«Los calcetines son divertidos, creativos y coloridos, y me dejan ser como soy», cuenta John Cronin, un joven de 21 años que tiene síndrome de Down.
En un año, su empresa «John’s Crazy Socks», que en español sería «Los calcetines locos de John», ha generado ingresos por US$1,4 millones.
Con el empredimiento John y su padre Mark Cronin han conseguido además US$30.000 para obras de beneficencia y le han vendido calcetines a personas como el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y el expresidente de Estados Unidos, George H.W. Bush.
¿De dónde salió la idea? Hace un par de años John le dijo a su padre que quería crear un negocio cuando saliera de la secundaria, pero que no sabía qué tipo de empresa podría ser.
Los calcetines se venden en internet. (Foto de John’s Crazy Socks)
«Mi primera sugerencia fue hacer un negocio divertido, pero no sabíamos qué producto vender», cuenta John, originario de Long Island en Nueva York.
Después pensó que podía ser un camión de comida, pero había un problema con esa idea: «No sabemos cocinar», dice Mark riéndose.
Hasta que llegaron a la idea de los calcetines.
Los calcetines «locos»
«Toda su vida John había usado calcetines coloridos y locos, era algo que le encantaba y entonces sugirió que deberíamos vender calcetines», cuenta Mark.
La empresa ha crecido gracias al trabajo de John y su padre Mark. (Foto de John’s Crazy Socks)
Así fue como nació una empresa que actualmente vende por internet cerca de 1.400 tipos diferentes de calcetines con todo tipo de diseños, que van desde gatos y perros, hasta Donald Trump.
Cada orden es enviada el mismo día, junto a una bolsa de dulces y una tarjeta escrita a mano que dice «gracias». Y si el pedido es cerca, John va personalmente a dejarlos.
Como es el rostro de la empresa, John asiste a eventos comerciales, habla con los clientes y los proveedores, y presenta iniciativas como «Lunes de locura de la bolsa misteriosa» y «El calcetín del mes».
Su padre se dedica a manejar los aspectos técnicos de administrar el negocio.
«John es la inspiración», dice Mark, agregando que el joven no recibe un trato especial.
La empresa quiere expandirse para vender sus calcetines en tiendas. (Foto de John’s Crazy Socks)
«John trabaja muy duro en la empresa. Normalmente estamos en la oficina antes de las 9am y habitualmente no nos vamos antes de las 8pm».
En poco más de un año han enviado más de 30.000 órdenes.
Y como política del negocio, donan el 5% de las ganancias a las Olimpiadas Especiales, que organiza eventos para personas con dificultades en el aprendizaje.
John compite en deportes como básquetbol, fútbol y hockey.
También diseña «calcetines conscientes» con el fin de juntar dinero para instituciones como la Sociedad del Síndrome de Down y la del Autismo en EE.UU.
«Repartiendo felicidad»
«Tenemos una misión social y de mercado que son indivisibles», dice Mark.
«Yo creo que no es suficiente vender un servicio o un producto. Creo que debe haber valores asociados al producto y nosotros tenemos un modelo de negocios que muestra eso».
«Lo que hacemos es repartir felicidad», agrega John.
John trabaja con amigos y dice que lo pasa muy bien. (Foto de John’s Crazy Socks)
Cerca de un tercio de los empleados tiene algún grado de discapacidad y la empresa quiere aumentar esa cantidad.
«Estamos trabajando para mostrar lo que las personas con capacidades especiales pueden hacer», dice Mark.
«Pasándolo bien»
Dicen que uno de sus mayores desafíos es tener la capacidad de responder a la creciente demanda.
«Nos ha sorprendido lo rápido que ha crecido», dice Mark.
El padre admite que la experiencia ha sido una curva de aprendizaje. Mark, quien se graduó de la Universidad de Harvard, ha desarrollado gran parte de su carrera administrando organizaciones en el área legal y de salud.
«Las ventas y el negocio de los calcetines son nuevos para mí, pero estamos aprendiendo y pasándolo bien», dice Mark.
Los calcetines valen menos de US$10. (Foto de John’s Crazy Socks)
¿Qué los hace sentir más orgullosos?
«Me hace feliz porque me gusta ayudar a los clientes y me gusta trabajar con mi papá», dice John.
Padre e hijo esperan continuar con el éxito de la empresa. Ahora están ofreciendo calcetines diseñados a gusto del cliente y abriendo una línea de productos para distribuir en tiendas.
Al mismo tiempo quieren hacer una red en torno a la empresa para producir más contenido multimedia.
«El síndrome de Down nunca me ha detenido», dice John.