa Blanca han hecho que los inversores y los mercados vean con mayor escepticismo la posibilidad de que Trump impulse medidas comerciales proteccionistas concretas. Y ello le dio un respiro al peso.
Pero todavía no se puede cantar victoria, opina Heath: “Todavía hay elementos por los que hay que mantener cautela. Las negociaciones apenas empiezan y pueden haber sorpresas”.
Lo que termine ocurriendo con el Tlcan tendrá un impacto decisivo en la economía. México destina el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos.
Pero cualquier afectación al libre comercio también tendría consecuencias para el vecino del norte. Treinta y dos estados de EE.UU. tienen en México y Canadá a su principal socio comercial, cinco millones de empleos estadounidenses dependen del Tlcan y muchos de los productos que exporta EE.UU. se producen luego de cruzar la frontera con México varias veces.
Aunque México es el más tiene para perder, la dependencia es mutua: cada año ambos países comercian por valor de US$580.000 millones.

Más allá de lo que ocurra en Washington, la inflación en México alcanza su nivel más alto en ocho años, 6,44%, y la deuda externa ascendió el año pasado a US$181.000 millones, 18,2% del PIB, y si bien el gobierno se ha ajustado el cinturón, son indicadores que generan presiones a la salud de la economía mexicana.
Pese a ello, dos agencias de calificación crediticia mejoraron en las últimas semanas la nota que pesa sobre el país, una señal de que, por el momento, anticipan menos riesgos.

Radio Roja

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