Uno de los retos de mayor relevancia que actualmente enfrentan las industrias es la producción de alimentos para la población actual del planeta, la cual supera los 7.600 millones de personas; y según estima las Naciones Unidas, para el año 2.030 existirán 8.600, un 14% más de personas para alimentar.
Como una respuesta a este panorama se quiere implementar y desarrollar la agricultura inteligente o ‘Smart Farming’ en el Ecuador, un concepto que se fundamenta en minimizar los desperdicios y maximizar la productividad en el mismo terreno de cultivo. Para que este proceso sea eficiente se debe tener en cuenta la aplicación de productos para proteger los sembríos y utilizar solamente el agua que sea necesaria. Con estas herramientas será más viable conservar la base de la agricultura: el suelo.
Se estima que un 25 % del suelo del planeta está degradado, por lo que será un reto hacia el futuro llevar adelante esfuerzos para que esta proporción no aumente. Debemos entender que un centímetro de suelo puede tardar en formarse de 100 a 1000 años o que una superficie del tamaño de un campo de fútbol se degrada cada segundo. Según la FAO, América Latina y el Caribe tienen las reservas cultivables más grandes del mundo, por lo que el cuidado y la preservación de los suelos es fundamental, esto representa un gran desafío y una oportunidad en los próximos años.
Expertos de la FAO recomiendan algunas buenas prácticas para la protección del suelo, desde la protección de los cultivos con cubierta vegetal, adecuar el terreno en pendiente, minimizar la labranza, hasta la rotación de cultivos que aporten materia orgánica del suelo.
Sin embargo Fernando Mora, coordinador de Stewardship de BASF para Colombia y Ecuador, explica que se pueden medir estas recomendaciones, y todo lo que es medible es mejorable. Según él, los agricultores han trabajado todos estos años con medidas empíricas y por los resultados de las experiencias, entonces es el momento para medir y mejorar con la inclusión de la Industria 4.0.
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Agentes externos como el agua, el viento, componentes químicos favorecen a la degradación del suelo y han coexistido por años, el reto está en que al agricultor entienda cómo funcionan, cómo debe manejarlos en su beneficio y de las futuras generaciones, y cómo debe utilizar las nuevas herramientas tecnológicas, manifiesta Mora.
La información almacenada, el tratamiento de datos y el uso de algoritmos parecen temas que nada tienen que ver con el cultivo del campo, las siembras, la agricultura y mucho menos con la protección del suelo, sin embargo, con el desarrollo y la innovación que ha tenido el sector agrícola, estos conceptos que engloban a la agricultura inteligente se están haciendo cada vez más imprescindibles en las actividades de la tierra.
Con la tecnología en el campo el agricultor puede hacer seguimiento de sus cultivos de manera precisa para determinar, sin equívocos, dónde es conveniente intervenir. “Es fundamental la inclusión de las herramientas de la Industria 4.0, como por ejemplo el internet de las cosas (IoT) en la agricultura, donde con la inclusión de sensores y equipos podemos obtener datos que serán procesados (big data) en nubes y plataformas que deberán ser robustas para utilizarlos en beneficio del agricultor”, explica Mora.
Esta es una práctica sostenible concebida para gestionar los recursos naturales de manera eficaz y disminuir el impacto de esta actividad en el medio ambiente. “Al hacer las aplicaciones de productos –agroquímicos y fertilizantes- de forma directa y precisa, no habrá residuos de estos que contaminen la tierra y el agua. De esa manera, se disminuyen, por ejemplo, los gases de efecto invernadero, la deforestación y se utiliza mejor el recurso natural”, afirma el experto.
Uno de los ejemplos de adopción de agricultura de precisión es la recolección y el análisis de datos que le permite al agricultor, además de monitorear mejor sus cultivos, predecir y detectar anomalías en ellos. “A través de algoritmos e inteligencia artificial es posible calcular hasta en un 90 % la presencia de enfermedades y malezas. Esto, sin duda, es una gran ventaja en temas de productividad”, dice Mora. Además del beneficio ambiental, el uso de la agricultura inteligente derivará en ahorros y una producción sostenible al optimizarse los procesos.
En Colombia son los cultivos de exportación los que están a la vanguardia de estos procesos de inteligencia agrícola. “La tecnificación en el campo es vital para la competitividad del país, pues el uso de estas técnicas que permiten producciones eficientes y seguras con el medio ambiente y el uso del suelo, siguen mejor los lineamientos de los entes de control que dan las certificaciones de calidad de los productos”, asegura Mora.
Otra adopción exitosa de la tecnología en la agricultura es la aplicación aérea. “En los aviones se puede implementar ahora sistemas de GPS, de posicionamiento global y válvulas de flujo inteligente que nos ayudan a hacer aplicaciones de manera más eficiente y exacta”, comenta Mora. Para los grandes productores en Estados Unidos, por ejemplo, el uso de drones para la inspección del campo, de tractores no tripulados, manejos de riego remoto, nivelación del suelo por láser y la utilización de sensores para aplicaciones exactas y seguras de agroquímicos, ya son imprescindibles.
La manera tradicional de trabajar la tierra está cambiando y la agricultura de precisión es la respuesta a los agricultores que quieren cultivos sanos, rentables y cada vez más sostenibles. ‘Smart Farming’ asegura el futuro de la agricultura y, por lo tanto, de la alimentación de las generaciones actuales y venideras que tendrá el planeta. Sin duda, el registro y digitalización de los datos que recoge esta tecnología se convierten así en el insumo más valioso para el agricultor y en el aliado más poderoso para la conservación del suelo cultivable.
Agricultura inteligente
La agricultura inteligente es una metodología sostenible, concebida para gestionar los recursos naturales de manera eficaz y disminuir el impacto de esta actividad en el medio ambiente.
La inclusión de la industria 4.0 en la agricultura será fundamental en los próximos años. Los datos siempre han estado en el campo, ahora es cuestión de tomarlos a través de los equipos y sistemas tecnológicos, identificarlos, entender la necesidad y ponerlos a favor de los agricultores.
La prevención y la adopción de buenas prácticas en la agricultura son la clave para la conservación del suelo. El uso de tecnologías modernas para captura de datos y análisis de los mismos, (big data), permite de manera eficiente el monitoreo y predicción de eventos que ayudan a tomar decisiones rápidas y oportunas para minimizar el impacto de las labores propias de la agricultura, en los suelos aptos para dicha actividad.
El concepto de Smartfarming se refiere a la aplicación de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la agricultura para aumentar la cantidad y la calidad de los productos provenientes del campo. (I)
Fuente: www.eluniverso.com