La desproporcionada cantidad de azúcar que contiene un solo muffin

¿Acompañas tu café de la tarde con un apetitoso y dulce muffin de arándanos que compraste en el supermercado?

Quizás debas considerar si hacerlo de nuevo, pues la cantidad de azúcar que contienen algunos muffins producidos industrialmente es mayor que el máximo diario recomendado por los expertos en salud para un adulto.

Grandes y niños consumen este tipo de magdalenas grandes, a veces pensando que son una alternativa saludable frente a otros tipos de dulce o chocolatina, ya que suelen contener fruta.

Pero un análisis realizado en enero por dos organizaciones británicas para la salud, Action on Sugar y Obesity Health Alliance, halló que algunos muffins de arándanos contenían el equivalente a 8 cucharaditas de azúcar.

En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud, OMS, redujo su recomendación diaria de consumo de azúcar a un 5% del total de calorías ingeridas para llevar una dieta sana óptima.

Eso, para un adulto que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, serían 25 gramos o 6 cucharillas de azúcar.

Según los expertos en salud el ejemplo del muffin ilustra lo fácil que puede ser consumir cantidades enormes de azúcar a diario en solo una porción.

Demasiado en una porción
Las organizaciones analizaron 28 tipos distintos de muffin de arándanos a la venta en tiendas y supermercados de Reino Unido, y encontraron que el 61% contenía el equivalente a seis o más cucharaditas de azúcar.

Como referencia, 50 gramos de azúcar equivalen a 12 cucharillas.
También encontraron entre las muestras una variación de hasta 19% en el contenido de azúcar y de hasta 32% en el tamaño.

“Dadas las limitaciones que hay a la hora de etiquetar el contenido nutricional de los alimentos, es muy fácil ingerir una cantidad enorme de azúcar en solo una porción”, le dijo a la BBC Caroline Cerny, de Obesity Health Alliance.

“Podemos pensar que un muffin de arándanos es una opción relativamente saludable como tentenpié comparado con otro tipo de tartas o con una tableta de chocolate, pero los números muestran otra cosa”, declaró Cerny.

Las dos organizaciones que analizaron los dulces están en campaña para que los fabricantes reduzcan la cantidad de azúcar que utilizan en los productos.

Cuánto azúcar al día debemos consumir

Los expertos en nutrición dicen que la cantidad diaria de azúcares añadidos que ingerimos no debería superar el 5% de nuestro consumo calórico total en un día.

Eso equivale a unas siete cucharillas en el caso de los adultos y unas cinco para los niños.

Pero en Reino Unido se estima que la mayoría de la gente consume por lo menos el doble de esas recomendaciones.

Como referencia, 50 gramos de azúcar equivalen a 12 cucharillas.

El gobierno británico planea recortar en un 20% la cantidad de azúcar en los productos de consumo habitual para el 2020.

Por qué cuando aumentamos mucho de peso la comida nos parece menos sabrosa

Una de las muchas consecuencias de la obesidad es que, al ganar peso, vamos perdiendo la sensibilidad al sabor de las comidas.

Esta relación entre el exceso de masa corporal y la capacidad de disfrutar de los alimentos fue descubierta hace algunos años.

El efecto no es permanente sino que se revierte con la pérdida de peso.

Sin embargo, lo que en ese entonces no se había logrado determinar era la causa de esta reducción en la sensibilidad.

Ahora, un equipo de investigadores del Departamento de Ciencias Alimenticias de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, encontró la razón.

Según explican en un estudio publicado esta semana en la revista PLoS Biology, esto se debe a que la inflamación asociada a la obesidad provoca una reducción en el número de papilas gustativas.

Menos papilas gustativas
Para averiguar si el hábito de comer alimentos pesados y ricos en grasas eran la causa, o si la pérdida del gusto estaba relacionada con el exceso de grasa en el cuerpo, los investigadores de Cornell hicieron un experimento en el que estudiaron la lengua de varios grupos de ratones.

A un grupo de ellos los alimentaron durante ocho semanas con alimentos grasos.

Los ratones que subieron de peso perdieron un 25% de sus papilas gustativas.
Así, observaron que los ratones ganaron un tercio de su peso y perdieron el 25% de sus papilas gustativas, en comparación con los ratones que tenían un peso normal.

Las papilas gustativas son estructuras en la lengua compuestas por entre 50 y 100 células de tres tipos principales, que se especializan en distinguir los cinco sabores primarios (salado, dulce, amargo, ácido y umami).

Estas células se renuevan aproximadamente cada diez días.

Sin embargo, en los ratones obesos, vieron que se aceleraba la muerte celular y decrecía el número de células madre, con lo cual el proceso de regeneración de las papilas gustativas se tornó más lento.

Gordos y con el mismo número de papilas
Los investigadores también alimentaron a otro grupo de ratones a los que modificaron para que no pudiesen engordar con alimentos grasosos.

Estos no ganaron tanto peso como los obesos y no mostraron cambios en la cantidad de papilas gustativas.

Esto, dicen los investigadores, mostró que la dieta en sí misma no era responsable del cambio en la percepción de los sabores.

Entender el por qué del mecanismo puede contribuir en la búsqueda de tratamientos para combatir la obesidad.
Por último, Robin Dando, coautora del estudio, recurrió a un tercer grupo de ratones mutantes que son incapaces de producir una molécula llamada TNF alfa.

Esta es una molécula inmunitaria que envía señales inflamatorias por el cuerpo y activa procesos de muerte celular.

Los niveles de TNF alfa y otros compuestos que provocan inflamación en el cuerpo son naturalmente más elevados en los individuos obesos.

Pero cuando analizaron a este grupo de ratones, los científicos notaron que si bien habían ganado mucho peso, no habían perdido papilas gustativas.

Esto les permitió concluir que la disminución de la sensibilidad al sabor está directamente vinculada al estado inflamatorio.

Funcionamiento similar
De acuerdo a los investigadores, este hallazgo puede contribuir en la búsqueda de soluciones para combatir la obesidad.

Y si bien es cierto que la investigación se ha hecho en ratones y no en humanos, las papilas gustativas en ambos funcionan de manera muy similar, con lo cual es muy probable que la relación causa-efecto sea la misma.

El próximo paso será experimentar con seres humanos.

3 formas de combatir el dolor de espalda sin medicamentos​

El dolor de espalda es muy común, pero hay consenso en la comunidad médica de que es mejor evitar recurrir a los medicamentos para tratarlo.

Esto, claro está, siempre que un especialista no recomiende lo contrario.

“Siempre es importante descartar causas específicas como cáncer, infecciones y fracturas, por lo que se debe consultar a un profesional si estás preocupado”, le dice a la BBC el doctor Rangan Chatterjee.

Pero más allá de ser habitual —la Organización Mundial de la Salud estima que lo sufre una de cada diez personas— y de parecer algo menor, en realidad es una de las principales causas que impiden a alguien trabajar.

“En la mayoría de los casos, el dolor no es causado por nada serio y generalmente mejorará con el tiempo”, explica el Servicio Nacional de Salud británico (NHS, por su sigla en inglés).

El Colegio Estadounidense de Médicos (ACP, por sus sigla en inglés) actualizó sus directrices el año pasado y estableció que los doctores “deberían evitar recetar analgésicos opioides” y sugirieron que antes de que los pacientes tomen antiinflamatorios o relajantes deberían probar terapias alternativas.

Se recomienda seguir algunos de los siguientes consejos:

1. Mantente activo
Los especialistas aseguran que es uno de los pasos cruciales para una pronta recuperación.

“Es probable que descansar durante períodos prolongados empeore el dolor”, afirma el NHS.

Se sugiere realizar ejercicios y estiramientos. El mero hecho de caminar, además de nadar, practicar yoga o pilates también pueden resultar útiles.

El yoga puede ayudarte a estirar y fortalecer músculos y mejorar la postura.
Pero es necesario tener en cuenta que quien tiene problemas de espalda debe buscar autorización médica a la hora de ejercitarse.

Pilates es una de las mejores vías para ejercitarse sin poner en riesgo los músculos de la espalda.

El yoga puede ayudarte a estirar y fortalecer músculos y mejorar la postura, aunque también es posible que debas modificar algunas posturas si ves que se agravan los síntomas.

Una de las premisas para hacer natación en casos de dolor es que la espalda no sufre por la posición del ejercicio ni por el impacto, como cuando se corre.

En el caso de la bicicleta, se recomienda ir al gimnasio y buscar una que tenga respaldo donde la espalda pueda estar en su posición natural mientras se pedalea.

2. Consulta a un especialista
“La fisioterapia es la piedra angular del tratamiento del dolor de espalda”, asegura la Clínica Mayo, uno de los centros de salud más respetados de Estados Unidos.

Se pueden utilizar una variedad de tratamientos con calor, el ultrasonido, la estimulación eléctrica y las técnicas de liberación muscular.

La acupuntura y los masajes también pueden servir para aliviar dolores.
Siempre es recomendable que tu médico sea el que apruebe estos tratamientos adicionales una vez que el dolor no cede tras algunas semanas y que seas consciente de los beneficios y riesgos.

Terapias manuales llevadas a cabo por fisioterapeutas, quiroprácticos u osteópatas pueden resultar útiles, apunta el NHS.

La acupuntura y los masajes también pueden servir para aliviar dolores.

3. Tratamientos paralelos
Pequeñas cosas que puedes hacer fácilmente en tu hogar pueden ayudarte, junto a los otros consejos, a hacer más llevadero el dolor hasta que con el paso del tiempo termine por desaparecer.

Entre ellas, los especialistas sugieren dormir de costado con una almohada entre las piernas porque puede ayudarte a que reduzcas la presión sobre la espalda.

El tipo de colchón y la forma en que uno se acuesta en la cama tiene su impacto.
Y si duermes boca arriba coloca dos, o hasta tres almohadas, debajo de las rodillas.

Aplicar calor o frío sobre la zona afectada también sirve para aliviar el dolor.

“El calor se debe emplear para tratar los dolores de espalda que duran más de 48 horas”, de acuerdo al Colegio Estadounidense de Reumatología (ACR, por su sigla en inglés).

Mantenerte positivo en que al cabo de algunas semanas el dolor pasará, también te va a ayudar.

Para prevenir el dolor de espalda debes:

El ejercicio regular de bajo impacto, que no fuerza tu espalda como caminar y nadar, es una buena opción.
Desarrolla fuerza muscular y flexibilidad con ejercicios abdominales, de espalda y a través de estiramientos.
Mantén un peso saludable porque el sobrepeso carga los músculos de la espalda.
Evita estar sentado durante demasiado tiempo y estate atento a tu postura al usar la computadora y mirar la televisión.
Ten cuidado al levantar cosas pesadas.
Asegúrate de que el colchón de tu cama te soporte adecuadamente.

¿Qué es la grasa parda y en qué se diferencia de la otra grasa corporal?

La grasa parda es un tipo especial de grasa corporal que se activa cuando sientes frío.

Casi todos los mamíferos, incluido el ser humano, la tienen pero en distintas cantidades.

Al activarse, este tipo de grasa -también llamada tejido adiposo marrón- genera calor para ayudar a mantener la temperatura corporal.

Y para producir ese calor la grasa parda usa como “combustible” la grasa corporal normal o blanca, que es la más común, la que forma nuestros “michelines”.

Por eso, en años recientes ha despertado el interés de investigadores que buscan saber si podría ayudar en la pérdida de peso de cara a futuros tratamientos para la obesidad.

50 gramos de grasa blanca almacenan aproximadamente más de 300 kilocalorías de energía. La misma cantidad de grasa parda puede quemar 300 kilocalorías al día, según información publicada por el Instituto Garvan de Investigación Médica de Sídney, en Australia.

Algunos expertos creen que la grasa parda podría ser “activada” para acelerar la quema de grasa blanca, y otros, que la grasa blanca podría ser “convertida” en grasa parda a través de estímulos como el frío o el ejercicio.

Pero estos estudios todavía son incipientes y por ahora no hay evidencias científicas concluyentes realizadas con humanos.

¿Dónde está, cuánta tenemos y porqué es marrón?
Los recién nacidos son los seres humanos que más grasa parda tienen. Todos nacemos con reservas alrededor del cuello y el torso porque esa es la forma en la que la naturaleza nos ayuda a mantenernos calientes en nuestros primeros meses de vida, cuando somos más vulnerables.

Los recién nacidos son los humanos que más grasa parda tienen.
Hasta hace pocos años se creía que esa grasa desaparecía con la infancia. Ahora sabemos que si bien su presencia decrece con la edad, la grasa parda o marrón está presente en la mayoría de los adultos y que es metabólicamente activa.

Sin embargo, no es una grasa que nos causa gordura, ya que su presencia es en cantidades muy pequeñas comparado con la grasa blanca.

La grasa parda contiene muchas más mitocondrias que la blanca, y eso es lo que le da su distintivo color marrón. Esas mitocondrias son los “motores” con los que queman calorías para producir calor.

Algunos investigadores han concluido que las personas que tienen mayores cantidades de grasa parda tienden a ser más delgados.

Creen que la presencia de esta “grasa buena” incrementa el gasto metabólico basal de una persona, es decir, el consumo básico de calorías que una persona necesita para vivir.

Y por eso hay ahora tanta especulación sobre los potenciales usos de este tejido adiposo más oscuro.

“Su capacidad natural para quemar energía la convierte en un objetivo terapéutico potencial contra la obesidad y la diabetes”, dijo el doctor Paul Lee, del Garvan Institute of Medical Research, que ha liderado investigaciones sobre el tema.

¿Se puede activar?

Hay una creencia popular que dice que las duchas de agua fría pueden ayudar a convertir la grasa “blanca” en grasa “parda” activa y metabólicamente saludable, pero hay muy pocas evidencias de que sea así.
Eso están tratando de averiguar los investigadores.

Algunos creen que la actividad de la grasa parda en los adultos se puede estimular mediante la exposición regular a bajas temperaturas.

Otros, como el doctor Paul Lee, especialista en endicronología, han explorado la posibilidad de convertir la “grasa blanca” en “grasa parda”, mediante el uso de dos hormonas, la irisina y la FGF21, que se liberan normalmente durante el ejercicio y con el frío.

Según un estudio de Lee publicado en 2014 en la revista Cell Metabolism, en el laboratorio un tratamiento con esas dos hormonas logró convertir células humanas de grasa blanca en grasa parda a lo largo de un período de seis días. Al final las células tratadas empezaban a generar calor, una característica de la grasa más oscura.

Pero todavía hacen falta más investigaciones científicas con humanos para entender bien el papel y relevancia de la grasa parda para nuestra salud.

¿Cuándo perder las llaves empieza a ser un problema de salud?

Las llaves, el celular, una cita, el nombre de un colega, lo que había que comprar en el supermercado… muchos perdemos y olvidamos cosas varias veces al día.

Pero ¿cómo saber cuándo se trata de un despiste por mera distracción y cuándo de un incipiente problema de salud?

Andrew Budson, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, lidia de frente con esta pregunta en su libro “Seven Steps to Managing Your Memory—What’s Normal, What’s Not, and What tos Do about It”, que publicó en 2017.

Por ahora el libro no está disponible en español, pero en BBC Mundo hablamos con este experto en trastornos de memoria para saber qué es normal y qué no cuando de olvidar las cosas se trata.

Para empezar, un dato que puede tomar por sorpresa a muchos y deprimir a otros tantos: “Lo creas o no, la memoria alcanza su punto máximo a los 20”, nos dijo Budson.

Eso explicaría por qué es más fácil aprender un idioma o estudiar una carrera cuando somos más jóvenes. A partir de ahí nuestra capacidad va disminuyendo en una línea “bastante recta”, según el neurólogo.

Así que nuestra memoria a los 30 y a los 40 ya no es tan buena como a los 20.

Qué es normal a qué edad
Según el experto, con la edad se producen tres cambios en la memoria que se consideran normales y forman parte del proceso natural de envejecimiento.

Lo que el neurólogo recomienda, si tienes dudas y te preocupa tu memoria, es preguntarle honestamente a tus amigos o familiares qué piensan, para saber si ellos han notado algún cambio.
El primero es que la gente empieza a necesitar que a veces le repitan algo varias veces para poder almacenarlo en la memoria.

El segundo es que, cuando intentamos recuperar un recuerdo, a medida que envejecemos, tardamos un poco más en conseguirlo: nos lleva más tiempo “encontrar” esa información.

Y el tercero es que a veces necesitamos una pista para poder recuperarla.

En un envejecimiento “normal” si la información entró correctamente a nuestro almacén de memoria deberíamos poder acceder a ella.

Budson dice que estos tres cambios en la calidad de nuestra memoria pueden empezar a notarse desde tan pronto como a los 40 o los 50 años.

“Y ciertamente para cuando alcanzamos los 60, 70 y 80 casi todos los adultos saludables tendrán alguno de estos problemas”.

Qué no es normal
En cambio, explica Budson, cuando existen problemas de memoria que no son normales, incluso cuando repites la información o le das tiempo a la persona para “buscarla”, o le das pistas no logran recuperarla.

Eso pasa, por ejemplo, en el caso de las personas que tienen alzhéimer.

Según el neurólogo Andrew Budson “cualquiera puede aprender a recordar mejor las cosas”.
La gran distinción, explica el neurólogo, es si la información puede o no puede ser recuperada, incluso con ayuda de tiempo y pistas, cuando sabemos que fue correctamente almacenada.

Por otro lado hay distintos trastornos de la memoria y no todos están relacionados con la edad o la demencia.

Trastornos como la depresión y la ansiedad, la falta de vitaminas, o el hipotiroidismo, entre otras, así como los efectos secundarios de ciertas medicaciones, pueden causar problemas de memoria, pero afortunadamente son males que pueden ser tratados.

En el caso de los efectos secundarios de las medicinas, un cambio de tratamiento, siempre bajo supervisión médica, puede hacer que un problema de memoria mejore dramáticamente, dice Budson.

Cuándo pedir ayuda: dos señales de alarma
¿Pero cómo saber cuándo hay que pedir ayuda? En realidad no es tan fácil para una persona identificar qué cambios en su memoria son “normales” para su edad y cuáles no.

“Puede ser difícil”, admite Budson. “No creo que sea algo intuitivo”.

¿Qué era eso tan importante de lo que no me podía olvidar?
Lo que el neurólogo recomienda, si tienes dudas, es preguntarle honestamente a tus amigos o familiares qué piensan, para saber si ellos han notado algún cambio.

En general hay dos señalas de alarma, dice Budson, que pueden preocuparnos.

“Una es cuando la gente tiende a repetirse, a hacer las mismas preguntas constantemente o a contar las mismas historias una y otra vez sin darse cuenta de que están repitiendo esa información.

“La otra es cuando alguien pierde la capacidad de hacer algo que antes sí podía hacer, como manejar las cuentas bancarias”.

5 maneras de mejorar la memoria
Según Budson “cualquiera puede aprender a recordar mejor las cosas”.

Para ello, según el neurólogo, se pueden adoptar cambios en el estilo de vida que ayudan a almacenar los recuerdos de una manera óptima, además de aplicar técnicas para recuperarlos mejor.

1. Dormir bien y lo suficiente, para no estar cansados y también para darle oportunidad a nuestro cerebro de que procese la memoria desde el “almacén temporal” de la memoria a corto plazo al “almacén permanente” de recuerdos a largo plazo.

2. Llevar una dieta saludable. Según Budson la única dieta que se ha demostrado repetidamente que es beneficiosa para el cerebro y por tanto para la memoria es la mediterránea, que incluye regularmente pescado, aceite de oliva, aguacates, frutas y vegetales, nueces, legumbres y cereales enteros.

3. Hacer ejercicio: “la solución mágica”. “Es increíble todas las cosas a las que hacer ejercicio puede ayudar”, enfatiza el neurólogo.

“El ejercicio puede ayudar a mejorar el estado de ánimo tanto como cualquier antidepresivo”, dijo Budson, “y también el sueño”, que es clave para la memoria.

“La gente me pregunta si hay una solución mágica para los problemas de memoria y yo les digo que sí: se llama ejercicio”.
“El ejercicio también desencadena factores de crecimiento en el cerebro, algo que puede aumentar el tamaño del hipocampo, que es la parte donde se forman los nuevos recuerdos”.

“También se ha demostrado que mejora la memoria en adultos jóvenes y sanos y que retrasa el declive de la memoria en los pacientes que están en las etapas más tempranas del Alzheimer”.

“Así que la gente me pregunta si hay una solución mágica para los problemas de memoria y yo les digo que sí: se llama ejercicio”.

“Nosotros recomendamos que la gente haga al menos 30 minutos al día de ejercicios aeróbicos, cinco días a la semana, más dos horas a la semana de ejercicio que ayude a fortalecer la flexibilidad, como el yoga o el taichi”.

4. Prestar más atención. Muchas veces no recordamos cosas porque estamos distraídos o estresados haciendo mucho sin prestar atención, aunque no haya un deterioro cognitivo. La meditación de tipo “atención plena” o mindfulness puede ser una buena estrategia para ayudar a nuestra memoria.

5. Implementar trucos y técnicas para recordar datos mejor. Por ejemplo para recordar nombres de personas ayuda repetir el nombre en voz alta, pensar en conceptos o personas relacionadas con ese nombre o crear una imagen mental de sus iniciales. A la hora de estudiar tomar notas es mucho más eficaz que subrayar, dice Budson.

Por otro lado, dice el experto, no se ha demostrado científicamente que los productos que se promocionan para el entrenamiento cerebral ayuden a mejorar la memoria. “Pueden ser entretenidos, pero no se correlacionan con una mejor memoria”, matiza el neurólogo.