Venezuela es un país con graves problemas económicos del que muchos se han marchado ya o planean hacerlo.
Pero hay quienes ven algo más.
Son los reclutadores y empresas extranjeras que buscan los servicios de los muy cualificados técnicos y profesionales venezolanos.
De acuerdo con el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI), la hiperinflación, el gran mal de la economía, cerrará 2018 por encima de 1.000.000%.
El bolívar, la moneda local, sufre una constante depreciación y pocos confían en él.
Todos buscan dólares, que a estos trabajadores les permite tener un mayor poder adquisitivo que los que ganan en bolívares, aunque les paguen mucho menos de lo que cobraría alguien de su perfil y formación en los países desde los que se solicitan sus servicios.
El rendimiento de estos profesionales es inversamente proporcional a lo que cuestan.
Trabajan muy bien y, en términos comparativos, cuestan muy poco.
Muchos venezolanos han emigrado en los últimos años en busca de empleo ante
Martín*, por ejemplo, dirige una agencia de publicidad digital que, ante la situación en Venezuela, optó en 2017 por abrir una oficina en Miami y lanzarse al mercado internacional.
Una decisión que le ha granjeado contratos con una mundialmente conocida marca de ropa deportiva y una popular distribuidora de refrescos y aperitivos, entre otras grandes empresas globales.
Desde Miami, vende los diseños y campañas que producen sus empleados en Venezuela y, aunque sus clientes nunca se lo dicen, sospecha cuál es uno de los atractivos de su producto.
“Nosotros cobramos un 300% menos” de lo que cobraría una agencia local, indica.
Como “mano de obra china”
El cerebro que concibe las animaciones y otras imágenes que la empresa de Martín comercializa está muy lejos de Florida, concretamente en Barinas, el estado en el que nació Hugo Chávez, en el suroeste de Venezuela.
Allí se dedica a su “pasión” Abraham, un diseñador gráfico de 32 años que encarna el perfil del profesional venezolano que solicitan los clientes extranjeros: perteneciente a la generación “milennial”, creativo, capaz de marcar tendencias en internet y muy trabajador.
En conversación con BBC Mundo en Caracas, donde a veces tiene reuniones de trabajo, contó: “Le he puesto demasiado amor a esto. Me quedaba muchas veces hasta la madrugada terminando los proyectos y las presentaciones con las que enamorar a los clientes”.
Los trabajadores aceptan un salario menor al que paga la empresa a sus pares en el extranjero a cambio de poder cobrar una parte del sueldo en dólares.
Ese ha sido uno de los secretos de su éxito.
Al trabajar para una empresa que sirve a clientes extranjeros, le pagan parte de su sueldo en dólares, probablemente el bien más codiciado en la Venezuela de la crisis.
Percibe unos US$400 de ingreso bruto mensual, una cifra ridícula si se compara con lo que se paga en Estados Unidos.
“La gente usa el talento venezolano porque es bueno y barato. Es como la mano de obra china”, resume.
“Un diseñador que, como yo, sea responsable de un equipo puede estar ganando en Estados Unidos entre US$7.000 y US$10.000”, explica.
A él eso no le importa, porque un puñado de dólares da mucho de sí en un país en el que los precios son inasequibles para quienes ganan en bolívares, pero muy ventajosos para quienes manejan el billete verde estadounidense.
“Lo que gano no es mucho, pero con eso en Venezuela sobrevivo bien y puedo ayudar a mis padres, que son docentes jubilados y lo que les paga el Estado es una miseria”, cuenta.
Las compañías que aún resisten en Venezuela tienen que disuadir a sus empleados de emigrar o irse a otras empresas.
Es una historia similar a la de Marcos, ingeniero informático de 35 años que trabaja desde Caracas para una consultora multinacional ubicada en Costa Rica.
Se dedica a revisar la calidad de los programas desarrollados a petición de los clientes y confirmar que cumplen con sus exigencias.
Graduado en la Universidad Simón Bolívar, sabe que en Silicon Valley le pagarían mucho más por lo que hace, pero eso no es motivo suficiente para que, como han hecho la mayoría de quienes estudiaron con él, se decida a emigrar.
“En Venezuela con mi sueldo vivo bastante bien y tengo capacidad de ahorro, algo que casi todo el mundo ha perdido aquí”.
El argentino Sebastián Siseles, vicepresidente de Freelancer.com, un portal dedicado a mediar entre quienes buscan servicios profesionales y quienes los ofrecen, asegura que en su empresa cuentan con “muchísimos casos de éxito de venezolanos” cuyos servicios son requeridos por clientes extranjeros.
Sin embargo, él piensa que otros factores pesan también además del ahorro.
“El nivel educativo de Venezuela siempre fue superlativo dentro de la región y la calidad con la que sus jóvenes salen al mercado laboral es de primer nivel”.
El poder adquisitivo de quienes tienen ganan en dólares es mucho mayor al de quienes perciben un salario en la moneda nacional.
Nuevas tecnologías
En lo que más destacan los venezolanos es en el ámbito de las nuevas tecnologías. Informáticos, gestores de redes sociales y diseñadores son quienes, gracias a sus habilidades están sorteando mejor la falta de oportunidades en su país.
Retenerlos se ha convertido en un dolor de cabeza para las empresas que todavía resisten en Venezuela, donde las fuertes restricciones al cambio de divisas, la confusa regulación, la inseguridad, y, sobre todo, el aumento vertiginoso de los costes han creado un ambiente desfavorable a la actividad económica.
La revista Forbes colocó a Venezuela en el puesto 144 de 153 en su clasificación de países en los que resulta más fácil hacer negocios.
El economista Asdrúbal Oliveros, de la firma de análisis Ecoanalítica, ha bautizado como “la canibalización del trabajo” a la creciente competencia entre las empresas locales por conservar a los profesionales cualificados en su nómina.
A los que no se han marchado les ofrecen pagarles todo o parte de su sueldo en dólares, seguro médico, bonos de descuento en establecimientos comerciales y otras ventajas para disuadirles de emigrar o se marcharse a empresas competidoras.
La hiperinflación ha devaluado tanto la divisa venezolana que algunos usan los billetes para hacer manualidades.
En otros países están ávidos de disfrutar de sus habilidades.
Siseles explica que, mientras tengan conectividad, “los venezolanos pueden estar trabajando para empresas o empleadores en cualquier lugar del mundo”.
En su portal, la mayor demanda de servicios se concentra, por este orden, en Estados Unidos, India, Colombia, España y Australia.
Según dice, por un par de días de trabajo, un profesional que trabaje en línea puede embolsarse unos US$200.
“¿Cuánto tiene que trabajar alguien hoy día para ganar US$200 en Venezuela?”, se pregunta.
*Los nombres de los profesionales venezolanos citados en esta nota han sido modificados porque pidieron proteger su identidad por razones de seguridad.
Fuente: www.bbc.com