Dominar los vientos y las corrientes de la impresionante bahía de Guanabara es un desafío para los regatistas olímpicos, que esta semana aprovecharon la Copa de Brasil para adquirir algo de práctica.
Con el Pan de Azúcar presidiendo la entrada, la bahía ha encantado a navegantes durante siglos. Pero su belleza natural padece una amenaza moderna.
El área está altamente contaminada y los marinos que se acercan se tienen que agregar a sus habilidades el evitar los obstáculos flotantes con que se topan: televisores, camas y animales muertos.
Además, deben evitar tragar agua.
"Enfermé justo antes de Navidad. Podría ser de que volcamos o de algo que comí", comenta el británico Alain Sign. "Probablemente no deberías beber esa agua".
La playa refleja el azul profundo del cielo, pero pronto las olas se vuelven marrones y llenas de bolsas de plástico, que terminan dejando basura en la arena.
"No has dicho que bebamos café si sucede que tragamos agua. Sólo tratamos de no enfermar mientras estamos aquí".
Más allá de las cuestiones de salud, que le entre basura al timón puede ser un verdadero problema en una carrera en la cual la velocidad es crucial.
No apta para bañarse
La promesa de limpiar la notoriamente sucia bahía de Guanabara era parte de la candidatura olímpica de Río de Janeiro.
A unos 30 meses del inicio de los juegos, el objetivo de tratar el 80% de las aguas residuales parece extremadamente optimista.
Según el subsecretario de Medio Ambiente del estado de Río de Janeiro, sólo el 34% de las aguas residuales recibe tratamiento. El resto es lanzado directamente al mar.
La calidad del agua en las playas del estado es evaluada cada semana por el Instituto del Medio Ambiente de Río (INEA, por sus siglas en portugués). La mayoría de las de la bahía de Guanabara son consistentemente declaradas no aptas para bañarse.
La playa de Botafogo, por ejemplo, con el Pan de Azúcar de fondo, no ha tenido resultados positivos en ninguna ocasión en 2013, debido a su alta contaminación fecal.
La bahía la rodean 15 ciudades: es decir, unos ocho millones de habitantes que producen unos 18.000 litros de aguas residuales por segundo.
Muchos viven en condiciones precarias, con paupérrimas viviendas en condiciones insalubres y sin servicio de recogida de basura.
Las aguas residuales y la basura desembocan en la bahía a través de 55 ríos, que en su momento llegaron a ser una cuenca rica en diversidad.
La mayoría de estos ríos ahora están muertos y sólo llevan enormes cantidades de basura a la bahía.
El biólogo Mario Moscatelli, de pie en uno de esos montones de basura, muestra un manglar que ha estado tratando de recuperar cerca del aeropuerto internacional de Río, que es más bien famoso por la pestilente bienvenida que da a los viajeros.
"No entiendo cómo las autoridades, conociendo la fecha de los Juegos Olímpicos y el tamaño del problema, se están tomando tanto tiempo para poner en marcha medidas que ya han sido aprobadas", dice.
Ambientalista conocido por la franqueza con que se expresa, afirma que el gobierno ha optado por soluciones cortoplacistas.
"Décadas de abandono"
E incluso esas medidas de corto plazo, como construir unidades de tratamiento de agua en los ríos para limpiar el agua antes de que llegue a la bahía, van con lentitud.
"De las siete unidades de tratamiento planeadas, apenas una se ha hecho hasta ahora y sólo quedan 30 meses", lamenta.
Este es uno de los doce pasos que se anunció el año pasado en el marco del plan gubernamental "Limpiar Guanabara", cuatro años después de la candidatura olímpica.
Gelson Serva, gerente ejecutivo del Programa de Saneamiento de los Municipios de la Bahía de Guanabara, dice que el gobierno necesita tiempo para planear las acciones y está invirtiendo US$1.000 millones en programas de saneamiento.
"Estamos frente a un enorme desafío provocado por décadas de abandono. No hay soluciones inmediatas. Vamos paso a paso y la población sentirá las mejoras en los próximos años", afirma.
Serva dice que las regatas de vela olímpica se harán en un entorno seguro.
"Verano de saneamiento"
En efecto, hay en marcha medidas para reducir la cantidad de basura sólida en la bahía. Están las "ecobarreras" instaladas en la boca de los ríos o los "ecobarcos" que recogen basura del agua.
Pero los críticos dicen que son medidas meramente provisorias.
La ONG Mi Río está organizando un "verano de saneamiento", con protestas para presionar al gobierno.
Demandan la creación de una agencia regulatoria para controlar las aguas residuales y la implementación de saneamiento básico en las favelas.
"No hay forma de que el problema esté resuelto para 2016, pero esperamos llamar la atención para conseguir ayuda de cara a cambiar las cosas", dice la co-coordinadora de la campaña, Leona Deckelbaum.
La activista dice el nivel de materia fecal en la bahía es 198 veces mayor que el límite legal establecido en EE.UU. "No pondría mi dedito gordo ahí".
Los vecinos de Río están cansados de programas para limpiar la bahía después del fiasco de los US$1.200 millones de inversión que se anunciaron en 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible.
Mayoritariamente fundado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la cooperación internacional japonesa, el dinero se gastó y poco cambió.
"Tenemos el dinero y la tecnología. Lo que no tenemos son políticos serios", dice Moscatelli.
Escéptico sobre el futuro, considera sin embargo que lo que quiera que se haga debe hacerse ya.
"Tras los Juegos Olímpicos podemos estar seguros de que todo el dinero y la voluntad política van a desvanecerse".