La sensación es que siempre la fila de al lado avanza más rápido.
No importa qué fila elijas, seguramente la de al lado irá más rápido.
Independientemente de la veracidad o falsedad de esta afirmación, lo cierto es que esa es la percepción que solemos tener cuando nos vemos obligados a optar entre una cola y otra.
Y una vez allí, cuando miramos desde el último puesto de la fila con recelo cómo avanza precisamente aquella en la que no estamos, nos vemos enfrentados a una segunda difícil decisión: ¿nos armamos de paciencia y nos quedamos allí, esperando nuestro turno, o nos mudamos a la otra a ver si tenemos mejor suerte?
¿O mejor aún, mandamos las dos filas al diablo y nos vamos a hacer otra cosa?
Esto fue lo que se preguntó un investigador de la Escuela de Negocios de Harvard, en Estados Unidos, quien analizó en detalle cómo se comportan los consumidores frente a esta situación.
Según Ryan Buell, autor del estudio que aún no ha sido publicado, cuando una persona está última en la cola es cuatro veces más proclive a abandonarla, y dos veces más a cambiarse a otra.
Cambiar a la otra fila no reporta necesariamente ningún beneficio. Y, ser el último, tampoco afecta la velocidad a la que avanza la fila.
Entonces, ¿por qué lo hacemos?
La aversión a ser el último
Según le explicó Buell al periódico británico The Guardian, este comportamiento es el resultado de la aversión que los seres humanos tenemos a ser los últimos.
Para llegar a esta conclusión, el experto en gestión de servicios organizó un sondeo en internet que teóricamente tomaba cinco minutos completar.
Hablar con la persona que tienes delante puede ayudarte a distraerte, y así será más fácil evitar el impulso de abandonar la fila o moverte a otra.
En realidad, la tarea se completaba en un minuto, pero cuando los participantes ingresaban a la página tenían que esperar en una fila virtual (que podía verse en la pantalla) antes de llenar el formulario.
La encuesta les daba la opción de esperar, moverse a la otra fila, o cancelar la operación.
Uno de cada cinco se cambió de fila, aunque, en promedio tuvieron que esperar más. Para los que cambiaron más de una vez, la espera fue aún más larga.
El problema, dice el investigador, es que después de haber tomado la primera decisión racional, que es sumarnos a la fila más corta, la aversión a ser los últimos de la fila nos lleva a tomar otra decisión, que no está necesariamente bien fundamentada, dado que no tenemos toda la información necesaria como para saber qué fila es más rápida.
Trucos sencillos
¿Cómo evitar la tentación?
La respuesta de Buell es simple: tratar de conversar con la persona que tenemos delante para distraernos y hacer que el tiempo pase más rápido o, simplemente, no mirar atrás.
La organización estadounidense Desmos, que promueve el aprendizaje y la pasión por las matemáticas, tiene también otros consejos para tener más suerte a la hora de elegir una fila.
Según esta organización, es mejor elegir la fila de la izquierda, ya que como la mayoría de la gente es diestra, tiende a irse hacia la derecha.
Y si se trata de una fila de supermercado, lo mejor es pararse en la cola que está atendida por varias cajas, ya que, por razones obvias, aunque sea más larga, será más rápida.