Pasajeros “etílicamente” alegres y cestos de basura en plena ebullición, son algunas de las cosas más molestas con las que la tripulación de sobrecargos debe lidiar en cada vuelo.
Y aunque no siempre representan un problema, pueden convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
Sin embargo, hay otras situaciones sí pueden generar un gran desorden como el tener pasajeros cambiando de asientos.
“A la mayoría de las aeromozas y sobrecargos no les molesta que los pasajeros se muden de puesto”, cuenta Michael, sobrecargo en una de las líneas aéreas más grandes de Estados Unidos. Siempre que sea dentro de su propia clase, esto es. Pero incluso en esos casos hay asientos que no pueden ser cambiados.
También depende de la línea aérea. Easyjet y Southwest Airlines, por ejemplo, permiten que sus clientes escojan sus asientos una vez que comienzan a abordar.
En cualquier caso, tener a unos pasajeros deambulando por la cabina en busca de un sitio que les guste puede ocasionar rápidamente un caos.
La situación se torna más compleja cuando “el pasajero quiere mudarse a la fila junto a la salida del avión”, comenta Michael.
Cambiarse de clase es bastante complicado. Pero tampoco es justo aspirar a ese puesto justo antes de la salida, por el que probablemente alguien ha tenido que pagar más dinero que tú.
“La mayoría de las aerolíneas hacen pagar a las personas al momento de adquirir el pasaje más de US$50 adicionales por seleccionar esos asientos, así que no es justo que la tripulación acepte que las personas cambien de asiento”.
“Yo no permitiría que las personas se muevan hacia esos puestos, a menos que no haya nadie sentado en la fila”, resalta Michael.
Familias y amigos
Es comprensible que las familias, amigos o compañeros de trabajo quieran sentarse juntos, pero intercambiar asientos no siempre es algo fácil.
“A veces, la gente decide sentarse donde le provoca”, dice Michael.
“Para nosotros es más sencillo mantener a la persona en su asiento asignado, porque de lo contrario, cuando aparece la persona que tenía ese asiento y ve a alguien más sentado en él, el proceso de abordaje se torna agitado. Además, los pasajeros intentan negociar entre ellos, lo cual genera un completo desorden”.
Beneficios de clase económica
Sin embargo, el motivo de querer mudarse de asiento no siempre tiene que ver con estar cerca de alguien querido.
Está el caso de quienes quieren ser promovidos a una sección más lujosa del avión.
¿Quién no sueña con ese asiento vacío en primera clase…?
¿Sí hay un asiento disponible en una clase más costosa, un pasajero de clase económica puede pedir que lo reubiquen?
La verdad, no es tan sencillo.
Metida entre la clase económica y clase ejecutiva y primera, se encuentra una sección llamada clase económica premium.
Por lo general, esa sección se encuentra en aviones de gran tamaño, y ofrece ciertas comodidades como asientos anchos y de lujo, que se transforman en cómodas camas.
Más allá del confort, también trae como beneficios el registro temprano de pasajeros, comida más lujosa y refrigerios, e incluso cocteles, antifaces para dormir y cepillo de dientes.
En aeronaves más pequeñas que no cubren grandes distancias, los beneficios más comunes -y solo para algunos pasajeros, obviamente- incluyen un espacio de entre 5 y 12 centímetros más entre los asientos, para estirar las piernas.
Como siempre, esto depende de la aerolínea.
Soñar con primera clase
Entonces, ¿es un sueño pedir reubicación en primera clase?
La mayoría de los sobrecargos te dirán, porque lo han visto, que nunca hay vacantes en la primera clase.
Si tratas a las azafatas y sobrecargos con amabilidad, quizás logres ese asiento de mejor calidad, incluida la comida estilo restaurant que se sirve a quienes tienen el dinero para pagarlo.
Si hay algún puesto vacío, por lo general son adjudicados antes de abordar a pasajeros con categoría de viajeros frecuentes.
Los segundos en posición ganadora son aquellos que cambiaron sus asientos en un vuelo anterior por un cupón que les permite acceder a una sección de mayor categoría.
El peso importa
Otra consideración es de carácter científico. Hay una ciencia detrás del tema de la distribución de peso.
Cuán seguros estamos en los aviones
Lo importante aquí son tanto el peso como el balance. Dependiendo del tamaño del avión (especialmente los pequeños que cubren rutas regionales), es posible que se le pida a los pasajeros que se muevan de un puesto a otro, al menos para el despegue.
“Todos los aviones funcionan en una superficie de estabilidad. Para mantenerse en esa zona, desde el despegue hasta el aterrizaje, todo el peso debe tomarse en cuenta”, explica Darren Patterson, piloto de una empresa de transporte aéreo en Estados Unidos.
“Si atas una cuerda al techo del avión y lo dejas colgando, el centro de gravedad (CG) se encuentra en el punto donde está en pleno balance. Como si se tratara de dos niños jugando en un balancín”, explica el piloto.
Y puede que te sorprenda saber que “este CG se mueve con lentitud durante el vuelo, pero lo hace continuamente”.
“Incluso el movimiento de una sola persona caminando por el pasillo del avión puede sentirse en los controles de la nave, por lo que se hacen ajustes pequeños para retomar el balance”.
Si vuelas en un avión pequeño es posible que te pidan que te cambies de asiento por una cuestión de distribución de peso.
La mayor pérdida de peso durante cualquier vuelo se debe al consumo de combustible.
Por ello, hay un punto de balance al despegar y uno al aterrizar. Si ambos se encuentran sobre la superficie de equilibrio el avión se mantendrá estable.
En ese sentido, ¿te has dado cuenta cuando los sobrecargos hacen un conteo de pasajeros antes de comenzar el vuelo?
Eso se debe a que algunos aviones cuentan con software especializados para detectar intuitivamente la distribución del peso y procesar automáticamente los números, mientras que en otras naves la tripulación debe hacerlo manualmente.
Si alguna vez te toca viajar en un avión pequeño y muy rápido, y los pilotos piden a los pasajeros cambiarse de asiento, eso quiere decir que necesitan distribuir el peso por seguridad durante el vuelo.
“Mientras más pequeño es el avión, más intenso es el efecto que cualquier cambio de peso puede tener”, señala Patterson.
“En naves grandes, con cuerpo ancho, una persona se puede cambiar a un puesto a 10 filas, y su efecto en el balance pasará desapercibido. Si tienes a la misma persona en un avión pequeño, moviéndose solo unas pocas filas, el impacto es mucho más fuerte sobre la nave, que posiblemente quedará fuera del límite de la superficie de equilibrio”.
El momento de mudarse
Gracias a los avances de la tecnología, algunas aerolíneas permiten a los pasajeros cambiarse de categoría o clase, con tan solo pasar su tarjeta de crédito una vez abordo.
Sí, con el mismo punto de venta que utilizan las aeromozas para cobrarte un trago en el vuelo, un pasajero puede pagar su cambio de categoría al instante.
No obstante, la primera oportunidad de hacer el cambio es a través de Internet, antes de llegar al aeropuerto. Luego está el momento de chequearse en el vuelo antes del abordaje.
Ya una vez dentro de la nave, estás en manos de los sobrecargos.
En esa circunstancia recomendamos obedecer el viejo refrán: puedes atrapar más moscas con miel, que con vinagre.
En otras palabras, solicita con amabilidad cambiar de asiento: puede que termines en el puesto de tus sueños, al menos en el avión.