Un bebé panda nacido en el Zoológico Nacional en Washington DC ha capturado los corazones de los estadounidenses que votaron para decidir el nombre que se le dará este domingo, y siguieron por videocámara todos sus movimientos.
La historia de amor que une al país con los pandas comenzó hace casi 80 años, cuando arribó el primer ejemplar con vida traído de China.
Ruth Harkness, una mujer de la alta sociedad estadounidense, estaba más acostumbrada a sostener un cigarrillo y un cóctel que un arma. Su esposo Bill era el explorador.
Pero tras su muerte en 1936, la diseñadora de moda neoyorkina de 35 años llegó hasta China para cumplir su sueño de traer a un panda gigante de vuelta a Estados Unidos.
Harkness encontró un guía estadounidense de origen chino, de 22 años, Quentin Youn, para que la ayudara a atravesar el territorio frecuentado por bandidos en las escarpadas montañas de China central.
"Era muy guapo", dice su sobrina, Jolly Young King. "Tenía el cabello peinado hacia atrás… parecía una estrella de cine".
El hermano de Young, Jack, le había ayudado a los hijos del presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt a localizar a un panda gigante unos pocos años antes. Le dispararon y se lo llevaron muerto a casa.
Harkness quería llevar uno con vida.
Ella y Young dejaron Shanghái el 26 de septiembre de 1936 en un barco de vapor, y se dirigieron a Chengdú, donde contrataron a un equipo de ayudantes.
"A pesar de todos los esfuerzos por ir ligeros de equipaje, nos fuimos al más puro estilo de caravana. 16 portadores, seis cargas, dos sillas, una cocina… Quentin y yo", escribió Harkness en una de sus muchas cartas a un amigo, Perkie, quien estaba en EE.UU.
"No sé si será humanamente posible conseguir un panda o no, pero creo que sí lo es, yo lo conseguiré. Después de todo, querido, probablemente no hay más de tres personas de raza blanca que hayan visto alguna vez uno y nadie conoce sus hábitos o lo que comen, ni nada de eso", escribió.
"Espero que pueda conseguir un bebé… Tengo biberones, la tetina (de goma) y leche para él", escribió.
Durante los siguientes dos meses, surgió un romance entre Harkness y Young.
Ella estaba muy impresionada con él y le hacía un sinfín de preguntas sobre China. El joven también estaba interesado en ella… hasta cierto punto.
"Él no la encontró especialmente atractiva y no creo que sólo fue porque ella no era oriental", dice King.
"Sin embargo, creo que él admiraba su determinación. Nunca pudo entender por qué siempre llevaba una máquina de escribir con ella, a todas partes".
A principios de noviembre, la expedición llegó a los bosques de bambú: el hogar del panda gigante.
"Estamos acampados en un lugar precioso, un riachuelo en el valle y la nieve a 600 o 700 metros arriba de nosotros. Quentin cazó esta mañana un goral, una especie de cabra, y comimos hígado en el almuerzo", escribió Harkness.
Tres días más tarde, tras enterarse de que había pandas cerca, oyeron gritos que procedían de la espesura del bosque, seguidos de un disparo.
Entonces, Young encontró un pequeño cachorro de panda acurrucado en el hueco de un árbol.
"Había oído un disparo poco antes de encontrar al bebé así que pensó que probablemente alguien había matado a la mamá, pero no estaba seguro", le dice King a la BBC.
"Se lo metió adentro de la camisa y se bajó del árbol para mirarlo".
Harkness estaba estática y le puso como nombre Su Lin, que significa "un poco de algo precioso".
Ella mantuvo al bebé panda vivo durante el camino de regreso por el bosque.
"Tenía la leche en polvo y se guió por sus instintos: le daban comida al bebé cada tanto, lo mantenían abrigado y cómodo, se turnaban para cargarlo en una canasta", explica King.
Harkness, quien nunca había tenido hijos, escribió: "Siento no saber más sobre bebés… a veces pienso que eso es lo único que no he experimentado".
Su siguiente reto era sacar al animal de China pero cuando llegó al puerto de Shanghái, los agentes de emigración lo confiscaron.
Su barco se fue sin ella. Se quedó en el cobertizo de la aduana con el panda toda la noche hasta que finalmente lo dejaron salir y pudo llevárselo registrándolo como si fuera un perro.
Durante varios meses, Su Lin vivió en el apartamento de Harkness en Nueva York, pero el plan siempre había sido venderlo.
Su Lin se convirtió en una estrella en el zoológico Brookfield de Chicago.
Harkness volvió a China al año siguiente y trajo otro panda, Mei Mei, quien vivió por un breve período con Su Lin, pero éste último murió de neumonía poco después.
Hoy en día, su cuerpo está exhibido en el Museo Field de Chicago.
Mei Mei murió en 1942.
Harkness escribió un libro sobre sus aventuras, "La dama y el panda". Murió en 1947 a la edad de 46 años.