“Desde que empezó la tormenta, no he sabido nada de mis hijos ni de mi nieta. Es un horror. No puedo dormir, es un sinvivir”, dice a BBC Mundo Aixa Acevedo desde España.
Sus hijos, Erick Alexander Ramírez Acevedo, de 27 años, Karixa Norelis, de 26, y su nieta, Joyce, de 4, estaban en su casa en Aguada, en el oeste de Puerto Rico, en el momento en que el huracán María tocó tierra el martes de la semana pasada.
“Cuando empezaron los fuertes vientos y la lluvia, mi hija me llamó y me dijo que se había ido la luz. Desde entonces no he sabido nada más. Yo espero que no estén muertos, que estén bien. Pero estoy muy desesperada”, cuenta a BBC Mundo.
Una de sus familiares que vive a unos 15 kilómetros fue a buscarlos, pero no están en su casa. “He agotado todos los recursos posibles: me metí a la aplicación Zello, he posteado en Facebook, he llamado a las autoridades, pero no contestan ningún teléfono”, dice Acevedo con la voz entrecortada.
Todavía hay mucha gente que no sabe cómo están sus familiares y amigos en la isla. Otros se van comunicando poco a poco, pero de una forma intermitente.
El huracán más fuerte en casi 90 años en impactar Puerto Rico, dejó al menos 16 muertos en la isla, colapsó la red eléctrica y el 90% de los móviles quedaron sin servicio, de acuerdo a la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos.
La conectividad celular se ha ido restableciendo poco a poco, hasta llegar el jueves a un 28,5%, según la Junta Reglamentadora de Telecomunicaciones de Puerto Rico.
Su presidenta, Sandra Torres, aseguró que la comunicación seguirá mejorando y denunció que el trabajo se ha visto retrasado por robos de las líneas de cobre y el diésel de los generadores de energía de las antenas.
Señales de vida
“Tardé seis días en escuchar la voz de mi padre. Cuando lo escuché, volví a vivir, antes mi alma estaba pendida de un hilo”, cuenta a BBC Mundo Astrid Rivera desde Miami.
Su padre está en el pueblo de Hormigueros, en el oeste de Puerto Rico. Tuvo que caminar unos cinco kilómetros a un mirador donde encontraron que el celular de su esposa tenía recepción. “Antes de saber de él no dormía, sólo lloraba”, dice.
Rivera sirvió también de enlace entre su padre y su hermana en diferentes lugares de Puerto Rico. Con su hermana, que estaba en Aguadilla, se comunicaba en el celular de su suegra. Ahí tenían un aparato con recepción, pero el problema era la electricidad. Lo cargaban en el coche, pero también con mucha mesura por la falta de gasolina.
“Mi hermana tuvo que pasar doce horas formada en una fila para que le vendieran US$20 de gasolina. Después, en la casa tienen poca comida y agua para beber, no hay suministro en las tiendas. Dicen que están bien, vivos, pero están pasando por una situación terrible”.
Rivera también está preocupada porque no ha sabido de una de sus amigas que tiene a su hijo enfermo de cáncer: “Estoy muy alarmada, no sé si están bien”.
Con otros puertorriqueños se organizó para enviar víveres, pero dice que están en el puerto, sin poder ser distribuidos.
María ha sido el huracán más destructor en Puerto Rico en los últimos 90 años.
Comunicación por Facebook
Facebook ha sido una de las formas más recurrentes para los puertorriqueños para comunicarse y mandarse mensajes.
“No tengo forma de comunicarme con mi madre y mi hermana en Puerto Rico. Tenemos boletos para que salgan, pero no sirven de nada hasta que pueda decirles. Si tienes forma de ayudar a verificar cómo están y darles esta información, por favor envíame un mensaje. Gracias”, publicó en Ramón Gómez desde Nueva Jersey en su cuenta en esta red social.
Unas horas después, un familiar en Puerto Rico con acceso a internet pudo avisarles, confirmó Gómez a BBC Mundo.
También los teléfonos satelitales han sido de mucha ayuda. Los periodistas de CNN han estado prestando el suyo entre directos para que la gente se comunique con sus familiares fuera de la isla.
“Los puertorriqueños que van desde Estados Unidos están rentando teléfonos satelitales ahora que son menos costosos”, cuenta Malule González, ejecutiva de medios.
La comunicación, cuando se tiene, es intermitente: depende si la antena está disponible o si la gente tiene batería en el celular, cuenta. Algunas veces la comunicación se tiene que triangular. En su caso, ella desde Miami, ha tenido que llamar a la persona que distribuye el diésel a su hermana, cuando los dos están en Puerto Rico.
Televisión y boca a boca
Hay largas filas para comprar diésel y gasolina.
La televisora WAPA TV, que transmite por cable en Puerto Rico y Estados Unidos, ha ofrecido sus servicios 24 horas para ayudar a la gente a recibir mensajes de su familia.
“Nely Díaz Negrón desde Kissimmee busca a sus hermano en Juana Díaz” o “Wanda Pérez Ramos desde Boston busca a su hijo quien está confinado en la cárcel Guayama 1000”, son ejemplos de lo que transmiten.
“Estamos en condiciones terribles en Puerto Rico y entendemos la gran necesidad de la gente de saber de su familia, por eso estamos volcados en ayudarles”, explica a BBC Mundo desde San Juan Kike Cruz, director de noticias de WAPA TV.
Y aunque muchos todavía no han podido hablar directamente con los suyos, se han enterado por sus conocidos o vecinos de cómo están.
Las personas se han ayudado unas a otras. Tal es el caso de Carlos Calvo, camarógrafo de Telemundo que estaba cubriendo el terremoto en México cuando llegó el huracán a Puerto Rico y le cortó la comunicación con su familia.
“En mis 32 años de carrera, he cubierto tragedias en todo el mundo, pero nunca me había desesperado tanto, esta vez me ha tocado el corazón”.
Pasó cinco días incomunicado hasta que por medio de unos colegas periodistas que fueron a su pueblo le dijeron que su madre, sobreviviente de cáncer, estaba bien.
“No sé nada más, pero ya estoy aliviado. Cuando estás incomunicado temes lo peor, vives en un luto”.