Es solo un pequeño pin de metal, pero para Juliana García su significado es tan grande como la montaña más alta.
Muestra que quien lo lleva ha sido certificado internacionalmente para guiar a los visitantes en las montañas de todo el mundo.
Lo recibió esta ecuatoriana de 32 años el viernes 31 de marzo, convirtiéndola en la primera mujer en América Latina en ser certificada oficialmente por la Federación Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (IFMGA).
Juliana García está orgullosa del pin que muestra que es una guía de montaña certificada.
García realizó su examen en las pendientes del volcán Antisana.
Parte del examen se llevó a cabo en el glaciar del volcán Altisana, de 5.758 metros de altura, al sureste de Quito.
Bajo el escrutinio de instructores nacionales e internacionales, Juliana García y seis compañeros tuvieron que mostrar sus cualidades con las cuerdas, los crampones y los piolets, y demostrar su capacidad de autorrescate.
Terreno masculino
Juliana García ha estado poniendo pie en un terreno que en América Latina, y en el resto del mundo, está todavía ampliamente considerado como masculino.
Juliana García asegura que su camino no ha sido fácil.
Hace años acudió a un curso en una escuela internacional de guías en Bolivia, pero no aprobó el examen IFMGA al final del curso.
Y García dice haber presenciado una fuerte cultura de machismo entre los instructores y los otros estudiantes.
Riendo, se acuerda de cómo la experiencia de un mes casi la hace abandonar el sueño de convertirse en una guía de montaña certificada oficialmente.
Pero ella perseveró y en 2015 se convirtió en la presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña.
Como una de las dos mujeres en todo el mundo en liderar una asociación de guías de montaña (la otra es de Estados Unidos), se ha ganado el respeto de sus compañeros montañeros.
“Estoy muy orgulloso de ser parte de una asociación que tiene a una mujer como representante de todos en la asamblea internacional”, dice Joshua Jarrín, director técnico de la escuela de guías de Ecuador.
Nuevas actitudes
Para Juliana García, sin embargo, esa distinción no era suficiente. Y se propuso de nuevo conseguir el certificado internacional de guía de montaña.
Juliana García no renunció tras suspender el examen la primera vez.
Y percibió que el machismo en su lugar de origen, Ecuador, era igual de fuerte que el que se había encontrado antes en Bolivia.
“Es difícil en una sociedad que nunca ha confiado en las mujeres para hacer este trabajo”, explica.
El trabajo tiene una gran responsabilidad, ya que los escaladores confían sus vidas a los guías. Si un escalador se cae, el trabajo del guía es parar esa caída.
Las decisiones que toma el guía, como juzgar el tiempo y las condiciones de la nieve, pueden determinar si el grupo llega sano y salvo abajo de la montaña.
García dice que en algunos casos, las mujeres son más cautelosas al tomar estas decisiones.
“Algunos clientes me han dicho a la cara que no se fían de las guías mujeres”, dice.
El número de guías mujeres en otros países también es bajo.
Desde que aprobó el examen, muchos colegas han afirmado públicamente lo orgullosos que están de sus logros, no solo en Ecuador.
François Marsigny está a cargo del departamento de alpinismo en la Escuela Nacional Francesa de Alpinismo y Ski, cree que es “muy importante” que más mujeres sigan los pasos de García.
“Las mujeres traen actitudes nuevas al trabajo, como la comunicación, el cuidado del cliente y el manejo de riesgos”, dice.
Juliana García espera que otras sigan sus pasos.
Marsigny quiere aumentar el porcentaje de guías mujeres en Francia del actual 2% a al menos un 10% en los próximos cinco años.
Es un porcentaje que en Ecuador todavía parece lejano. Pero la pasión de Juliana García para hacer del montañismo algo accesible para todos sin importar el género está ganando.
“No se trata de lo que es o no es posible. Las montañas son de todos”, asegura