En un arranque de extravagancia hace más de medio siglo, Sam Panopoulos y su hermano arrojaron unos pedazos de piña en conserva en una pizza en su restaurante el suroeste de Ontario.
No se imaginaron que estaban inventando una de las más populares, divisivas y debatidas pizzas del mundo, la que recientemente acaparó los titulares después de que el presidente de Islandia Guðni Th. Jóhannesson declarara que estaba «fundamentalmente opuesto» a esa guarnición.
«Se la echamos (la piña) sólo por el gusto de hacerlo, y para ver a qué sabía», le cuenta Panopoulos, de 83 años, a la BBC. «Éramos jóvenes y hacíamos muchos experimentos».
Los hermanos no estaban seguros de su creación iba a funcionar, pero tanto a ellos como a sus comensales canadienses les gustó esa dulzura salada.
¿De qué lado estás?
«Primero la probamos nosotros, luego se la ofrecimos a algunos clientes, y un par de meses más tarde, estaban locos por ella. Así que la pusimos en el menú», recuerda.
Su nombre tropical -«hawaiana»- vino de la lata de piña que utilizaron en esa primera creación.
Los Panopoulos llegaron a Canadá desde Grecia en 1954 y en aquel entonces eran dueños del restaurante Satélite en Chatham, Ontario, a unos 290 kilómetros de Toronto.
Además de pizza servían platos chinos, desayunos tradicionales, hamburguesas y papas fritas.
Hasta los que manejan el sitio oficial de Canadá reaccionaron ante la declaración del presidente de Islandia diciendo: «Es salada, es dulce – un invento canadiense #piñaenpizza es inmejorable».
En esa época, la pizza estaba abriéndose camino en los restaurantes al norte de la frontera con Estados Unidos, a través de la comunidad canadiense en las inmediaciones de Windsor.
«Boston Pizza», una cadena de pizzerías de Canadá, abrió su primer restaurante en Edmonton, Alberta, en 1964. Otra cadena, Pizza Pizza, fue fundada en 1967 en Toronto.
La creación también se benefició de la tendencia del «tiki» a mediados de siglo, que popularizó la cultura polinesia en América del Norte, con sus cocteles y sabores exóticos..
Panopoulos dice ingredientes de la pizza en ese entonces se limitaban más que todo a las setas, el tocino y el pepperoni.
«La gente no se aventuraba a probar diferentes sabores y comidas. Lo único que uno podía encontrar que fuera agridulce eran algunos platos chinos. Todo lo demás era normal», dice.
Johannesson tuvo que aclarar su posición a través de su cuenta en Facebook, tras desatar lo que se conoce como «Pizzagate».
Panopoulos dice que recibe solicitudes de entrevistas sobre el origen de la pizza con piña de tanto en tanto, pero lo sorprendió la cantidad de llamadas que ha recibido desde que el presidente de Islandia le dijo a un grupo de una escuela secundaria que si pudiera prohibiría que le echaran piña a las pizzas.
«¿¡Qué le pasa a la gente!?», exclama.
Los comentarios del presidente dispararon furiosas, aunque irónicas, protestas en línea de gente que a la que le fascina o detesta el sabor.
Jóhannesson por su lado, recurrió a Facebook para aclarar su postura sobre el tema.
«Me gustan las piñas, pero no en la pizza. No tengo el poder de hacer leyes que le prohíban a la gente a poner piña en su pizza y no quiero tenerlo. Los presidentes no deben tener poder ilimitado», escribió.
«No me gustaría ser presidente si eso me permitiera aprobar leyes que prohíben lo que no me gusta. Yo no quiero vivir en un país así. Para las pizzas, recomiendo mariscos».
En Londres, alguien envió una pizza a la embajada de Islandia con un mensaje: «Larga vida a la pizza con piña».
Panopoulos dice que no entiende la oposición del presidente a la piña en la pizza, pues siente que le da al plato un toque «refrescante».
«El tipo está loco. Como no tiene una gran cantidad de piñas allá, sino una gran cantidad de peces, dice que le pongamos pescado».
Panopoulos vendió el restaurante Satélite en 1980 y no ha preparado una pizza desde hace años.
Ahora come las que compra congeladas en el supermercado.
Y aunque le hubiera gustado patentar la idea, en realidad está «contento de haber hecho algo que a la gente le gusta comer».