Si por casualidad, perdiste la motivación para el trabajo y te pesan las obligaciones…
Si perdiste el estímulo para seguir luchando y ya te has abandonado…
Si perdiste una serie de amigos y te castiga la soledad…
Si, tal vez, perdiste el último rayo de luz y andas en tinieblas…
Si tus objetivos parecen cada vez más distantes y desfallece el ánimo para continuar…
Si alimentas las mejores intenciones y aún así te critican…
Si tus pies heridos muestran la marca de los días gastados en busca de soluciones que el tiempo todavía no trajo…
Si tus manos se extienden trémulas con ansias de tomar otra mano que no puedes retener, porque la tuya ya no está…
Si tus hombros se alzan y no pueden sostener la cruz, porque es demasiado pesada y dolorosa…
Si levantas tus ojos al cielo y no encuentras la respuesta a las súplicas hechas…
Si amas el suelo firme y tienes la impresión de pisar en el pantano de la inseguridad…
Si quieres mar abierto y encallas en la arena el navío de tus sueños…
Si quieres un mundo más limpio y fraterno y los hombres se aburren de la paz, de la armonía, lanzándose a la guerra…
Si hablas y gritas buscando respuestas y encuentras solamente el eco de la angustia…
Si la fe te parece charlatanería inútil y nada de lo eterno te despierta resonancias…
Si tanto lloraste, que no descubres estrellas en lo alto…
Si hasta la esperanza te falta como sostén y arrastras tu cuerpo laderas abajo…
Si el encanto de la vida murió en el camino y un gusto amargo de cenizas, queda en tus labios…
Si te gustaría ser íntegro, fuerte, equilibrado, y te sientes dividido, vacilante, fragmentado, hecho un guiñapo…
Totalmente destrozado, arrójate confiado a los pies del Redentor.
La Cruz sintetiza los misterios de la vida, de la muerte, del dolor.
Nuestra cruz pesa menos, cuando levantamos la mirada hacia la Cruz fijando con serenidad en Cristo nuestros ojos.
En el leño del Calvario se encuentran todas las respuestas ¡para aquellos que sufren y perdieron las ganas de sonreír, de luchar y de vivir!