El congresista republicano Steve Scalise fue baleado este miércoles en la localidad de Alexandria (Virginia).
Una práctica de béisbol de miembros del Partido Republicano en Estados Unidos acabó este miércoles con un congresista baleado en estado crítico, cuatro heridos y una pregunta inquietante: ¿hasta dónde llegará la polarización política en este país?
El sospechoso de haber iniciado el tiroteo en un suburbio de Washington fue identificado como James Hodgkinson, un hombre de 66 años que estaba furioso con el presidente Donald Trump.
El momento del tiroteo en Alexandria, Virginia, captado por Noah Nathan
En un mensaje que pronunció en la Casa Blanca, el propio Trump calificó lo ocurrido como un “asalto muy, muy brutal” e informó que el atacante había muerto durante el enfrentamiento armado con policías.
Según diversos testimonios, Hodgkinson abrió fuego con un rifle apuntando a miembros del equipo republicano de béisbol del Congreso que estaban en un campo de juego de Alexandria, Virginia.
Entre los heridos se encuentra Steve Scalise, un líder de la bancada republicana de la Cámara de Representantes, baleado en la cadera y en estado crítico tras pasar por una cirugía.
Trump visitó a Scalise en el hospital sorpresivamente en la noche del miércoles.
Varios políticos republicanos jugaban béisbol en Alexandría, Virginia, cuando un hombre abrió fuego contra ellos.
Ante diversos indicios de que Hodgkinson actuó por motivaciones políticas, surgieron llamados a aliviar las tensiones partidarias e ideológicas que dividen a EE.UU. desde hace tiempo.
Sin embargo, ¿conseguirán apaciguar la profunda polarización que vive la escena política del país?
“Trump es un traidor”
El perfil que ha surgido de Hodgkinson tras el tiroteo muestra a alguien de izquierda, sumamente crítico con Trump y la mayoría republicana del Congreso, que creía que servían a los ricos.
Un día antes, Hodgkinson publicó en Facebook una caricatura de “cómo funciona exactamente” el proceso legislativo en EE.UU.: “Las corporaciones escriben el proyecto de ley y luego sobornan al Congreso hasta que se convierte en ley”.
“Trump es un traidor. Trump ha destruido nuestra democracia. Es hora de destruir a Trump & Co.”, escribió en marzo en la misma red social.
El sospechoso, identificado como James T Hodgkinson, murió en el hospital.
Además, expresaba simpatía por el senador demócrata y antiguo aspirante presidencial Bernie Sanders, quien tras el tiroteo confirmó que Hodgkinson había sido voluntario de su campaña presidencial el año pasado y dijo estar “asqueado por este acto despreciable”.
“La violencia de cualquier tipo es inaceptable en nuestra sociedad y condeno esta acción en los términos más firmes posibles”, señaló Sanders.
En la Cámara de Representantes, hubo una atípica coincidencia entre el presidente de esa casa, el republicano Paul Ryan, y la líder demócrata Nancy Pelosi, hablando de buscar unirse tras lo ocurrido.
“El ambiente político se ha vuelto demasiado acalorado y espero que la tragedia de hoy nos sirva de recordatorio para todos nosotros de que en primer lugar estamos unidos como estadounidenses”, expresó en un comunicado la presidenta del Partido Republicano, Ronna Romney McDaniel.
Algunos notaron que los juegos de béisbol entre republicanos y demócratas del Congreso son una vieja tradición que debe mantenerse pese a lo sucedido.
El ataque del miércoles en Alexandría, Virginia, dejó al menos 5 heridos.
Steve Israel, un excongresista demócrata, escribió en el diario The New York Times que el tiroteo “no fue solo un ataque contra miembros del Congreso, su personal y la policía de protección, sino contra uno de los pocos vestigios de bipartidismo que queda en el Congreso: el béisbol”.
¿Palabras vacías?
En EE.UU. hubo otros actos de violencia política recientes, aunque sean episodios aislados y sin conexión aparente.
En 2011, la entonces congresista demócrata Gabrielle Giffords resultó baleada en la cabeza y sobrevivió increíblemente al ataque de un hombre armado durante una reunión política en su estado de Arizona que dejó seis muertos y 13 heridos.
En aquel momento, además de los llamados al control de armas que siempre hay en EE.UU. tras un tiroteo masivo, surgieron advertencias sobre las consecuencias de explotar las divisiones políticas.
Trump visitó el miércoles por la noche a Scalise quien se encuentra hospitalizado.
Sin embargo, la polarización creció y el país vivió el año pasado una de sus campañas electorales más ácidas de los últimos tiempos.
Cuando se aprestaba a asumir la presidencia en enero, Trump indicó que EE.UU. estuvo dividido desde antes de su llegada al poder y prometió frente al Memorial Lincoln “unificar” al país.
Pero las divisiones continuaron, con el presidente acusando a los demócratas de desconocer su legitimidad y querer bloquear su gobierno, y la oposición acusando a Trump de socavar la democracia tras recibir ayuda rusa para ganar las elecciones.
Este mismo miércoles, en un hecho sin precedentes en la historia de EE.UU., casi 200 miembros demócratas del Congreso demandaron a Trump por presunta violación de la Constitución al permitir que su imperio empresarial reciba dinero de gobiernos extranjeros.
Frank Bean, un profesor de sociología en la Universidad de California en Irvine, cree que EE.UU. está aún más polarizado bajo la presidencia de Trump.
Bernie Sanders confirmó que el atacante había sido voluntario de su campaña presidencial y dijo estar “asqueado por este acto despreciable”.
“El considerable grupo de personas que no están de acuerdo con él están mucho más motivados que antes y quienes lo apoyan, aunque sepan que probablemente que no va a cumplir nada concreto, se sienten parcialmente justificados porque alguien al menos pretenda estar de su lado”, dice Bean a BBC Mundo.
A su juicio, difícilmente el tiroteo de este miércoles vaya cambiar realmente las cosas.
“Siempre se dicen muchas cosas que terminan siendo vacías sobre la necesidad de unirse”, razona.
“Pero lo que ambos lados parecen decir con eso es: ‘tú, del otro lado, precisas cambiar’”.