¿El tiempo es real o una ilusión?
Diversos pensadores, desde los antiguos filósofos griegos pasando por la cosmología contemporánea cuántica y la teoría de la inflación eterna, han dicho que el tiempo no es más que una ilusión.
Para ellos, la percepción del paso del tiempo desde un momento presente a otro momento presente es un artificio de nuestra psicología, de modo que cualquier cosa real o verdadera lo es de manera eterna y atemporal.
La creencia de que la realidad se encuentra en el reino eterno de la verdad, y no en el flujo de los acontecimientos que nuestras percepciones nos muestran, puede ser sustentada por argumentos científicos pero también refleja un prejuicio metafísico.
Los intentos contemporáneos de extender la teoría cuántica a lo cosmológico, para abarcar el universo entero y no sólo un subsistema de éste, a menudo son vertidos en ecuaciones que sugieren que el tiempo emerge de una realidad atemporal.
Pero estos intentos tienen falencias, tanto técnicas como conceptuales, que son aún más complicadas que los interrogantes usuales de la teoría cuántica.
Hay varios avances en el estudio de la gravedad cuántica que demuestran que nuestra concepción de cuatro dimensiones del espacio y el tiempo sólo se refleja en una versión de la teoría en la que el tiempo es real y no emergente.
Así que podemos decir que, contrariamente a la tradición metafísica antigua, el tiempo no sólo es real, sino que probablemente sea el único aspecto de la realidad que experimentamos directamente que es fundamental y no emergente de cualquier otra cosa.
¿Cómo explotan las palomitas de maíz?
Las explosiones se producen cuando hay una expansión súbita de gas: eso es lo que sucede cuando las palomitas de maíz estallan. Una palomita de maíz consiste en un centro de almidón húmedo encerrado en una capa exterior dura.
Esta capa impide que los gases se escapen, por lo tanto cuando se lo pone al fuego, el agua interior no se evapora, sino que se se sobrecalienta por encima de su punto de ebullición normal. Cuando el recubrimiento finalmente se rompe por la presión, el agua se evapora.
La mezcla de almidón se expande porque de repente está llena de pequeños agujeros de vapor. Llamamos palomitas de maíz –o pochoclo, pipocas, pororó o popcorn– a esta espuma cocida de almidón. Para experimentar en casa, trate de perforar la capa de algunos granos de maíz. Esto detendrá la explosión.
¿Puedo quemarme por el sol a través de un cristal?
El vidrio común absorbe el 97% de los rayos UVB –ultravioletas B- que causan quemaduras de sol y algunos cánceres de piel, y el 37% de la radiación UVA, menos nociva.
Esto se traduce en una protección equivalente a usar crema factor 30, por lo que uno aún puede quemarse con una exposición suficientemente larga.
Los parabrisas de los automóviles tienen una capa de plástico unida entre dos capas de vidrio y esto bloquea todos los rayos UVB y el 80% de los UVA, haciendo que sea poco probable sufrir quemaduras solares.
¿Cuál es el récord de lenguas habladas por una sola persona?
Depende de qué tan alto (o bajo) se establezca el nivel de fluidez requerido. Ziad Fazah, nacido en Liberia, criado en Beirut y que ahora vive en Brasil, afirma ser la persona más políglota del mundo, ya que habla un total de 59 idiomas.
Él fue "probado" en la televisión española, aunque no quedó claro si las hablaba todas bien.
Su récord, sin embargo, palidece en comparación a algunos seres del pasado. El cardenal Giuseppe Caspar Mezzofanti, nacido en 1774, hablaba 38 idiomas y 40 dialectos. El erudito musulmán del siglo XX Al-Farabi tenía la fama de saber 70 idiomas.
El alemán Hans Conon von der Gabelentz, nacido en 1807, investigó y publicó gramáticas de 80 idiomas. El récord, sin embargo, probablemente lo ostente Sir John Bowring, gobernador de Hong Kong desde 1854 hasta 1859, que según dicen sabía 200 idiomas y era capaz de hablar 100.
¿Puede la mente humana quedarse sin memoria?
En cierto sentido, sí. La memoria depende de la formación de nuevas conexiones neuronales, y el cerebro tiene un número finito de neuronas y un espacio limitado donde añadir nuevas conexiones entre ellas. Sin embargo, en otro sentido, un cerebro sano puede no dejar nunca de aprender.
En realidad "la memoria" como tal no existe. Cuando recordamos un hecho o un acontecimiento que nos pasó, participan muchas redes de células interconectadas. A veces, si no podemos recordar un hecho por una sola vía, podemos traerlo a la mente de otra forma por medio de conexiones diferentes.
A medida que envejecemos, y cada vez tenemos más cosas para recordar, las conexiones se vuelven más complejas. Cuando nuestro cerebro está sobrecargado las mismas neuronas se utilizan para varios recuerdos de maneras muy flexibles.
Así que podemos llegar a ser más propensos a confundir los acontecimientos, o tener otras dificultades para recordar, pero en realidad no podemos decir que nos quedemos "sin memoria".