Google debe estar pensando en algún festejo. A finales de octubre de este año se cumplirán cinco años desde que el primer teléfono Android (HTC Dream o G1) saliera al mercado. Y en unos días más marcarán el día en que, hace una década, se sembró la semilla del que ahora es el sistema operativo inteligente más popular del mundo.
En octubre de 2003 Andy Rubin, Rich Miner, Nick Sears y Chris White fundaron Android Inc., con la idea de crear un sistema operativo para teléfonos celulares –después de desechar la idea de hacerlo para cámaras digitales– que fuera fácil de usar, programar y operar.
Veían una oportunidad de mercado fascinante: cada vez más gente tenía acceso a dispositivos móviles y los utilizaban para conectarse con otras personas y con crecientes volumenes de información. El gran problema era que cada teléfono tenía su propio software por lo que crear aplicaciones para todos podía ser una pesadilla.
Un año y medio después Rubin le presentó la idea a Larry Page, fundador de Google, con el fin de conseguir su respaldo para atraer inversionistas. Page tenía otros planes.
En 2005, Google se estaba convirtiendo en el buscador dominante en el mundo gracias a las computadoras de escritorio, pero el estandarte móvil ya se asomaba sobre el horizonte. En la mente del ahora director ejecutivo de la empresa, la idea de Rubin debe haber sido una oportunidad que no podía dejar pasar.
Si Google tenía su propio sistema operativo para teléfonos celulares, entonces su buscador sería el alma de cada uno de los dispositivos que lo alojaran, asegurándose así de que su dominio en el terreno de las búsquedas no menguara.
Por ello no es de extrañar que cuando Rubin terminara de explicar su idea, Page decidiera comprar Android y a sus fundadores. Sólo uno de ellos no se mudó a las oficinas del buscador. A cambio, Andy Rubin se convirtió en el director de la división móvil de Google con más recursos humanos y económicos para desarrollar el nuevo sistema operativo.
En su momento, medios e internautas se rascaron la cabeza con el anuncio. ¿Qué buscaba Google? ¿Se estaba expandiendo demasiado?
Una rápida mirada a los comentarios en las noticias de aquella época trae frases como: "Google debería concentrarse sólo en búsquedas. Cualquier intento que hagan en un sistema operativo móvil, fracasará. Dudo que sobreviva contra BlackBerry".
Algunas de las dudas –aunque erróneas a largo plazo– parecían fundadas. Después de todo BlackBerry dominaba, por mucho, el mercado de los teléfonos inteligentes.
Pero la apuesta de Google, paso a paso y con mucha paciencia, rindió frutos.
Según cifras de IDC, hoy los teléfonos con el sistema operativo de Google dominan casi el 80% del mercado global de teléfonos inteligentes, frente a poco más del 13% de Apple, casi 4% de Microsoft y poco más del 3% de BlackBerry.
Desde el momento en que Android fue adquirido por Google hasta la aparición del primer dispositivo, pasaron muchas cosas. La más relevante fue el hecho de que Apple lanzó el iPhone con gran éxito; éxito que aún se mantiene en un ritmo estable.
Por ello muchos esperaban que Google pusiera todos los huevos en una canasta y compitiera contra Steve Jobs con un teléfono propio.
Pero el buscador tenía otros planes.
A inicios de 2008 anunció la creación de la Open Handset Alliance, una alianza de Google con fabricantes de teléfonos celulares como HTC, Samsung y Sony. La idea era que dichas empresaas fabricarían teléfonos Android y promoverían una plataforma móvil de código libre.
En su momento la alianza recibió muchas críticas dado que la gente esperaba que el buscador sacara su teléfono y no una "idea" de estar presente en muchos teléfonos. Pero aunque tardó en rendir frutos, en 2010 finalmente el número de teléfonos Android en el mundo superó a los iPhones y un año después a BlackBerry.
La alianza ha rendido frutos a nivel comercial. Google provee el software (en el que su buscador, su correo, sus mapas y sus videos son parte central) y los fabricantes compiten entre ellos tratatando de diseñar el mejor caparazón para el código Android. Gracias a esta asociación el éxito de Samsung se ha catapultado por las nubes.
Pero no todo es una historia de éxito.
Android ha sufrido en los tribunales varias demandas de sus competidores que han alegado que el sistema operativo viola sus patentes. Los litigios han venido por parte de Oracle, Microsoft, Apple y otros. Y el hecho de que varios fabricantes produzcan el teléfono los ha arrastrado a las batallas legales.
De hecho la compra de Motorola por parte de Google y de varias patentes de IBM fue vista como una maniobra defensiva del gigante de internet en esta guerra de patentes.
La variedad de empresas que producen teléfonos Android también ha provocado una clic fragmentación del sistema operativo. No todos los teléfonos tienen la versión más reciente del software y los operadores y fabricantes suelen tardarse en actualizar Android cada vez que una nueva versión del androide verde sale al mercado.
En julio de este año casi el 38% de los dispositivos Android tenían la versión más reciente (llamada Jelly Bean) y 34% aún tenían Gingerbread que apareció a finales de 2010.
Dicha disparidad entre uno y otro teléfono suele ser usada como argumento por quienes prefieren los dispositivos de Apple sobre los de Google. Los aparatos con iOS, dicen, son más uniformes porque sólo los produce Apple y la fragmentación de distintas versiones del sistema operativo es mucho menos.
Los entusiastas de Android responden que prefieren un teléfono con código abierto y variedad de opciones a seguir sólo la visión de Apple.
Y es curiosamente este constante debate entre fans de una u otra marca uno de los legados de la llegada de Android. Los teléfonos dejaron de ser objetos para convertirse en religiones tecnológicas en las que se profesa amor a uno u otro modelo.
Eso, al menos, en el mundo de los adoradores de la tecnología. Para el consumidor común y corriente lo que importa es la marca que compra así sea la de Apple, la de Microsoft y la de Google.
A final de cuentas, los que optan por un dispositivo Android piensan en comprar un teléfono Samsung, un Sony o un Motorola, no un sistema operativo. Saben que el software del buscador está ahí, pero su presencia es silenciosa. Y Google no podría estar más contento.