El tema parecía presente en todos lados: en redes sociales, las conversaciones de sobremesa, los noticieros de radio y televisión, en columnas políticas.
Como pocas veces en la historia reciente de México un feminicidio, el cometido contra Mara Castilla Miranda, estudiante de 19 años de edad, llamó la atención en el país.
Fue una inédita oleada de indignación por la violencia contra las mujeres, en un país donde según estadísticas se cometen 7 feminicidios al día.
Ahora el debate, como no había ocurrido antes, pareció hacer crisis. ¿Por qué?
“Con Mara sucedió algo muy fuerte”, le dice a BBC Mundo la maestra en Sociología y feminista Sandra Martínez Hernández, integrante del colectivo que organizó la marcha de protesta en Ciudad de México el domingo 17 de septiembre.
En mayo pasado fue asesinada Lesvy Berlín Osorio, de 22 años de edad, y como protesta por redes sociales de internet se difundió la etiqueta #SimeMatan.
Bajo esta frase las participantes contaron las razones por las que podrían ser asesinadas en México, como usar vestidos cortos o asistir a bares y fiestas hasta muy tarde por las noches.
Mara Castilla participó en esta campaña, cuenta Sandra Martínez. En su mensaje dijo, #SimeMatan, “es porque me gustaba salir de noche y me gustaba tomar cerveza”.
Y al parecer, eso fue lo que ocurrió. La estudiante abordó el taxi de su presunto victimario después de una fiesta con sus amigos, en la madrugada del 8 de septiembre.
Mara Castilla fue asesinada el 8 de septiembre en Puebla.
Cuando se supo de su homicidio el impacto fue devastador, confiesa la maestra Martínez Hernández.
“Ya sabíamos que estamos en peligro todos los días pero cuando a una compañera que estaba consciente de lo que había ocurrido con Lesvy, que dejó un testimonio y le sucedió lo mismo, nos impactó muchísimo”, cuenta.
Cuando organizaban las marchas en protesta por el feminicidio “alguien propuso que usáramos el hashtag #SimeMatan pero dijimos ya no, porque eso nos dejó bastante dañadas y lastimadas”.
“Era una forma de protesta y la verdad es que jamás pensamos que a una de las compañeras que había participado le iba a pasar”.
Otros casos
La violencia contra las mujeres mexicanas no es un tema nuevo, e incluso en los últimos años ha ganado más visibilidad en medios y sobre todo redes sociales de internet.
Este año se conocieron varios casos que desataron indignación. Pero el tamaño de la respuesta no fue como la ocurrida con el feminicidio de Mara.
La muerte de Lesvy Berlín Osorio también causó indignación particularmente porque la Procuraduría la catalogó de suicidio.
Uno de estos fue el asesinato de la niña Valeria Teresa, de 11 años de edad, en Nezahualcóyotl, Estado de México, municipio conurbado a la capital del país.
En junio pasado regresaba a casa en bicicleta con su papá, pero empezó a llover y para protegerla la subió a una camioneta de transporte público.
Elconductor escapó con ella. La niña apareció muerta horas después. El caso no se resolvió porque el presunto responsable, oficialmente, se suicidó en la cárcel.
En protesta por el crimen hubo varias marchas que reunieron a decenas de personas.
Otro crimen que desató controversia fue la muerte de Lesvy, quien apareció muerta en el campus principal de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 3 de mayo pasado.
Originalmente la Procuraduría General de Justicia de Ciudad de México (PGJCM) dijo que fue un suicidio.
Luego difundió tuits donde acusaba a la víctima de abandonar sus estudios y consumir alcohol y drogas.
En respuesta hubo algunas protestas donde participaron cientos de personas, sobre todo mujeres.
Al final la Procuraduría cambió su versión y detuvo al exnovio de Lesvy, acusado de homicidio.
En estos y otros casos hubo reacciones en internet o protestas en las calles. Pero el impacto por el feminicidio de Mara Castilla fue más profundo. ¿Qué pasó?
“Todas en riesgo”
“Se juntaron varias cosas. Todos los días vemos feminicidios y te indigna uno más que el otro, y piensas que quizá mañana no vuelve a suceder”, le dice a BBC Mundo Minerva Valenzuela, de la organización Bordamos Feminicidios y una de las organizadoras de las protestas.
En México, siete mujeres son asesinadas cada día, según las estadísticas.
“En el caso de Mara, además de que no tenía por qué ser asesinada como ninguna otra víctima, ella tomó las medidas que se nos exigen para cuidarnos”.
Es decir, abordó un servicio de taxi considerado seguro, monitoreado por internet y además avisó a su familia del viaje.
Y a pesar de ello fue asesinada al amanecer del 8 de septiembre pasado en Cholula, Puebla, en el sur de la capital mexicana.
Su cuerpo apareció una semana después, abandonado en una cañada. Las autoridades culpan al chofer del taxi de la empresa Cabify del crimen. Está detenido y puede enfrentar una pena de 85 años de cárcel.
Pero al final el mensaje del crimen de Mara es claro, subraya la activista: en México todas las mujeres están en riesgo.
“Ni siquiera con las medidas que nos dicen son las seguras, estamos seguras”, insiste Valenzuela.
#Micasaestucasa
Es uno de los puntos que marcaron la reacción ante el feminicidio de Mara, coinciden las activistas: esta vez fueron muchas más las que compartieron una sensación de creciente vulnerabilidad.
El feminicidio de Mara Castilla desató protestas inéditas en México.
Se nota en la organización de las protestas, dice Sandra Martínez. Desde el año pasado a cada marcha o evento se suman más voluntarias, hasta sumar las miles que participaron en las manifestaciones del 17 y 18 de septiembre en varias ciudades del país.
No es todo. “Hay indignación acumulada, son siete feminicidios diarios. Los leemos y al otro día son otros siete”, dice Minerva Valenzuela.
Por eso algunas de las reacciones inéditas de solidaridad.
Por ejemplo en algunas redes de Facebook con la etiqueta #Micasaestucasa se difundió esta oferta de refugio: “Amigas, hermanas, niñas y mujeres del mundo, nos conozcamos en vivo o sólo por internet”, señala.
“Si algún día van a una fiesta, ustedes o sus hijas, si tienen trabajo y se les hizo tarde o cualquier circunstancia que no les permita llegar a tiempo a su casa o el regreso resulte peligroso o inseguro, pueden escribirme y con gusto, sin importar el día y la hora, las recibo en mi casa con un buen café y un lugar para descansar. Es mejor quitarnos la pena (vergüenza) que permitir que nos quiten la vida. Hay que cuidarnos entre nosotras”.
Una de las lecciones que refuerza el feminicidio de Mara Castilla: la necesidad de las mujeres mexicanas de protegerse entre ellas, reconocen las activistas.
“No podemos estar seguras, vivimos todos los días con miedo en este país”, dice Sandra Martínez.
Y Minerva Valenzuela completa: “Este caso nos pone no solamente en un estado de mayor alerta, sino en la necesidad de seguir juntas, gritar, marchar juntas las que todavía estamos vivas”.