El 5 de diciembre del 2004, Jacqueline María Jirón, de 11 años, salió de paseo a un balneario en Nicaragua con su hermano y sus vecinos y nunca más se le volvió a ver.
Al principio se dijo que la niña se había ahogado. Pero durante las investigaciones surgieron informes de que Jacqueline estaba viva, que había sido vista primero en una cantina en Honduras, seis meses después en un prostíbulo en El Salvador, y más recientemente en Chiapas, México.
Aunque la mujer que fue acusada de secuestrar y llevar a la niña a Honduras fue detenida en 2006 y condenada a seis años de prisión, nunca informó dónde se encontraba Jacqueline. Y hasta ahora se desconoce el paradero de la menor.
Jacqueline, cuyo caso está siendo investigado por la Red Latinoamericanos Desaparecidos, un organismo con base en Costa Rica, es sólo una de lo que se calcula son decenas de miles de menores que se pierden sin dejar rastro en América Latina.
Una de las principales causas de estas desapariciones en la región -un continente "de porosas fronteras"- es la trata de personas, explica a BBC Mundo Rocío Rodríguez, directora ejecutiva de la Red de Latinoamericanos Desaparecidos.
"También están las fugas del hogar, que se dan a partir de factores como la violencia sexual, agresiones físicas, engaño, coacciones, etc. O está la pérdida de conocimiento: simplemente un niño no recuerda dónde vive, cómo se llama, etc."
"Asimismo recibimos muchas denuncias de padres o madres que se llevan a sus hijos lejos del otro progenitor, en lo que se conoce como secuestro (o sustracción) parental".
"Pero en mi opinión, el mayor grado de desapariciones se mueve en el tema de la trata de personas, sobre todo con fines de explotación sexual y laboral", explica Rodríguez.
Por su parte, Katia Dantas, encargada para América Latina y el Caribe del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (CINDE), con sede en Washington, indica que hay tendencias de países, como Guatemala o México, donde existe otra problemática: el robo de niños para "venderlos" o entregarlos en adopciones irregulares.
Trata de personas
Cada día decenas de niños son vendidos o traficados en el mundo como objetos sexuales.
Según el Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (CINDE), más de 1,8 millones de niños son víctimas de explotación sexual globalmente.
El tráfico sexual ahora ya no se negocia en las calles sino en internet, lo cual ha provocado un floreciente mercado global difícil de controlar.
Un amplio estudio del CINDE y la UNICEF sobre la desaparición de menores en Centroamérica, realizado en 2011, encontró "un grave problema de tráfico de niños por la existencia de 'puntos ciegos' en las fronteras y el aumento de la migración ilegal en toda la región".
Entre 250.000 y 800.000 niños procedentes de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua viven a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México como migrantes ilegales -dice el organismo- lo cual hace que sea más difícil estimar el número exacto de niños que podrían ser víctimas de trata.
Fuga del hogar
"Una de las categorias de desaparición más común en América Latina es la de las fugas del hogar", dice Katia Dantas del CINDE.
"Nos preocupa la problemática del ambiente en que vive un niño que huye, muchas veces de violencia o de abuso sexual. Y un niño que sale de su casa y desaparece se encontrará en la calle mucho más vulnerable que en su hogar. Se ve entre adolescentes pero también tenemos casos de menores de 12 años", agrega.
"La situación es principalemente preocupante entre las niñas. Hemos visto un creciente número de casos de niñas que huyen de su casa para encontrarse con personas que acaban en una relación de abuso sexual y uso de drogas, o terminan como víctimas de trata de personas" afirma la encargada para América Latina del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados.
Por su parte, Rocío Rodríguez, directora ejecutiva de la Red de Latinoamericanos Desparecidos, afirma que "un alto porcentaje, aproximadamente un 75% de esas fugas de hogar, termina con un delito".
"Por ejemplo el caso de una niña de 13 años que se va de su casa por su voluntad con un sujeto de 40 años. El sujeto la viola y la deja tirada en la calle".
"Este caso se repite en muchos otros países", agrega.
Robo o sustracción
"A mí me robaron a mi nieta de 2 años", dice María Elena Solís. "Se la llevaron de la casa. Vino una mujer buscando empleo de trabajadora doméstica y se llevó a la niña".
"Cuando comenzó la búsqueda se descubrió que la mujer era una robachicos profesional que pertenecía a una banda dedicada al robo de menores en la ciudad de México”.
"Cuando las autoridades la detienen, junto con el sujeto que dirigía la banda, se dan cuenta de que en menos de tres meses se había robado a tres niños pequeños, que fueron recuperados”.
A raíz de esa experiencia en 1995, María Elena Solís fundó la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos.
Esta es una de las muchas organizaciones que trabajan en América Latina tratando de ayudar a encontrar a algún menor perdido.
"Afortundamente el robo de niños pequeños ha disminuido”, dice María Elena Solís. "La problemática ahora es la trata de personas, el robo de niñas y jovencitas de 11 a 22 años”.
"Pero la realidad es que no hay estadísticas", añade. "El problema existe a nivel nacional pero hay un banco de datos que diga cuántos niños son robados o sustraídos en cada estado”.
En América Latina también ha habido un incremento en el número de menores que son sustraídos por alguno de sus progenitores. Y muchos países no cuentan con estrategias para investigar este tipo de desapariciones.
"Se suele considerar que estos casos pertenecen al área civil", explica Katia Dantas "y a menudo no se investigan porque se piensa que los niños involucrados no corren riesgos”.
Esto es un concepto grave, agrega, porque los niños sí pueden caer en una situación de considerable riesgo, principalmente emocional, y en ocasiones también físico.
¿Cuántos niños desaparecen?
En 2012 el Senado mexicano presentó un informe que indicaba que de 2007 a 2011 habían desaparecido en el país 150.000 niños, el equivalente a entre tres y cuatro cada hora, de ellos 50% tenían entre 4 y 12 años y casi 65% eran niñas.
En Brasil se estima que mas de 40.000 niños al año desaparecen.
Argentina es uno de los pocos países que sí cuentan con una base de datos nacional, el Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
Las cifras indican que desde su creación en 2003, se han registrado 20.287 casos de menores perdidos. Pero no es claro cuántos de Éstos han sido resueltos y cuántos están pendientes.
“Son pocos los países en América Latina con una base de datos consolidada, concreta y realista sobre menores desaparecidos”, dice Katia Dantas, del CINDE.
“Los que tienen datos a menudo presentan números dispares de bases distintas. Y esa es la realidad para toda la región. Algunos ni siquiera tienen una compilación real. Tienen registros, pero no se hace un seguimiento de los casos, no se conoce cuántos se solucionan, cuántos conitnúan desaparecidos, qué ocurre con los que fueron encontrados, etc.etc.”.
Falta de estrategias
El problema de fondo, explica Katia Dantas, es que no hay una estrategia internacional dirigida a abordar el problema de los niños desaparecidos.
El mundo cuenta con instrumentos jurídicos internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU o la Convenión Internacional para la Protección de Todas las Personas Desaparecidas, pero no hay una herramienta universal que integre los casos en que los menores desaparecen.
Ni siquiera hay un consenso que permita definir a un niño desaparecido o sustraído o cómo investigar esas desapariciones.
"En Centroamérica hay una situación muy dura porque, con excepción de Guatemala, ningún país tiene ningún tipo de legislación, y casi nadie implementa prácticas relacionadas a niños desaparecidos”, asegura Katia Dantas, del CINDE.
Esta falta de legislación ha conducido a que las autoridades no tengan un mandato para investigar cuando un menor desaparece.
Legislación
Rocío Rodríguez, de la Red de Latinoamericanos Desparecidos, está de acuerdo en que la falta de legislación sobre menores desaparecidos es el primer problema, y el más grave, que hay que solucionar en América Latina.
"La mayoría de los países no cuenta con legislación específica en materia de desapariciones de niños. Muchos casos son catalogados como 'fugas de hogar' y por lo tanto, no se recibe la denuncia y por supuesto, no se investiga”.
"En Costa Rica no existe legislación sobre el tema de desaparecidos. Desaparecerse no es un delito. Entonces la entidad encargada de velar por la niñez costarricense no tiene un mandato legal que le obligue a buscar a los niños”.
"La policía es una unidad preventiva y entonces no investiga casos. Y el Organismo de Investigación Judicial, que es el que debe investigar, no investiga porque desaparecerse no es un delito. Y ellos solo están facultados para investigar delitos”.
"Es toda una maraña de problemas que no dejan avanzar en la materia".
Actualmente, dice Rocío Rodríguez, la Red de Latinoamericanos Desaparecidos está trabajando en un proyecto de ley que nos permitiría regular el tema a nivel de legislación.
Protocolos nacionales
Aunque la creación de registros nacionales que permitan conocer el alcance real de las desapariciones en cada país es un paso muy importante, no es la solución.
"Un registro naional sin procedimientos, como atención a los recuperados, prevención y campañas de sensibilización, no sirve. Son sólo números”, afirma Katia Dantas.
Lo que se necesita, agrega, es un protocolo de procedimientos que oriente a la policía cómo reaccionar con una desaparición, cómo registrar los casos y cómo tramitarlos para que la investigación sea inmediata.
"Y, al mismo tiempo, si la población no está sensibilizada en la búsqueda inmediata del desaparecido no se obliga a las autoridades a hacer la investigación inmediata".
Actualmente -afirman ambas expertas- muchas familias en América Latina no reportan la desaparición de un menor porque no saben qué hacer. O si la reportan, la policía les dice que "regresen en 48 horas".
"Necesitamos llevar a cabo un trabajo en conjunto: sensibilizar a la población sobre la importancia de notificar y regsitrar la pérdida del menor y sensibilizar a la policia para que registre el caso e investigar de inmediato y con seriedad", asegura Katia Dantas