Archives marzo 2018

El Naufragio Reflexión

El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una pequeña isla inhabitada.

Él estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara,y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba.

Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse, y proteger sus pocas posesiones..

Pero entonces un día, después de andar buscando comida, él regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo.

Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las había perdido.

Él estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía: ¿Cómo pudiste hacerme ésto?”

 

Y se quedó dormido sobre la arena.

Temprano de la mañana del siguiente día, él escuchó asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla.

Venían a rescatarlo.

Ya en el barco, les preguntó: ¿Cómo sabían que yo estaba aquí?.

Y sus rescatadores le contestaron: Vimos las señales de humo que nos hiciste…..

Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, pero no debemos de perder el control, porque Dios está trabajando en nuestras vidas, en medio de las penas y el sufrimiento.

 

Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se queme…. Puede ser simplemente una señal de humo que surge de la gracia de Dios.

Por todas las cosas negativas que nos pasan, debemos decirnos a nosotros mismos: Dios tiene una respuesta positiva a esto.

La desproporcionada cantidad de azúcar que contiene un solo muffin

¿Acompañas tu café de la tarde con un apetitoso y dulce muffin de arándanos que compraste en el supermercado?

Quizás debas considerar si hacerlo de nuevo, pues la cantidad de azúcar que contienen algunos muffins producidos industrialmente es mayor que el máximo diario recomendado por los expertos en salud para un adulto.

Grandes y niños consumen este tipo de magdalenas grandes, a veces pensando que son una alternativa saludable frente a otros tipos de dulce o chocolatina, ya que suelen contener fruta.

Pero un análisis realizado en enero por dos organizaciones británicas para la salud, Action on Sugar y Obesity Health Alliance, halló que algunos muffins de arándanos contenían el equivalente a 8 cucharaditas de azúcar.

En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud, OMS, redujo su recomendación diaria de consumo de azúcar a un 5% del total de calorías ingeridas para llevar una dieta sana óptima.

Eso, para un adulto que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, serían 25 gramos o 6 cucharillas de azúcar.

Según los expertos en salud el ejemplo del muffin ilustra lo fácil que puede ser consumir cantidades enormes de azúcar a diario en solo una porción.

Demasiado en una porción
Las organizaciones analizaron 28 tipos distintos de muffin de arándanos a la venta en tiendas y supermercados de Reino Unido, y encontraron que el 61% contenía el equivalente a seis o más cucharaditas de azúcar.

Como referencia, 50 gramos de azúcar equivalen a 12 cucharillas.
También encontraron entre las muestras una variación de hasta 19% en el contenido de azúcar y de hasta 32% en el tamaño.

“Dadas las limitaciones que hay a la hora de etiquetar el contenido nutricional de los alimentos, es muy fácil ingerir una cantidad enorme de azúcar en solo una porción”, le dijo a la BBC Caroline Cerny, de Obesity Health Alliance.

“Podemos pensar que un muffin de arándanos es una opción relativamente saludable como tentenpié comparado con otro tipo de tartas o con una tableta de chocolate, pero los números muestran otra cosa”, declaró Cerny.

Las dos organizaciones que analizaron los dulces están en campaña para que los fabricantes reduzcan la cantidad de azúcar que utilizan en los productos.

Cuánto azúcar al día debemos consumir

Los expertos en nutrición dicen que la cantidad diaria de azúcares añadidos que ingerimos no debería superar el 5% de nuestro consumo calórico total en un día.

Eso equivale a unas siete cucharillas en el caso de los adultos y unas cinco para los niños.

Pero en Reino Unido se estima que la mayoría de la gente consume por lo menos el doble de esas recomendaciones.

Como referencia, 50 gramos de azúcar equivalen a 12 cucharillas.

El gobierno británico planea recortar en un 20% la cantidad de azúcar en los productos de consumo habitual para el 2020.

La razón por la que las alarmas de los relojes se repiten cada 9 minutos y que probablemente no sabías

Como todas las mañanas, suena la alarma del móvil o del despertador y la apagas pensando: “10 minutos más”. Pero lo que seguramente no sabes es que no van a ser 10, sino nueve.

¿Pero por qué nueve minutos? Para conocer la respuesta tenemos que retroceder a cuando se inventó el botón de snooze, el que permite posponer la alarma, allá por los años 50 del siglo pasado.

El botón de “snooze” se incluyó por primera vez en los relojes fabricados por General Electric en 1956, pero se popularizó en 1959, cuando la empresa Westclox sacó a la venta el reloj despertador al que llamó Drowse Electric Alarm Clock.
Cuando se inventó dicho botón, los engranajes de los relojes ya habían sido estandarizados en ciclos de 10 minutos.

Pero para poder añadir un engranaje para esta nueva función sin que el resto perdiera sincronía, los especialistas determinaron que el ciclo del snooze debía ser mayor o menor de 10 minutos, pero no de 10.

Al final, los fabricantes decidieron que nueve era el tiempo indicado.

Aunque no está demasiado claro por qué los especialistas se decidieron por nueve minutos, hay expertos que argumentan que a los 10 minutos se entra a la etapa más profunda de sueño, por lo que habrían menos probabilidades de despertar si se pospusiera más la alarma.

Otra de las hipótesis es que los diez minutos suponen una barrera psicológica. Era más fácil vender un intervalo breve, ya que así los dueños de los despertadores podían engañarse a ellos mismos con la idea de que esta nueva funcionalidad no influiría en su puntualidad mañanera.

Como normalmente los usuarios solían tardar un tiempo en reaccionar y apretar el botón desde que sonaba la alarma, los ingenieros que lo crearon creyeron que nunca se darían cuenta de la diferencia de segundos.

Con los relojes digitales también resultó más sencillo posponer la alarma nueve minutos en lugar de 10, porque el cálculo se podía hacer con un sólo dígito.

Después, cuando llegaron los smartphone, los ingenieros que comenzaron desarrollar la aplicación del snooze en estos pensaron que el de los nueve minutos era el estándar, y así lo dejaron, si bien en la mayoría se puede modificar.

Poco recomendable

¿Nueve minutos más? Tal vez no sea tan buena idea…
El gesto de posponer la alarma es habitual para la mayoría de las personas. Pero, según los expertos, el botón de snooze, ideado para dilatar un poco más el despertar, no permite un descanso extra, sino todo lo contrario.

Al pulsar el botón de snooze lo que estamos haciendo es reajustar el ciclo del sueño en el cerebro una y otra vez, llevándolo a la confusión y alterando lo que se conoce como la inercia del sueño.

Eso lleva a un círculo vicioso y para cuando suena la segunda o tercera alarma, en lugar de haber disminuido la sensación de cansancio ésta ha aumentado.

Por eso, los expertos concuerdan en es más conveniente poner el despertador a la hora en la que realmente deben levantarse y dormir esos minutos que se pierden entre una alarma y la otra.

Bolivia Mar, la playa que Perú le cedió a Bolivia y que lleva 26 años en abandono

Cuando David Herrada fue nombrado en 2017 cónsul de Bolivia en la ciudad peruana de Ilo, pensó que convertir aquel puerto en el principal punto de entrada y salida de productos de su país iba a ser una tarea simple.

Después de todo, los bolivianos ya contaban con un trozo de costa a menos de 20 minutos en automóvil, una franja de cinco kilómetros de largo y menos de un kilómetro de ancho que Perú le cedió al país vecino en 1992 por 99 años: Bolivia Mar.

Los políticos de la época enumeraron las posibilidades del terreno. Se habló de terminales de carga, hoteles, fábricas.

El acuerdo fue firmado por el entonces presidente peruano, Alberto Fujimori, y su par boliviano, Jaime Paz Zamora, cuya imagen dentro del agua con los pantalones remangados aún es usada por simpatizantes y detractores de la idea.

La concesión, se decía, serviría para reducir los lazos comerciales con los puertos chilenos de Iquique y Arica, por donde Bolivia ingresa y despacha la mayor parte de su mercadería, y dejar atrás por fin la paradoja de que su acceso al océano dependa del país que se quedó con sus provincias costeñas tras la Guerra del Pacífico (1879-1884), en la que Bolivia y Perú se enfrentaron a Chile.

Pero, poco después de instalarse en su nueva oficina, Herrada se dio cuenta de que sus expectativas no iban a cumplirse.

Y de por qué, 26 años después, en Bolivia Mar no había más que un desierto.

Dos mujeres
Al sur de la Costanera, la carretera que recorre el litoral peruano, hay un cartel verde con letras blancas que invita a seguir de frente para llegar a la ciudad de Tacna, en la frontera con Chile, o a doblar a la derecha y tomar un camino de tierra para acceder a Bolivia Mar.

Bolivia y el mar aparecen juntos en el letrero, pero llevan 139 años separados.

Cada 23 de marzo, el país celebra el Día del Mar para recordar la pérdida del litoral ante Chile, al que esta semana le reclama en la Corte Internacional de Justicia de La Haya que se siente a negociar una salida soberana al Pacífico.

Autoridades peruanas y bolivianas realizan en esta fecha actos simbólicos frente a lo único que alguna vez llegó a construirse en Bolivia Mar: una escultura de 21 metros, hoy tan oxidada que se le han desprendido varios trozos.

Tiene la forma de dos rostros de mujer, uno que mira hacia Bolivia y el otro, hacia el Pacífico.

Para llegar a la única playa costera de Bolivia hay que bajar una empinada cuesta
Un poco más adelante, el visitante se encuentra con la empinada cuesta que hay que bajar para alcanzar la playa.

En la cima, un pescador se refugia del sol en una choza que ha improvisado con lonas y palos.

Abajo, en la orilla, entre cadáveres de medusas y alguna botella de plástico, Herrada aprovecha los ratos muertos de la entrevista para recoger conchas de colores que le regalará a su familia cuando regrese a Bolivia.

“Lamentablemente, las poblaciones de Ilo como de Bolivia no nos enteramos (bien del proyecto). Todo el mundo piensa que Bolivia Mar es para (construir) un gran puerto. Pero, en realidad, es (sólo para) turismo”, le explica a BBC Mundo una mañana de mediados de enero.

¿Un gran hito?
Los convenios de Ilo firmados por Paz Zamora y Fujimori en 1992 estipulaban la cesión de Bolivia Mar, pero también otros dos elementos: crear una zona franca industrial en la ciudad peruana y dar facilidades a los bolivianos para que usaran las instalaciones portuarias de esa localidad.

Por eso, los mandatarios anunciaron la medida como un hito importante.

David Herrada es cónsul de Bolivia en Ilo desde el año pasado.
Una “gran victoria nacional, por volver a ser un país marítimo”, llegó a decir el líder boliviano, según recogió un artículo del diario español El País.

Pero estos tratados no daban a Bolivia soberanía sobre la franja; sólo le autorizaban a darle un uso: el turístico.

La zona franca nunca se puso en marcha y, según explica el cónsul, sólo un puñado de empresarios de su nación utiliza Ilo porque sus tarifas son más caras que las de los terminales chilenos.

En cuanto al turismo, en aquella explanada no se llegó a poner ni una sombrilla.

La playa está en mar abierto y es incómoda para los bañistas.

Los pescadores peruanos, los únicos que le sacan provecho, aseguran que está llena de rocas afiladas, que espantan a las barcas pero dejan un criadero de peces exclusivo para quienes trabajan desde la orilla.

Instalar un rompeolas, ampliar el área de baño y habilitar un acceso menos accidentado requeriría una inversión de US$250 millones, según el diplomático.

“Yo creo que es un presupuesto ‘no tan poco’… Es posible sacar adelante ese proyecto, pero siempre y cuando haya también más participación y afluencia de bolivianos a Ilo”, sostiene.

Los pescadores peruanos son los únicos que le sacan provecho a la playa.
El único brote
Nancy Arequipa, una profesora de La Paz de 40 años, no ha ido nunca a Bolivia Mar pese a que veranea en Ilo desde su adolescencia.

Aunque ha oído que “hay casitas y un muelle”, le preocupa hacer el largo trayecto en taxi hasta allí y descubrir que no hay dónde comer o dormir.

No sabe que, en realidad, la playa está abandonada, pero algo sospecha.

“Sería bueno, pero no sé por qué los bolivianos no estemos yendo. Tal vez no sea un buen lugar”, le comenta a BBC Mundo en el muelle fiscal de Ilo, donde ella y su familia esperan turno para pasear en barco por la bahía y ver a los lobos marinos.

Esta es una de las dos actividades más turísticas en esta ciudad peruana de 70.000 habitantes.

La otra, consiste en bañarse en la playa de Pozo de Lisas, a menos de cuatro kilómetros del centro.

Ambas están incluidas en los paquetes que los turistas bolivianos contratan con Catacora Tours, el único brote que Bolivia Mar logró generar en el sector turístico.

Catacora Tours dejó de llevar turistas bolivianos a Bolivia Mar ante el riesgo de accidentes.
Esta agencia de viajes nació poco después de los convenios de Ilo con el único propósito de llevar a los bolivianos hasta la que acababa de convertirse en su única playa, le cuenta a BBC Mundo Luis Catacora, responsable de la empresa.

La idea fue de su padre, que había sido contratado para transportar a una caravana de autoridades, periodistas y empresarios a la ceremonia de inauguración de Bolivia Mar, en la que Fujimori y Paz Zamora revelaron una placa que rezaba “A la integración y confraternidad Perú-Bolivia” y de la que, hoy, solo queda la base de cemento.

“Pensamos ‘¡Qué bonita playa! Queda cerca…’ y, como siempre tenemos esa rencilla con Chile, la intención era fomentar el turismo hacia esta parte de Perú, porque toda la gente se iba a las playas chilenas”, recuerda el empresario.

Muchas cosas han cambiado desde entonces.

En esa época, el viaje desde La Paz duraba unas 14 horas por pistas no asfaltadas. No era raro tener que bajar a los pasajeros a medio camino para que ayudaran empujar el autobús.

“Era toda una aventura”, ríe el empresario.

La actividad más turística en Ilo consiste en un paseo en bote por la bahía.
Ahora, el trayecto no supera las ocho horas gracias al corredor bioceánico, el proyecto para unir el Atlántico brasileño con el Pacífico peruano a través de Bolivia y que incluye la mejora de carreteras.

Lo que dejó de estar en condiciones fue la escultura inaugural.

Ya no queda ni un peldaño de la escalera interna por la que sus clientes subían a fotografiar las vistas y Catacora cree que se puede caer “en cualquier momento”.

Como no quiere poner en peligro a sus viajeros, la playa que inspiró a su padre a crear la agencia ya no forma parte del recorrido.

¿Segundo plano?
En el puerto de Ilo, hay distintas teorías sobre por qué nunca se aplicaron los convenios firmados en 1992.

“Si Bolivia utiliza lo que le ha cedido Perú, Chile lo verá como un pretexto para no darle su salida soberana”, opina Juan Sánchez, un transportista de 76 años, mientras espera su turno para cargar su camión con pescado.

Según el historiador peruano y analista internacional Daniel Parodi, no está muy equivocado: “¿Qué pasaría si Bolivia gana en La Haya y Chile le permite construir un puerto en Arica?”

Esta incógnita, junto al corredor bioceánico, habrían quitado atractivo a los convenios de Ilo, según el experto.

La playa se encuentra a 14 kilómetros del puerto de Ilo.
Herrada, en cambio, insiste en que este es “uno de los puertos en los que tienen puestas sus grandes esperanzas” los bolivianos.

El cónsul asegura que apostar por Ilo en detrimento de Arica e Iquique no es un capricho, sino una necesidad.

El terminal de Arica, donde la carga boliviana representa ocho de cada 10 toneladas, mueve el doble de toneladas que hace una década, según los datos del Sistema de Empresas (SEP), el órgano que evalúa a las compañías estatales en Chile.

Y en el de Iquique, los niveles se han mantenido estables gracias al crecimiento del comercio boliviano, que ayudó a compensar la caída de la actividad en este terminal, según admite la Empresa Portuaria de Iquique en su memoria de 2016.

De la escalera por la que se podía subir al monumento, ya no queda ni un peldaño.

Estos incrementos han provocado que las instalaciones chilenas “se queden pequeñas” para la economía boliviana, según le aseguraron a BBC Mundo fuentes portuarias de Bolivia.

Los millonarios negocios que hay entre Chile y Bolivia (más allá de sus disputas territoriales)
Los obstáculos
El camino aún es largo: el puerto de Ilo no moviliza ni una décima parte de la carga del de Arica.

Además de antiguo y limitado, necesita una mayor protección del oleaje y se encuentra en pleno casco urbano, lo que complica ampliar sus vías de acceso.

El puerto de Ilo se pequeño y no moviliza ni la décima parte de la carga que pasa por el de Arica. (Foto: S. G.)
Tanto las autoridades peruanas como las bolivianas admiten que el terminal requiere una inversión de por lo menos US$300 millones.

Perú exige garantías de que las importaciones y exportaciones bolivianas vayan a ser tan numerosas que valga la pena desembolsar tal suma, según explican las fuentes portuarias de Bolivia.

La posición de La Paz, según estas fuentes, es la contraria: Lima debe invertir primero y rebajar sus tarifas de descarga, más caras que las chilenas, para poder resultar atractivo al empresariado del altiplano.

“Si en este momento estamos beneficiando a la hermana república de Chile con entre US$9.000 millones y US$10.000 millones de dólares anuales, sólo con exportar o importar por Ilo una tercera parte ya serían US$3.000 millones que con seguridad traerían un gran desarrollo a esta ciudad”, opina el cónsul.

¿Y Bolivia Mar?

Herrada está convencido de que si Ilo llega a convertirse en un puerto relevante para Bolivia, se creará una demanda que haga posible un darle un uso turístico a la playa.

“Cuando exista ese comercio, todos los bolivianos que vengan a hacer turismo también vendrán a hacer compras”, afirma. Y recoge una última concha de color.

6 cosas que puedes hacer para reducir el uso de plásticos (y de paso ahorrar dinero)

No hace falta visitar una playa concurrida para observar la inmensa cantidad de basura plástica que se encuentra en el océano.

Incluso en los rincones más remotos del océano, sin un ser humano a la vista, el plástico se deja ver.

Según un estudio publicado recientemente en la revista Nature, la isla más grande de basura que flota en el océano Pacífico entre Hawái y California tiene 16 veces más desechos plásticos de lo que se pensaba y ya ha alcanzado casi tres veces el tamaño de Francia.

Este último informe pone de manifiesto la necesidad de tomar medidas urgente para frenar este desastre ambiental.

Esta foca tiene una herida en el cuello debido a que su cabeza quedó atrapada dentro de un círculo de plástico.
Pero mientras gobiernos, empresas y autoridades locales debaten cómo hacer frente al problema, ¿qué podemos hacer nosotros para aportar nuestro granito de arena?

Como detalla este gráfico, es mucho lo que podemos hacer y, en la mayoría de los casos, estas acciones no suponen un esfuerzo mayor.

6 consejos para empezar

Agua del grifo: ¿para qué gastar dinero en una botella de agua mineral cuando puedes beber agua del grifo?

A menos que te encuentres en un sitio donde las autoridades no recomienden ingerir agua de la canilla, ésta es tan segura como el agua embotellada.

Se trata solo de una cuestión de gustos.

Si llevas siempre contigo una botella reutilizable, podrás recargarla en cualquier fuente de agua.

Bolsas propias: otra cosa fácil de hacer es llevar tus propias bolsas cuando vas de compras.

En Reino Unido, por ejemplo, las tiendas están obligadas a cobrar US$0,70 por cada bolsa que entregan.

Otros países cuentan con una legislación similar. Kenia es el más estricto en ese sentido: impone castigos de hasta 4 años o multas US$40.000 para quien produzca, venda o incluso utilice bolsas plásticas.

Una buena idea es llevar siempre con uno una de esas bolsas de tela que se hacen pequeñas para usarla cuando haces compras inesperadas.

Utensilios descartables:los cubiertos y envases descartables no son necesarios en todas las ocasiones.

¿Para qué comprar manzanas empacadas si en el supermercado también las venden sueltas?
Si sales a comprar comida al mediodía cuando estás en la oficina, recuerda que puedes tener en tu escritorio un par de cubiertos metálicos siempre a mano.

Y aunque parecen inofensivas, las pajitas contribuyen a los 8 millones de toneladas plásticos que, según la ONU, acaban cada año en el océano. No las uses.

Productos sueltos:hay frutas y verduras que vienen en paquetes y bolsas plásticas y otras que no. Elige las últimas.

Lo mismo pasa con el arroz, los frijoles o los frutos secos. Lleva los que vienen sueltos y almacénalos luego en tu casa en envases, preferentemente de vidrio.

Además de consumir menos plásticos, esto te permitirá ahorrar dinero.

Taza propia: muchas tiendas ofrecen ahora un pequeño descuento si cuando pides tu café (o té) traes tu propia taza.

Aunque algunas parecen de papel, muchas están hechas de una mezcla de plástico y papel. Y sus tapas son plásticas.

Microplásticos: Dejar de usar microplásticos requiere un poco más de atención ya que debes leer las etiquetas.

Estas micropartículas se utilizan mayormente como abrasivos en una variedad de productos cosméticos y de cuidado personal, como dentífricos y exfoliantes.

Para evitarlos, puedes buscar en internet las listas de los productos que no contienen (es muy larga y depende de cada país), o mira las etiquetas y fíjate que no tengan polietileno (PE), polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), Polimetilmetacrilato (PMMA), politetrafluoroetileno (PTFE) y nailon.