En muchos lugares del mundo, desde hace un tiempo, es difícil caminar por las calles sin toparse con alguien que esté mirando ansiosamente su muñeca para comprobar cuán cerca están de alcanzar el objetivo de dar los mágicos 10.000 pasos.
¿Es realmente un objetivo por el que vale la pena esforzarse? ¿O acaso podría haber algo mejor?
¿Y de dónde salió ese número?
Quizás te sorprenda enterarte que fue el resultado de una campaña de marketing de 1960 en Japón.
En el período previo a los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, una compañía ideó un dispositivo que comenzó a comercializar para los que se preocupan constantemente por su salud.
Se llamaba Manpo-Kei. En japonés, “man” significa 10.000; “po”, pasos, y “kei”, significa metro. Así que era, literalmente, un medidor de 10.000 pasos.
Fue uno de los primeros podómetros, basado en el trabajo del doctor Yoshiro Hatano, un joven académico de la Universidad de Salud y Bienestar de Kyushu.
¿Cantidad o calidad?
A Hatano le preocupaba que los japoneses estuvieran importando el perezoso estilo de vida estadounidense, así como la pasión por ver el béisbol, y quería ayudarlos a ser más activos.
Calculó que si podía persuadirlos de que aumentaran sus pasos diarios de 4.000 a alrededor de 10.000, gastarían aproximadamente 500 calorías extra por día y se mantendrían delgados.
Al parecer, así fue como nació el régimen de “10.000 pasos por día”.
Fue claramente un gran éxito de marketing, pero ¿será cierto que es la forma más efectiva de mejorar nuestra condición física?
Quizás convendría cambiar de moda…
“Tejer es mi única actividad”
Para el programa de la BBC “La verdad sobre cómo ponerse en forma”, fui a una fábrica en la ciudad de Sheffield, en el centro de Inglaterra, con el profesor Rob Copeland, de la Universidad Sheffield Hallam.
Nuestro objetivo era hacer un pequeño experimento en el que compararíamos los beneficios y la facilidad de cumplir con el mantra de dar 10.000 pasos versus algo llamado “Active 10”.
Con Active 10 no necesitas contar los pasos. Simplemente te comprometes a hacer tres caminatas rápidas de 10 minutos por día.
Todos nuestros voluntarios tenían diferentes motivos para mejorar su estado físico.
Algunos de los voluntarios dispuestos a caminar.
Dave dijo: “Soy muy consciente de que no estoy tan en forma como antes y he ganado mucho peso”, mientras que Judy confesó: “Mi única actividad en este momento es tejer”.
Y Nathan, quien tiene una hija de 6 años, dijo: “Corre tan rápido, y yo tan despacio, que no puedo alcanzarla”.
Hablar pero no cantar
Nuestro pequeño grupo de voluntarios fue equipado con monitores de actividad para que no solo pudiéramos darle seguimiento a lo que hacían, sino también a cuán vigorosamente lograban hacerlo.
Primero medimos la actividad de un día normal.
Rob luego los dividió en dos grupos. A uno se le exigió alcanzar el objetivo de 10.000 pasos en un día, mientras que al otro se le pidió que hiciera tres sesiones de “Active 10”, que suma unos 3.000 pasos diarios.
Al grupo de Active 10 también se le indicó que su meta no era ir a paso lento, sino aumentar su ritmo para que pusieran a trabajar su corazón y sus pulmones.
Copeland les dijo: “La idea es que caminen lo suficientemente rápido como para poder ir hablando pero no cantando”.
Paseos enérgicos
Cuando miramos los resultados de los voluntarios, dos de los tres que debían dar 10.000 pasos lograron alcanzar su objetivo. Pero todos habían tenido dificultades para hacerlo.
Al grupo Active 10, por otro lado, le había parecido relativamente fácil cumplir con su tarea. Formaron un pequeño grupo de caminatas y se reunieron en momentos convenientes durante su día de trabajo para dar un paseo juntos.
Entonces, los 10.000 pasos fueron más difícil de lograr, pero ¿cuál actividad fue mejor para la salud?
Uno, dos, tres, cuatro…
Copeland había analizado los datos de sus monitores de seguimiento y dijo que los hallazgos eran muy claros.
“El grupo Active 10 en realidad hizo un 30% más de actividad física moderada a vigorosa que el grupo de 10.000 pasos, aunque se movieron por menos tiempo”, afirmó.
“Y es cuando haces actividad de intensidad moderada que comienzas a obtener los mayores beneficios para la salud”.
De modo que, aunque el grupo de Active 10 en realidad estuvo moviéndose durante un lapso menor, pasó más tiempo quedándose sin aliento y aumentando su ritmo cardíaco.
“Lo que realmente queríamos que hicieran era que sus corazones latieran más rápido. Hay muchas pruebas que muestran que, al hacerlo, puedes reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres”, le explicó Copeland al grupo.
Así que tres caminatas cortas y rápidas fueron más fáciles de encajar en el día y mejores para la salud.
Pensé que era realmente interesante y me pareció muy alentador, porque a mí realmente no me gusta estar contando ni dando 10.000 pasos al día.
Por lo tanto, el hecho de que pueda obtener beneficios similares, tal vez mayores, con algunas caminatas vigorosas al día es enormemente estimulante.