Un consejo, en caso de que alguna vez lo llegue a necesitar: cuídese de dudosas teorías físicas. Pueden llevar al asesinato.
En 1952, Bayard Peakes presentó un manuscrito de 33 páginas para que fuera publicado por la Sociedad Estadounidense de Física (APS, por sus siglas en inglés).
La idea de Peakes era inusual. No creía que los electrones existieran y tenía lo que él pensaba que era una buena explicación para respaldar su teoría.
Pero la APS rechazó el trabajo por considerarlo "inútil".
Peakes se enfureció, compró una pistola y se fue a las oficinas de la APS en busca del editor que desdeñó su esfuerzo. Como no lo encontró, le disparó en cambio a la secretaria, una chica de 18 años de edad.
Con sus acciones le dio un nuevo y macabro significado a la frase "idea peligrosa" y sus acciones fueron el principio de una tradición que se mantiene.
"Lo que se decidió en ese momento fue que cualquier miembro de la APS puede presentar un resumen sobre cualquier tema en cualquier reunión", le cuenta a la BBC Brian Schwartz, de la City University de Nueva York, un miembro veterano de la APS y antiguo director del Foro de Física y Sociedad.
Los grandes interrogantes
Ideas locas que resultaron cuerdas
- En 1633, Galileo Galilei fue acusado de herejía por promover la teoría de Copérnico, que decía que la Tierra giraba alrededor del Sol. La idea desafiaba la visión de que la Tierra estaba inmóvil en el centro del universo. Eventualmente se convirtió en el modelo aceptado del sistema solar.
- En 1859, Charles Darwin presentó la teoría de que las especies evolucionan gradualmente con el tiempo, adaptándose a su entorno. La teoría de Darwin fue atacada con vehemencia, sobre todo por la Iglesia, ya que implicaba que la Tierra no se había creado a la perfección. Sin embargo, sus ideas pronto ganaron adeptos y se convirtieron en la nueva ortodoxia.
- Hace más de un siglo se creía que los continentes de la Tierra estaban fijos en su posición. Pero en 1914, después de notar que Suramérica podría caber en África como un rompecabezas, el meteorólogo Alfred Wegener propuso que una vez estuvieron unidos entre sí, pero se había desplazado gradualmente a pedazos. Muchos científicos ridiculizaron la idea, pero fue finalmente aceptada en los sesenta, cuando el peso de la evidencia resultó imposible de ignorar.
La mayor parte de la física trata de responder las más grandes preguntas –de qué están hechas las cosas, cuándo se creó el Universo, cómo terminará, etc.–; el tipo de interrogantes que atraen teorías y especulaciones de cualquier humano.
Si alguien logra expresar su teoría particular en lenguaje matemático, a veces puede parecer como si realmente se tratara de física.
El problema de los organizadores de la conferencia anual es que tienen que agrupar temáticamente cientos, y a veces miles, de presentaciones en sesiones que sólo admiten unas pocas presentaciones.
¿Cómo darle una chance a los más… digamos, especulativos?
Dándoles sesiones propias.
"No les podemos prometer una audiencia, pero sí un micrófono y una sala. Yo creo que eso es importante", señala Virginia Trimble, de la Universidad de California Irvine, quien ha trabajado con la APS por décadas.
"Yo estoy convencida de que esta política es valiosa y a menudo me presento como voluntaria para presidir este tipo de sesiones", le dice a la BBC.
"Ese tipo de sesiones", a las que se refiere Trimble, tienen títulos y horarios que cambian cada año, de manera que no es obvio para los contribuyentes en qué "tipo" de sesión les toca presentar.
¿Por qué hacerlo?
Pero este ejercicio no es sólo para dejar satisfechos a aquellos que se mueven en los márgenes de la física, asegura el codirector de la reunión de este abril de la APS Jonathan Rosner, de la Universidad de Chicago.
"La razón para tener estas presentaciones es que existe la posibilidad de que alguien pueda recibir crítica constructiva que lo encamine mejor", le explica la BBC.
"Y los estudiantes que vienen a escuchar estas presentaciones aprenden a separar la paja del trigo".
"Además, quizás, aunque es muy poco probable, los presentadores dieron con algo brillante pero no tienen el lenguaje para comunicarlo y no nos gustaría desdeñar algo así".
El genio perdido
Esa última posibilidad es irresistible.
Considere el caso de Dan Shechtman, quien en 1982 se tropezó con un cristal completamente nuevo, pero no lo podía explicar. Llegó a ser conocido en las sesiones "no convencionales" de la APS.
"Por dos años, nadie creía en mis resultados y me ridiculizaban", le dijo a APS News en 2003.
Pero la claridad llegó eventualmente y con ella, la credibilidad: Shechtman terminó ganando el premio Nobel de Química en 2011.
Hay que anotar que tales transformaciones son raras.
Alrededor de la mitad de quienes presentan sus trabajos en las sesiones no convencionales ya lo han hecho antes: están decididos a volver año tras año hasta que puedan convencer a la comunidad científica de cuán brillantes son sus ideas.
"De vez en cuando alguien vislumbra una idea correcta, aunque a menudo son ideas ya conocidas por la comunidad científica con otro lenguaje", dice Trimble.
"Pero algunos son locos de atar y uno sencillamente se va retirando con disimulo hasta que encuentra a alguien más alto y se para detrás de él", confiesa.