«Las Vegas», la serie que desnudó a los hombres y sus complejos sexuales

«Las Vegas», la serie que desnudó a los hombres y sus complejos sexuales

Un escenario, un caño –tubo-, música y muchas, muchas mujeres. De pronto un hombre musculoso se acerca al caño, sube, baja, se cuelga, gira y hace flexiones dignas de un contorsionista profesional, dejando anonadadas –y encendidas- a las asistentes.

De pronto aparece otro. Y otro. Y otro más bailando en un rol que, hasta ahora, parecía reservado para las mujeres.

Son cuatro hombres de distintas edades, condiciones sociales e historias de vida. No sólo tienen en común su cuerpo ligerito de ropa, sino también sus historias, sus penas, sus alegrías.

Los bailarines exóticos también lloran. Los hombres latinoamericanos también demuestran sus sentimientos y pueden ser, por qué no, objetos sexuales.

Eso es lo que plantea "Las Vegas", la telenovela que revolucionó la pantalla chilena y que está dando que hablar en las principales ferias de series internacionales, como Natpe y en LA Screenings.

Los hombres como objeto del deseo

El éxito en números

Desde el 17 de marzo, día en que se lanzó la telenovela, ésta ha liderado por lejos su segmento horario. Promedia 20,3 puntos de raiting por noche -más de 1.280.000 personas-, 5 puntos por sobre su competidor más cercano.

La telenovela se transmite de domingo a jueves a las 22.30 hora local y estará en pantalla hasta el próximo mes.

"Ellas se ponen los pantalones. Ellos se los sacan", un eslogan que define bastante bien la telenovela.

A grandes rasgos, "Las Vegas" es una telenovela nocturna chilena que cuenta la historia de Verónica, una viuda a la cual su marido sólo le deja problemas.

Dueño de un "puticlub" y socio de traficantes y maleantes, el difunto la deja llena de deudas. Y si no paga rápido le rematan su casa y la de su hija.

Desesperadas por salvar los bienes familiares, las cuatro mujeres Vega –Verónica y sus tres hijas- deciden transformar el antro en un distinguido club nocturno para señoritas ganosas de celebrar su despedida de soltera como dios manda.

Y para eso, contratan cuatro "vedettos" –nombre que reciben en Chile los strippers masculinos- que serán el centro de la historia y del deseo de protagonistas y televidentes femeninas.

La historia ha sido un éxito en Chile. Durante los tres meses que ha estado en pantalla ha liderado su segmento horario y destapado, literalmente, el debate.

"Cambiar los roles, invertir las posiciones generó súper harto interés. En nivel latinoamericano es súper poco tradicional", explica Alberto Gesswein, director general del área de Ficción de Canal 13.

Acostumbradas a ver las exuberantes curvas femeninas poblar la pantalla de televisión, las chilenas se sorprendieron un poco al ver hombres a trasero "pelado". O casi pelado.

"Fue una grata sorpresa", le dice a BBC Mundo Claudia Carrasco, profesora chilena de 45 años y acérrima consumidora de telenovelas.

No sólo porque son ellos quienes recrean la vista, sino también porque por primera vez en Chile –y aparentemente en Latinoamérica- el empoderamiento femenino era mostrado en pantalla de una forma básica: con una dueña de casa que se transforma en dueña de un cabaret.

"Sorprende porque está hecho para el género femenino y en Chile no está muy visto que el hombre adquiera protagonismo sexual", analiza Claudia.

Las dominatrix del control remoto

Las cuatro mujeres Vega son la contraposición al "macho proveedor" latinoamericano.

Como televidente, Claudia da en el clavo de la estrategia de la telenovela. "Es el tránsito del empoderamiento femenino. Este movimiento donde la mujer no es objeto, sino que el hombre pasa a ser objeto de la mujer", asegura Guesswein.

"Fue un quiebre del paradigma donde la mujer siempre ha sido el objeto de deseo o el cuerpo que se erotiza, la que tiene el rol de seducir. Se dio vuelta y fuimos cuatro hombres los que nos sacamos la ropa", le cuenta a BBC Mundo el actor Mario Horton que encarna al Vicente, uno de los strippers.

Según le cuenta Gesswein a BBC Mundo, hoy son las mujeres las que toman las decisiones, "las que tienen el control remoto".

En palabras simples, ellas son las que alimentan la industria y ese es el público objetivo en el que se tienen que enfocar.

Es este quiebre del paradigma el que mantiene despierto todas las noches al público chileno. Y latino. Porque la serie acaba de ser vendida a un canal de la televisión abierta ecuatoriana y otro de cable en Estados Unidos.

Y el secreto del éxito pareciera haber sido la prolijidad con que guionistas y productores construyeron una historia que abarca el amplio espectro femenino.

Por un lado, cuatro mujeres que salen adelante en un trabajo no tradicional, exitosas y proveedoras. Por el otro, cuatro bailarines que no sólo erotizan el rating, sino que además son encarnados por actores especialmente escogidos para cubrir distintos tipos de público femenino.

I’m sexy and you know it

Coto (Cristián Campos), Peter (Cristián Arriagada), Vicente (Mario Horton) y Robinson (Àlvaro Gómez), los cuatro strippers.

Coto, un "vedetto" maduro, con 20 años de baile en el cuerpo; Robinson, un joven y escalador bailarín, interesado en ocupar su profesión para encontrar una mujer madura con dinero; Pedro, un informático cesante al que no le queda otra opción que transformarse en bailarín nocturno y Vicente, un ingeniero con un trabajo estable en un banco que deja todo tirado por cumplir el sueño de su vida: bailar en un cabaret. Esos son los cuatro personajes que noche a noche se sacan la ropa frente a millones de chilenas. Y chilenos.

"Mi marido también la ve", cuenta Claudia. "Es bien entretenida", grita él desde el otro lado del teléfono.

No sólo se sacan la ropa, sino que comparten los problemas, temores y cambios de muchos hombres modernos. "Nos llevó a reflexionar sobre cuán reprimidos están llos chilenos sobre los temas sexuales", asegura Campos.

Pero la transformación de galán de telenovela tradicional a objeto sexual no fue fácil ni rápido. Hoy "aprenderse el texto y llegar bien afeitado ya no es suficiente", como le cuenta a BBC Mundo Cristián Campos, actor que encarna a Coto.

La preparación para ser un "vedetto" creíble y estar en forma duró entre cuatro y seis meses e implicó desde estrictas dietas hasta depilación cuerpo completo. O casi.

Cristián Campos encarna a Coto, un "vedetto" con 20 años de experiencia.

"Para transformarse en objeto del deseo hay que transformarse, como las mujeres. Acá decimos 'para ser bella hay que ver estrellas' y eso fue: personal training, dieta con nutricionistas, depilarnos y aprender a bailar el caño", le cuenta Campos a BBC Mundo.

Y los roles se intercambiaron hasta en la comida. Porque mientras las actrices celebraban con un pisco sour –trago típico chileno- el lanzamiento de la telenovela, los actores estaban a pura agua mineral.

"Las compañeras se comían un lomo a lo pobre mientras nosotros comíamos atún con lechuga", recuerda Horton.

La dieta no fue lo único difícil. Lo más complicado para Horton tuvo que ver con "superar los pudores", según le cuenta a BBC Mundo.

"Encontrarle el placer a hacerlo (bailar en el caño) fue una tarea compleja, pero no por eso desagradable". Pero finalmente, en la búsqueda del "homoerótico" lo pasaron bastante bien. "Nos sorprendimos de encontrarle placer a eso".

radioroja

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