Quién se hubiera imaginado que una visita al museo podía acabar haciéndole saber a algunos que tenían pies de simio.
Eso es lo que le pasó a una de cada 13 personas que participaron de una investigación que se desarrolló en el Museo de Ciencia de Boston, Estados Unidos.
Allí Jeremy DeSilva y un colega, ambos de la Universidad de Boston, les pidieron a 398 visitantes que caminaran descalzos sobre una alfombra mecanizada capaz de analizar varios componentes del pie.
Eso le permitió a los científicos identificar características en la estructura de los huesos del pie de algunos participantes que eran similares a las que se encuentran en fósiles de antecesores de los humanos de hace unos dos millones de años.
Pies rígidos
La mayoría de los humanos tenemos pies muy rígidos, con firmes ligamentos que mantienen unidos sus huesos. Aunque no está claro por qué se dio esta transformación, sí es cierto que estos pies son funcionales a la hora de mantenernos estables.
Pero los simios como el chimpancé pasan gran parte del tiempo en los árboles y para ellos es esencial tener pies flexibles, que les permiten colgarse de ramas y moverse con ligereza.
Cuando los primates levantan sus talones del suelo queda un pie flojo en el aire, sin nada que mantenga su estructura ósea unificada.
Así, la parte media del pie se dobla con más facilidad cuando el sujeto hace presión para impulsarse hacia el siguiente paso.
Esto se llama ruptura mediatarsiana. Y es lo mismo que identificaron los investigadores en uno de cada 13 de los participantes del estudio en el Museo de Ciencia de Boston.
Y mi pie, ¿de qué tipo es?
DeSilva le explicó a Melissa Hogenboom de la BBC cómo uno puede identificar si posee esta característica.
"La mejor forma de verlo es al caminar por la playa, dejando huellas; si el pie se dobla en esa zona (en el medio), la parte central de la huella tendría una gran cresta", dijo.
Otra forma, agregó, consistiría en grabar con una cámara de video el caminar, para poder observar el movimiento de los huesos que causan esta flexión.
En el estudio, la mayoría de las personas que la tenían no se habían dado cuenta antes; tampoco había una diferencia observable en la velocidad con que andaban.
DeSilva también detecto que las personas con un pie flexible también tienden a pisar hacia adentro.
Lejano pariente
La estructura de los huesos del pie de un pariente lejano de los humanos modernos, el Australopithecus sediba, del que hay restos fósiles de dos millones de años de antigüedad, sugiere que caminaba de manera semejante a estos sujetos.
"Estamos usando las variaciones en los humanos de la actualidad como modelo para entender qué hacía esta criatura hace dos millones de años", dijo DeSilva.
La investigación fue publicada en el American Journal of Physical Anthropology (Revista Estadounidense de Antropología Física).