Las abuelas ruidosas que desatan ira y pasiones en China

Las abuelas ruidosas que desatan ira y pasiones en China

Noche y día, en cualquier espacio público que esté disponible, decenas y hasta cientos de personas en China, principalmente mujeres, se entregan frenéticamente al placer de bailar.

Puede tratarse de un vals, una coreografía moderna o simplemente movimientos sin un estilo definido. Las bailarinas tienen dos cosas en común: suelen tener más de 45 años y danzan al compás de una música tan fuerte que desafía hasta a los tímpanos más resistentes.

 

Se las conoce en China como las "abuelas danzantes" y son apasionadas por lo que se llama localmente Guang Chang Wu, una expresión que podría traducirse como "Bailar en plazas públicas".

En un país en el que los espacios disponibles no abundan, esta tradición está desatando pasiones. La competencia por un lugar puede ser feroz y lleva a algunos grupos a comenzar la música en la madrugada, a bloquear sitios para estacionar o a protagonizar discusiones más que acaloradas con otros bailarines.

Y la lucha por una pista de baile no se limita a sitios públicos. Cualquier espacio puede ser disputado, desde el hall de un edificio de viviendas hasta la entrada de una biblioteca municipal.

Pesadilla

Para la mayoría de la gente en China, acostumbrada a vivir en apartamentos pequeños sin jardines, estas danzas que invaden espacios públicos se han transformado en una pesadilla.

Es imposible escapar al ruido. Un hombre con su bebé dice que las primeras palabras que pronunciará su hija serán de esas "canciones de letras cursis que bailan en la plaza".

Otro dice que la salud de su esposa embarazada está sufriendo, ya que la música constante le impide descansar.

Pero no hay muchas soluciones a este problema. Existen reglamentos locales sobre "comportamientos apropiados en espacios públicos" y normas sobre límites de decibeles.

La tradición de bailar en espacios públicas cuenta con unos 100 millones de adeptos en China.

Pero no está claro a qué autoridad municipal corresponde medir esos decibeles en la práctica y tomar medidas concretas.

Por otra parte, ningún departamento estatal parece estar dispuesto a mostrar mano dura con bailarinas jubiladas que disfrutan de lo que describen como "el único pasatiempo disponible".

Pero algunos vecinos están perdiendo la paciencia. Recientemente en Wuhan un grupo de residentes acabó generando titulares cuando lanzó excrementos a unas bailarinas ruidosas.

Y hace unas semanas, un hombre en Pekín soltó sus tres mastines contra otro grupo de danza.

Las acciones de protesta no tuvieron efecto. Las bailarinas volvieron desafiantes a la plaza y aumentaron el volumen de la música.

Podría decirse que se trata de un conflicto de formas de expresión y tradiciones culturales. Muchas bailarinas crecieron en una época de canciones revolucionarias.

En China hay un respeto genuino por las personas mayores y no muchos estarían dispuestos a impedir este pasatiempo.

Y por otra parte, algunas estimaciones hablan de cerca de 100 millones de "abuelas danzantes" en todo el país.

¿Quién osaría enfrentarlas?

radioroja

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