“No me siento una víctima”: la respuesta de un dreamer a Trump ante la amenaza del fin del programa DACA

“No me siento una víctima”: la respuesta de un dreamer a Trump ante la amenaza del fin del programa DACA

Cuando Juan Martínez se postuló para ser beneficiario de DACA, llamaba todos los días al Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos para saber en qué andaba su caso.
Lo esperaba una pasantía remunerada en Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión más grandes del mundo. Y ya le habían advertido allí que como inmigrante indocumentado no podrían contratarlo.
Martínez tenía 22 años y la oportunidad le iba a servir para salir de la que había sido su ciudad desde los cuatro años, Austin (Texas), para vivir la experiencia laboral en el distrito financiero de Wall Street, en Nueva York.

El profesional nacido en México cuenta que eran tan insistentes sus llamadas, que una funcionaria de la oficina de inmigración le dijo: “Entiendo su situación, pero es la primera vez en la historia de este país que hacemos un proceso así. Le ruego sea paciente”.
Era octubre de 2012 y el entonces presidente, Barack Obama, había firmado tres meses atrás una histórica orden ejecutiva que protegería a Martínez y a más de 750.000 jóvenes indocumentados de ser deportados.
La acción se llama Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés) y contempla “diferir” cualquier acción sobre el estatus migratorio por un periodo de dos años, con opción a renovar, a personas que llegaron al país cuando eran niños.
A los adscritos a esta iniciativa también se les conoce como dreamers (soñadores).

Martínez llegó a Estados Unidos en 1994 cuando tenía cuatro años de edad.
Aunque Goldman Sachs no pudo esperarlo más para la pasantía, las llamadas incesantes de Martínez valieron la pena: fue el décimo cuarto beneficiario de DACA en todo el país y con esto, pudo tramitar su primera licencia de conducir y permiso de trabajo en Estados Unidos.
Ahora, con 27 años, Martínez piensa en qué va a hacer si el presidente Donald Trump decide no renovar el programa, como han reportado medios estadounidenses citando a funcionarios gubernamentales cercanos a las discusiones sobre el tema.
La Casa Blanca informó que el martes el republicano dará el anuncio oficial sobre su decisión.
Una que es difícil de anticipar, pues su campaña electoral en 2016 hablaba de “terminar inmediatamente” con DACA, pero desde que asumió la presidencia, Trump suavizó su postura al decir que tratará el tema con “gran corazón”.

Medios en EE.UU. han citado recientemente fuentes del gobierno que, en condición de anonimato, han señalado que Trump dará al Congreso un plazo de seis meses para redactar una legislación que reemplace al programa.
En cualquiera de los dos escenarios, Martínez dice saber que su vida cambiará. Pero también dice tener un plan.
Plan A y Plan B
“Llegas a un punto en el que no puedes dejar que el gobierno dictamine tu vida y tienes que enfocarte en ti”, le dice Martínez a BBC Mundo en conversación telefónica.
Esa, asegura, ha sido la actitud de su familia siempre. Pese a ser indocumentados, sus padres emprendieron en la década de 1980 un negocio en el área de la construcción que se mantiene hoy en día.

Juan Martínez el día de su graduación junto a sus padres, de origen mexicano, y su hermano, quien también es beneficiario de DACA.
Martínez, a su vez, trabajó junto a su padre en obras desde adolescente, pero también obtuvo una licenciatura en Matemáticas Aplicadas y Computación de la Universidad de Texas, la más importante del estado.

Justo un mes antes de la elección presidencial en noviembre del año pasado, decidió dejar su trabajo corporativo para invertir en su propia compañía, dedicada a la inteligencia artificial dentro de la industria de la construcción.
Le inyectó US$50.000 de su propio bolsillo y, aunque ahora su futuro es incierto, dice que no se quedará de brazos cruzados.
Cuando (mi hermano y yo) hablamos de DACA, no hablamos de sentirnos víctimas. Hablamos de los diferentes escenarios y cómo podemos planificar una estrategia para hallar soluciones”
Juan Martínez, beneficiario de la orden ejecutiva DACA desde 2012
“Si pasara lo peor (que para él es ser deportado a México), tendría que acordar un plan de acción con mis socios. Como soy uno de los mayores accionistas de la compañía, probablemente podrían patrocinarme un visado en Estados Unidos”, señala.
Con los rumores de hace meses de un posible fin de DACA, Martínez se asesoró con un abogado sobre sus opciones.
“Asumir ese proceso resultaría tedioso, caro y quizá ineficiente. Pero si es la solución, así será”, dice.
En caso de que sus padres también sean deportados, dice Martínez, han analizado vender un rancho “bastante grande” que tienen en Texas para solicitar luego un visado de inversionistas extranjeros, otra forma que les permitiría volver a Estados Unidos.

Martínez dejó su empleo en una corporación para fundar su propia empresa de construcción e inteligencia artificial este año.
Martínez dice que pasar por todo esto significaría “una interrupción grande” en sus vidas actuales, pero está consciente también de que otros dreamers no cuentan con tantas alternativas.
Según una encuesta realizada en 2016 a más de 1.300 adscritos al programa, solo el 6% emprendió su propio negocio tras recibir los beneficios de DACA, señaló el Centro para el Progreso Estadounidense (CAP, por su sigla en inglés).
El mismo informe indica, sin embargo, que el acceso a DACA permitió un aumento del 42% en los salarios de los beneficiarios, lo que se traduce en un “impacto positivo para la economía del país”.
Quienes abogan por revocar el programa, argumentan que lo justo es que esos empleos puedan ser aprovechados por ciudadanos estadounidenses e inmigrantes que tienen un estatus legal en el país.

 

¿Dónde viven los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos?
Aportar a la economía del que siente como su país, dice Martínez, es lo que quiere seguir haciendo.
“Cuando mi hermano y yo hablamos de DACA, no hablamos de sentirnos víctimas ni pensamos que quieren hacernos daño. Hablamos de dar con soluciones. Es lo único que podemos hacer, tratar de descifrar un camino alternativo”.
Sobre empezar una nueva vida en México, Martínez es tajante: “Absolutamente no, no podría vivir en México”.
Cuenta que estuvo hace dos meses en su país de nacimiento para visitar plantas de acero porque quiere importar acero a Austin, pero que no se plantea quedarse.
“Mi sueño de ser un empresario solo puede cumplirse en un país, y ese país es Estados Unidos”.

Radio Roja

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