Es una verdad incómoda, pero los científicos aseguran que la mayoría de las personas tienen algún prejuicio racial.
Una corta temporada en el mundo virtual podría ayudar a combatirlo, según un grupo de investigadores.
Científicos de la Universidad de Barcelona, en España, dijeron haber descubierto que los prejuicios raciales pueden disminuir cuando los individuos se "meten" en el cuerpo virtual de una persona de otra raza.
Para probar el racismo de las personas que participaron en el estudio, un equipo a cargo del investigador Mel Slater les realizó una prueba conocida como "asociación implícita" varios días antes de someterlas al experimento, que implicaba verse a sí mísmo en un espejo con otro color de piel con ayuda de la tecnología.
Después de su experiencia en el mundo virtual se les practicó la prueba de nuevo.
Sólo quienes "estuvieron" en el cuerpo de alguien con piel oscura mostraron un cambio de actitud.
Verificación
Un estudio separado llevado a cabo en Londres obtuvo resultados similares.
Investigadores de la universidad Royal Holloway, superavisado por Manos Tsakaris, observaron que cuando los participantes veían una mano de goma negra que era acariciada al mismo momento que la propia el racismo implícito disminuía.
Ambos equipos coinciden en que es prometedor el hecho de haber obtenido resultados parecidos en trabajos independientes.
Para algunas personas de piel blanca puede resultar sorprendente su preferencia por caras de tez clara en vez de rostros de color oscuro en la prueba implícita, pero Slater explica que hay una serie de razones que lo explican.
No quiere decir, necesariamente, que la persona sea racista: más bien refleja la forma en la que el cerebro funciona, que está intrínsecamente relacionado con el entorno social en el cual se crece.
Por ejemplo, si los medios presentan frecuentemente información negativa acerca de un grupo, de alguna manera el cerebro registra esas asociaciones, que son parte de la prueba de asociación implícita.
Para Slater, la realidad virtual es una "máquina generadora de empatía" que permite que las personas experimenten cosas que sería imposible sentir de otra manera.
Interrogantes
La pregunta sigue siendo si estos hallazgos pueden generar algún cambio en el mundo real.
"Si el efecto que logramos es duradero, nuestro descubrimiento podría ser útil en la elaboración de programas que fomenten la empatía", dice Slater.
Tsakiris está de acuerdo, y considera que los mismos resultados podrían obtenerse sin necesidad de enmarcarlo en un ambiente experimental.
"Se trata de compartir experiencias sensoriales congente que puede ser diferente. Esto, especialmente cuando existe algún tipo de sincronía entre los cuerpos de la gente, puede acercarlos".
"Hacer cosas con otros –prosigue Tsakiris- genera cohesión social. Lo obvio sería que no hubiera segregación en la sociedad y que tampoco existiera un grupo étnico dominante".
Todavía se desconoce cuán duraderos pueden ser los efectos del experimento, pero la tecnología utilizada en el mismo podría probarse en el mundo real.
"Podría servir para ayudar a las personas que tienen estas predisposiciones, para que reconozcan que las tienen y para que las disminuyan", dice Slater.
¿Éxito?
Antony Greenwald, de la Universidad de Washington en Seattle, dice que es pronto para mostrarse optimista con respecto a los resultados de los estudios, porque las asociaciones negativas registradas por la prueba de asociación implícita de racismo duran por un buen tiempo.
"La mejor interpretación que puede hacerse es que se logra una especie de cambio temporal con respecto a cómo la persona percibe el tema racial. Estamos rodeados por cosas que nos hacen desarrollar estereotipos, es como el aire que respiramos, no podemos evitarlo", señala Greenwald.
Sin embargo, Ziada Ayorech, de la Universidad King's College de Londres, dice que las investigaciones muestran que el racismo puede matizarse y quizás convertirse en algo positivo.
"Cuando se habla de racismo implícito, se asume que está enraizado y no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo, pero estos estudios muestran que se logra empatía con alguien de diferente etnia, se puede modificar", comenta Ayorech.
Primer paso
Pero lidiar con los prejuicios raciales es difícil, particularmente porque están escondidos, dice Neil Chakraborti, un criminólogo de la Universidad de Leicester que trabaja con víctimas de ataques racistas.
"Precisamente porque es casi imposible clasificar ciertos ataques racistas como una ofensa, estos eventos casi nunca se denuncian. La gente asume estas experiencias como algo normal, se ha convertido en algo rutinario asociado a ser diferente", explica.
Hasta ahora, el consenso es que no hay una fórmula para combatir un asunto tan complejo como el racismo. Hasta que los investigadores descubran la manera de disminuir los prejuicios innatos en el mundo real, estar consciente del tema, es un primer paso.
Y aunque todavía falta para que el uso de la realidad virtual fuera del laboratorio se concrete, los científicos afirman que es un gran avance en la generación de empatía con otros.