En una oportunidad la actriz británica Kiera Knightley dijo que internet era "deshumanizante" y que lo evitaba, mientras que el cantante Paul McCartney confesó que los cajeros automáticos lo desconciertan.
Pese a que pareciera que Knightley cambió de opinión, pues recientemente dijo en un programa de televisión que había buscado consejos para planear su boda a través de internet, para muchos de los que se proclaman "antidigitales", la oportunidad de bloquear la tecnología siempre es bienvenida.
"La tecnología se está convirtiendo en algo más personal", señaló el experto en seguridad Graham Cluley en conversación como la BBC.
"Vamos a ver más y más dispositivos que son llevados o incluso vestidos por los usuarios. Imagino que llegará a desarrollarse una especie de rechazo entre algunas personas. Unos amarán esos aparatos, otros los encontraran muy fastidiosos".
Para aquellos que creen que estarán en el último grupo, la tecnología –irónicamente- podría darles una solución.
Lentes antilentes
El Instituto Nacional de Informática en Japón ha desarrollado un prototipo de lentes que inhiben las cámaras de reconocimiento facial.
El dispositivo es descrito como el antídoto a las gafas de Google, Google Glass.
El aparato tiene 11 luces LED, siglas en inglés de Light-Emitting Diode o diodos emisores de luz, que se distribuyen a lo largo de las cejas y la nariz.
"Las luces LED son instaladas alrededor de esos lugares porque una característica de la detección facial es que se logra cuando los ojos y una parte de la nariz se ven oscuras, mientras que otra parte de la nariz brilla", le explicó el profesor Isao Echizen al sitio en internet diginfo.tv.
"Al colocar fuentes de luz cerca de las partes oscuras del rostro, hemos conseguido bloquear la detección facial", señaló el experto.
Echizen también está desarrollando viseras que contienen material reflector o que absorben la luz para inhibir cámaras que no dependen de la luz infrarroja.
Ropa que bloquea la radiación
Emil DeToffol, un ingeniero y exdentista en Nueva York, fundó la página en internet lessEMF.com en 1996, tras la creciente preocupación por los riesgos no comprobados de la exposición a la radicación electromagnética emitida por los aparatos electrónicos que usamos en nuestras vidas diarias.
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés: National Health Service) dice que no se han identificado riesgos asociados con dispositivos (de telecomunicaciones), pero añade que "podría ser muy prematuro para detectar riesgos a largo plazo o problemas que podrían estar asociados con ellos".
La empresa de DeToffol se especializa en vender una variedad de productos: desde gorras de béisbol hasta sábanas, que contienen plata, cobre, acero inoxidable o fibras de carbono, materiales que reflejan la radiación.
"En los años noventa, las principales preocupaciones estaban relacionadas con líneas eléctricas, mantas eléctricas, pantallas de visualización de tubos de rayos catódicos. No existía el wi-fi. Los celulares recién estaban empezando", le dijo DeToffol a la BBC.
"Ahora que nuestro mundo se vuelve más electrizado, la gente se está enfermando".
Aunque asegura que no padece de ningún problema de salud, DeToffol indicó que clientes de todo el mundo se quejan de una variedad de síntomas que van desde dolores de cabeza e irritabilidad hasta zumbidos en los oídos y problemas cardíacos.
DeToffol indicó que la radiación podría no ser siempre la causa.
"A estas alturas, no se trata de la mayoría de la población, pero un cierto porcentaje se ha enfermado por esto", añadió.
Los productos que han tenido más éxito son las gorras de beisbol y los pasamontañas, seguidos de una capucha que cubre tanto la cabeza como el torso, explicó DeToffol.
"La pregunta clave es qué parte del cuerpo necesita ser protegido", dijo el empresario.
"Lo más popular es cubrirse la cabeza, particularmente cuando se está durmiendo".
Jaula de Faraday
Su nombre le hace honor al científico británico del siglo XIX, Michael Faraday.
La jaula de Faraday es una construcción de metal que atrapa las ondas electromagnéticas.
Eso impide que dispositivos como celulares o cualquier objeto que tenga chips de identificación por radiofrecuencia, incluyendo pasaportes, tarjetas de viaje y tarjetas de crédito, puedan recibir y transmitir información.
La revista Wired publicó una guía en internet para construir con cinta adhesiva y papel aluminio una jaula de Faraday del tamaño de una mano, para aquellos preocupados por la posibilidad de que información en tarjetas y aparatos pueda ser sustraída a través de discretos escáneres.
Un desertor intentó crear su propia versión de una jaula de Faraday cuando vivía en Corea del Norte, donde el uso de celulares es estrictamente controlado por las autoridades.
"Para evitar que las frecuencias de los celulares sean rastreadas, llenaba un contenedor con agua y me ponía la tapa de una olla para cocinar arroz sobre mi cabeza cuando hacía una llamada telefónica", cuenta en una investigación titulada "A quiet opening" (Una brecha silenciosa).
"No sé si funcionó o no, pero nunca me agarraron".
Una pintura contra las inalámbricas
En 2009, investigadores de la Universidad de Tokio desarrollaron un tipo de pintura que puede bloquear señales inalámbricas.
La pintura contiene óxido de aluminio que resuena a la misma frecuencia que el wi-fi. Eso permite que se bloquee el trayecto que sigue la información dentro y fuera de un lugar cerrado e impregnado por la pintura.
La idea de una pintura que bloqueara la radiofrecuencia no era nueva, pero fue la primera de su tipo en absorber frecuencias de 100 gigahercios, señalaron los investigadores.
Batallas
"La existencia de la 'antitecnología' implica que la gente está preocupada y deberíamos tomar eso con seriedad", señala la experta en tecnología Suw Charman-Anderson
"Necesitamos tener una discusión pública sobre lo que hallamos aceptable y lo que no".
"Cualquier persona que piense que no está siendo rastreada es un poco ingenua. Al comprar algo con una tarjeta de crédito o usas las tarjetas de lealtad que ofrecen las tiendas, estás siendo rastreado", añadió la experta.
"Pero el nivel de vigilancia que se necesitaría para esconderse totalmente traería consecuencias negativas en el bienestar emocional. Pienso que debemos escoger bien qué batallas librar".