Un día como hoy, pero hace 190 años, el Ecuador nació como nación. Ese 13 de mayo de 1830 nuestros territorios se separaron de la Gran Colombia, estado del cual formaba parte desde 1822. Dicho acto no estuvo exento de controversia, y esta subió de tono pocos meses después, cuando el nuevo país sufrió su primer golpe de Estado. Uno de los protagonistas de aquella rebelión militar fue el coronel Manuel León Sierra, un hombre cuya característica más llamativa era la feroz cicatriz que surcaba su rostro.
El coleccionista de cicatrices
El coronel Manuel León es un personaje desconocido para los ecuatorianos de hoy, pero en el mundillo militar de la época de la Gran Colombia era toda una celebridad. Nacido en Venezuela, desde 1817 militaba en los ejércitos de Bolívar. De ahí en adelante participó en gran cantidad de batallas en su patria, en Nueva Granada, en Ecuador y en Perú. Todas ellas le dejaron heridas, por lo que el coronel León era un coleccionista de cicatrices de guerra.
En la batalla de Ayacucho Manuel León recibió un terrible balazo en la cara. El mariscal Antonio José de Sucre creyó que León no sobreviviría, pero se equivocó. León se recuperó y a partir de ese momento lució la cicatriz facial más célebre de la independencia. El herido pidió licencia para regresar a su patria, a lo que Bolívar contestó dándole el ascenso a coronel.
León también sobresalió en el combate de Tarqui. Sucre, el propio Bolívar y varios otros jefes elogiaron su valor.
El rostro rajado fue su distintivo, así como su rudo temperamento y osadía. Un contemporáneo, el historiador ecuatoriano Pedro Moncayo, con admiración lo llamaba “El bravo de los bravos”.
El primer golpe militar del Ecuador: 1830
Aquella impresionante cicatriz no fue obstáculo alguno para el amor. Radicado en el Departamento del Sur luego de los eventos de Tarqui, el coronel Manuel León se casó con una manaba que, según crónicas de la época, era hermosísima.
Manuel León fue testigo de la desintegración de la Gran Colombia y la posterior creación del estado ecuatoriano el 13 de mayo de 1830. León, en desacuerdo con aquel cambio, se unió al general Luis Urdaneta, también venezolano, contra el general Juan José Flores (venezolano), promotor de la separación y presidente del nuevo estado.
El 23 de noviembre de ese mismo año, León y Urdaneta iniciaron el que sería el primero de los 38 (aproximadamente) golpes de Estado que se han registrado a lo largo de la historia ecuatoriana. León y Urdaneta unieron a su causa a varios jefes de prestigio (el general Illingworth era uno de ellos). El objetivo: evitar el desmembramiento grancolombiano y proclamar al Libertador Simón Bolívar como líder máximo de la unión.
El presidente Flores no contaba con fuerzas suficientes para contrarrestar aquella revolución, pero ganó tiempo en negociaciones y movimientos diplomáticos, hasta que el destino jugó a su favor: al mes siguiente del alzamiento (diciembre de 1830) falleció Bolívar, y la justificación de los amotinados quedó en la nada.
Juan José Flores.
El coronel Manuel León fue expulsado por el gobierno ecuatoriano, pero tomó el barco que lo trasladaba a Panamá y regresó a Ecuador dispuesto a reanudar el alzamiento. Desembarcó en Machala con una veintena de hombres.
Allí León fue aprehendido por otro militar olvidado de nuestra historia, el coronel Cayetano Cestari, un italiano veterano de la campaña del Pichincha que se había quedado a vivir en la que hoy es la capital de la provincia del Oro. El coronel Cestari, viejo y sin fuerzas que lo respalden, logró convencer solo con la palabra a las tropas que acompañaban a León para que depusieran sus armas. León fue apresado y enviado a la isla Puná junto con otros amotinados.
León fue condenado a muerte. El 13 de abril de 1831, luego de despedirse de su bella esposa manaba y su pequeño hijo, el “Caracortada” de la independencia fue pasado por las armas. Un testigo presencial anotó que León se mantuvo firme y sereno hasta el final.
El líder del alzamiento, el general Urdaneta, fue expulsado a Panamá, donde murió fusilado sin pena ni gloria. En cambio, el fusilamiento del coronel León en la isla Puná sí causó gran impacto en aquella generación de militares post-independencia. Dos años más tarde, su recuerdo será invocado por los sobrevivientes como pretexto para la revancha contra Flores, dando pie al levantamiento armado conocido como la “Revolución de los Chihuahuas”. Pero esa es otra historia. (I)
Bibliografía
-Libro «El Ecuador de 1825 a 1875, sus hombres, sus instituciones y sus leyes», de Pedro Moncayo.
-Libro «Resumen de la historia del Ecuador, desde su origen hasta 1845» porPedro Fermín Cevallos.
-Testimonio de Clemente Zárraga, compañero de presidio de Manuel León: Revista Nacional, tomo VII, año 1888, en el artículo «Un episodio de la disolución de Colombia», páginas 40 y 41.
Fuente: www.eluniverso.com