La cuenta de Twitter que quiere ser partido político en Colombia

La cuenta de Twitter que quiere ser partido político en Colombia

El Partido del Tomate está recogiendo firmas para participar en las elecciones legislativas de marzo de 2014.

Tanto el nombre como la intención de participar en las próximas elecciones vinieron más tarde, pero se puede decir que el "Partido del Tomate" empezó a dar sus primeros pasos cuando unas vallas que criticaban el proceso de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC –mandadas a colocar en Medellín por el precandidato presidencial Francisco Santos– fueron atacadas a tomatazos, a mediados de abril de este año.

"Nosotros las llamamos 'las vallas del odio', porque lo que querían era acabar con el proceso de paz haciendo un llamado al odio, utilizando el odio de la gente", le dice a BBC Mundo Daniel Quintero, de 33 años, uno de los fundadores del movimiento actualmente en proceso de recolectar las 50.000 firmas que necesita para convertirse en el más joven de los partidos políticos colombianos.

"Entonces tomamos la decisión, muy espontánea, de tirarles tomates", cuenta, recordando los anuncios en los que la imagen del jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, aparecía junto a la del narcotraficante Pablo Escobar y la frase "Adivine quién ha matado más policías".

A la semana siguiente, una pila de tomates podridos y un letrero en el que se leía "Tomate el valor" también aparecerían junto a una valla en la que figuraban como blanco otros dos prominentes personajes de la política colombiana: el Procurador General de la República, Alejandro Ordoñez, y el entonces presidente del Congreso, senador Roy Barreras, acusados de haber hundido el proyecto de ley que habría legalizado los matrimonios homosexuales.

Y la entusiasta respuesta de la gente a este y otros ataques tomatazos simbólicos –doce, hasta la fecha– terminó de convencer al grupo de jóvenes detrás de las "tomatinas" que no eran los únicos que no se sentían representados por los políticos de siempre.

Las "tomatinas" permiten expresar descontento por el manejo que los políticos le dan a los temas.

"Se empezó a hablar de tomates por todas partes. Entonces empezamos a pensar: 'Bueno, este podría convertirse en un movimiento (político) real'", recuerda Quintero.

"Y el siguiente paso fue crear la cuenta de Twitter y la cuenta de Facebook, que empezaron a crecer a una velocidad impresionante, lo que nos convenció que no éramos los únicos que nos sentíamos sin opciones (políticas), sino que había miles de personas que estaban pensando igual", relata.

"Tomate la política"

Seis meses después, gracias en buena medida a la forma en que han empleado las "tomatinas" y las redes sociales para hacerse sentir en los principales debates –el movimiento se reivindica como uno de los principales promotores de los "cacerolazos" convocados por internet en apoyo al paro agrario– el Partido del Tomate sigue creciendo y los medios colombianos no han dejado de hablar del autodenominado "Partido de los Indignados Colombianos".

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La recolección de firmas parece estar casi lista, la cuenta de Twitter @TomatePartido ya tiene más de 10.000 seguidores y son más de 30.000 las personas vinculadas a su página de Facebook.

Y los jóvenes detrás de la iniciativa confían en que durante las elecciones legislativas de marzo del próximo año sabrán demostrar que son mucho más que "realidad virtual", una curiosidad del panorama político local o una moda pasajera.

"Si nos quedamos sólo en la indignación no vamos a conseguir nada. No podemos quedarnos en la indignación, necesitamos hacernos con los espacios", afirma Juan Carlos Upegui, otro de los fundadores del movimiento, refiriéndose a la intención del Partido del Tomate de presentar una lista de candidatos al Senado.

"Queremos participar en política, pero queremos cambiar a la política misma", le dice a BBC Mundo este estudiante de filosofía de la universidad de Antioquia.

Para ello, una de las propuestas del Partido del Tomate es utilizar a fondo las posibilidades abiertas por las mismas redes sociales virtuales que están en la base del movimiento.

Su objetivo: darles mayor participación a los ciudadanos y menos poder a los políticos que no los representen.

"La idea es que los representantes electos las utilicen para consultar directamente a los ciudadanos acerca de cómo deben votar", dice Quintero.

"Y los estatutos del partido tienen una regla que dicen que si a través de una plataforma de internet los militantes debidamente inscritos deciden revocarle el mandato a un representante, lo pueden hacer en cualquier momento. Eso va a obligar a que el representante tenga que representar de mejor forma a los ciudadanos", explica.

Democracia 2.0

Juan Carlos Upegui (izq) y Daniel Quintero son dos de los tres fundadores del Partido del Tomate.

De hecho, según los dos jóvenes, el Partido del Tomate ya está aplicando internamente los mecanismos de lo que no dudan en llamar "Democracia 2.0".

A través de una convocatoria hecha vía Facebook, por ejemplo, el grupo original de tres amigos –entre los que también se cuenta el caleño Eli Shnaider, quien estudia derecho en la Universidad San Buenaventura– logró conformar en pocos días un núcleo de 700 "fundadores" que inmediatamente se dedicó a buscar como dotar de mayor contenido a la propuesta y sigue creciendo.

Y tanto la definición del programa y los estatutos del Partido del Tomate, como la identificación de potenciales candidatos al Senado, son procesos altamente participativos para los que han utilizado plataformas como Skype, Twitter, Facebook, correos electrónicos y documentos de Google, aunque su idea es eventualmente contar con una plataforma virtual propia que facilite las discusiones internas.

"No somos un partido virtual", afirma sin embargo Upegui.

"Pero sería ilógico no apoyarnos en las redes sociales virtuales", le dice a BBC Mundo.

Y aunque los "tomateros" están dispuestos a reconocer que su movimiento no podría haber surgido sin la ayuda de Facebook o Twitter, rechazan la idea de que su dependencia de internet los convierte por definición en un movimiento urbano limitado a una pequeña élite.

"Según los últimos estudios el 80% de los colombianos ya tienen acceso a internet. Ojalá esa fuera la élite", le dice a BBC Mundo Quintero, quien apunta que el partido ya tiene presencia en unos 400 municipios de Colombia.

Nada mal, dice, para un movimiento que nació hace menos de seis meses.

¿Opción realista?

La realidad, sin embargo, es que para capturar escaños en la próxima legislatura el Partido del Tomate necesitará multiplicar al menos por 45 a sus seguidores en Twitter o por 15 a sus simpatizantes en Facebook.

Una de las convocatorias del Partido del Tomate.

"Según cálculos de la misma Registraduría, (para superar el umbral de votos necesarios para el senado) se necesitarán aproximadamente 450.000 votos", le dice a BBC Mundo Beatriz Gil, investigadora del proyecto Congreso Visible, de la Universidad de Los Andes.

"Y el escenario electoral en Colombia es un escenario bastante complicado (para los nuevos partidos)", recuerda su colega Nicolás Santamaría.

"Formar un partido político en el país es relativamente sencillo, lo que no es sencillo es obtener votos", explica el investigador de Congreso Visible, al tiempo que hace notar que con sólo un par de senadores es imposible aspirar a transformar el sistema.

Y también recuerda que el discurso de la necesaria renovación de la política tampoco es un discurso nuevo.

"Hace ocho años en Colombia también se decía que la gente no se sentía identificada con los partidos, tanto así que llegamos a elegir un presidente (Álvaro Uribe) que había dicho que había que cerrar una de las cámaras. Y en la primera elección de Álvaro Uribe Vélez su discurso central también fue 'no a la politiquería'", le cuenta a BBC Mundo.

"Y en medio de todo el segundo partido que más votos obtuvo en el Congreso colombiano fue el Partido Conservador", recuerda.

Mientras que otro buen ejemplo de la distancia que a menudo existe entre la popularidad en las redes sociales y el número de votos es el de la ya desaparecida "Ola Verde".

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"Gente feliz y libre"

A pesar del escepticismo de muchos analistas, Quintero está sin embargo convencido de que las ideas centrales del Partido del Tomate también pueden resonar entre los colombianos descontentos.

 

"Tenemos una idea de sociedad, nos imaginamos a la sociedad de una forma, y estamos llamando a la gente que se imagina la sociedad de esa forma", le dice a BBC Mundo.

"Queremos una sociedad de ciudadanos libres y felices. Y entendemos que para ello es fundamental la educación, el arte, la cultura y el respeto al medio ambiente", explica, para luego reconocer que el respeto a esos principios es la condición básica para poder ser miembro del Partido del Tomate.

"Acá no se va a anotar un uribista, porque nosotros ya le tiramos tomates a (el expresidente Álvaro) Uribe", sostiene.

Y, de hecho, los ejemplos ofrecidos tanto por él como Upegui para aclarar el punto –la defensa del matrimonio igualitario o "el derecho a fumarse un porro", como ejemplo de respeto de la autonomía de los individuos; la crítica de los Tratados de Libre Comercio, desde un inicio rechazados por los campesinos; o la insistencia de que a través de la educación el Estado debe luchar contra la desigualdad de oportunidades– también parecen situar al Partido del Tomate claramente a la izquierda del espectro político, aunque esa es una clasificación con la que no se identifican.

"Nos gusta más pensar que somos los de abajo que vamos por los de arriba", explica Quintero.

"Mucho nos piden propuestas específicas, pero en nuestro modelo de política no son los dirigentes los que deben llevar propuestas acabadas", dice por su parte Upegui.

"Y hay que entender que éste en un partido en construcción, un proceso que apenas está comenzando", insiste el joven antioqueño.

El proceso, reconocen, no será sencillo y plantea enormes retos.

Pero lo "tomateros" creen que es peor quedarse de brazos cruzados ante el actual sistema político y afirman que no les molesta que los tilden de ingenuos.

Y, en cualquier caso, la respuesta a la pregunta de si lo son, o no, se conocerá dentro de unos pocos meses.

radioroja

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