Los gruñidos de los cerdos se oyen mucho antes de llegar a una serie de largos edificios ubicados entre colinas ondulantes en el sur de China.
La hora de la comida provoca frenesí y los animales se empujan contra las rejas que rodean sus rediles.
Sin embargo, esta no es una granja cualquiera.
Dirigido por una compañía en rápido crecimiento, BGI, este establecimiento se ha convertido en el centro de clonación de cerdos más grande del mundo.
Aunque la tecnología que emplea no es particularmente nueva, lo sorprendente es su aplicación para la producción en masa.
El primer establo contiene 90 animales en dos largas filas.
Parecen perfectamente normales, pero cada uno es portador de embriones clonados. Muchos de ellos también son clones.
Este lugar produce la extraordinaria cifra de 500 cerdos clonados al año: China está explotando la ciencia a escala industrial.
Para mi sorpresa, nos llevan a ver cómo se hace el trabajo.
Cerdos como modelo
Una habitación contigua a los rediles sirve como sala de operaciones y en ella yace una cerda anestesiada, con una máscara de oxígeno en el hocico. Unas bolsas plásticas cubren sus pezuñas.
Dos técnicos han insertado una sonda de fibra óptica para localizar su útero. Un tercero trae un pequeño tubo de ensayo desde una nevera: en él están los blastocistos, células embrionarias preparadas en laboratorio, que serán implantados en breve.
El espacio no tiene aire acondicionado ni está particularmente limpio; de hecho algunas moscas merodean alrededor de la cabeza de la cerda.
Da la impresión de que esta operación se lleva a cabo con un aire de rutina.
Incluso la presencia de periodistas extranjeros no parece llamar la atención en absoluto.
El animal parece estar cómodo y no se percibe ninguna preocupación ante cómo podemos reaccionar ni ante lo que podrían pensar quienes defienden los derechos de los animales.
Este equipo es capaz de realizar dos implantaciones al día, con un nivel de éxito de alrededor de 70-80%.
Nuevas medicinas
Cae la tarde cuando nos conducen a otro cobertizo donde lechones recién nacidos se acurrucan cerca de sus madres para mamar. Lámparas de calor mantienen la calidez del ambiente.
Algunos de los animales son clones de clones; la mayoría han sido modificados genéticamente.
El objetivo de todo el trabajo es utilizar a los cerdos para probar nuevas medicinas.
Como son genéticamente tan similares a los humanos, los cerdos pueden servir como "modelos" útiles. Y modificar sus genes para darles atributos específicos puede apoyar este proceso.
A una camada de cerdos especialmente pequeños se le removió un gen de crecimiento y los animales dejaron de crecer a la edad de un año.
El ADN de otros puercos ha sido manipulado para hacerlos más susceptibles al Alzheimer.
Salud y sabor
De nuevo en las instalaciones centrales de la compañía, hay una hilera de técnicos encorvados sobre microscopios. Esta es una innovación de BGI: reemplazar máquinas costosas con personas.
Se denomina "clonación manual" y está pensada para hacer que todo sea más fácil y rápido.
La científica a cargo, Yutao Du, explica la técnica de una forma que asombra.
"Podemos clonar a una escala muy grande, 30-50 personas juntas clonando para que aquí podamos tener una fábrica de clonación", le dice a la BBC.
Una factoría de clones parece una idea increíble tomada directamente de la ciencia ficción.
Pero aquí en Shenzhen, en lo que fue una antigua fábrica de zapatos, esta potencia en aumento está creando una nueva industria.
La escala de su ambición es impactante. BGI no es solo el centro de clonación de cerdos más grande del mundo, también es el centro de secuenciación de ADN .
En los edificios vecinos, se acomodan filas de secuenciadores genéticos: máquinas del tamaño de una nevera que operan las 24 horas para descifrar los códigos de la vida.
Para ilustrar la escala de este trabajo es útil una comparación: el mayor centro de secuenciación de Europa es el Instituto Wellcome Trust Sanger cerca de Cambridge, en Reino Unido, que tiene 30 máquinas.
BGI tiene 156 e incluso ha comprado una empresa estadounidense que las produce.
Wang Jun, director ejecutivo de BGI, me cuenta que necesitan tecnología para desarrollar formas incluso más rápidas y baratas de leer genes.
De nuevo, una comparación: un proyecto británico de lanzamiento reciente busca secuenciar 10.000 genomas humanos. BGI quiere secuenciar los genomas de un millón de personas, un millón de animales y un millón de plantas.
Wang Jun destaca que todo este trabajo debe ser relevante para la gente común en la forma de mejor atención sanitaria o comida más sabrosa.
El comedor de BGI se utiliza como banco de pruebas de algunos de los productos de su laboratorio: desde un mero dos veces más grande que lo normal, hasta cerdos o yogur.
"Todo lo que sea lindo"
Le pregunto a Wang Ju cómo elige los genomas a secuenciar. La respuesta vuelve a sorprender:
"Si sabe bien, deberíamos secuenciarlo", me dice.
"Deberíamos saber qué hay en los genes de esa especie".
Especies que saben bien es un criterio y el otro que cita es el uso industrial: mayor rendimiento, por ejemplo, o beneficios para la atención médica.
"Una tercera categoría es su apariencia, todo lo que sea lindo: oso panda, oso polar, pingüinos, realmente deberíamos secuenciarlos. Es como digitalizar todas las especies maravillosas", explica.
Le pregunto qué piensa de adquirir semejante poder de controlar la naturaleza, pero él me contradice enseguida.
"No, estamos siguiendo a la naturaleza. Hay mucha gente muriendo de hambre y falta de proteínas y debemos pensar formas de lidiar con estos problemas, por ejemplo, explorando el potencial del arroz como especie", responde el jefe de BGI.
China transita un camino que la hará emerger como un gigante de la ciencia: ya tiene un explorador robótico en la Luna, tiene la computadora más rápida del mundo y BGI ofrece una visión de lo que la escala industrial podría aportar al futuro de la biología.