El “falso guacamole”: la salsa verde que sirven en muchos restaurantes mexicanos y que no lleva aguacate

Los paladares más expertos en comida mexicana conocen la diferencia entre el guacamole y la salsa de aguacate.

Para cocinar el primero, los aguacates son machacados hasta crear una pasta cremosa y con una cierta consistencia, que se come con tortilla chips o totopos, como se conocen en México.

La salsa de aguacate, en cambio, es licuada y se usa como acompañante de los tacos o para condimentar otros platos.

En los últimos días, algunos medios en Estados Unidos se han hecho eco de una noticia que ha sorprendido a muchos de los amantes de los restaurantes mexicanos: la salsa de aguacate no es lo mismo que el guacamole… y muchas veces no contiene aguacate.

Así, los comensales menos conocedores pueden ser fácilmente engañados, según señala Javier Cabral, editor de la página L.A. Tacos, dedicada a la escena cultural y culinaria de la ciudad de Los Ángeles, en California.

“Después de probar en casa una salsa con y sin aguacate me di cuenta que soninquietantemente similares“, le dice Cabral a BBC Mundo.

Esa salsa de aguacate sin aguacate ha sido calificada por algunos como “falso guacamole”. Lo cierto es que sería más correcto hablar de una “falsa salsa de aguacate” que de un “falso guacamole”.

“Incluso si tienes mucha experiencia comiendo tacos en México y en Estados Unidos como yo, es difícil notar la diferencia”, asegura.

Según Cabral, la consistencia de la salsa “falsa” de aguacate es cremosa y tiene el sabor agrio-picante adecuado, además de que se ve muy “seductora”, por lo querealmente parece una salsa de aguacate auténtica.

Pero, si esa salsa no lleva aguacate, ¿de qué está hecha?

Los productores de aguacate crearon esta policía para enfrentarse a los grupos criminales.
¿Cuál es el secreto?
En el “falso guacamole” el aguacate es sustituido por calabacín, vegetal que en México es llamado calabacita.

Su modo de preparación ha sido revelado en varios videos de YouTube, muchos de ellos publicados en las últimas semanas pero algunos tan viejos como 2011.

El calabacín aporta una consistencia y sabor similar al aguacate cuando se condimenta con tomate verde o tomatillo, ajo, cilantro, jalapeño, sal y aceite vegetal.

Se ve y sabe a la salsa de aguacate, por lo que muchos pueden pasar por alto que no lleva aguacate, señala Cabral.

Incluso entre los mexicanos también ha causado sorpresa esta revelación, afirma el youtuber Eduardo “Lalo” Villar, uno experto catador de comida tradicional mexicana.

“Como mexicanos, sabemos que no es guacamole, pero visualmente queremos pensar que es“, le dice a BBC Mundo.

“A la vista creo que te pueden engañar porque hay algunos que te ponen aguacate picado y los huesos del aguacate para dar la ilusión de que guacamole”, dice Villar.

No obstante considera que los más expertos sí pueden notar la diferencia.

¿Por qué reemplazar el aguacate?
Uno de los dichos mexicanos favoritos de Lalo Villar dice: “Dios creó la comida para acompañar al aguacate”.

“El sabor, el olor, la textura que pone el aguacate en una comida es excepcional. Un taco con aguacate es un taco caro, sabes que es uno diferente y especial”, dice al señalar la importancia de este fruto para la cocina mexicana.

Sin embargo, para las taquerías en México -sobre todo las instaladas en la calle- y en EE.UU., resulta difícil ofrecer como condimento gratuito una salsa con aguacate, más aún un guacamole.

Y es que el precio de este vegetal del que México es el mayor productor del mundo, se ha incrementado constantemente en los últimos años, en parte por el gran aumento de la demanda.

“Ya se volvió un ingrediente de lujo para la gastronomía mexicana”, explica Villar.

¿Es una “traición”?
En redes sociales muchos han expresado decepción al enterarse de que la salsa de aguacate muchas veces no tiene aguacate.

Publicación de Twitter por @Karligrafia: ¿Que edad tenían cuando se enteraron que la salsa de ‘aguacate’ de los puestos de tacos no tiene aguacate sino calabacita cocida que le da el color y la textura? 🙊
Sin embargo, en defensa de las taquerías mexicanas Villar afirma que no se engaña a los comensales. “Nunca nos dicen que sea guacamole”, señala.

“Uno asume que es guacamole, es por eso que nosotros lo consumimos”, opina.

Exigir una salsa de guacamole hecha con guacamole, advierte, elevaría los costos para las taquerías ,y en consecuencia, el precio de los platos de tacos.

“Y el taco es muy querido por los mexicanos debido a que se ajusta a nuestro bolsillo”.

Cabral, en cambio, señala que la mayoría de las taquerías ofrecen “una salsa de aguacate”, no una “salsa de calabacita”, por lo que considera que es una cuestión de honestidad.

En el caso de Estados Unidos, Cabral cree que el alto precio del aguacate no justifica al “falso guacamole”.

Fuente: www.bbc.com

Quieres mejorar tu inglés? Estos son algunos consejos para escribir bien en un idioma tan “violentamente irregular”

¿Sabías que el inglés es el idioma más estudiado del mundo?

Hay unos 1.500 millones de estudiantes de inglés en el mundo y para 2020 se espera que la cifra aumente a 2.000 millones (según cifras del Consejo Británico).

Y les deseamos buena suerte ya que “el inglés es un idioma violentamente irregular”, según el corrector de estilo Benjamin Dreyer.

Su dificultad, sin embargo, no ha desalentado a mucha gente. El inglés se ha convertido en la lengua más extendida de la era moderna, domina la industria editorial, internet, las ciencias, las artes, las finanzas, los deportes, la política e incluso los viajes internacionales.

Cuando Édouard Philippe, el primer ministro francés, dijo: “El inglés es ahora la lengua franca”, no estaba exagerando.

El experto en lingüística, David Crystal, calcula que hay unos 400 millones de personas que hablan inglés como lengua materna, y otros 700 u 800 millones de personas que lo hablan como segunda lengua, porque es un idioma que también se usa en sus países (por ejemplo en países como Nigeria o India).

Después están los millones de personas -desde Chile a Rusia- que hablan inglés como idioma extranjero: que eligieron aprenderlo a pesar de que no se hable en su país.

Pero está el asunto de llegar a un acuerdo sobre cómo debe escribirse o, al menos, cómo escribirse bien.

Benjamin Dreyer responde esa pregunta con “Dreyer’s English” (El inglés de Dreyer), que es quizás el único libro sobre estilo y gramática que te hará llorar de risa.

Dreyer sabe de lo que está hablando. Sus más de dos décadas de experiencia como jefe de correctores de estilo en la editorial estadounidense Random House le han dado una visión práctica sobre cómo lograr claridad y estilo en el inglés.

¿Quién está a cargo?
Nadie. Como lengua, el inglés vive en un estado de anarquía lingüística. Nunca ha sido regulado y no tiene jefe.

A diferencia del francés o el español, que tienen academias encargadas de cuidar la evolución del idioma, no hay un organismo regulador para el inglés que emita reglas universales de gramática a las que los usuarios deben apegarse.

Quizás es por eso que “los lectores de francés modernos pueden entender a Moliere mucho mejor que el acceso que los angloparlantes tienen a Shakespeare”, afirma Dreyer.

Otro inconveniente de un idioma que se desarrolla sin ningún código común es que la ortografía se vuelve una pesadilla, lo que quizás se hace aún peor por el hecho de que los ingleses tienen una tendencia a “traer con ellos diferentes partes de un lenguaje cada vez que regresan de otro país”.

Pero también hay ventajas: la versatilidad y un acceso ilimitado a un vocabulario fresco.

Mientras la gente se entienda entre sí, ¿importa cómo te expreses?
En resumen: sí.

E incluso si la noción de lo que constituye inglés “correcto” o “estándar”, podría ser elusiva, a través de los años se ha desarrollado una especie de consenso informal, y adherirse a éste ayuda a la comunicación.

Es importante escribir con una prosa clara y correcta “particularmente si te estás comunicando a nivel profesional”, dice Dreyer, pero principalmente “para que la gente lea y entienda lo que estás tratando de decir o piense que sabes de lo que estás hablando”.

Y una forma rápida de infundir de confianza tu palabra escrita es “con una ortografía apropiada” y poniendo atención a los “homófonos”: las palabras que pueden sonar igual pero que significan cosas muy diferentes.

Ejercicio 1: comienza de inmediato a escribir mejor inglés
Incluso si no hay reglas universales, puedes volverte un mejor escribiendo “al deshacerte de ciertas palabras que inundan la escritura de la mayoría de la gente”, dice Dreyer.

Intenta pasar una semana sin escribir “muy”, “algo”, “bastante”, “justo” y “de hecho”.

“A esta lista debes agregar también ‘realmente’. Es mi peor transgresión. Soy adicto a esa palabra”.

Si logras hacer eso, “tu escritura inmediatamente mejorará un 20%” dice Dreyer.

Ejercicio 2: sigue mejorando rompiendo algunas “no reglas”.
Hay “reglas” que son arbitrarias y de origen dudoso y que no harán nada por tu escritura, incluso si se te dijo lo contrario.

Algunas de éstas, llamémoslas ‘no reglas’, nos las han metido en la cabeza desde niños o en la escuela.

El consejo de Dreyer es claro: recuérdalas y procede a ignorarlas.

“Quizás se te dijo que es incorrecto comenzar una oración con ‘y’ o ‘pero’. Aunque incluso si esto es motivo de controversia, no hay ninguna justificación particular para esa prohibición”, dice.

Atrévete y “acepta las muchas tonalidades hermosas del idioma inglés”.

“Quizás no siempre sea la mejor forma de comenzar una oración, ni te ofrezca la apertura más fuerte… pero no es un error”.

Dreyer también quiere liberar a la gente de la tiranía de nunca terminar una oración con una preposición.

En algunos casos quizás no sea “una idea genial”, pero no es equivocada.

Ejercicio 3: sumérgete en el texto
“Quizás el consejo que quiero dar todos los que deseen escribir mejor -dice Dreyer- es que hagan este experimento simple y adorable: tomen una pieza de escritura que admiren o algo que piensen que está bien hecho y copien palabra por palabra”.

Pueden hacerlo a mano o en una computadora, pero al recrear la escritura de alguien más, “te quedarás fascinado por las cosas que puedes aprender sobre el sentido del ritmo, la elección de palabras, la puntuación… todo entra por tus dedos hacia tu cerebro: puedes aprender mucho de esta forma”.

“Es una forma sencilla y bonita de aprender cómo se siente escribir bien”, afirma Dreyer.

Con los revisores de ortografía y los asistentes de gramática, ¿quién necesita corrector de estilo?
“Si los software de gramática fueran tan buenos como dicen que son, yo no tendría trabajo”, dice Dreyer. “Pero el hecho es que no lo son”.

¿Cuál es el problema? “Realmente no pueden hacer lo que dicen que harán. Son inflexibles y demasiado autoritarios”.

“No reconocen que, a veces, la violación de lo que se cree son las ‘reglas sagradas de la gramática’ es algo que quieres hacer en tu escritura”.

Y ni siquiera se puede confiar en los revisores de ortografía.

Dreyer admite que utiliza el revisor de ortografía todo el tiempo, “incluso cuando eres cuidadoso, es bueno tener a alguien que te apoye”.

Pero no bajes la guardia.

Fuente: www.bbc.com

Por qué algunas personas fingen su acento (y qué tan difícil les resulta)

En cuestión de acentos, me siento como en una especie de tierra de nadie.

Me mudé a Escocia desde Holanda cuando era niña y tuve la suerte de aprender inglés cuando era lo suficientemente joven como para perder cualquier rastro de acento holandés.

De adulta, he vivido en Londres casi una década. Los escoceses piensan que sueno como inglesa, los ingleses dicen que sueno como escocesa… y los holandeses, bueno, ellos piensan que sueno un poco extraña.

Uno pensaría que uno de los beneficios de mi educación sería la capacidad para moldear mi acento a voluntad. No exactamente.

En la secundaria, durante la puesta en escena de “An Ideal Husband” (Un marido ideal), de Oscar Wilde, utilicé para mi personaje lo que pensaba que era un impecable acento inglés.

Años después, un amigo de la escuela me dijo que había sonado terrible: fui la única que había adoptado con entusiasmo un falso acento para el papel.

Por supuesto, solo necesitas ver a los actores ganadores del Oscar para darte cuenta de que los acentos pueden ser cambiados a voluntad. El impecable acento inglés de Meryl Streep en su interpretación de Margaret Thatcher es solo un ejemplo.

La celebrada interpretación del español Óscar Jaenada en la película sobre el actor mexicano Mario Moreno “Cantinflas” es otro ejemplo.

Pero para la mayoría de nosotros, cambiar nuestro acento puede ser agotador y poco natural.

Nuestro acento es parte de nuestra identidad. Cambiarlo significa perder una parte de nosotros mismos.

Con el tiempo, muchos de nosotros nos encontramos haciendo pequeños —o grandes— cambios. El por qué lo hacemos nos abre una ventana hacia el rol fundamental que nuestras voces tienen en nuestro mundo social.

Estereotipos y prejuicios
Los acentos británicos, por ejemplo, se prestan a todo tipo de ideas preconcebidas y prejuicios, como lo descubrí recientemente.

En un estudio sobre el cambio de acento, uno de los participantes le dijo al lingüista Alexander Baratta de la Universidad de Manchester: “Si por casualidad eres de Glasgow, serás violento. Si eres de Liverpool, serás escoria. Si eres de Newcastle, serás torpe”.

En tanto, en Estados Unidos, se dice que el icónico arrastrado de palabras del sur profundo suena sin educación y los neoyorquinos pueden ser considerados groseros. Desafortunadamente, estos estereotipos se extienden más allá de los programas de televisión y llegan al mundo real.

Después de todo, puedes vestirte muy profesional y comportarte de una forma acorde a tu empleo, pero tan pronto como abres la boca, tu acento traiciona tu educación.

Investigaciones muestran que inmediatamente somos juzgados por cómo hablamos: “Los oyentes pueden atribuir todo tipo de rasgos personales a un hablante, desde su altura, atractivo físico, estatus social, inteligencia, educación, buen carácter, sociabilidad e incluso criminalidad”, explica el lingüista Chi Luu.

Como resultado, algunas personas eligen conscientemente modificar su acento. Pueden querer sonar con más “propiedad” o simplemente regular su entusiasmo.

En Sicilia, los políticos cambian su acento dependiendo de la clase de los oyentes, y lo vuelven a modificar cuando hablan con políticos de otras partes de Italia, explica el siciliano Rosario Signorello, científico de la voz en la Universidad Sorbona Nueva de París.

Los acentos son como la moda. Dependen del contexto social del momento, dice, y en consecuencia, algunos hablantes adaptan su comportamiento vocal.

Para otros, cambiar su acento no es una elección. Baratta descubrió que a algunos aprendices de profesores se les pidió atenuar el suyo. “Ostensiblemente se trata de ser entendido”, señala.

Pero esa fue la explicación políticamente correcta. Al profundizar, notó que entraron en juego las preferencias lingüísticas, con una presión hacia los maestros para sonar más tradicionales.

Un maestro incluso dijo que cambió su acento para sonar menos como el “tonto del pueblo”. Esto, afirma Baratta, muestra un claro prejuicio hacia los acentos regionales.

Él lo llama “acentismo” y lo compara con el racismo: “El mundo real se trata de la diversidad de acentos, así que si diluyes tu forma de hablar, no es una representación real”.

De forma similar muchas mujeres en la academia dicen que se sienten presionadas para “neutralizar” sus acentos regionales y ser tomadas en serio, definiéndolo como “la última forma aceptable de discriminación”.

¿Cómo y cuántos son los diferentes acentos de Colombia?
Una tarea difícil… para algunos
Para aquellos que deciden cambiar su acento, cualquiera que sea la razón, no es una habilidad fácil de dominar. Nuestro acento se forma desde una muy corta edad. De niños, somos maestros de la imitación, una habilidad que se reduce cuando vamos creciendo.

“Esto requiere un exacto control sincronizado en micromilímetros y microsegundos de los labios, la lengua, el velo del paladar, la quijada y las cuerdas vocales con el fin de producir con precisión los sonidos exactos”, escribe Peter Trudgill, de la Universidad de Agder en Noruega. Esto también explica por qué es tan difícil pronunciar correctamente palabras en otro idioma cuando somos adultos.

Como resultado, por cada Meryl Streep, hay muchos que lo hacen mal. Esto incluye a actores: Brad Pitt, en “Enemigo Íntimo”, horrorizó a los irlandeses, como Sean Connery en “Los Intocables”. O el brasileño Wagner Moura como el capo colombiano Pablo Escobar en la serie “Narcos”.

Además, incluso cuando alguien es excelente imitando las consonantes y las vocales, hay otras características sutiles en la forma en que hablamos que son difíciles de imitar.

Adrian Leemann y sus colegas de la Universidad de Lancaster demostraron que el ritmo está tan profundamente arraigado en nuestra primera lengua que copiarlo puede resultar complicado.

¿Cómo puedes diferenciar a un argentino de un uruguayo?
Las diferentes pronunciaciones —como el “llamar” y el “shamar” de argentinos y uruguayos— también vienen con su propio ritmo. “Resulta que si la gente trata de imitarlo, la mayoría no lo logrará”, dice Leemann.

Está también la gente que no finge, pero cuyo acento cambia con el tiempo. A esto se le conoce como “asimilación”, algo así como imitar el lenguaje corporal de alguien, pero con palabras.

Recuerdo experiencias durante viajes en los que mi entonación se volvía distintivamente más australiana o estadounidense. “No es que quieras hacerlo, nos guste o no, asimilamos e imitamos a otras personas”, explica Jonathan Harrington, de la Universidad Ludwig-Maximilians en Munich.

Pero incluso si logras cambiar tu acento, si este no coincide con cómo te perciben los demás, entonces tal vez no haya por qué cambiarlo.

Un estudio demuestra que a los asiáticos-estadounidenses se les consideraba menos comprensibles que los estadounidenses blancos pese a que hablan con el mismo acento tradicional de Estados Unidos.

Para muchos, sin embargo, ese es un punto discutible ya que los acentos siguen siendo difíciles de cambiar realmente, lo que significa también que superar los prejuicios por el acento no es sencillo.

Tal vez debería agradecer que mi lengua suene un poco extraña. Al menos no cambia demasiado.

Fuente: www.bbc.com

Abigail Disney: la “furia” de la rica heredera que visitó Disneylandia para comprobar las condiciones de trabajo de los empleados

Un empleado del parque de diversiones de Disney en California le envió un mensaje por Facebook a Abigail Disney, sobrina nieta de Walt Disney, en el que le hablaba de un tema nada feliz.

“No me conoces, pero de verdad necesitamos tu ayuda”, le decía el trabajador, según contó Disney a Zainab Salbi, presentadora del podcast “Through her eyes“, de Yahoo News, publicado en julio.

Se trataba de las malas condiciones de trabajo en el parque creado por la familia de Disney.

Aunque no trabaja en la compañía, Disney, quien es una activista muy crítica con las desigualdades económicas en EE.UU., visitó el parque en 2018 para comprobar las denuncias que había recibido.

Aunque en el podcast se dice que Disney fue “encubierta” al parque, Salbi aclaró este miércoles en su cuenta de Twitter que su entrevistada “nunca” había dicho que fuera de esa manera al lugar.

Según contó Disney a Salbi, los testimonios que escuchó la pusieron “furiosa”.

The Walt Disney Company niega que mantenga a sus trabajadores en malas condiciones.

Buscar comida en la basura
Abigail Disney recordó en “Through her eyes” lo que supuestamente le contaron los empleados.

“Cada una de las personas con las que hablé me ​​decía: ‘No sé cómo puedo mantener esta cara de alegría y calidez cuando tengo que ir a casa y buscar comida en la basura de otras personas’”, aseguró la millonaria.

“Estaba tan furiosa cuando salí de ahí porque, ya sabes, mi abuelo (Roy Disney) me enseñó a venerar a esta gente que recibe los boletos, que sirve tu refresco”, dijo.

“Estas personas son parte de la receta para el éxito”, agregó.

“En una compañía (Disney) que nunca ha sido tan rentable, no hay excusa para que los trabajadores usen vales de comida, racionen su insulina…”.

Actualmente el imperio de Disney posee canales de radio y televisión, parques de diversiones, estudios de cine y medios interactivos.

De acuerdo a Forbes, la compañía está valorada en US$238.000 millones y ocupa el puesto 27 en la lista de las empresas más grandes de EE.UU.

Silencio del CEO
Disney dijo a Salbi que le había enviado un correo electrónico a Rob Iger, actual director ejecutivo de Disney, hablándole sobre la supuesta situación de sus contratados, pero que no recibió respuesta.

“Bob debe entender que él es un empleado, al igual que las personas que sacan el chicle de la acera son empleados “, comentó Disney.

“Merecen la misma dignidad y derechos humanos que él tiene”.

The Walt Disney Company envió este miércoles un comunicado a medios estadounidenses en el que rechaza las declaraciones de Abigail Disney y defiende sus políticas laborales.

“Generalmente evitamos comentar sobre reportes sin base como este, pero este es particularmente escandaloso y no lo dejaremos pasar”, señala la empresa.

“Estamos totalmente en desacuerdo con esta caracterización de nuestros empleados y su experiencia en Disney”.

El comunicado de la empresa tacha la entrevista de “una exageración grosera e injusta de los hechos que no solo es una tergiversación, sino también un insulto a los miles de empleados que forman parte de la comunidad de Disney”.

“Nosotros nos esforzamos continuamente por mejorar la experiencia laboral de nuestros más de 200.000 empleados a través de una variedad de beneficios y programas que les brindan oportunidades, movilidad y bienestar”, añade.

“En nuestros parques en Orlando y Anaheim, The Walt Disney Company actualmente paga a sus trabajadores un promedio de US$19,5 por hora, significativamente por encima del salario mínimo federal”, asegura.

“Pero entendemos que los desafíos que enfrentan los trabajadores y las familias en 2019 son complejos y van más allá del cheque de pago”, reconoce.

“Es por eso que brindamos una amplia gama de beneficios (…): desde el cuidado subsidiado de niños hasta políticas generosas de vacaciones, acceso a farmacias y clínicas, títulos universitarios gratuitos y programas de capacitación vocacional”, detalla.

Activista
Abigail Disney es nieta de Roy O. Disney, hermano de Walt y cofundador de The Walt Disney Company.

Actualmente es directora y productora de cine. Además, es filántropa, activista, defensora de los derechos de la mujer y de la paz.

En junio, firmó una carta junto a otros 18 millonarios pertenecientes al 1% más rico de EE.UU. pidiendo a los candidatos a las elecciones de 2020 que crearan un impuesto a la riqueza.

En abril, publicó una columna en el periódico The Washington Post criticando las profundas diferencias salariales en el imperio Disney.

“Tenía que hablar sobre la indecencia de la paga del presidente ejecutivo (de Disney) Robert Iger. Según (la consultora) Equilar, Iger se llevó a casa más de US$65 millones en 2018. Eso es 1.424 veces el salario medio de un trabajador de Disney”, escribió.

En una entrevista con la revista estadounidense New York, publicada en marzo, dijo que cuando era joven la “avergonzaba” la fortuna de su familia, por lo que se deshizo de parte de su herencia al cumplir la mayoría de edad.

Si bien se desconoce a cuánto asciende su patrimonio, Disney reveló que ha donado cerca de US$70 millones en los últimos 30 años.

En 2016, Abigail Disney fue una de los 50 millonarios que le escribieron al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, pidiéndole que les subiera los impuestos, ante el aumento de las desigualdades económicas.

Fuente: www.bbc.com

FaceApp: qué riesgos de privacidad hay al usar la aplicación de origen ruso que te permite verte como anciano

Quienes conocen FaceApp desde hace un par de años saben que el filtro “Edad” de esta aplicación ha existido desde que fue lanzada para los sistemas de móviles iOS y Android.

Pero en los últimos días se ha convertido en la app del momento luego de la enorme mejora en la capacidad de ese filtro que permite al usuario “transformar” el rostro de una persona y ver cómo luciría en la vejez.

En Facebook, Instagram y Twitter han aparecido cientos de imágenes de usuarios de este filtro, así como de personajes conocidos, como políticos y futbolistas, con un aspecto de 70 u 80 años.

Como ocurrió en mayo con el filtro de Snapchat que mostraba cómo luciría una persona si fuera del sexo opuesto, FaceApp ha generado mucho entretenimiento.

Qué tan recomendable es ceder a la aplicación información personal, como la que se incluye en fotos del rostro, a cambio de un rato de diversión es una de las preguntas en el aire.

Frente a las dudas que despierta su servicio, este miércoles la compañía emitió un comunicado en el que ofrece más detalles sobre cómo funciona y qué tipo de información recolecta.

Luego de casos como el del algoritmo de Cambridge Analytica o los seguimientos de vigilancia basadas en el reconocimiento facial en Reino Unido o China, el cómo es manejada la privacidad de usuarios de aplicaciones para móviles o redes sociales ha estado en el centro del debate.

¿Qué hace FaceApp?
La aplicación se presenta como un servicio para lograr la “selfie perfecta”.

“¡Consigue selfies con calidad de portada de revista con un par de toques! Funciona con FaceApp AI, la tecnología más avanzada de edición neural de retratos”, se promociona en su descripción en Android.

También en la AppStore de iOS explica que sus filtros pueden añadir una “sonrisa hermosa” a una foto, cambiar de género o lucir más joven o más viejo.

Esto último es lo que se ha popularizado desde hace unos días, pues aunque era una función ya ofrecida desde 2017, la capacidad de los filtros ha mejorado notablemente.

Un usuario puede tomarse una selfie o subir una foto de su rostro, o de otra persona, y en un instante obtiene el retrato de la misma en la vejez avanzada.

Este martes FaceApp se encontraba en el número 1 de la lista de aplicaciones del momento del sistema iOS, incluso por encima de Instagram.

¿De dónde surgió?
FaceApp fue lanzada hace un par de años por Wireles Lab, cuya sede está enSan Petersburgo, Rusia.

La firma tecnológica se ha visto salpicada por controversias en el pasado, un par de 2017 cuando dos filtros fueron retirados ante las críticas por resaltar estereotipos físicos raciales.

El presidente de la empresa, Yaroslav Goncharov, se disculpó en abril de ese año luego de que uno de sus filtros, llamado “hot” (sexy, atractivo), aclaraba la piel de los usuarios.

Otro más que permitía un cambio de raza, para lucir como afrodescendiente, indio, asiático o caucásico, fue borrado un día después de ser lanzado ante la ola de críticas que recibió.

Goncharov dijo que en el caso del filtro “hot” hubo un “efecto secundario desafortunado de la red neuronal subyacente”.

La “red neuronal” a la que hizo referencia es el conjunto de algoritmos de inteligencia artificial “para modificar una cara en cualquier foto al tiempo que se mantiene fotorrealista”, explicó Goncharov en ese entonces.

¿Qué datos recopila FaceApp?
Los términos de servicio de FaceApp no son muy diferentes a los de otras aplicaciones.

La aplicación señala que puede recopilar “contenido del usuario (por ejemplo, fotos y otros materiales) que publica a través del servicio”.

La app también realiza un “monitoreo” de la actividad del usuario, incluidas “las páginas web que visita” y su ubicación, y recopila “metadatos” sobre cómo interactúa el usuario con el servicio.

“No alquilaremos ni venderemos su información a terceros fuera de FaceApp”, señala su aviso de privacidad.

Pero un aspecto que analistas han resaltado es que FaceApp indica que puede llevar la información a una jurisdicción diferente a la del país donde esté el usuario.

“Tenga en cuenta que podemos transferir información, incluidos datos personales, a un país y jurisdicción que no tenga las mismas leyes de protección de datos que en su jurisdicción”, advierte.

¿Qué dice FaceApp?
Ante las preguntas que se han generado entre los usuarios, FaceApp emitió un comunicado que fue difundido por el portal TechCrunch.

En el documento, la compañía afirma que solo utiliza las fotos que el usuario quiera editar. “Nunca transferimos ninguna otra imagen desde el teléfono a la nube”.

Dice que aunque las fotos pueden ser almacenadas en la nube, “la mayoría son borradas de nuestros servidores 48 horas después de que se hayan subido”.

FaceApp también sostiene que acepta las solicitudes de los usuarios que quieran que sus datos sean removidos de sus servidores, aunque afirma que actualmente su equipo de soporte técnico está “sobrecargado”.

La compañía explica que la app se puede utilizar sin necesidad de registrarse y que el 99% de los usuarios la utilizan de esa manera.

Por eso, afirma que no tienen “acceso a ninguna información con la cual se pueda identificar a una persona”.

Finalmente, FaceApp dice que no “vende ni comparte ninguna información de sus usuarios con terceros” y que aunque su equipo de desarrollo está ubicado en Rusia, “la información del usuario no se transfiere a Rusia”.

El reconocimiento facial
Una polémica similar a la de FaceApp giró en torno a Facebook a comienzos de año con el llamado #10YearsChallenge, el reto de subir una foto de hace 10 años y una actual para admirar el paso del tiempo.

Algunos expertos afirmaron que eso podría servir para que plataformas como las de esa red social “entrenen” a sus herramientas de reconocimiento facial que puede ser usado tanto con fines comerciales (vender publicidad) como de vigilancia (privada o gubernamental).

Los expertos en seguridad informática advierten que para un usuario es muy difícil saber si el reconocimiento facial se está utilizando en aplicaciones y para qué fines.

Y al igual que en China, el gobierno de Rusia ha establecido en los últimos años controles propios al internet que pueden ir en una vía diferente al concepto de la “red sin fronteras” que predomina en el resto del mundo.

Sin embargo, del otro lado del mundo Facebook también se han visto involucrados en problemas de manejo de privacidad de sus usuarios, como el caso de Cambridge Analytica.

La organización británica en defensa de la privacidad Big Brother Watch ha descrito en el pasado el uso de la tecnología de reconocimiento facial como “peligrosamente autoritaria”.

“Monitorear a personas inocentes en público es una violación de los derechos fundamentales a la privacidad, a la libertad de expresión y al derecho de reunión”, señaló tras un ensayo de seguimiento facial en vivo de las autoridades en Londres.

“Estamos luchando contra esto para todos aquellos que no quieran convertirse en tarjetas de identidad andantes en una nación vigilada”, advirtió.

Fuente: www.bbc.com