Dios y El Granjero

Cuentan que hace años Dios decidió bajar a la Tierra, para percatarse de cómo andaban las cosas, viéndolas y sintiéndolas tan de cerca como los mismos hombres.

Decidió vestirse de blanco y entrevistarse con el hombre más inteligente de una comunidad de granjeros.

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A partir de hoy…

A partir de hoy y no de mañana, aceptaré la vida tal como se me presenta. Correré y pensaré un poco menos. Trataré de no crearme falsas ilusiones, las que me llevaron a un estado de melancolía.

Trataré de amar más a los que me aman, y un poco menos a los que no me aman. Comprenderé las razones de la vida, analizando cada hecho que se me presenta.

Trataré de caminar lentamente, antes de correr alocadamente… llenaré mi corazón (vacío y con llantos)… con flores de primavera y sol de verano. No dejaré que el miedo me invada, lucharé cuando mis fuerzas decaigan.

Los Dos Potrillos

Esta es la historia de dos potrillos que eran hermanos y disfrutaban de la vida al aire libre correteando por las praderas. Un día, ambos fueron enlazados y llevados a las caballerizas del rey. Su libertad había terminado. Pronto comenzó un período de estricta disciplina, que para ellos fue un largo y doloroso proceso. Jamás imaginaron que existía tal cosa.

De pronto, uno de ellos se rebeló, y dijo:
-Esto no es para mí. Me gusta la libertad, las verdes montañas, los arroyos de agua pura y fresca. Y sin decir nada más, saltó el muro de su encierro y escapó.

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Vivir implica equivocarse

-¿Volveré a equivocarme?

-Muchísimas veces, hijo.

-Pero yo no quiero equivocarme mas…

-Pues entonces, lo que no quieres, es vivir. Vivir implica equivocarse.

-Hombre, tampoco eso…solo quiero hacer las cosas bien.

-Pero para hacerlas bien, primero hay que aprender, y para aprender, hay que equivocarse.

-Yo quiero aprender sin equivocarme.

-Pues entonces, lo que no quieres, es crecer.

-Yo solo digo…que quiero crecer sin equivocaciones…

-Eso no es posible. 

-Seguro que sí.

-¿Ves? Ya te estas equivocando.

La Comunicacion

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, después de comprobar que el sueño no se había cumplido, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

–¡Qué desgracia mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad. Exclamó el sabio. –¡Qué insolencia! ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Gritó el Sultán enfurecido y a continuación llamó a la guardia y ordenó que le dieran cien latigazos al sabio.

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