Por qué la postura de Estados Unidos (o su silencio) es clave en la crisis política de Honduras tras las elecciones

Por qué la postura de Estados Unidos (o su silencio) es clave en la crisis política de Honduras tras las elecciones

Tres semanas después de las elecciones presidenciales del 26 de noviembre, las protestas siguen en las calles por parte de quienes consideran que hubo fraude para beneficiar al candidato oficialista, el presidente Juan Orlando Hernández.

La Alianza de Oposición anunció el martes que impugnará la declaración de Hernández como presidente electo por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero solo para “agotar el derecho interno” antes de recurrir al internacional, ya que insisten en que no confían en el sistema judicial del país.

Sin embargo, horas más tarde, el candidato opositor, Salvador Nasralla, anunció desde Washington -donde se encontraba para denunciar ante la Organización de Estados Americanos (OEA) lo que llama “fraude electoral”- que aceptaba la propuesta de diálogo nacional hecha el mismo día por el presidente Hernández.

El período para presentar impugnaciones termina este sábado 23, y la declaratoria definitiva del ganador de las elecciones más reñidas de la historia del país centroamericano deberá realizarse antes del 26 de diciembre, cuando se cumple un mes de los comicios.

Pero, tras las “irregularidades y deficiencias” detectadas en el proceso, la propia OEA propuso realizar nuevas elecciones ante “la imposibilidad de determinar un ganador”.

Las protestas y movilizaciones en Honduras tras los comicios se saldaron hasta ahora con más de 20 muertos y perdidas millonarias.
Pero lejos de terminar, el conflicto continúa vivo en las calles, donde más de 20 personas murieron en graves enfrentamientos entre la policía y manifestantes en movilizaciones y protestas de la oposición.

Y en este clima de alta tensión, muchos se muestran críticos con la postura mantenida en las últimas semanas por Estados Unidos, aliado estratégico del actual gobierno hondureño.

O, más bien, con su falta de posicionamiento ante lo que está ocurriendo.

Silencio
“Si esto que está pasando en Honduras pasara en otro país como Venezuela, ya estarían los marines invadiendo el país. Pero como el de aquí es un gobierno amigo, EE.UU. guarda silencio”, le dijo a BBC Mundo el expresidente hondureño y coordinador de la Alianza de Oposición, Manuel Zelaya.

Lo cierto es que las declaraciones oficiales de Estados Unidos sobre este proceso han sido notablemente discretas y sin referencias reseñables a la polémica que la envuelve.

Tanto la embajada estadounidense en Honduras como el departamento de Estado publicaron un par de breves comunicados en los que, en líneas generales, pedían que las autoridades electorales pudieran trabajar sin interferencias, confiaban en la labor de los observadores internacionales y hacían un llamado a “mantener la calma”.

En su último pronunciamiento este lunes, el departamento de Estado aseguraba que “los Estados Unidos conocen del anuncio hecho por el TSE” en el que se declaró ganador de las elecciones a Hernández y animaba a los partidos a presentar impugnaciones “para plantear cualquier inquietud que puedan tener”.

La Alianza de la Oposición condenó “enérgicamente” este último comunicado por considerar que reconoce los resultados del TSE y valida “el fraude electoral”.

El candidato de la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla, que viajó a Washington para presentar sus pruebas de lo que considera un fraude electoral a la OEA. pidió a la comunidad internacional suspender la ayuda exterior al gobierno de Honduras hasta resolverse el contencioso electoral.
Analistas consultados por BBC Mundo creen, sin embargo, que EE.UU. continúa sin reconocer ni pronunciarse sobre la victoria de uno u otro candidato, sino que se limitó a repetir el anuncio del TSE para intentar seguir mostrándose “neutral” en su postura.

“Se critica que EE.UU. no ha sido contundente y claro de la forma que ha sido la OEA, se dice que se han quedado callados. Pero lo cierto es que es la tendencia habitual del país en estos casos”, explicó el director adjunto del Programa para Latinoamérica del estadounidense Centro de Investigación Wilson, Eric Olson.

En opinión del experto, sin embargo, esta tendencia no justifica la postura que Washington está manteniendo en el caso específico de Honduras.

“Yo creo que EE.UU. tiene la obligación de asegurar que este proceso ya deslegitimado no se puede tomar como la base de una decisión, y que debe haber (otro) proceso, sea de nuevas elecciones, de transición, o de lo que se decida. Pero creo que ya quedó claro que no hay posibilidad de certificar éste”, dijo Olson a BBC Mundo.

“No se han pronunciado, y ese silencio puede ser también un claro mensaje”.

Reconocimiento anticorrupción
Pero al margen de sus breves comunicados de prensa, hubo otras dos actuaciones por parte de EE.UU. durante estas semanas que resultaron igualmente polémicas.

La primera, solo dos días después de celebrarse las elecciones, fue la decisión del secretario de Estado, Rex Tillerson, de certificar a Honduras en su lucha contra la corrupción y defensa de los derechos humanos.

Este aval da vía libre para que el país pueda recibir asistencia de cientos de millones de dólares que el Congreso estadounidense destina a los gobiernos del Triángulo Norte de Centroamérica en el marco del conocido como Plan Alianza para la Prosperidad.

EE.UU. destina millones de dólares a programas de asistencia en Honduras a través de su Agencia de Desarrollo Internacional (USAID) centrados en áreas como la migración.
En medio de esta grave crisis, acusaciones de fraude electoral y criticadas actuaciones de las autoridades para reprimir las protestas ciudadanas -que posteriormente llevó a organizaciones como Amnistía Internacional a denunciar graves violaciones de derechos humanos por parte de la policía-, fue muy cuestionada la idoneidad del momento elegido para realizar esta certificación.

La decisión fue duramente criticada por varios representantes del partido Demócrata, que consideraron que podría ser vista como una clara toma de posición por parte del gobierno de Donald Trump.

“Fue muy inoportuno. Es el mensaje contrario a lo que se debería haber dado. El gobierno estadounidense insiste que fue un error de burocracia, que la decisión ya se había tomado antes, pero esto no es una explicación aceptable”, explicó Olson.

“Si no fue un error intencional, desde luego fue un error en todos los sentidos porque dio un mensaje de respaldo al gobierno de Hernández justo cuando había muchas dudas sobre el proceso electoral y su legitimidad”, agregó.

Preguntado por BBC Mundo, el designado presidencial (vicepresidente) de Honduras, Ricardo Álvarez, prefirió no opinar sobre el momento elegido para esta certificación.

“Desconozco por qué lo hicieron ahora. Eso es parte de la independencia de cada gobierno. Lo importante es que lo hicieron y que favorece a los hondureños, y que confirma que nuestra conducta en cuatro años les satisface y hemos cumplido con lo que pedían como exigencia (para liberar los fondos)”, dijo.

Relación con el TSE
La otra criticada actuación por parte de EE.UU. durante esta crisis postelectoral fue la comparecencia pública de la Encargada de Negocios estadounidense en Honduras (la máxima autoridad del país en Tegucigalpa, donde no hay embajador desde junio) junto al presidente del TSE en uno de los escrutinios especiales de votos.

La comparecencia de la Encargada de Negocios de EE.UU. en Honduras junto al presidente del TSE, David Matamoros, fue interpretado por algunos como un respaldo de Washington al proceso llevado a cabo por el tribunal.
Pese a que la diplomática Chargé Heide Fulton aseguró entonces que su país trabajaría con cualquiera de los candidatos que fuera declarado ganador, su presencia en la sede del TSE para acompañar el recuento voto a voto de casi 5.000 urnas -que según uno de los magistrados del TSE, Marco Ramiro Lobo, se realizó básicamente por la influencia de la propia Fulton- fue igualmente comentada.

“Su gesto fue interpretado por la opinión pública como un mensaje de respaldo a un tribunal víctima de su propia falta de transparencia en el proceso”, le dijo a BBC Mundo el analista hondureño Víctor Meza.

Según el también director del Centro de Documentación de Honduras, “la percepción que se está apoderando de la mayor parte de la población opositora es que EE.UU., con su posición y silencio, está favoreciendo la reelección de Hernández”.

En su opinión, uno de los motivos por los que EE.UU. podría apostar por la continuidad del hasta ahora presidente es por haber sido un “aliado dócil e indispensable” en materia de seguridad.

“Pero debido a los altos niveles de corrupción que corroen el gobierno hondureño, ese aliado se vuelve a la vez incómodo. Hay una especie de disyuntiva difícil sobre Honduras para la política exterior de EE.UU.”.

El también analista hondureño Raúl Pineda Alvarado no es tan tajante a la hora de hablar sobre el supuesto respaldo estadounidense a Hernández, en quien asegura que “no tienen la confianza como en otros gobiernos como el de Ricardo Maduro”.

Para Pineda, Washington estará a favor “del candidato que sobreviva” y su política en Honduras responderá siempre a sus propios intereses, que en estos momentos pasa por “mantener la tranquilidad y estabilidad en el país”.

Un hombre protesta frente a la embajada de EE.UU. en TegucigalpaDerechos de autor de la imagenAFP
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Seguidores de la oposición critican lo que consideran un apoyo implícito de EE.UU. a Juan Orlando Hernández en el proceso electoral.
“Lo que está claro es que EE.UU. es el gran titiritero. Si le pide a los militares hondureños que hagan un manifiesto desobedeciendo al presidente, ellos lo van a hacer. ¿Qué EE.UU. puede convocar a un gran diálogo en Honduras? También”, le dijo a BBC Mundo.

Interés estratégico
Pero ¿cómo se explica el interés estratégico de Estados Unidos en un país de menos de 9 millones de habitantes afectados extremamente por la desigualdad y la pobreza?

Su ubicación geográfica es clave, ya que “es el que rompe la correa de transmisión entre dos gobiernos supuestamente de izquierdas, como son El Salvador y Nicaragua, donde hay presencia de países orientales que EE.UU. identifica como enemigos”, dijo Pineda.

Además, recuerda, en territorio hondureño está la base de Palmerola que alberga a cientos de soldados estadounidenses de manera permanente como un enclave estratégico de las fuerzas militares de Washington en la región.

Para el analista Meza, la relación de Honduras con EE.UU. se caracteriza por una clara dependencia política, económica y hasta cultural centrada en tres grandes cuestiones en las que coincide el resto de expertos.

Por un lado, la continua migración de cientos de miles de hondureños a suelo estadounidense -en muchas ocasiones incluso de niños que viajan sin acompañantes- que es una clara preocupación para Washington.

Miles de hondureños emigran a Estados Unidos cada año huyendo de la pobreza y la violencia que azota su país.
Según Meza, “el casi millón de hondureños que vive de manera legal o ilegal en EE.UU. son responsables de casi el 20% del PIB del país gracias a las remesas que envían”.

El segundo gran tema de la agenda bilateral entre los dos países es la lucha contra el crimen organizado, y muy especialmente, contra el tráfico de drogas. Según el departamento de Estado, cerca del 85% de la droga que entra a EE.UU. desde Sudamérica pasa por suelo o espacio aéreo hondureño.

El tercer punto, según los analistas, sería su relación comercial, que si bien no es comparable a la época en que las grandes bananeras estadounidenses estuvieron presentes en suelo hondureño, sigue siendo importante para para el país como productor de artículos de alto consumo especialmente en el sur de EE.UU.

Futuro de las relaciones
Una de las preguntas ahora es saber cómo podrían variar estas prioridades entre los dos países en función de quien sea finalmente el próximo presidente de Honduras.

“En materia de seguridad, la línea de cooperación seguiría siendo estrecha en ambos casos”, dijo Meza. “Continuarían la extradición a EE.UU. de cabecillas del narcotráfico o la intercepción de avionetas cargadas de droga, como hasta ahora”.

Solo en el caso de que llegara al poder la Alianza de Oposición, Meza destaca una mayor apuesta por la lucha contra la corrupción que tanto preocupa a Washington, y que se convirtió en uno de los principales estandartes en campaña del candidato Salvador Nasralla.

Hernández es considerado por los analistas como un aliado de EE.UU. en materia de seguridad, que continuaría siendo una de las prioridades del próximo ejecutivo.
“Nasralla es un hombre que tiene como aval no haber sido administrador del Estado antes y, por tanto, no se ha apropiado de nada que no le pertenece. En el otro lado hay muchos cuestionamientos”, dijo por su parte el analista Pineda.

Según Eric Olson del Centro de Investigación Wilson, “todo depende de cómo se resuelva el conflicto actual. Si el resultado es la imposición de uno de los candidatos de manera que no sea aceptado por el pueblo, eso podría dañar la relación entre EE.UU. y Honduras”.

“Ya se vio algo dañada en 2009 después del golpe de Estado (contra Manuel Zelaya) y podría volver a suceder, si en este momento clave no se maneja de manera astuta una salida consensuada para el pueblo”, concluyó.

Radio Roja

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