Pocas promesas electorales le han generado tantos dolores de cabeza al presidente estadounidense, Barack Obama, como su ofrecimiento -todavía sin cumplir- de cerrar la prisión de Guantánamo.
Entre sus más cercanos seguidores se oye una y otra vez una pregunta en forma de reproche. ¿Por qué no lo ha hecho todavía, cuatro años después de convertirse en el hombre más poderoso del mundo, pero aparentemente aún incapaz de imponer desde la Casa Blanca su voluntad en este delicado punto?
El martes, Obama se comprometió nuevamente a cerrar el polémico centro de detención en Cuba. Unos 100 reclusos se encuentran en huelga de hambre en protesta contra una detención indefinida en la que no se les ha instruido de cargos ni se les ha iniciado un juicio.
Las autoridades se han visto obligadas a alimentar forzadamente a algunos de estos para evitar sus muertes.
El "limbo legal" en el que se encuentran los reclusos y su reacción ante semejante situación ha generado críticas internacionales tanto de gobiernos como de ONG, hasta el punto en que Obama reconoció el martes que la situación no beneficia a la lucha antiterrorista ni a la cooperación con otros países en este tema.
"Es crítico para nosotros entender que Guantánamo no es necesario para la seguridad de Estados Unidos", expresó el mandatario en rueda de prensa. "Debe cerrarse".
Hace más de cuatro años, Obama prometió hacer lo mismo, pero ante las presiones de la oposición en el Congreso, el asunto salió de la agenda.
¿Podrá Obama volver a comprometer a los legisladores y cerrar ese polémico capítulo?
Argumentos para el cierre
Una de las justificaciones para pedir la clausura de Guantánamo es su costo. El centro de detención es considerada la prisión más cara del mundo. Aunque hay estimativos de que cuesta hasta US$500 millones al año, el presidente confirmó en una carta al Congreso que el Departamento de Defensa gastaba unos US$150 millones anuales.
Eso representaría unos US$800.000 por recluso al año, cuando el costo de mantener a un individuo en una cárcel de máxima seguridad en suelo estadounidense se estima en US$25.000 anuales.
En su rueda de prensa, Obama también tildó el centro de ineficiente. Varios análisis coinciden con el mandatario.
"La prisión no está sirviendo los intereses de seguridad nacional. No hay razón para detenerlos allí, hay alternativas mejores que Guantánamo", le comentó a BBC Mundo Ken Gude, vicepresidente de Centre for American Progress (CAP), un instituto de análisis de centroizquierda en Washington.
"De los 166 prisioneros, la mitad pueden ser transferidos inmediatamente a sus países de origen sin temor alguno. Estos son yemeníes a quienes se les ha dado el visto bueno para ser liberados", comentó el analista.
Su liberación no ha ocurrido porque el ambiente de seguridad en Yemen no era favorable y faltaba un gobierno cooperativo. "Pero hay un nuevo gobierno allí con el que se tiene una buena relación ahora", aseguró.
Además, la existencia de la prisión y las reacciones como la huelga de hambre de los presos parece estar dañando el prestigio internacional de Estados Unidos. "Es un lastre estratégico porque fomenta el reclutamiento de individuos por grupos extremistas", añadió Gude.
Las opciones de Obama
Según legislación actual, el presidente tiene la autoridad para iniciar el proceso de transferencia de algunos detenidos que están bajo consideración ser liberados, ya sea a sus países de origen o a un tercero.
Eso es en base a una fue una ley de 2011, promulgada en 2012, que le da mayor discreción al gobierno para transferir a los reclusos. Eso incluiría por lo menos a la mitad de los prisioneros.
Hay unos 40 más que están señalados para ser enjuiciados y eso se podría llevar a cabo en tribunales en EE.UU. y sus condenas se cumplirían en prisiones de máxima seguridad en el país, indicó el analista del CAP.
Los que quedan son análogos a prisioneros de guerra traídos desde Afganistán. "La participación de EE.UU. en ese conflicto va a concluir pronto y estos prisioneros deberían ser parte de ese proceso de paz. Cuando nos vayamos de Afganistán deberían ser entregados a ese país", recalcó Gude.
Obstáculos
No obstante, el Congreso ha promulgado una serie de trabas para evitar que el presidente cierre la prisión en el corto plazo.
Entre muchos legisladores hay una oposición intransigente a que los presos de Guantánamo sean juzgados por tribunales civiles en territorio estadounidense, con todas las garantías procesales que ello les concedería a los acusados.
También hay intensa oposición a transferir a los detenidos a cárceles de máxima seguridad en EE.UU., y el Congreso ha prohibido el uso de fondos públicos con ese fin.
Algunos de los argumentos esgrimidos son el temor a que, ya dentro del territorio nacional, puedan escapar y convertirse en un problema de seguridad. Por otra parte, los mismos temores apuntan a que las propias prisiones podrían ser blanco de un ataque para facilitar la fuga de los detenidos.
"Es un temor irracional pues estarían en prisiones de máxima seguridad, igual a como están los cientos de otros individuos que han sido encontrados culpables de terrorismo en Estados Unidos y cumplen sus sentencias aquí", señaló Gude.
Hay quienes piden que Obama use el capital político que le otorgó su reelección en 2012 para impulsar un cambio.
"Si el presidente presiona lo suficiente y consolida apoyo para cerrar Guantánamo, habría que procesarlos en EE.UU. pues no habría otra forma. Eventualmente sería parte de un acuerdo", le dijo el analista a BBC Mundo.
Inevitable
Tampoco convence a muchos de los legisladores la idea de regresar a los reclusos a sus países de origen, pues alegan que ellos reincidirían en su práctica extremista, particularmente si son enviados a países como Yemen.
Pero la fuerza de esos argumentos se ha atenuado comparado a hace ocho años, cuando era tema candente de las campañas electorales.
Sin embargo, en las pasadas elecciones el candidato republicano Mitt Romney, que había sido un férreo defensor del centro de detención, no abordó el tema.
Eso no quita de la mesa el factor tiempo. Aún si Obama iniciase el proceso de desmantelamiento de la prisión ahora mismo, no hay garantía de poder completarlo en lo que queda de su periodo presidencial, que se vencerá en enero de 2017.
Todavía debe finalizar el proceso militar que se le sigue a los implicados en los ataques de 11-S. Habrá apelaciones y eso extendería la existencia del centro de reclusión varios años más.
"Una vez esos casos más sobresalientes se resuelvan, los hechos de 11-S queden a la distancia y la guerra en Afganistán concluya, habrá mayor apetito dentro del público para cerrar este centro de detención", manifestó Gude.
"Es inevitable que algún día cerrará Guantánamo. En 25 años no estaremos debatiendo esto", concluyó.