“Si terminamos con ese estancamiento, yo diría: ‘Si puedes, Mitch, usa la opción nuclear”.
Con esas palabras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le pedía al líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, que garantizara la confirmación del juez Neil Gorsuchcomo magistrado de la Corte Suprema.
Pero esta “opción nuclear”, que aplicó este jueves McConnell, es una maniobra llena de polémica que consiste en un cambio en las reglas de funcionamiento del Senado que, hasta ahora, exigían que los magistrados del máximo tribunal estadounidense debían ser electos por al menos 60 de los 100 senadores de la cámara.
Esta exigencia formó parte de la tradición del Poder Legislativo estadounidense desde hace más de 170 años. Hasta ahora.
Con la opción nuclear, para confirmar a los jueces de la Corte Suprema, solo hará falta contar con una mayoría simple de 51 senadores.
Los críticos de esta opción señalan que lo único que se conseguirá con este cambio es que aumente la polarización en el Congreso de EE.UU. y la cada vez más amplia brecha que separa a republicanos de demócratas.
McConnell se puso manos a la obra para cambiar las reglas del Senado este jueves, después de que una minoría de 44 senadores demócratas impidió la confirmación de Gorsuch.
¿Qué está en juego?
La elección de Gorsuch significa mucho para los republicanos, pues les permite asegurar la mayoría conservadora en la Corte Suprema.
La muerte del juez Antonin Scalia dejó vacía una de las sillas de la Corte Suprema y dejó el equilibro liberal-conservador en cuatro jueces por cada lado.
Desde febrero de 2016, cuando falleció el juez Antonin Scalia, ha habido en la máxima corte ocho jueces considerados progresistas y ocho considerados conservadores. Gorsuch, ocupará la vacante abierta y, por tanto, restaurará la mayoría de esto últimos.
Muchos demócratas se sintieron compelidos a rechazar el nombramiento no solo porque acusaban a Gorsuch de tender a favorecer en sus decisiones los intereses de las grandes empresas por encima de los de los trabajadores sino por la negativa de los republicanos a siquiera dar audiencia al juez Merrick Garland, postulado el año pasado por Barack Obama para llenar la vacante de Scalia.
El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, dijo en su momento que no debería elegirse a un juez de la Corte Suprema durante un año electoral, pese a que no existe ninguna limitación legal para ello.
Ahora, ha sido justamente a McConnell a quien le correspondió aplicar la “opción nuclear”.
Cambio histórico
La posibilidad que hasta ahora tenía la minoría en el Senado para bloquear o retrasar las iniciativas de la mayoría se basa en una práctica conocida como filibusterismo, cuyo ejercicio ha sido restringido paulatinamente desde hace un siglo.
Gorsuch no logró obtener el apoyo de suficientes senadores demócratas para evitar el bloqueo de su nominación.
En 1917, a petición del presidente Woodrow Wilson, se estableció la llamada regla 22 que exigía que para cerrar un debate y poder pasar el tema a votación se requería el apoyo de dos tercios de los senadores. En 1975, esa cifra se redujo a 60 de los 100 miembros de la Cámara Alta.
Según los expertos, entre las virtudes de la aplicación de esta norma en el caso de los nombramientos en la Corte Suprema estaba lograr que los magistrados -que se supone deben estar por encima de las parcialidades políticas- lleguen a su cargo con el apoyo de miembros de ambos partidos.
La exigencia de contar con 3/5 de los votos de la Cámara obligaba al partido mayoritario a tender puentes con miembros del partido minoritario, reforzando la legitimidad política de la decisión.
De igual modo, se supone que la existencia de esta norma establecía un incentivo para que el presidente nomine al máximo tribunal a jueces relativamente moderados, capaces de entender los temas más allá de su propia ideología y que, por tanto, puedan obtener el apoyo de la minoría en el Senado.
Esa regla, sin embargo, implicaba también la posibilidad de que una minoría de al menos 41 senadores podía bloquear los nombramientos. Justo lo que este jueves ocurrió con Gorsuch y por lo que terminó aplicándose la opción nuclear.
Más polarización
McConnell le había prometido públicamente a Gorsuch que sería confirmado sin importar lo que fuera necesario hacer.
El líder de los senadores demócratas, Chuck Schumer, había anunciado la intención de su grupo de bloquear la nominación de Gorsuch.
Sin embargo, esa decisión tendrá implicaciones que irán más allá del nombramiento de este juez: cambiarán las reglas del juego en el Senado y eliminarán una herramienta que -por ejemplo- los propios republicanos aplicaron numerosas veces para bloquear iniciativas del gobierno de Barack Obama.
Algunos analistas han señalado, además, que esa decisión llevará a un aumento de la polarización en el Senado al eliminar la necesidad de la mayoría de tender puentes y lograr el apoyo de, al menos, algunos de los miembros de la minoría.
Varios senadores republicanos expresaron su malestar ante la disyuntiva.
“No quiero cambiar las reglas de Senado y espero que no tengamos que enfrentarnos a esa opción”, dijo hace unos días en declaraciones a CNN la senadora republicana Susan Collins.
Su colega Lindsey Graham, también republicano, igualmente advirtió que esa decisión “sería mala para el Senado”.
“Es deprimente. Estoy muy deprimido. Estamos argumentando en contra de ella (la opción nuclear), pero no tenemos ninguna otra opción”, dijo el senador y excandidato presidencial John McCain, quien en el pasado siempre se opuso a cambiar las normas pero que este lunes anunció que la respaldaría si hacía falta para aprobar la nominación de Gorsuch.
En 2013, Mitch McConnell advirtió a los demócratas que se arrepentirían de cambiar las reglas del Senado.
Aunque en 2013, la entonces mayoría demócrata en el Senado usó la opción nuclear para reducir el número de votos necesarios para confirmar a algunos postulados a cargos en el gobierno, así como a jueces de cortes de menor rango, no se atrevieron a aplicarla para la Corte Suprema.
El Partido Demócrata argumentó que el cambio era necesario para superar el “anormal” obstruccionismo ejercido en contra de los postulados por el presidente Obama.
Entonces, los republicanos acusaron a los demócratas de dañar de forma irreparable al Senado, una institución que en su funcionamiento aún mantiene tradiciones políticas que datan del siglo XIX.
El senador republicano Pat Roberts dijo que los demócrata habían recortado los derechos del partido minoritario para siempre. “Se ha debilitado esta institución de forma permanente. Qué tragedia”, dijo.
“Le dijo a mis amigos del otro lado (del Senado), se van a arrepentir de esto. Y puede que se arrepientan más pronto de lo que creen”, dijo entonces Mitch McConnell.
La hora parece haber llegado.