Quemar lotes de tierras del Servicio Nacional de Parques en Arkansas y Colorado, en Estados Unidos, es una muy buena idea, en opinión de Mark Zabel, doctor en Inmunología de la Universidad de Colorado.
Y es que estos incendios controlados -ya planificados por agencias ambientales con el objetivo de mejorar las condiciones de la vida silvestre en la zona- son para este investigador, un laboratorio donde poner a prueba una estrategia contra una misteriosa enfermedad que está devastando a poblaciones enteras de ciervos y alces.
Observada por primera vez en 1967 en EE.UU. por biólogos de su misma universidad, esta extraña enfermedad -denominada enfermedad debilitante crónica (EDC)- se ha esparcido ahora por 24 estados en ese país, y ha sido detectada Corea del Sur y en Noruega, que registró el primer caso en Europa en 2016.
La peculiaridad de esta enfermedad es que no está provocada por un virus o una bacteria sino por una proteína que se pliega de manera incorrecta, llamada prion, que, cuando se ingiere, hace que las otras proteínas en el cuerpo se comporten de la misma manera.
Las proteína priónicas son las que causan también las encefalopatía espongiformes transmisibles como la encefalopatía espongiforme bovina -la enfermedad de la vaca loca- y su variante en seres humanos, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
Síntomas
“Estas enfermedades se presentan generalmente con pérdida de memoria, demencia… son similares a otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer”, le dice Zabel a BBC Mundo.
Los animales enfermos tienen dificultad para moverse, orinan y salivan mucho y le pierden el miedo a los depredadores y humanos.
“En el caso de la EDC, estos animales tienen las orejas caídas, salivan y orinan mucho, tienen gran dificultad para iniciar sus movimientos, pierden peso y el miedo a los depredadores y a los humanos”, añade.
No hay ni cura ni vacuna para proteger a los animales y, hasta donde se sabe, una vez que el animal manifiesta los síntomas, siempre es mortal.
Además, es una de las enfermedades priónicas más difíciles de controlar: cuando hay un animal enfermo, en el largo plazo puede acabar contagiando a la mayor parte de la manada.
Hasta el momento no hay evidencia de que pueda saltar especies y contagiarse de cérvidos a humanos. No obstante, como es una enfermedad en evolución, el temor es que pegue el salto.
Incendios
La razón por la que Zabel y su equipo creen que la quema de terrenos puede ser un elemento clave en la estrategia para evitar la propagación la EDC, es por el modo en que se contagia.
Si bien la transmisión por el contacto directo entre animales (a través de la saliva de hocico a hocico, pero también por las heces o la orina) es el mecanismo más importante, no es el único.
Los priones son muy estables y quedan por décadas en el medioambiente
“Los priones son increíblemente estables, pueden quedar en el ambiente por décadas. Puedes sacar a los animales infectados y reintroducir animales sanos años después, y estos contraerán la enfermedad”, dice el inmunólogo.
Un método que podría funcionar para reducir el número de priones en el medio ambiente, cree Zabel, es quemando el terreno.
Y como los incendios en su área de estudio ya estaban planificados, el investigador quiere aprovechar la oportunidad para analizar la presencia de priones en las plantas antes y después de la quema.
La temperatura generada por los incendios no es lo suficientemente alta como para eliminarlos por completo, pero la disminución de su población puede reducir las chances de que se contagien animales sanos.
Por otra parte, “cuando las plantas se queman y los priones se depositan nuevamente en el suelo, hay ciertos componentes del suelo que los mantienen de forma muy apretada. Si esto ocurre, es posible que las plantas que vuelven a crecer en esos suelos no incorporen esos priones en la estructura de sus raíces”, señala Zabel.
El científico no descarta que pueda ocurrir todo lo contrario. Es decir que el impacto de la quema sea negativo: si los animales consumen suelo para suplir una deficiencia de minerales, los priones en la tierra acabarían infectándolos.
La única forma de saberlo, es experimentando con los incendios controlados