Cuando el pasado 8 de febrero la luz se apagó por segunda vez en plena rueda de prensa en el Palacio de Miraflores, los guardaespaldas rodearon inmediatamente a Nicolás Maduro.
Solo protegido por sus escoltas, erguido en la oscuridad, y sorbiendo contrariado una taza de café que le alcanzó un edecán mientras su equipo corría nervioso para resolver tan inoportuno apagón, la del presidente venezolano era la imagen de un líder cercado.
Desde que llegara al poder en 2013 se ha enfrentado a sucesivas oleadas de protestas masivas, crecientes amenazas y sanciones de Estados Unidos, la explosión de unos drones mientras asistía a un desfile y, la pasada semana, al último intento de insurrección de la oposición para derrocarlo.
Pero resiste.
¿En qué situación queda Maduro tras el último intento?
Venezuela y el mundo entero se preguntan en qué situación queda ahora el presidente venezolano y si podrá aguantar nuevos embates.
Un antiguo dirigente chavista le dijo a BBC Mundo que “Maduro es más fuerte de lo que muchos piensan y, pese a las presiones, está con el ánimo entero”.
Sin embargo, según este dirigente, “sabe que no tiene el juego ganado” y, aunque es quien toma las decisiones en el gobierno y en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lo hace considerando cómo se recibirán en las distintas tendencias que hay en el seno del chavismo para evitar el riesgo de escisión.
En palabras de Ivan Briscoe, analista del International Crisis Group, “Maduro sobrevive, pero da la impresión de que lo hace a un altísimo costo”.
Geoff Ramsey, de Washington Office of Latin America (WOLA), dice que, “pese a que ha quedado claro que la oposición no tiene la fuerza para derrocarlo, Maduro tiene cada vez menos capacidad para gobernar”.
En la misma línea, el periodista venezolano Vladimir Villegas afirmó recientemente que el deterioro de la situación ha llevado a un punto en el que en Venezuela “no hay gestión pública como tal, sino solo una puesta en escena”.
El hecho de que aún no haya sido detenido Juan Guaidó, el líder opositor que desafía su autoridad y se considera también presidente legítimo, es para muchos una muestra de la debilidad de Maduro y provoca malestar entre los sectores chavistas más radicales.
Según todos los observadores, quien puede decidir la suerte final de Maduro es el Ejército, cuyo apoyo reclama Guaidó.
No es casualidad que haya multiplicado en los últimos días sus actos públicos con los militares para mostrar que le son leales.
Briscoe dice que “el liderazgo de Maduro está pagando un alto costo por su mal manejo de la economía, lo que genera un alto nivel de frustración en la Fuerza Armada”.
Y todo hace indicar que en el episodio de la semana pasada se produjo la defección del general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), un órgano clave de la seguridad del Estado.
Para Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, una noticia como esa “genera mucha desconfianza en el entorno de Maduro”.
Con todo, el político chavista consultado por BBC Mundo, muy familiarizado con la cultura de los uniformados venezolanos, subraya que “lo que haga la Fuerza Armada Nacional lo hará como bloque; nadie del alto mando se atreverá a dar un paso en solitario”.
Otro analista, el venezolano Luis Vicente León, coincide en que “el sector militar es altamente corporativista”.
Desde fuera de Venezuela no siempre se pondera lo bastante el apego de los militares venezolanos al Estado creado por el fallecido presidente Hugo Chávez.
Un apego que va más allá de lo ideológico y emocional.
Briscoe cree que “podrían estar dispuestos a cambiar de líder, pero no si eso significa acabar con el proyecto ideológico del chavismo, que es el que protege sus intereses”.
León cree que la fractura de la Fuerza Armada “no se ha producido porque no ha recibido ninguna oferta creíble de cogobierno y protección en masa”.
¿Cómo sobrevivió Maduro otras veces?
Sus detractores han acusado a Maduro muchas veces de falta de inteligencia y un empleado de la diplomacia iraní que lo conoció en la época en la que era ministro de Exteriores de Chávez asegura que su principal rasgo entonces era la sencillez.
Y sin embargo, Maduro ha demostrado una notable capacidad para la supervivencia en política pese a las fuertes presiones que ha sufrido desde que accedió al cargo.
Con su legitimidad cuestionada por numerosas voces que ponían en duda la constitucionalidad del método elegido por Chávez, fallecido en 2013, para designarlo como su sucesor, una ola de protestas alentada por la oposición se extendió por todo el país nada más iniciarse su mandato.
Su rival electoral, Henrique Capriles Radonski había denunciado irregularidades en las elecciones en las que Maduro lo derrotó por un estrecho margen.
En 2014 se enfrentó a lo que parte de la oposición definió como “La Salida”, una serie de protestas callejeras que dejaron decenas de muertos y la detención, entre otros, del líder Leopoldo López, ahora liberado con ayuda de Guaidó y parte del Sebin,
El descontento y el inicio de la grave crisis económica actual permitió a la oposición ganar las elecciones parlamentarias de 2015 e impulsar un referéndum revocatorio que nunca llegó a celebrarse al ser bloqueado por el Consejo Nacional Electoral, al que la oposición acusa de actuar al dictado del Ejecutivo.
En 2017 se desencadenaron nuevas protestas como respuesta a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de despojar de sus competencias al Parlamento, controlado por la oposición desde las elecciones legislativas de 2015.
Como el que ahora en 2019 lidera Guaidó, todas estas movilizaciones callejeras tenían como objetivo último desalojar a Maduro del poder.
El gobierno de Maduro ha sido objeto de acusaciones por el exceso de violencia empleado por las fuerzas policiales, como las que recoge el último informe de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.
¿Qué impacto tienen las sanciones de Estados Unidos?
El gobierno de Estados Unidos mantiene una estrategia de presión creciente contra Maduro que no excluye, según ha reiterado Washington, la posibilidad de una intervención militar.
La principal herramienta de esa política, que tiene como objetivo declarado derrocar a Maduro, han sido las sanciones contra el gobierno venezolano y contra intereses económicos estratégicos, como la petrolera estatal, PDVSA
Phil Gunson, del International Crisis Group, asegura que limitan aún más el margen de maniobra del gobernante bolivariano, ya que así “no puede hacer nada frente al deterioro de la economía”, que es la principal causa de su pérdida de popularidad.
Las sanciones buscan también asfixiar a los altos dirigentes chavistas para que abandonen el barco chavista. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, llegó a afirmar que Maduro vive ahora “en una jaula de escorpiones”.
Shifter indica que “la historia muestra que las sanciones por sí solas no bastan para propiciar un cambio político” y apunta a que los principales perjudicados serán los venezolanos, que “ya padecen una grave crisis humanitaria”.
Ramsey critica que al gobierno “no le importa la situación de la población”, por lo que no cree que las sanciones vayan a hacerle cambiar de rumbo.
¿Puede Rusia sostener a Maduro?
Estados Unidos está en contra de Maduro, pero Rusia es, junto a Cuba y China, el gran valedor del gobierno.
Moscú es el principal socio militar de Venezuela y la última visita del canciller, Jorge Arreaza, poco después de la intentona opositora la pasada semana, además de para reafirmar los lazos diplomáticos, sirvió para que el Kremlin advirtiera a Washington una vez más contra sus intentos de remover a Maduro por vías que Rusia considera ilegales.
Según Shifter, los apoyos que conserva en la escena global, especialmente el ruso, “le están dando oxígeno”.
Sin embargo, Basem Tajaldine, analista que trabajó durante años en la diplomacia venezolana, cree que no hay que magnificar el papel de Rusia.
“Estados Unidos siempre ha subestimado la fortaleza del gobierno venezolano. En realidad, Rusia no está haciendo nada extraordinario, sino tan solo mantener unas relaciones sanas y conforme al derecho internacional con el único gobierno que le puede asegurar colaboración en el tema armamentístico y petrolero”.
Para Shifter, Venezuela le da al presidente ruso, Vladímir Putin, la posibilidad de “jugar en el patio trasero de Estados Unidos”, pero tampoco lo cree el factor decisivo. “El puntal de Maduro no es Rusia; son las Fuerzas Armadas”.
Y entonces, ¿qué puede pasar ahora?
Va quedando claro que ni la oposición tiene la fuerza suficiente para derrocar a Maduro, ni este la necesaria para librarse de sus rivales.
Ramsey cree que al coste actual, “Maduro cada vez le ve menos atractivo a seguir en el poder”, lo que podría abocar a una negociación en la que “el entorno del presidente tendrá que aceptar que no va a tener garantías perfectas para sus intereses políticos”.
Pero el antiguo dirigente chavista que habló con BBC Mundo ve ese escenario prematuro.
De acuerdo con esta fuente, no se abrirá una verdadera negociación con la oposición hasta que no haya o un estallido social generalizado o una intervención militar de Estados Unidos, que no tiene por qué ser necesariamente masiva.
Guaidó no ha logrado por ahora propiciar ninguno de esos dos escenarios.
Por ahora, lo único que está claro es que Maduro sigue en el Palacio de Miraflores, Guaidó en libertad y la crisis abierta.
Fuente: www.bbc.com