Debería bastar un vistazo al mapa para despejar cualquier duda.
Pero la pertenencia de Panamá a lo que se conoce como Centroamérica en realidad no es tan obvia como puede parecer a primera vista.
Efectivamente, en la región todavía es común oír hablar de “los cinco países centroamericanos” cuando el istmo lo comparten siete naciones independientes.
Cinco es además el número de estrellas en la bandera de Honduras, y de volcanes de los escudos de Nicaragua y El Salvador, que simbolizan la hermandad de las naciones de Centroamérica.
Y tanto en esos países como en las vecinas Guatemala y Costa Rica -que contemplan el quinteto- todavía se acostumbra decir “Centroamérica y Panamá” cuando se quiere dejar claro que se está incluyendo a la nación canalera.
La exclusión sugerida por la conjunción copulativa, sin embargo, no necesariamente ofende a los panameños.
“Nosotros tampoco nos consideramos centroamericanos”, le dice a BBC Mundo Víctor Ortiz, historiador del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá.
“Definitivamente ellos son más caribeños”, valora por su parte Pauni Obregón, un nicaragüense que vivió cerca de cuatro años en Panamá trabajando para Naciones Unidas.
La mayoría de historia de Panamá ha transcurrido separada a la del resto de Centroamérica.
“Aunque los panameños en realidad se sienten únicos, por el Canal y por estar en medio de todo”, agrega.
“Históricamente sudamericanos”
La historia de esta “separación”, sin embargo, empieza mucho antes de la construcción del Canal de Panamá, que celebró su primer centenario hace tres años.
Bajo la corona española, la mayoría del territorio centroamericano era administrado por la Capitanía General de Guatemala pero Panamá estaba bajo la jurisdicción del Virreinato de Nueva Granada, que tenía su capital en Bogotá.
Los escudos de El Salvador y Nicaragua representan a Centroamérica con cinco volcanes.
Belice -la séptima nación del istmo- si bien reclamada por Guatemala era en la práctica una colonia inglesa.
Y cuando las actuales naciones centroamericanas lograron su independencia de España en 1821, Panamá optó por unirse al proyecto bolivariano de la Gran Colombia.
La futura nación canalera no fue, por ende, parte del fracasado proyecto de la República Federal de Centroamérica que les heredó su escudo a nicaragüenses y salvadoreños, sino una provincia colombiana hasta 1903.
Panamá fue parte de Colombia hasta 1903.
“Históricamente Panamá nunca perteneció a Centroamérica. Y políticamente tampoco”, resume Ortiz.
E incluso después de su separación definitiva de Colombia, a inicios del siglo XX, el joven país también siguió un camino bastante diferente al del resto del istmo.
De cara al mundo
Efectivamente, el proyecto canalero -que según muchos historiadores fue lo que permitió la independencia de Panamá- consolidó a Panamá como un punto clave en el comercio mundial.
Y también le dio a Estados Unidos -el impulsor y ejecutor del gigantesco proyecto, que mantuvo bajo su control hasta el inicio del actual milenio- un papel preponderante en la formación de la identidad panameña.
La historia de Panamá está inextricablemente ligada a la de su canal.
Además, como explica Ortiz, también ayudó a que Panamá fijara su mirada en el mundo en lugar de en Centroamérica.
“Las clases dominantes del país se enfocaron en los países y naciones que les brindaran beneficios económicos, que les sirvieran para sus negocios”, explica el historiador del IEN.
“Y obviamente entre esos no estaban los países centroamericanos”, le dice a BBC Mundo.
El canal también transformó la composición demográfica de Panamá, que encontró en el Caribe la mayoría de la mano de obra que exigía la gigantesca obra.
Por ejemplo, unos 19.900 trabajadores (el 44% del total) llegaron de Barbados. Y otros 25.000 barbadenses llegaron por cuenta propia.
Y la ruta interoceánica terminó así exacerbando la naturaleza de lugar de tránsito del istmo, lo que terminó de diferenciar todavía más al país de sus vecinos.
Buena parte de la población panameña tiene sus raíces en el Caribe.
“Aquí han convergido muchas nacionalidades y cada una le ha dado su aporte a la identidad nacional”, le dice a BBC Mundo Ortiz.
Y por causa de esa migración, el historiador no está completamente de acuerdo con la famosa formulación del célebre historiador hispano-panameño Ángel Rubio, según la cual Panamá es geográficamente centroamericana, históricamente sudamericana y culturalmente caribeña.
“Pero definitivamente somos muy diferentes a El Salvador o Guatemala”, afirma.
Durante mucho tiempo el deporte nacional de Panamá era el béisbol. Pero el fútbol cada vez le da más alegrías a los panameños.
Julie Mejía, una salvadoreña que lleva nueve años viviendo y trabajando en Panamá lo confirma.
“Cuando vivía en Guatemala, me sentía casi como en mi casa, pero aquí todo es diferente. Por ejemplo, nuestra cultura es más del maíz, la de ellos es más de la yuca”, le cuenta a BBC Mundo.
“Aquí hay muchos chinos, judíos, griegos… Es una sociedad mucho más cosmopolita, con muchas mezclas que no se ven en otros países de Centroamérica”, agrega.
Y, según Ortiz, a pesar de los procesos de integración, la separación entre Panamá y el resto de Centroamérica se mantiene.
Integración fallida
Efectivamente, Panamá es miembro fundador del Sistema de Integración Centroamericano, creado en 1991.
Pero, en la práctica, las instituciones del sistema -como el Parlamento Centroamericano y la Corte Centroamericana de Justicia- no han pasado de ser costosos símbolos del sueño de una Centroamérica unida.
El expresidente panameño Ricardo Martinelli es diputado ante el Parlamento Centroamericano.
De hecho, Panamá no fue siquiera incluida en el Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Centroamérica.
Aunque en 2014 completó su entrada a la Secretaría de la integración Económica Centroamericana (SIECA) para poder beneficiarse así del Acuerdo de Asociación de la región con la Unión Europea.
El más rico de Centroamérica
PIB per cápita (2015)
US$21.634
Panamá
US$15.534 Costa Rica
US$8.777 El Salvador
US$7.704 Guatemala
US$5.018 Nicaragua
FMI
La situación económica de Panamá también lo distancia mucho de sus vecinos del norte del istmo.
La suya es la economía más dinámica de la región y su PIB per cápita es muy superior al de resto de países centroamericanos.
Pero estas diferencias están produciendo otro tipo de acercamiento con sus vecinos del norte.
Imán centroamericano
Efectivamente, cada vez se ven más empresas de capital panameño haciendo negocios en el resto de Centroamérica.
Y también hay más compañías “centroamericanas” tratando de aprovechar el crecimiento económico de Panamá o sus fortalezas en materia de logística y servicios financieros.
Ciudad de Panamá: más parecida a Hong Kong que a las otras capitales de Centroamérica.
A finales de 2003, el país también modificó su régimen de visas y empezó a ofrecer más incentivos fiscales para atraer a las grandes multinacionales con presencia en la región.
Y Julie Mejía, quien trabaja para la oficina regional de Procter and Gamble, es un ejemplo de como cada vez más empresas que antes tenían sus subsidiarias en otros países de Centroamérica empezaron a mudar sus oficinas regionales al país canalero.
“Cada vez se nota más la presencia de migrantes”, le dice también a BBC Mundo Víctor Ortiz.
Aunque el historiador destaca en particular la cada vez más visible presencia de nicaragüenses, lo que demuestra que muchos centroamericanos también están llegando por su cuenta.
La buena salud de la economía panameña atrae a cada vez más centroamericanos.
Efectivamente, según cifras de Naciones de Unidas, en 2015 ya había 12.915 nicaragüenses viviendo legalmente en Panamá: casi el triple de los que habían a inicios del milenio.
Mientras que el número de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños prácticamente se ha duplicado en ese período.
“Nuestros países producen migrantes y Panamá recibe migrantes, esa es otra gran diferencia”, le dice Julie Mejía a BBC Mundo.
Y si Donald Trump logra impedir la entrada de estos a EE.UU., como ha prometido, Panamá cada vez podría tener más sabor centroamericano.
* Este artículo se publica en el contexto de Centroamérica Cuenta, un festival de literatura y pensamiento que se lleva a cabo en Managua, Nicaragua, entre el 22 y el 26 de mayo, y en el que BBC Mundo ofrece el taller “Mitos y realidades del periodismo digital”.