La decisión de Brasil de adquirir 36 aviones cazas suecos por US$4.500 millones señala la voluntad de este país de ampliar su poderío militar y adquirir tecnología avanzada, sin asociarse para ello con potencias occidentales como Estados Unidos y Francia.
La compra de los aviones de combate Gripen NG de la empresa sueca Saab fue anunciada este miércoles por el ministro brasileño de Defensa, Celso Amorim, en el desenlace de un proceso que se extendió durante años, con varias idas y vueltas.
Amorim indicó que la propuesta sueca no sólo fue escogida por razones de costos o calidad de los aviones, sino también por la transferencia de tecnología que Brasil recibirá junto con los cazas.
Pero la elección del gobierno de Dilma Rousseff significó un revés para la estadounidense Boeing y la francesa Dassault, que competían por asegurarse el jugoso contrato y cuyos países negociaron con Brasil al más alto nivel por este tema.
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De hecho, razones estratégicas y políticas como el reciente escándalo de espionaje estadounidense en Brasil parecen haber influido en el camino que el país escogió para una compra que, según expertos, transformará su capacidad de defensa.
Será "un salto tecnológico inmenso para la Fuerza Aérea Brasileña", definió Fernando Martini Catalano, jefe del departamento de ingeniería aeronáutica de la Universidad de Sao Paulo-Sao Carlos, en diálogo con BBC Mundo.
"Gran ganancia"
La oferta de la empresa sueca Saab para proporcionar los 36 cazas a Brasil por unos US$4.500 millones era la más barata de las tres que analizaba el país, que espera recibir sus primeros aviones a partir de 2018.
De este modo, Brasil sustituirá su flota de aviones de combate Mirage que llegan a su hora de retiro, buscando ampliar su capacidad de protección de fronteras y recursos naturales y consolidar su estatus de líder regional.
Catalano indicó que el mayor cambio será desde el punto de vista de armamento y electrónica de guerra, "que hace la gran diferencia en todos esos aviones" porque de una generación a otra modernizan sus sistemas de controles, radar o armas.
"Si conseguimos avanzar en esa tecnología será una gran ganancia para Brasil", sostuvo. "El avión en sí, si tiene dos o tres turbinas, es una opción".
El especialista calificó como "buena" la elección de los cazas suecos porque se trata de un avión más simple y económico, pero que permitiría a Brasil acceder a mayor tecnología.
Aunque el contrato aún debe ser negociado, la intención de Brasil es diseñar junto con Saab la planta de los cazas y que al menos parcialmente sean fabricados en el país.
El Gripen NG aun es un prototipo en fase de prueba y con más de 300 horas de vuelo. Algunos veían esa falta de experiencia como un problema de la oferta sueca, pero Catalano sostuvo que la misma "cumple la misión" que quiere Brasil.
"Gasto grande"
l Gripen NG aun es un prototipo en fase de prueba y con más de 300 horas de vuelo.
Hasta hace unos meses, la oferta de la estadounidense Boeing para venderle a Brasil sus cazas F/A18 Super Hornet era considerada como una opción tentadora para Rousseff.
La mandataria llegó a discutir el tema personalmente en mayo con el vicepresidente estadounidense Joe Biden.
Pero las posteriores revelaciones de espionaje estadounidense a Brasil enfriaron las relaciones entre ambos países, generaron desconfianza y según medios locales perjudicaron las posibilidades que tenía Boeing de ganar el negocio.
Rubens Barbosa, un exembajador brasileño ante la Casa Blanca, dijo que la transferencia de tecnología ofrecida por Saab fue determinante en la decisión, pero "el contexto de la relación actual (entre Washington y Brasilia) no puede ser ignorado".
"La relación con Estados Unidos no está buena", indicó Barbosa a a BBC Mundo. Molesta por el espionaje, Rousseff llegó a cancelar una visita de Estado prevista para este año a Washington.
En el caso de los cazas Rafale fabricados por la francesa Dassault, se trataba de la oferta más cara que recibió Brasil.
El gobierno francés también realizó gestiones al más alto nivel por este negocio, incluyendo una visita del presidente François Hollande la semana pasada a Brasil acompañado por autoridades de Dassault.
En 2009, el entonces presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva expresó preferencia por los Rafale por la transferencia de tecnología que ofrecía Francia. Pero un informe de la FAB señaló a los cazas suecos como mejor opción y abrió una polémica doméstica.
Brasil anunció su intención de renovar su flota de cazas en la década del '90 durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, pero el programa fue cancelado y relanzado por su sucesor Lula.
La decisión final había sido aplazada por Rousseff ante las limitaciones económicas y fiscales del país.
Barbosa, que asesora a la federación de industrias de Sao Paulo, dijo estar sorprendido por el momento en que se anunció la compra, por ser "un gasto grande" antes de las elecciones de octubre en que se espera que Rousseff busque la reelección.